miércoles, 18 de julio de 2012

CAPITULO 18. TE ENCUENTRO


18. TE ENCUENTRO

VISHOUS

Salgo de la guarida dando un portazo con el portátil en la mano.

Mi corazón late a mil por hora y no sé la razón. Tal vez sea por lo que creo que acabo de descubrir o quizás... por lo que esos ojos marrones han querido decirme.

Mi mente no deja de analizar una y otra vez el mismo espacio de tiempo.

Butch poniéndose la toalla alrededor de las caderas mientras yo le miro divertido.

La punta de sus dedos acariciando mi cara y yo sintiéndome de nuevo desnudo ante esas muestras de afecto.

Las únicas que he experimentado en toda mi vida.

Y el premio gordo, el segundo de oro, cuando sus ojos marrones se posan en los míos. La calidez que desprenden y...algo más que no logro situar. Por más que lo analizo no alcanzo a saber porque me recorrió un escalofrío y a la vez el corazón me pegó un bote hasta casi salirme por la boca cuando sus ojos se encontraron con los míos.

Sé que hay algo, sé que en ese momento quería que leyera en ellos algo muy importante pero por más que pienso no sé qué puede ser.

Lo único que tengo claro es que sentí miedo de esa mirada.

Un miedo tan primitivo y visceral que todavía cruza a través de mi cuerpo como un ente.

Me paso la mano por la cara para intentar tranquilizarme mientras comienzo a andar hacia el despacho de Wrath.

Cruzo el vestíbulo desierto y subo las escaleras hasta llegar a la puerta.

Entro sin llamar y me encuentro el despacho vacío.

En lugar de irme, saco el móvil y le mando un msj al rey para que venga lo antes posible.

Tengo que sentarme un rato e intentar tranquilizarme mientras poso el portátil abierto sobre la mesa.

Mis piernas se mueven con tic nervioso y cuando la puerta se abre de un golpe seco, me levanto de un salto.

Wrath cierra de un portazo y se acerca a mí.

-¿Qué cojones pasa, V?

Y sin pensar se lo suelto de golpe.

-Ya sé porqué quieren matarme y por qué secuestraron a Butch.

Wrath me mira detrás de sus oscuras gafas e inhala fuerte.

Al hacerlo arquea una ceja con gesto extrañado. Suelta un fuerte suspiro y me da un par de palmadas en el hombro.

Tras unos segundos se dirige al sillón y se sienta con aspecto cansado.

-Ilumíname, V.

Giro el portátil aunque sé que no puede ver lo que hay en la pantalla.

-He encontrado esto.

En la pantalla iluminada aparecen las palabras que quizá cambien todo el rumbo de la guerra.

Leo lo allí escrito con voz segura.

“Vendrá uno que traerá el fin antes del amo,

Un luchador del tiempo moderno hallado en el décimo del veintiuno,

Y será conocido por los números que lleva:

Uno más que la brújula percibe,

Aunque sólo cuatro puntos por hacer con su derecha,

Tres existencias tiene,

Dos marcas por delante y un ojo amoratado,

En un pozo nacerá y morirá.”

Wrath se queda callado, mirándome bajo sus gafas negras.

-Ese manuscrito no es nada nuevo, V. Fue descubierto hace ya mucho tiempo. ¿Por qué crees que es algo que tiene que ver con Butch?

Me pongo a caminar por la habitación, nervioso.

-Porque Butch tiene todas las marcas. Puede sentir a los restrictores. La otra noche pudo sentirlos incluso antes que yo, así que puede percibir uno más que norte, sur, este y oeste. He notado que tiene su dedo meñique derecho siempre encogido, quizás por alguna antigua lesión, así que sólo puede señalar o apuntar con cuatro dedos en su mano derecha. Ha tenido tres vidas, infancia, madurez y la que ha iniciado ahora, junto a nosotros. En esta última, se puede decir que ha nacido en Cadwell, también conocida como ya sabes, como "the well" o sea, el pozo. Pero lo más revelador es esa marca que le dejaron en la barriga. Es como un ojo amoratado y la otra sin duda, es su ombligo. Lo encontré en octubre, o sea, el décimo mes del siglo en el que estamos. El veintiuno.

Wrath suspira con cansancio.

-Eso está un poco cogido por los pelos V, y lo sabes.

Me dirijo rápido hasta su mesa y apoyo mis manos en la madera.

