miércoles, 18 de julio de 2012

CAPITULO 20. TE PIERDO


20. TE PIERDO



VISHOUS

Seguimos en la misma postura durante unos minutos más.

Ninguno de los dos quiere moverse y yo estoy lidiando con todo lo que me está pasando.

Por mi cabeza y por mi cuerpo.

Me separo un poco de él y meto mi cara bajo el chorro de la ducha para poder despejarme y poder borrar el rastro de lágrimas que me surcan el rostro.

No creí que estar con el poli pudiera hacerme sentir tanto.

Comienzo a creer que puede llegar a superarme y temo mi reacción cuando eso ocurra.

Ahora me doy cuenta de hasta dónde llega mi propia mierda y el hecho de volver a joderla con él me da miedo.

Tanto o más que se dé cuenta de que es imposible luchar eternamente por alguien como yo o... que pasado un tiempo encuentre a alguien con quien realmente se sienta a gusto sin tener que pelear a cada segundo por alguna demostración de afecto.

Mis manos comienzan a resbalar por su cuerpo hasta separarme del todo de él y una pregunta me asalta la mente.

¿Y ahora qué?

¿Qué se supone que debo hacer?

No tengo ni puta idea.

Lo único que se me ocurre es salir de la ducha y pasarle una toalla.

Se acerca a mí extendiendo la mano para cogerla con un gesto de dolor.

No tengo que preguntar dónde le duele.

Sus pasos son inseguros y mantiene la mirada baja.

Está muerto de vergüenza.

Como yo.

Se ata la toalla alrededor de su cuerpo y yo hago lo mismo.

Me tengo que aclarar la voz para poder hablar.

-Tengo una habitación aquí con una cama. Deberías tumbarte un rato.

Butch asiente y me sigue hasta llegar al cuarto, caminando despacio, soltando algún leve quejido al hacerlo.

Enciendo las velas con la mente y sólo entonces le oigo hablar.

- ¿Vas a acostarte conmigo? - me susurra y el tono de su voz deja al descubierto todo el dolor que ahora mismo tiene en el cuerpo.

- No. Así podrás descansar mejor. Yo estaré en el salón.

Me doy la vuelta dejándole de pie en medio de la habitación sin decir una palabra más.

Y justo en ese momento, sin darme cuenta, es cuando todo comienza a rodar cuesta abajo.

BUTCH

Le oigo cerrar la puerta al salir y no puedo reprimir el latigazo de dolor que me da justo en el corazón.

Tendría que haberse quedado conmigo, en la cama.

Me siento demasiado expuesto en estos momentos y su presencia me hubiera gustado.

Joder, acaba de... follarme y me deja aquí solo. Ni siquiera ha preguntado cómo me siento.

Aparto las sábanas y me meto con mucha dificultad entre ellas.

Cierro los ojos mientras le oigo trastear por el salón maldito y creo que le oigo hablar por el móvil, pero no logro alcanzar lo que dice.

No logro adivinar su actitud.

Todos los momentos que hemos vivido entre estas paredes parecen no llegarle al corazón, o quizá sea que yo soy demasiado sentimental y todo esto me ha superado.

Aunque, ¿Cómo por los clavos de Cristo no va a superarme? ¿Acaso no se da cuenta del alcance de lo acaba de suceder?

Si tuviera energías juro que saldría por esa puerta y le pegaba un puñetazo en plena cara por insensible.

Por ser un bloque de hielo ajeno a cualquier sentimiento humano.

Cierro los ojos con fuerza intentando explicarme a mí mismo que todo esto es nuevo para él cuando el recuerdo de cuando todo acabó, vuelve a asaltarme.

El momento en que sus brazos me envolvieron y apoyó su cara en mi espalda vuelve a mí y un escalofrío me recorre de nuevo.

En ese momento le sentí tan cerca de mí... ¿Por qué le dije lo que le dije?

Es bien sencillo de contestar.

Simplemente contesté con palabras lo que él me decía sin ellas.

Tan claro como eso.