-Y por eso yo estoy en el punto de mira de los restrictores. Porque esto -digo levantando mi mano enguantada - es lo único que puede salvarle de adentrarse en la maldad del Omega. Él es el único sobre la faz de la tierra que puedo tocar sin reducirlo a cenizas. Tal vez esta maldición sirva para algo, al fin y al cabo.

Wrath asiente en silencio.

-Este hombre es importante para ti, ¿Verdad, V?

Me vuelvo de espaldas.

Sé que no puede verme, pero aún así me resulta difícil dejar a la vista lo que mi mirada deja entrever tan sólo por estar hablando de él.

-Tal vez lo sea. No lo sé.

-No puedes negar lo obvio. Llevas su olor pegado en tu piel. No quiero que me cuentes nada, aunque solo hay que olerte para saber qué pasa entre vosotros dos. Lo que está pasando incluso antes de que tú te dieras cuenta. Seré ciego V, pero hay cosas que no hace falta verlas para saber que están ahí. Está será mi última palabra sobre esto... de momento. Con referente a lo otro, la profecía se refiere a un guerrero, o sea, un vampiro de la hermandad y él, por mucho que quieras, no es ni lo uno, ni lo otro.

Cojo el portátil y me acerco a la puerta.

La abro con cuidado y me giro sólo lo justo para poder verle de refilón.

-Esta noche me lo voy a llevar durante un par de horas. Necesito llevarle... bueno, no importa. No andaremos por las calles. Sólo un corto viaje en coche hasta el centro. Te lo digo para que estés informado, no te estoy pidiendo permiso y referente a lo que has dicho... aunque sea humano, es un guerrero, Wrath. De eso no cabe ninguna duda. - le digo mientras cierro la puerta a mi espalda.

-Haz lo que tengas que hacer, V, pero no hagas ninguna gilipollez. - me dice serio y su tono me indica que sabe de sobra a dónde lo llevo.

Salgo del despacho lentamente, como si mi cuerpo pesara una tonelada y me dirijo de nuevo al pit.

Entro y el poli está en su cuarto, con la puerta cerrada.

No se oye ningún ruido así que doy por supuesto que ha conseguido conciliar el sueño... sin mí.

Pateo con fuerza el sillón, como si me jodiera en el alma.

Y quizás lo haga.

Bueno, esta noche haremos la excursión a mi lado oscuro y todo se resolverá de una vez por todas.

El irlandés católico enamorado de las mujeres se encontrará con mi verdadero yo y posiblemente salga corriendo hasta la iglesia más cercana y pase arrodillado ante su Dios durante años, intentando ser perdonado por haberse dejado tocar por alguien tan enfermo como yo.

Todavía estoy intentando averiguar de dónde sacó las agallas para meterse en mi cama y tocarme como lo hizo.

Tal vez yo sea su experimento de universidad o tal vez se encontraba tan solo en este mundo que la primera persona que le hizo un poco de caso, bastó para que él se echara en sus brazos en busca de consuelo.

Algo así tuvo que pasar.

Por mucho que pueda dolerme he ser del todo realista con eso. El no va a acabar sus días conmigo, no va a permanecer a mi lado como mi compañero y después de lo que verá esta noche, tendré suerte si no quiere largarse a cualquier lugar del Caribe y allí intentar matarse bebiendo, como aquel tipo de la película ésa.

Intento recordar cómo está mi ático.

Quiero que todo esté bien claro.

Toda mi perversión y mi enfermedad bien a la vista.

Sin tapujos.

Entro en mi cuarto y mis ojos vuelan hasta la cama.

Esa cama que hace un rato nos acogía a los dos desnudos, entrelazados y vinculados. Con su mano abarcando mi polla como nunca nadie dejé hacerlo. Dicen que nunca olvidas tu primera vez y tiene razón pues por muchos años que pasen, los momentos de normalidad que pasé entre esas sábanas con él, no se desdibujarán ni un segundo de mi memoria.

Termino de acabar de vestirme después de darme una ducha rápida para quitarme los restos de mi pequeña maratón sexual con él.

Me dirijo hasta el armario y abriendo el cajón del fondo, saco una bolsa de terciopelo negro. La abro y dejo que su contenido caiga en mi mano.

El crucifijo brilla con gran intensidad encima de ella y la cadena se escurre entre mis dedos.

Me la quedo mirando unos segundos y al final vuelvo a colocarla dentro de la bolsa y acercándome a mi gabardina, la meto en el bolso interior.

Es una tontería que siga con ella. No es mía y ahora más que antes siento que no derecho a quedármela. La razón más importante es que no me la dado y eso, mi querido amigo dice más que cualquier otra cosa.

Coloco el arnés con las dagas alrededor de mi cuerpo y salgo al salón para servirme una copa.

Me lo tomo de un solo trago mientras noto como abrasa mi garganta mientras va bajando por ella hasta mi estómago.

El poli sale al poco rato.

Se ha puesto unos vaqueros y una camiseta negra del todo descolorida. La misma ropa de siempre.

Se acerca donde estoy yo y se sirve un vaso de whisky, sentándose en uno de los sillones.

Su mirada queda fija en el vaso y con su dedo atrapa las diminutas gotas que se escurren por él.

-¿Vas a contarme que es lo que descubriste en ese ordenador? Parecía importante por cómo saliste de aquí y todo indica que tiene que ver conmigo.

Me desplomo a su lado en el sillón.

Tiene derecho a saberlo.

Él más que nadie.

Me aclaro la voz antes de hablar.

-En uno de los archivos con clave encontré una de las crónicas de la sociedad restrictiva. No era algo nuevo, pues nosotros la descubrimos hace mucho tiempo, pero tengo que reconocer que no le había dado importancia.

-¿Y? ¿Qué dice?

- Es la profecía del destructor. En ella se cuenta la llegada de un guerrero que cambiará el transcurso de la guerra. Estoy seguro de que ese guerrero eres tú.

Le abro el portátil y dejo que lo lea en silencio.

Cuando termina, le explico con las mismas palabras que usé con Wrath, el significado de cada frase y como cada una de ellas le describe perfectamente.

El poli ha conseguido despegar su mirada del vaso y ahora tiene toda su atención clavada en mí.

-Lo malo, poli, es que esa profecía no encaja con un humano... y eso es lo que tú eres.

Butch se levanta y me coge el vaso. Sirve otra ronda para los dos y vuelve a sentarse.

-Ya, bueno... era demasiado bonito para ser verdad. No importa.

-Hay algo raro en la historia de tu familia, ¿Podrías ser adoptado o algo así?

Butch se encoje de hombros soltando un respiro.

-No, V, no soy adoptado. En caso de que hubiera sido así, mi padre se hubiera encargado de sacarme de la familia. Yo era persona non grata para él. Por mucho que le gustara pegarme palizas, no creo que ese entretenimiento suyo, justificase que tuviera a alguien que no fuese de su sangre en el seno de su familia.

Le miro con pena. Parece que yo no soy el único con un hijoputa por padre.

-Lo siento, poli. Créeme cuando te digo que lo siento mucho. ¿Fue muy malo?

Niega con la cabeza despacio a la ver que desvía su mirada al suelo.

-Creo que llegó un día en el que me acostumbré. Luego todo paró de golpe. Pasó de odiarme a ignorarme. Creo que toda mi familia comenzó a hacer lo mismo. Nunca supe que era lo peor, las palizas o... el simple hecho de desaparecer para todos ellos.

Mi mano se posa en su hombro y se lo aprieto en señal de empatía hacia él.

-Lo siento mucho, poli. Lo digo con el corazón en la mano.

El poli se levanta y se pasa ambas manos por la cara, intentando despejarse. Me mira y cambia radicalmente de conversación y no sé qué será peor, si seguir con el tema de su familia o la pequeña sorpresita que le tengo preparada.

-Ese sitio al que quieres llevarme... ¿Va a ser esta noche?

Yo me levanto también y nos quedamos los dos frente a frente.

-Wrath ya sabe que vamos a salir y está de acuerdo así que si quieres, podemos irnos ahora mismo. No tardaremos demasiado - le digo pensando que en cuanto vea mi pequeño teatro de perversión saldrá como alma que lleva el diablo.

-Prefiero cambiarme de ropa, no tardaré demasiado.

Se mete en su cuarto mientras yo me sirvo otra copa doble y me quedo apoyado en la barra, mirando fijamente la pared.

Al rato sale de su habitación y me quedo con la garganta seca al instante y el vaso a medio camino de mi boca.

Se ha vestido con la ropa que le ha dejado Fritz y parece un verdadero dandi todo de negro, de pies a cabeza. Lleva un traje que se amolda a su cuerpo como si fuese hecho a medida, con camisa de seda, también negra y sin corbata, dejando a la vista la curva de su cuello.