Pasa el tiempo y mi cabeza comienza a dolerme de todo lo que intento analizar a la vez, cuando el ruido de la puerta me saca de ese pozo.

¿Se ha ido?

¿Ha tenido los cojones de dejarme aquí solo?

Me siento en la cama cuando un latigazo de dolor me recorre el cuerpo.

La puta hostia, como duele, pero el dolor que estoy comenzando a notar en mi corazón lo supera.

Siento una presión en el pecho que hace que tenga que doblarme para poder respirar mientras los ojos comienzan a escocerme.

Jamás lloro.

He aprendido a tragarme el llanto desde hace demasiado tiempo pero juro que ahora mismo he de luchar con todas mis fuerzas por contenerme.

No puedo creer, me niego a creer que este mamón haya tenido los santos cojones de irse y deja...

La puerta se abre de golpe, interrumpiendo mi sermón con V llevando en la palma de la mano una caja de pizza.

Entra y en un segundo pasa su mirada por mí, seguramente haciéndome un estudio anatómico a distancia.

Se acerca hasta la cama y se sienta al borde, a mi lado, dejando la pizza encima de las sábanas.

-Pensé que tal vez tendrías hambre. Aquí no tengo comida pero gracias a Dios, vivimos en la ciudad que nunca duerme.

Mi cara demuestra lo atónito que me he quedado y mi corazón late tan rápido que bien podría abrirme un boquete en el pecho.

No logro articular más que unas pocas palabras.

Y como siempre son las que estoy pensando en ese momento.

-Pensé que te habías ido. Oí la puerta y...

-Sólo estaba abriendo al repartidor. Sólo eso.

Con pulso inseguro abro la caja de pizza y bien podía llorar en este instante.

Y ni si quiera sabría la razón.

La miro y cojo una de las porciones.

VISHOUS

Entro en la habitación y mis ojos se van disparados hasta él.

Está sentado en la cama y su cara podría reflejar que le han dicho que se ha muerto su madre o algo de la misma magnitud.

Repaso su cuerpo de una sola mirada y me siento a su lado en la cama, dejando la pizza a su lado.

-Pensé que tal vez tendrías hambre. Aquí no tengo comida pero gracias a Dios, vivimos en la ciudad que nunca duerme.

Me mira con esos ojos tristes y lo que me dice me duele.

Yo intento explicarme lo mejor que puedo.

- Sólo estaba abriendo al repartidor. Sólo eso.

Joder, pensó que me había largado y no puedo culparle por ello.

Sería un acto normal en mí pero no con él.

No ahora.

Su mano un tanto insegura abre la caja y coge una porción.

Me siento un tanto defraudado pues hubiera querido ser yo quién se la diera.

Querría verlo comer de mi mano.

Alza la porción de pizza y en vez de llevársela a la boca, me la ofrece a mí y yo ante gesto me quedo sin palabras.

Mi corazón se ha parado y la sangre de mis venas ha dejado de circular.

Quiere alimentarme de su mano.

Y él sabe lo que significa para mí.

Para mi raza.

Trago saliva que no me queda y abro la boca despacio, notando como mis colmillos se alargan y muerdo un trozo.

Tan sólo es pizza.

Nada más que comida precocinada y sin embargo a mí me parece estar comiendo un trozo de cielo.

Degusto el sabor de mi boca y aunque he sido yo quién la ha pedido, no tengo ni idea de qué es.

Mastico con cuidado y no logro separar mis ojos de los de él.

Se ha acordado de lo que le dije y con este gesto quiere honrarme.

A mí.

A un pobre vampiro destrozado que no es capaz de encontrar un sitio en el mundo que no sea otro que donde él esté.

Saboreo lo que mi compañero me ofrece y quiero hacer lo mismo con él, pero como callado trozo tras trozo, pensando que es importante para él en esta situación, mostrarse un poco masculino hacia mí.