Se sonroja un poco al ver cómo le miro y se pasa la mano por el pelo, alborotándoselo un poco.

-Parezco todo un caballero ¿Eh?- me dice mientras da una vuelta.

-Sí, poli. Estás hecho todo un modelo de alta costura - consigo decir intentando, sin lograrlo ni un sólo instante, parecer distraído.

Mi voz suena un tanto nerviosa aunque intento parecer relajado ante él.

-Si estás listo para salir, podemos ponernos en marcha ahora mismo.

Me mira mientras asiente.

-Estoy listo. ¿Vas a decirme de una puta vez a dónde me llevas?

Comienzo a caminar hasta la puerta con pasos decididos.

- Te llevo al sitio donde podrás conocer a mi verdadero yo.

Suelta una risotada.

-¿A tu verdadero yo? estás del todo siniestro, V. Déjate de chorradas y háblame claro.

Abro la puerta y me dirijo en silencio hasta el garaje, entrando en el Escalade.

Butch se sienta en el lado del copiloto y cierra de un portazo.

-Dime de una puta vez a donde vamos.

-Vamos al centro.

-Oh, vale. Gracias por la aclaración. Ya estoy más tranquilo.

El rugido del motor ahoga mi propio gruñido.

Estoy nervioso.

No puedo creerme que vaya a llevarlo allí.

Conduzco en silencio hasta llegar al Commodore y dejo el coche en la parte de atrás.

Butch se pone a mi lado cuando entramos en el vestíbulo. Mira a todos lados con cara de asombro y antes de que pregunte nada, le aclaro la situación.

-Tengo un ático aquí.

-Joder, V, estás podrido de dinero, macho. Rhage me había comentado que tenías un apartamento aquí pero no estaba seguro si creerle o no.

Suelto un suspiro de resignación mientras entramos en el ascensor.

El poli frunce el ceño al darse cuenta de lo obvio.

-Pero tú no vives aquí.

-No, no vivo aquí.

-¿Entonces...?

Giro mi cara para mirarle a los ojos.

-¿Podrás estar en silencio hasta que lleguemos? luego lo entenderás.

El sonido del ascensor al llegar a la última planta hace que me recorra un escalofrío.

-Hemos llegado - le digo mientras saco la llave y abro la puerta.

La puerta rebota contra la pared y yo contengo la respiración.

BUTCH

A este cabrón se le nota que le gusta jugar.

No tengo ni idea de lo que tiene planeado y cuando veo a dónde quiere llevarme, la boca se me abre de asombro.

El Commodore es uno de los edificios más lujosos de la ciudad y el muy cabrón tiene un ático aquí. Lo que Rhage dijo al final era cierto.

No hay que ser un lumbreras para adivinar que esto es su picadero particular, pero el tío no suelta prenda.

Tal vez me haya preparado alguna sorpresita, aunque juro que sólo de pensarlo, me parece ya algo asombroso que algo que si lo hiciera otro, sonaría de lo más normal, pero viniendo de V, no sé que me puede deparar la noche.

Abre la puerta y sólo veo oscuridad.

Él se adentra en ellas, conmigo justo detrás de él y cuando cierra la puerta a mis espaldas comienza a encender velas.

Al principio estoy algo confuso por lo que veo pero mientras las va encendiendo una a una y la luz se va comiendo la oscuridad el corazón se me para en el pecho.

Mis ojos se niegan a creer lo que estoy viendo.

El mundo se para a mí alrededor.

Todo el arsenal que tiene este hombre aquí, me deja sin palabras.

Las paredes están cubiertas de máscaras, pero no venecianas, no... De cuero.

Mis ojos no saben en qué posarse y deambulan por todos los chismes que tiene colgados.

Las mascaras cuelgan ordenadas y parecen sacadas de alguna película porno de las fuertes. Ninguna tiene orificio para los ojos, sólo una breve rendija para el lugar donde debería estar la boca y alguna ni siquiera tiene eso, sólo son un saco de cuero.

Los látigos cuelgan ordenados, simples, con múltiples colas...y los aparatos que veo ni siquiera sé para qué coño sirven. Hay como pulseras de metal, pero me atrevo a decir que no son para adornar las muñecas y en medio de todo, presidiendo la sala de los horrores, una mesa en forma de X, con correas.

Para inmovilizar todas las extremidades de un cuerpo humano.

-Dios...- murmuro parpadeando rápido, a ver si esta maldita alucinación se va de mi mente.

- ¿Qu... qué es esto, V? - le digo con un hilo de voz.

-¿Te gusta?

Me vuelvo hacia él. Está sentado en uno de los taburetes del mueble bar, de espaldas a mí. Bebiendo en silencio.

Me dirijo hacia él y agarrándolo del brazo, le obligo a mirarme.

-¿Qué mierda es esto? ¡CONTESTA! - le grito notando como mi voz se quiebra al preguntar lo obvio.

Me sonríe con cara de hijoputa mientras saca uno de sus cigarrillos y lo enciende.

- Vaya... no te gusta. Seguro que esperabas encontrarte una gran cama con pétalos de rosas tirados por el suelo, con una botella de champagne al pie de la cama ¿Verdad?

Le doy un manotazo en la mano, haciendo que el cigarro acabe en el suelo.

-No te burles de mí, cabrón. No se te ocurra hacerlo ahora.

Se levanta del taburete y recoge el cigarro.

Comienza a caminar por el ático con los brazos extendidos.

-Este es mi pequeño santuario. El único sitio donde puedo ser yo realmente. Esto es lo que soy. Aquí yace la verdadera esencia de mi persona. ¿Desilusionado?

Se detiene ante el potro de tortura y pasa un dedo por él, acariciando el borde con cuidado, mientras sus ojos quedan fijos en él.

Su voz se convierte en un susurro ronco.

- No debí haberte obligado a reconocer tus sentimientos hacia mí. Debí dejar las cosas tal y como estaban - me dice mientras comienza a caminar de nuevo alrededor del potro, acariciándolo - pero no pude. Este cabrón necesitaba que te humillaras para luego partirte por la mitad.

Cojo su vaso que ha dejado sobre la mesa y me lo bebo de un trago.

Ni siquiera noto el amargo sabor que deja en mi boca.

- ¿De eso se trataba? ¿De traerme aquí y atarme a ese potro que no dejas de acariciar?

En cuanto oye mis palabras, quita la mano de él, como si le hubieran servido para salir de su propio trance.

- Tengo que reconocer que esa idea se me ha pasado varias veces por la mente, ¿Te dejarías atar, poli? ¿Dejarías que te follara como a un animal atado a estas correas? porque es el único modo de hacerlo que conozco.

Mi sonrojo asoma en mi cara, calentándola como si fuera una estufa.

Tal vez de vergüenza o tal ver de cabreo.

Le respondo con el corazón en la mano.

-Ni muerto, V. Eso no lo verán jamás tus ojos.

V se encoge de hombros.

-Lástima. Yo habría disfrutado de veras con ello. Creo que esas palabras describen a la perfección el futuro de lo que tenemos, ¿No?

Me doy la vuelta para no verle. En este momento me parece estar hablando con un desconocido.

-Quieres que te diga que estás enfermo ¿Verdad? quieres que te mande al carajo y que me arrepienta de todo lo que ha pasado entre nosotros.

V no responde hasta pasados unos segundos.

- Sí no hubiera pasado tanto tiempo, te lo borraría de la mente, te lo juro. Desde el primer contacto al último y sólo seríamos compañeros, pero a estas alturas es imposible.

-¿Lo has hecho alguna vez? - le pregunto con un nudo en la garganta.

-¿El qué?

-Borrarme la memoria.

Su respuesta no se hace esperar ni un segundo.

-Jamás, poli. Te lo juro.

Me doy la vuelta y él tiene la mirada fija en el suelo.

-¿A estas alturas tus juramentos aún sirven de algo?

Aprieta las manos en dos puños mientras cierra con fuerza los ojos.

- Te juro por mi miserable vida que jamás te he borrado la mente. Creerlo o no, eso ya es cosa tuya. Yo no puedo hacer más.

Me quito la chaqueta, dejándola sin ningún cuidado encima de la barra. Me siento estúpido al recordar los pensamientos que tuve al venir aquí. Muy en el fondo deseaba una velada romántica o alguna mierda, pero no esto, joder. Esto no.

-Creo que deberíamos separarnos del todo. No volver a vernos por lo menos en una temporada larga.

Un escalofrío le recorre el cuerpo.

Tan fuerte que hasta yo puedo notarlo desde donde estoy.

Y me doy cuenta.

Está muerto de miedo.