Cuando llevo ya comida media pizza, no puedo resistirme más y logro encontrar otro trozo a tientas, sin separar los ojos de los suyos y le veo comer lo que le ofrezco, con una pequeña sonrisa en sus labios mientras comemos en silencio lo que uno le ofrece al otro, con mi olor llenado la habitación.

Cuando la terminamos nos quedamos en silencio.

Yo no quiero silencios ahora.

Necesito llenarlo con palabras.

-¿Quieres más pizza?

Butch niega con la cabeza y tira la caja al suelo.

-Pizza no...

Me coge del cuello y me acerca a su boca, besándome fuerte, muerto de ganas.

Como si hiciera un siglo que no lo hace.

Luego se separa de mi boca y acariciándome la nuca, apoya su frente contra la mía cerrando los ojos.

-No vuelvas a hacerlo. No vuelvas a dejarme solo después de... estar conmigo. Me he sentido... joder, no vuelvas a hacerlo.

Y logro entender esta reacción.

Tal vez no fue buena idea que le dejara solo, tal vez debí quedarme aquí con él para... yo qué sé... para la mierda que se haga en estos casos.

Pero si quería que me quedara ¿Por qué coño no me lo dijo?

No es que yo sea un puto adivino... bueno, sí, lo soy en algunos casos, pero joder, un poco de ayuda a veces... ayuda.

Me dejo de chorradas y le tumbo de nuevo con el peso de mi cuerpo y se separa de mi boca soltando un grito de puro dolor.

Vale, se puede decir que soy como un elefante en una cacharrería.

Me levanto de un salto mientras su gesto de dolor todavía cruza su cara.

-Joder... mierda... lo siento.

Le quito la sábana que le cubre.

-Deja que te vea.

Coge en un puño las sábanas intentando volver a cubrirse, sin conseguirlo.

-Ya, claro. En eso mismo estaba pensando yo. Déjalo estar. Ya estoy bastante avergonzado como para rematarlo con un examen sobre el terreno.

Me pongo serio.

Me va a dejar ver el estropicio que le he hecho por las buenas o por las malas.

-No voy a ver nada que no haya visto antes y no voy a tocar nada nuevo. Déjame. Verlo.

Le toco la rodilla y paso mi mano por su muslo, acariciándolo por su lado interno, bajando suavemente hasta sus testículos y más abajo.

Ante el contacto de mi mano en su pierna va abriéndolas poco a poco mientras pone uno de sus brazos encima de su cara, muerto de vergüenza.

La punta de mis dedos llega hasta la zona dolorida y noto humedad.

Miro y los veo manchados de sangre.

-Mecagoenlaputa... joder, estás sangrando.

Butch se encoge de hombros todavía ocultando su cara.

-No es nada grave. No voy a morirme.

-Date la vuelta - Le gruño un poco bajito.

Ahora sí que se atreve a mirarme.

-¿Para qué?

Resoplo con fuerza.

Será desconfiado.

-Voy a tratar de aliviarte un poco. Date la puta vuelta y déjame hacer.

Me sigue mirando no muy conforme pero al final termina por volverse en medio de quejidos que no puede callar.

Se queda tendido y yo me tumbo tras él, abriéndole algo las piernas para acomodar mi cuerpo entre ellas.

Le acaricio los redondos glúteos con cuidado y se los separo con más cuidado todavía.

Y ahí está.

La marca de su virginidad perdida... conmigo.

En este momento me inunda un fuego interno.

Un sentimiento que no puedo definir se aloja en mi alma y hago lo que todo macho vampiro hace con su compañera después de perder su virginidad con él.

Me inclino y paso mi lengua despacio, limpiando cualquier rastro de sangre que pueda quedar e intento aliviarlo a la vez.

Una antigua tradición sagrada de respeto hacia la persona que te ha obsequiado con lo más íntimo de su cuerpo.

Su primera vez.

Quién me iba a decir a mí que podría llegar a emocionarme tales cosas.

Paso la lengua con todo el cuidado del mundo, intentando sanar con mi saliva el estropicio que le he hecho.

Calmarlo sólo un poco.

Sus gemidos, al principio de dolor, se tornan poco a poco de puro deseo, gracias a mi toque que le cura.

Sigo pasando mi lengua por su piel, ahora más fuerte que antes, haciendo que sienta perfectamente lo que le hago y con qué.

Le aprieto la cintura con mis manos y hundo mi cara en él, haciendo que mi lengua le roce los testículos desde atrás.

Cuando lo nota, un gemido del todo masculino se escapa de su boca.

Sé lo que quiere y por mi vida que voy a dárselo.

No podrá andar en una semana pero no me cabe duda de que estará feliz.

Me desabrocho el pantalón y me lo bajo a tirones hasta quedar enredados en mis muslos.

Me apoyo en el colchón y voy subiendo por su cuerpo hasta que mi polla roza su trasero.

Butch al notarlo, se tensa.

-No. Así no.

Me enderezo al momento, sentándome sin comprender.

-Lo siento, pensé...

-Me refiero a que no quiero hacerlo así. Levántate y quítate de encima.

Me aparto y me quedo sentado en la cama, sintiéndome un poco ridículo con los pantalones enrollados por los muslos.

Se da la vuelta, quedando boca arriba.

-Ven aquí - me dice mientras alarga los brazos hacia mí.

Me deshago de los pantalones, tirándolos al suelo mientras me voy hacia él.

Me besa en los labios y lo que me dice me deja un tanto descolocado.

-Quiero hacerlo así. Cara a cara.

Nunca, jamás en mi vida he tenido sexo así.

Ni con hombres, ni con mujeres.

Es una posición demasiado íntima, demasiado cercana y me siento vulnerable.

No sé si seré capaz de hacerlo de este modo.

Me besa despacio, con la boca muy abierta y enredando su lengua con la mía.

La chupa y la mete entera en su boca para después sacarla. Así una y otra vez mientras comienza un suave baile con sus caderas, haciendo que nuestras pollas se sientan la una a la otra.

Mete sus dedos entre mi pelo, tirando de él, haciéndome daño y yo gimo en su boca cerrando fuerte los ojos.

Esto es hacer el amor, aún incluso más cercano que en la ducha.

Baja con una de sus manos hasta mi polla y la acaricia, subiendo y bajando.

El muy cabrón aprende rápido.

Se me escapa un gemido que se pierde en su boca.

Mis brazos están tensos a ambos lados de su cuerpo, intentando no aplastarlo con todo el peso de mi cuerpo y esta postura hace que esté todavía más indefenso ante él, puesto que sólo él puede tocar y yo me limito a seguirlo.

Yo no controlo en absoluto y recuerdos lejanos vuelven a mi cabeza, recordándome qué pasa cuando yo no tengo el mando.

No importa, sólo siéntelo.

No puedo.

Esto es lo que querías. Él está a tu lado. No lo estropees.

Lo intento pero... no sé si podré.

Guía mi polla hasta su entrada, subiendo un poco el trasero para que yo pueda tener más ángulo.

-Hazme el amor, V... házmelo como jamás lo has hecho.

Me sigue besando, pasando sus manos por mi cuerpo, acariciando mi culo, apretándolo contra él con fuerza mientras siento su respiración en mi oreja y a mí todo comienza a darme vueltas.

Me comienzo a marear.

No puedo.

No de esta manera.

Esto se está desbordando, no para de susurrarme mientras lo siento pegado a mí en cada centímetro de mi cuerpo y noto como gruesas gotas de sudor bajan de mi sien, cayendo en él y, recorriéndome un escalofrío por el cuerpo, me aparto de él.

Mi respiración está descontrolada y mi erección se ha bajado de golpe, cayendo como muerta entre mis muslos.

Ni siquiera sé si podré articular alguna palabra.

Le miro con los ojos brillando, resoplando como un caballo y me bajo de la cama de un salto.

Me pongo los pantalones de espaldas a él y me los visto a tirones.

Sólo cuando los tengo abrochados me atrevo a mirarlo.

Está sentado en la cama, mirándome con los ojos como platos.

-¿Qué te pasa, V? - me dice en un susurro ronco.

Me paso las manos por el pelo, tirando de él, intentando comprender eso mismo.

Qué me pasa.

Me doy la vuelta, tapando la cara con las manos.

-No puedo... no... - suelto un suspiro y mi cuerpo cae en el suelo, quedándome sentado en el suelo.

Le oigo salir de la cama y sus pies descalzos se detienen ante mí.

Se arrodilla a mi lado y me abraza, envolviendo mi cabeza entre sus brazos, posando su mejilla sobre ella.

-Tranquilo, nadie dijo que esto fuera a ser fácil.

Me besa el pelo y a mí todo esto se me derrumba encima.

-No soy normal... Butch... no soy...

-Lo eres, V. Sólo tienes que acostumbrarte. Yo te cuidaré.

Valeee... puedo notar como mi cerebro cortocircuita con esas palabras y mi lado dominante sale como un huracán.

Le aparto de un empujón haciendo que caiga al suelo.

Le miro ahí tirado en el suelo y se me rompe el corazón.

¿Por qué tengo que ser así?

¿Por qué me sale sólo ira de dentro?

Me levanto y le doy la espalda.

- No vuelvas a hacerlo, no vuelvas a tratarme como si fuera débil, porque no soy así. ¿Sabes lo que les pasa a los débiles? se les folla en público y luego los dejan tirados en el suelo para que los demás les escupan en la cara y les den patadas hasta que pierden el sentido. Yo jamás he sido débil y tú no vas a lograr que lo sea.

Butch se queda sentado en el suelo, mirándome asombrado sin entender qué está pasando y su cara me recuerda al macho que violé en el campamento delante de todos los guerreros.

-Deja de mirarme de ese modo... ¡Qué dejes de hacerlo, joder! ¿Acaso no me oyes?

Butch se pasa una mano por la cara y baja la mirada.

-No te entiendo. Que el diablo se lleve mi alma si algún día logro hacerlo.

Se levanta y comienza a vestirse a tirones.

-No voy a preguntarte nada, no quiero saber por qué mierda te empeñas en alejarme cada vez que conseguimos avanzar un paso. Me voy a casa. Me llevo el coche. Tú... haz lo que quieras.

Sale de la habitación dando un portazo y yo me quedo sentado en el suelo, mirando al frente.

BUTCH

Me dirijo hasta donde ha dejado su cazadora para buscar las llaves.

En uno de sus bolsillos encuentro una pequeña bolsa de terciopelo negro y antes de darme cuenta, la abro.

Mi crucifijo cae en mi mano y me quedo mirándolo en silencio. Antes de perder el valor, me dirijo de nuevo a la habitación.

V sigue en la misma postura, mirando fijamente a la pared y yo dejo caer la cruz agarrando la cadena entre mis dedos.

-explícame esto.

V tarda en moverse y cuando su mirada queda fija en ella, suspira.

-Me la quedé cuando te... ya sabes, iba a devolvértela hoy.

Me arrodillo frente a él, mirándolo.

-¿En serio? ¿Y se puede saber por qué precisamente ibas a devolvérmela hoy?

Se encoje de hombros.

-La cogí de mi cuarto cuando te traje aquí y... bueno, es tuya.

-Querrás decir cuando me trajiste aquí para que lo nuestro se rompiera ¿No? era lo que tenías en mente. Es gracioso cómo se resuelven las cosas.

La tiro en el suelo, a sus pies.

Ambos nos quedamos mirándola y puedo jurar que los dos estamos pensando justo lo mismo.

Lo que le dije respecto a ella.

Que sería el regalo que le haría a mi esposa.

Aparto mi mirada de ella y le miro a él.

-Es tuya. Creo que ha quedado bien claro, al menos por mi parte.

A él se le corta la respiración, pero logra hablar.

- Yo... no sé...

- Me importa una mierda lo que sepas o no. Es tuya. Si no la quieres, véndela, fúndela para hacerte cualquier chorrada o regálala. Eso ya es asunto tuyo.

Vuelve la cabeza y me mira mientras la coge entre sus dedos.

-No creo que tenga derecho a quedármela, tal y como están las cosas ahora mismo.

-Vete a la mierda, V. Yo... yo ya no sé qué más hacer contigo.

V se levanta cuando yo ya estoy dando media vuelta y me agarra del brazo.

-Vale. Es mía... pero quiero que seas tú quién la lleve.

Se acerca a mí mientras me pasa la cadena por la cabeza para ponérmela.

Coge la cruz y la besa, volviendo a colocarla en mi pecho.

-Esta cruz te protegerá. Quiero que siempre la lleves encima.

La toco con las puntas de mis dedos.

-Como quieras - le digo - la llevaré siempre conmigo.

Nos quedamos mirándonos y todo lo ocurrido flota sobre nosotros como una tempestad pero ninguno dice nada.

Un suspiro de frustración sale de mi boca sin poder evitarlo.

-Te veo en el pit. Ahora necesito estar solo. Yo... yo necesito pensar.

*****

Cuando llego a la mansión todavía es noche cerrada y al entrar, veo que V todavía no ha llegado.

Agarro una botella de whisky y me dejo caer pesadamente en el sillón. Un dolor agudo al hacerlo me recuerda lo que acaba de pasar y dando un largo trago directamente de la botella, me obligo a mi mismo a dejar mi mente vacía. Sólo el sabor del whisky y el ardor bajando por mi garganta.

Sólo eso.

Nada más que eso.

Quiero borrar por unos minutos a Vishous de mi mente pero una pregunta se cuela en mi cabeza. ¿Podremos salir los dos cuerdos de todo esto?

Al menos yo, no creo que pueda.

Pasa el tiempo y V no aparece.

Mi mente comienza a nublarse por el alcohol y cuando decido que es mejor tumbarme un rato en la cama me doy cuenta de lo borracho que estoy.

Todo lo que está pasando entre V y yo me está pasando factura de una manera que jamás logré imaginar.

Todo es dolor, inseguridad e ira con él.

Un momento de tranquilidad y al momento todo se desmorona como si sólo fuese fruto de mi imaginación y no puedo evitar preguntarme cuánto tiempo aguantaré esta situación.

No puedo luchar yo solo toda mi vida por sustentar algo que parece estar predestinado a... acabar mal.

Como si estuviera viviendo una de esas historias irlandesas que mi madre solía contar a mis hermanos.

Y las historias irlandesas nunca tienen un final feliz.

Voy dando tumbos hasta llegar a mi cuarto, dejando la puerta abierta, invitándolo a que entre en ella cuando llegue.

Apago la luz y a los pocos minutos oigo la puerta cerrarse y la silueta de V aparece en el umbral.

Se queda parado ante ella.

Tuerce la cabeza y mira hacia dentro.

Por favor, entra y duerme conmigo. Quédate conmigo. Digo mentalmente una y otra vez.

V se pasa una mano por el pelo, niega con la cabeza y soltando un suspiro pasa de largo.

Yo ya no puedo hacer más.

No puedo encontrar en mi cuerpo ni siquiera una gota de fuerza que me ayude a seguir luchando.

Mi momento ha pasado.

Ahora comienza el suyo.

VISHOUS

Al llegar al pit todo está en silencio.

Paso al lado del cuarto del poli y la puerta está abierta.

Me quedo mirando hacia dentro y lo único que veo es su silueta en la cama, durmiendo.

Algo dentro de mí me dice que entre, me desnude y me acueste a su lado.

Lo que cualquier macho haría al ver a su pareja.

Me agolpan mil sentimientos a la vez entre lo que quiero y lo que no debo hacer y como siempre gana lo que no debo hacer, así que comienzo a andar de nuevo pero en vez de irme a mi cuarto, me siento delante de los ordenadores y comienzo a rastrear al poli y sus orígenes para intentar despejar mi mente de todo lo demás.

Voy generación tras generación y no veo nada raro, ni aquí ni en el viejo continente.

El cenicero comienza a acumularse de colillas y de vez en cuando mis ojos se van hasta la puerta donde está el poli.

Solo.

En su cama.

Golpeo con fuerza la mesa e intento concentrarme de nuevo en lo que estoy haciendo.

Los padres de Butch.

 En concreto, su madre.

Ahora está enferma y vive ingresada en una residencia.

Pero hace años, antes de que Butch naciera, trabajó en un hospital de enfermera y echando cuentas veo que abandonó dicho trabajo en la misma fecha en que se quedó embarazada del poli. ¿Tal vez un romance fuera del matrimonio con un compañero del hospital? pudiera ser y también pudiera ser que su marido se enterara por algún motivo y esa fuera la razón de las palizas que recibía el poli.

En este momento decido que mañana por la noche voy a hacerle una visita a su madre. Es la única manera de saber si algo de todo esto tiene una razón de ser o no, porque todo este asunto está cogido por los pelos, de la primera palabra a la última pero de algo estoy seguro.

Su sangre.

El sabor de su sangre no me ha engañado.

Y eso me hace continuar.

Tal vez una regresión ancestral estaría bien aunque si la hace podría acabar muerto o como un vegetal y entonces ¿Qué sería de mí?

Los ojos me escuecen de estar pegado tanto tiempo en el ordenador y me dispongo a hacer un poco de café cuando las persianas se vuelven a abrir.

Joder, ¿He estado todo el día pegado al ordenador sin haberme enterado? Parece que sí.

Llego a la cocina sin desviar ni una sola vez la mirada del suelo, intentando que la muy perra no se vaya hacia el cuarto del poli.

Cuando estoy haciendo el café, la voz de Butch hace que dé un respingo.

-Buenos días - me dice con voz todavía somnolienta y me vuelvo para mirarle.

Los ojos rojos me dicen que ha estado agarrado a la botella antes de que yo llegara y que no ha pegado ojo en toda la noche. No me sorprende.

Es una reacción normal que sufren los que están a mí alrededor.

Hay que intentar olvidar mi presencia de cualquier modo.

Me quedo quieto, mirándolo, muriéndome de ganas por ir hasta él y besarlo en los labios, preguntarle si la falta de sueño es por esas malditas pesadillas o sólo por mí y disculparme por ser un pobre hijoputa que no tiene ni puta idea de cómo tratar todo esto.

-Hola...

Nos quedamos los dos frente a frente sin saber qué decir o qué hacer.

Él mirándose los pies mientras se pasa una mano por el pelo y yo con la cafetera en una mano y la taza en la otra.

-¿Quieres café? - le digo mientras le echo una buena taza de café negro.

-Gracias. Necesito algo fuerte.

Coge a taza y se da media vuelta, dejándome solo en la cocina.

Ha tirado la toalla.

Lo sé.

Y aún sabiendo que es normal que lo haga, siento un puñal clavándose en mi pecho muy poco a poco.

Tendría que pelear por él, pero no sé cómo hacerlo sin terminar loco o jodiéndolo todo todavía más.

Al cabo de un momento, le oigo gritar, llamándome.

-¡V, ven aquí! ¡En este puto momento!

Dejo la cafetera y salgo caminando despacio.

Le encuentro frente a los ordenadores y me mira con cara de querer partirme la cara a hostias.

Vaya, lo ha visto.

Señala hacia la pantalla mientras deja la taza encima de la mesa.

-Vas a decirme ahora mismo que cojones significa todo esto ¿Me estás investigando a mí y a mi familia? ¿Hasta dónde quieres llegar con todo esto?

Me acerco hasta la mesa y retiro su taza de encima de la mesa, cogiéndola entre mis manos.

-Hay algo que no te he comentado. Quería tener algo más preciso antes de hacerlo, pero bueno, supongo que este momento es igual de bueno que cualquier otro.

-Empieza a cantar, capullo.

Respiro fuerte y me tiro de cabeza.

Que sea lo que Dios quiera.

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