Creo que en cualquier momento puede derrumbarse por el alcance de mis palabras pero sé que ni así, lograré hacerlo reaccionar.

No quiero verlo así.

Pero lo que hay aquí es algo con lo que no puedo lidiar de un momento a otro.

Es imposible, y lo siento en el alma.

-Me largo, V. Me voy de aquí.

Él se queda parado donde está, sin mover un sólo músculo.

-V, ¿Me oyes? me largo. Si no vas a decir más creo que esta conversación se ha acabado. Tú quieres algo que yo no puedo darte de esa manera y lo que yo quiera o no, ya no tiene importancia, ¿Verdad?

Un gruñido bajo comienza a escucharse y retumba en las paredes de su ático.

Pero no dice una palabra.

-¿Verdad, V? REACCIONA, JODER. Te he dicho que me voy. ¿Dónde está ahora ese marcaje? esos sentimientos de macho vinculado ¿Los has perdido de repente o eran un pequeño teatro para que te la meneara? - me paso nerviosamente las manos por el pelo - eres un maldito cobarde. Sólo un pobre cobarde muerto de miedo que no se atreve siquiera a desnudarse ante mí. Igualito que una colegiala virgen. Eso es lo que eres. Buscabas perderme con todo esto, ¿No? por eso ni intentas explicarte. Abres la puerta de este sitio y dejas que todo esto me dé un puñetazo en la cara. No puedo negar que es muy de tu estilo, V. Lo has logrado. Con esto, me has perdido y no lo digo por la maravillosa puesta en escena que tiene este sitio, si no porque no has tenido agallas para decirme ni una sola palabra de esto y has preferido echármelo a la cara, como un cubo de agua fría. Ya no soy nada tuyo.

Vale.

Esas palabras sí que le han hecho reaccionar.

Me mira por un momento y camina hacia mí soltando un gruñido salvaje.

Doy un par de pasos hacia atrás porque juro por Dios que me da miedo.

Como me arree un puñetazo me vuela la cabeza de un plumazo.

Pero no me pega, no.

Creo que directamente va a matarme.

VISHOUS

Me dice que se va y yo por mucho que lo intento no logro reaccionar.

Le oigo soltar por esa boca todo lo que se le pasa por la cabeza y cuando me dice si lo de mi marcaje fue sólo para que me hiciera una paja, la vista se me nubla y al decir que ya no es nada mío abre sin saberlo la caja de pandora.

Todo queda en segundo plano mientras siento como toda mi ira, mi desesperación y mi instinto de posesión sale todo a la vez.

Mis ojos comienzan a brillar como linternas mientras un gruñido sale de mi garganta que segundo a segundo sube de volumen.

Cierro la distancia entre ambos y mis colmillos saltan como dos puñales mientras abro la boca.

Butch da dos pasos hacia atrás intentando alejarse de mí pero no le va a servir de nada.

Agarro su pelo con una de mis manos y la otra va su hombro, agarrando la tela de su camisa en un puño, viendo como la tela deja al descubierto su piel.

La boca se me llena de saliva al verlo y gruñendo alto y bien fuerte estrello mi boca en su cuello y le clavo los colmillos hasta las encías mientras él suelta un grito de dolor.

Me agarra de los hombros con fuerza mientras mi agarre en su pelo se hace cada vez más fuerte, para que no pueda moverse ni un milímetro.

Saco los colmillos y mis labios se pegan a su piel mientras me meto en la boca un trago de su sangre.

El sabor estalla en mi boca como un afrodisiaco y gimo como un demente mientras la siento entrar dentro de mi cuerpo caliente, de sabor fuerte y metálico y en ese mismo instante me doy cuenta de que nunca tendré bastante de ese sabor único.

Vuelvo a clavar los colmillos en el mismo sitio para poder abrir todavía más la herida y el poli aúlla de dolor, aferrándose aún más fuerte a mis hombros, temblando como una hoja.

Sé que he perdido la cabeza porque lo estoy haciendo sin su permiso pero en este momento, me importa una mierda.

No pienso arrepentirme de esto mientras me quede un soplo de vida.

Mientras bebo como un poseído, una palabra comienza a taladrarme el cerebro. Primero en un susurro y luego va subiendo de nivel hasta tener la sensación de que va a explotarme la cabeza.

Separo un segundo mi boca de su piel y le rujo la palabra mientras le miro fijamente.

-ERES MÍO... ¡¡¡MÍOOO!!!!

Butch abre los ojos y no puedo leer su expresión.

Veo miedo, pero algo de nuevo se me escapa. Mi mirada se dirige de nuevo a su cuello.

La sangre se desliza por su cuello hasta llegar a su clavícula, manchando la camisa. Saco la lengua y recorro ese reguero de abajo a arriba, haciendo que se estremezca, hasta volver a llegar a la herida y sigo bebiendo.

Igual que un sediento que por fin ha encontrado la fuente que le dará la vida.

Los sonidos que se escapan de la boca del poli van cambiando a medida que me lleno la boca de su sabor.

Al principio son de puro dolor pero ahora los gemidos son muy distintos.

Le está gustando.

Y por el enorme bulto que va creciendo por momentos pegado a mi cadera, puedo afirmar que esto le está poniendo cachondo perdido.

Alterno tragos con pasadas de mi lengua por su piel, porque no quiero que no se desperdicie ni una sola gota mientras comienza a mover muy lentamente las caderas contra mí.

Y la reacción de mi cuerpo no se hace esperar.

Tengo la polla tan dura que me va explotar y puedo sentir cómo se empieza a humedecer con el contacto de la ropa.

Esto está yendo demasiado rápido.

Un segundo más y sé que perderé la cabeza.

Así que me obligo a cerrar las incisiones despacio.

Dejando que note mi lengua por ellas como una caricia y ahora sí, el gemido que brota de su boca es de puro placer.

Cuando las tengo bien selladas, apoyo mi cara en su hombro mientras nuestras respiraciones aceleradas se mezclan la una con la otra en medio de este decorado de perversión.

Trago saliva con su sabor invadiendo mi boca y la voz me sale ronca, baja.

Como un gruñido controlado.

- Eres mío, cabrón. No importa lo que pase. Me perteneces. Mío... por siempre.

BUTCH

Todo me está dando vueltas y sé que si me separo en este momento de este cuerpo duro, que desprende calor como un volcán, me caeré de morros contra el suelo.

Estoy cachondo perdido.

Como jamás he estado en toda mi vida.

Esto que acaba de pasar, es lo más primitivo, lo más salvaje y lo más erótico que me han hecho en mi vida.

Como todo lo que me hace él.

Me toca y mi mundo se desmorona por completo sin que yo pueda, o quiera, hacer algo para pararlo.

La palabra "mío" saliendo en un gruñido por su boca manchada con mi sangre, me ha dejado al borde del orgasmo y el toque de su lengua, cerrando mis heridas, ha sido algo bestial.

Pero esto, no cambia lo que he visto aquí.

Me encuentro ante un animal y si quiero que esto llegue algún sitio, no me va a quedar más remedio que domarlo.

Aunque no tengo ni idea de cómo hacerlo.

Me separo algo de él pero sigo agarrándole con fuerza, para poder mantener algo mi postura.

Nuestras mejillas se rozan y el escalofrío en los dos es del todo visible.

Mi boca se acerca a su oreja, dejando que mi respiración, todavía acelerada, le roce la piel.

Pero antes de que yo pueda comenzar a hablar, él ya está largando por esa boca.

-Lo siento... no debí hacerlo - me dice aferrándose a mi cuerpo, dejándome casi sin respiración.

-Para ser alguien que le va toda esta mierda, te disculpas demasiado. ¿Eso es lo que haces con la gente que traes aquí? ¿Les atas, les lastimas y les follas para luego disculparte?

Se aleja de mí de un tirón y tengo que dar dos pasos para controlar mi equilibrio.

-No. Jamás me disculpo. Yo no me disculpo ante nadie.

-Ya, pues conmigo estás haciéndolo demasiado a menudo. Resultas un tanto pesado.

Se dirige hasta el gran ventanal, donde las luces de la ciudad aportan la única nota suave a este sitio.

Apoya un brazo en el cristal y su frente cae sobre él.

- ¿No vas a decirme a la cara y todavía más claro lo que piensas de todo esto... y de mí?

Doy los pasos necesarios para llegar hasta él, quedándome a su espalda, sin tocarlo.

-Lo único que te voy a decir, después de todo esto, es que sólo tengo algo claro en mi mente. ¿Quieres que te lo diga?

V aguanta la respiración mientras asiente con la cabeza.

Bien.

Ahí va.

Espero que lo entienda.

-Tú y yo no vamos a follar, V. Lo siento, pero eso, es lo único que tengo claro en mi mente ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario