18.
TE ENCUENTRO
VISHOUS
Salgo de la
guarida dando un portazo con el portátil en la mano.
Mi corazón
late a mil por hora y no sé la razón. Tal vez sea por lo que creo que acabo de
descubrir o quizás... por lo que esos ojos marrones han querido decirme.
Mi mente no
deja de analizar una y otra vez el mismo espacio de tiempo.
Butch
poniéndose la toalla alrededor de las caderas mientras yo le miro divertido.
La punta de
sus dedos acariciando mi cara y yo sintiéndome de nuevo desnudo ante esas
muestras de afecto.
Las únicas
que he experimentado en toda mi vida.
Y el premio
gordo, el segundo de oro, cuando sus ojos marrones se posan en los míos. La
calidez que desprenden y...algo más que no logro situar. Por más que lo analizo
no alcanzo a saber porque me recorrió un escalofrío y a la vez el corazón me
pegó un bote hasta casi salirme por la boca cuando sus ojos se encontraron con
los míos.
Sé que hay
algo, sé que en ese momento quería que leyera en ellos algo muy importante pero
por más que pienso no sé qué puede ser.
Lo único que
tengo claro es que sentí miedo de esa mirada.
Un miedo tan
primitivo y visceral que todavía cruza a través de mi cuerpo como un ente.
Me paso la
mano por la cara para intentar tranquilizarme mientras comienzo a andar hacia
el despacho de Wrath.
Cruzo el
vestíbulo desierto y subo las escaleras hasta llegar a la puerta.
Entro sin
llamar y me encuentro el despacho vacío.
En lugar de
irme, saco el móvil y le mando un msj al rey para que venga lo antes posible.
Tengo que
sentarme un rato e intentar tranquilizarme mientras poso el portátil abierto
sobre la mesa.
Mis piernas
se mueven con tic nervioso y cuando la puerta se abre de un golpe seco, me
levanto de un salto.
Wrath cierra
de un portazo y se acerca a mí.
-¿Qué
cojones pasa, V?
Y sin pensar
se lo suelto de golpe.
-Ya sé
porqué quieren matarme y por qué secuestraron a Butch.
Wrath me
mira detrás de sus oscuras gafas e inhala fuerte.
Al hacerlo
arquea una ceja con gesto extrañado. Suelta un fuerte suspiro y me da un par de
palmadas en el hombro.
Tras unos
segundos se dirige al sillón y se sienta con aspecto cansado.
-Ilumíname,
V.
Giro el
portátil aunque sé que no puede ver lo que hay en la pantalla.
-He
encontrado esto.
En la
pantalla iluminada aparecen las palabras que quizá cambien todo el rumbo de la
guerra.
Leo lo allí
escrito con voz segura.
“Vendrá uno
que traerá el fin antes del amo,
Un luchador
del tiempo moderno hallado en el décimo del veintiuno,
Y será
conocido por los números que lleva:
Uno más que
la brújula percibe,
Aunque sólo
cuatro puntos por hacer con su derecha,
Tres
existencias tiene,
Dos marcas
por delante y un ojo amoratado,
En un pozo
nacerá y morirá.”
Wrath se queda
callado, mirándome bajo sus gafas negras.
-Ese
manuscrito no es nada nuevo, V. Fue descubierto hace ya mucho tiempo. ¿Por qué
crees que es algo que tiene que ver con Butch?
Me pongo a
caminar por la habitación, nervioso.
-Porque
Butch tiene todas las marcas. Puede sentir a los restrictores. La otra noche
pudo sentirlos incluso antes que yo, así que puede percibir uno más que norte,
sur, este y oeste. He notado que tiene su dedo meñique derecho siempre
encogido, quizás por alguna antigua lesión, así que sólo puede señalar o
apuntar con cuatro dedos en su mano derecha. Ha tenido tres vidas, infancia,
madurez y la que ha iniciado ahora, junto a nosotros. En esta última, se puede
decir que ha nacido en Cadwell, también conocida como ya sabes, como "the
well" o sea, el pozo. Pero lo más revelador es esa marca que le dejaron en
la barriga. Es como un ojo amoratado y la otra sin duda, es su ombligo. Lo
encontré en octubre, o sea, el décimo mes del siglo en el que estamos. El
veintiuno.
Wrath
suspira con cansancio.
-Eso está un
poco cogido por los pelos V, y lo sabes.
Me dirijo
rápido hasta su mesa y apoyo mis manos en la madera.
-Y por eso
yo estoy en el punto de mira de los restrictores. Porque esto -digo levantando
mi mano enguantada - es lo único que puede salvarle de adentrarse en la maldad
del Omega. Él es el único sobre la faz de la tierra que puedo tocar sin
reducirlo a cenizas. Tal vez esta maldición sirva para algo, al fin y al cabo.
Wrath
asiente en silencio.
-Este hombre
es importante para ti, ¿Verdad, V?
Me vuelvo de
espaldas.
Sé que no
puede verme, pero aún así me resulta difícil dejar a la vista lo que mi mirada
deja entrever tan sólo por estar hablando de él.
-Tal vez lo
sea. No lo sé.
-No puedes
negar lo obvio. Llevas su olor pegado en tu piel. No quiero que me cuentes
nada, aunque solo hay que olerte para saber qué pasa entre vosotros dos. Lo que
está pasando incluso antes de que tú te dieras cuenta. Seré ciego V, pero hay
cosas que no hace falta verlas para saber que están ahí. Está será mi última
palabra sobre esto... de momento. Con referente a lo otro, la profecía se
refiere a un guerrero, o sea, un vampiro de la hermandad y él, por mucho que
quieras, no es ni lo uno, ni lo otro.
Cojo el
portátil y me acerco a la puerta.
La abro con
cuidado y me giro sólo lo justo para poder verle de refilón.
-Esta noche
me lo voy a llevar durante un par de horas. Necesito llevarle... bueno, no
importa. No andaremos por las calles. Sólo un corto viaje en coche hasta el
centro. Te lo digo para que estés informado, no te estoy pidiendo permiso y
referente a lo que has dicho... aunque sea humano, es un guerrero, Wrath. De
eso no cabe ninguna duda. - le digo mientras cierro la puerta a mi espalda.
-Haz lo que
tengas que hacer, V, pero no hagas ninguna gilipollez. - me dice serio y su
tono me indica que sabe de sobra a dónde lo llevo.
Salgo del
despacho lentamente, como si mi cuerpo pesara una tonelada y me dirijo de nuevo
al pit.
Entro y el
poli está en su cuarto, con la puerta cerrada.
No se oye
ningún ruido así que doy por supuesto que ha conseguido conciliar el sueño...
sin mí.
Pateo con
fuerza el sillón, como si me jodiera en el alma.
Y quizás lo
haga.
Bueno, esta
noche haremos la excursión a mi lado oscuro y todo se resolverá de una vez por
todas.
El irlandés
católico enamorado de las mujeres se encontrará con mi verdadero yo y
posiblemente salga corriendo hasta la iglesia más cercana y pase arrodillado
ante su Dios durante años, intentando ser perdonado por haberse dejado tocar
por alguien tan enfermo como yo.
Todavía
estoy intentando averiguar de dónde sacó las agallas para meterse en mi cama y
tocarme como lo hizo.
Tal vez yo
sea su experimento de universidad o tal vez se encontraba tan solo en este
mundo que la primera persona que le hizo un poco de caso, bastó para que él se
echara en sus brazos en busca de consuelo.
Algo así
tuvo que pasar.
Por mucho
que pueda dolerme he ser del todo realista con eso. El no va a acabar sus días
conmigo, no va a permanecer a mi lado como mi compañero y después de lo que
verá esta noche, tendré suerte si no quiere largarse a cualquier lugar del
Caribe y allí intentar matarse bebiendo, como aquel tipo de la película ésa.
Intento
recordar cómo está mi ático.
Quiero que
todo esté bien claro.
Toda mi
perversión y mi enfermedad bien a la vista.
Sin tapujos.
Entro en mi
cuarto y mis ojos vuelan hasta la cama.
Esa cama que
hace un rato nos acogía a los dos desnudos, entrelazados y vinculados. Con su
mano abarcando mi polla como nunca nadie dejé hacerlo. Dicen que nunca olvidas
tu primera vez y tiene razón pues por muchos años que pasen, los momentos de
normalidad que pasé entre esas sábanas con él, no se desdibujarán ni un segundo
de mi memoria.
Termino de
acabar de vestirme después de darme una ducha rápida para quitarme los restos
de mi pequeña maratón sexual con él.
Me dirijo
hasta el armario y abriendo el cajón del fondo, saco una bolsa de terciopelo
negro. La abro y dejo que su contenido caiga en mi mano.
El crucifijo
brilla con gran intensidad encima de ella y la cadena se escurre entre mis
dedos.
Me la quedo
mirando unos segundos y al final vuelvo a colocarla dentro de la bolsa y
acercándome a mi gabardina, la meto en el bolso interior.
Es una
tontería que siga con ella. No es mía y ahora más que antes siento que no
derecho a quedármela. La razón más importante es que no me la dado y eso, mi
querido amigo dice más que cualquier otra cosa.
Coloco el
arnés con las dagas alrededor de mi cuerpo y salgo al salón para servirme una
copa.
Me lo tomo
de un solo trago mientras noto como abrasa mi garganta mientras va bajando por
ella hasta mi estómago.
El poli sale
al poco rato.
Se ha puesto
unos vaqueros y una camiseta negra del todo descolorida. La misma ropa de
siempre.
Se acerca
donde estoy yo y se sirve un vaso de whisky, sentándose en uno de los sillones.
Su mirada
queda fija en el vaso y con su dedo atrapa las diminutas gotas que se escurren
por él.
-¿Vas a
contarme que es lo que descubriste en ese ordenador? Parecía importante por
cómo saliste de aquí y todo indica que tiene que ver conmigo.
Me desplomo
a su lado en el sillón.
Tiene
derecho a saberlo.
Él más que
nadie.
Me aclaro la
voz antes de hablar.
-En uno de
los archivos con clave encontré una de las crónicas de la sociedad restrictiva.
No era algo nuevo, pues nosotros la descubrimos hace mucho tiempo, pero tengo
que reconocer que no le había dado importancia.
-¿Y? ¿Qué
dice?
- Es la
profecía del destructor. En ella se cuenta la llegada de un guerrero que
cambiará el transcurso de la guerra. Estoy seguro de que ese guerrero eres tú.
Le abro el
portátil y dejo que lo lea en silencio.
Cuando
termina, le explico con las mismas palabras que usé con Wrath, el significado
de cada frase y como cada una de ellas le describe perfectamente.
El poli ha
conseguido despegar su mirada del vaso y ahora tiene toda su atención clavada
en mí.
-Lo malo,
poli, es que esa profecía no encaja con un humano... y eso es lo que tú eres.
Butch se
levanta y me coge el vaso. Sirve otra ronda para los dos y vuelve a sentarse.
-Ya,
bueno... era demasiado bonito para ser verdad. No importa.
-Hay algo
raro en la historia de tu familia, ¿Podrías ser adoptado o algo así?
Butch se
encoje de hombros soltando un respiro.
-No, V, no
soy adoptado. En caso de que hubiera sido así, mi padre se hubiera encargado de
sacarme de la familia. Yo era persona non grata para él. Por mucho que le
gustara pegarme palizas, no creo que ese entretenimiento suyo, justificase que
tuviera a alguien que no fuese de su sangre en el seno de su familia.
Le miro con
pena. Parece que yo no soy el único con un hijoputa por padre.
-Lo siento,
poli. Créeme cuando te digo que lo siento mucho. ¿Fue muy malo?
Niega con la
cabeza despacio a la ver que desvía su mirada al suelo.
-Creo que
llegó un día en el que me acostumbré. Luego todo paró de golpe. Pasó de odiarme
a ignorarme. Creo que toda mi familia comenzó a hacer lo mismo. Nunca supe que
era lo peor, las palizas o... el simple hecho de desaparecer para todos ellos.
Mi mano se
posa en su hombro y se lo aprieto en señal de empatía hacia él.
-Lo siento
mucho, poli. Lo digo con el corazón en la mano.
El poli se
levanta y se pasa ambas manos por la cara, intentando despejarse. Me mira y
cambia radicalmente de conversación y no sé qué será peor, si seguir con el
tema de su familia o la pequeña sorpresita que le tengo preparada.
-Ese sitio
al que quieres llevarme... ¿Va a ser esta noche?
Yo me
levanto también y nos quedamos los dos frente a frente.
-Wrath ya
sabe que vamos a salir y está de acuerdo así que si quieres, podemos irnos
ahora mismo. No tardaremos demasiado - le digo pensando que en cuanto vea mi
pequeño teatro de perversión saldrá como alma que lleva el diablo.
-Prefiero
cambiarme de ropa, no tardaré demasiado.
Se mete en
su cuarto mientras yo me sirvo otra copa doble y me quedo apoyado en la barra,
mirando fijamente la pared.
Al rato sale
de su habitación y me quedo con la garganta seca al instante y el vaso a medio
camino de mi boca.
Se ha
vestido con la ropa que le ha dejado Fritz y parece un verdadero dandi todo de
negro, de pies a cabeza. Lleva un traje que se amolda a su cuerpo como si fuese
hecho a medida, con camisa de seda, también negra y sin corbata, dejando a la
vista la curva de su cuello.
Se sonroja
un poco al ver cómo le miro y se pasa la mano por el pelo, alborotándoselo un
poco.
-Parezco todo
un caballero ¿Eh?- me dice mientras da una vuelta.
-Sí, poli.
Estás hecho todo un modelo de alta costura - consigo decir intentando, sin
lograrlo ni un sólo instante, parecer distraído.
Mi voz suena
un tanto nerviosa aunque intento parecer relajado ante él.
-Si estás
listo para salir, podemos ponernos en marcha ahora mismo.
Me mira
mientras asiente.
-Estoy
listo. ¿Vas a decirme de una puta vez a dónde me llevas?
Comienzo a
caminar hasta la puerta con pasos decididos.
- Te llevo
al sitio donde podrás conocer a mi verdadero yo.
Suelta una
risotada.
-¿A tu
verdadero yo? estás del todo siniestro, V. Déjate de chorradas y háblame claro.
Abro la
puerta y me dirijo en silencio hasta el garaje, entrando en el Escalade.
Butch se
sienta en el lado del copiloto y cierra de un portazo.
-Dime de una
puta vez a donde vamos.
-Vamos al
centro.
-Oh, vale.
Gracias por la aclaración. Ya estoy más tranquilo.
El rugido
del motor ahoga mi propio gruñido.
Estoy
nervioso.
No puedo
creerme que vaya a llevarlo allí.
Conduzco en
silencio hasta llegar al Commodore y dejo el coche en la parte de atrás.
Butch se
pone a mi lado cuando entramos en el vestíbulo. Mira a todos lados con cara de
asombro y antes de que pregunte nada, le aclaro la situación.
-Tengo un
ático aquí.
-Joder, V,
estás podrido de dinero, macho. Rhage me había comentado que tenías un
apartamento aquí pero no estaba seguro si creerle o no.
Suelto un
suspiro de resignación mientras entramos en el ascensor.
El poli
frunce el ceño al darse cuenta de lo obvio.
-Pero tú no
vives aquí.
-No, no vivo
aquí.
-¿Entonces...?
Giro mi cara
para mirarle a los ojos.
-¿Podrás
estar en silencio hasta que lleguemos? luego lo entenderás.
El sonido
del ascensor al llegar a la última planta hace que me recorra un escalofrío.
-Hemos
llegado - le digo mientras saco la llave y abro la puerta.
La puerta
rebota contra la pared y yo contengo la respiración.
BUTCH
A este
cabrón se le nota que le gusta jugar.
No tengo ni
idea de lo que tiene planeado y cuando veo a dónde quiere llevarme, la boca se
me abre de asombro.
El Commodore
es uno de los edificios más lujosos de la ciudad y el muy cabrón tiene un ático
aquí. Lo que Rhage dijo al final era cierto.
No hay que
ser un lumbreras para adivinar que esto es su picadero particular, pero el tío
no suelta prenda.
Tal vez me
haya preparado alguna sorpresita, aunque juro que sólo de pensarlo, me parece
ya algo asombroso que algo que si lo hiciera otro, sonaría de lo más normal,
pero viniendo de V, no sé que me puede deparar la noche.
Abre la
puerta y sólo veo oscuridad.
Él se
adentra en ellas, conmigo justo detrás de él y cuando cierra la puerta a mis
espaldas comienza a encender velas.
Al principio
estoy algo confuso por lo que veo pero mientras las va encendiendo una a una y
la luz se va comiendo la oscuridad el corazón se me para en el pecho.
Mis ojos se
niegan a creer lo que estoy viendo.
El mundo se
para a mí alrededor.
Todo el
arsenal que tiene este hombre aquí, me deja sin palabras.
Las paredes
están cubiertas de máscaras, pero no venecianas, no... De cuero.
Mis ojos no
saben en qué posarse y deambulan por todos los chismes que tiene colgados.
Las mascaras
cuelgan ordenadas y parecen sacadas de alguna película porno de las fuertes.
Ninguna tiene orificio para los ojos, sólo una breve rendija para el lugar
donde debería estar la boca y alguna ni siquiera tiene eso, sólo son un saco de
cuero.
Los látigos
cuelgan ordenados, simples, con múltiples colas...y los aparatos que veo ni
siquiera sé para qué coño sirven. Hay como pulseras de metal, pero me atrevo a
decir que no son para adornar las muñecas y en medio de todo, presidiendo la
sala de los horrores, una mesa en forma de X, con correas.
Para
inmovilizar todas las extremidades de un cuerpo humano.
-Dios...-
murmuro parpadeando rápido, a ver si esta maldita alucinación se va de mi
mente.
- ¿Qu... qué
es esto, V? - le digo con un hilo de voz.
-¿Te gusta?
Me vuelvo
hacia él. Está sentado en uno de los taburetes del mueble bar, de espaldas a
mí. Bebiendo en silencio.
Me dirijo
hacia él y agarrándolo del brazo, le obligo a mirarme.
-¿Qué mierda
es esto? ¡CONTESTA! - le grito notando como mi voz se quiebra al preguntar lo
obvio.
Me sonríe
con cara de hijoputa mientras saca uno de sus cigarrillos y lo enciende.
- Vaya... no
te gusta. Seguro que esperabas encontrarte una gran cama con pétalos de rosas
tirados por el suelo, con una botella de champagne al pie de la cama ¿Verdad?
Le doy un
manotazo en la mano, haciendo que el cigarro acabe en el suelo.
-No te
burles de mí, cabrón. No se te ocurra hacerlo ahora.
Se levanta
del taburete y recoge el cigarro.
Comienza a
caminar por el ático con los brazos extendidos.
-Este es mi
pequeño santuario. El único sitio donde puedo ser yo realmente. Esto es lo que
soy. Aquí yace la verdadera esencia de mi persona. ¿Desilusionado?
Se detiene
ante el potro de tortura y pasa un dedo por él, acariciando el borde con
cuidado, mientras sus ojos quedan fijos en él.
Su voz se
convierte en un susurro ronco.
- No debí
haberte obligado a reconocer tus sentimientos hacia mí. Debí dejar las cosas
tal y como estaban - me dice mientras comienza a caminar de nuevo alrededor del
potro, acariciándolo - pero no pude. Este cabrón necesitaba que te humillaras
para luego partirte por la mitad.
Cojo su vaso
que ha dejado sobre la mesa y me lo bebo de un trago.
Ni siquiera
noto el amargo sabor que deja en mi boca.
- ¿De eso se
trataba? ¿De traerme aquí y atarme a ese potro que no dejas de acariciar?
En cuanto
oye mis palabras, quita la mano de él, como si le hubieran servido para salir
de su propio trance.
- Tengo que
reconocer que esa idea se me ha pasado varias veces por la mente, ¿Te dejarías
atar, poli? ¿Dejarías que te follara como a un animal atado a estas correas?
porque es el único modo de hacerlo que conozco.
Mi sonrojo
asoma en mi cara, calentándola como si fuera una estufa.
Tal vez de
vergüenza o tal ver de cabreo.
Le respondo
con el corazón en la mano.
-Ni muerto,
V. Eso no lo verán jamás tus ojos.
V se encoge
de hombros.
-Lástima. Yo
habría disfrutado de veras con ello. Creo que esas palabras describen a la
perfección el futuro de lo que tenemos, ¿No?
Me doy la
vuelta para no verle. En este momento me parece estar hablando con un
desconocido.
-Quieres que
te diga que estás enfermo ¿Verdad? quieres que te mande al carajo y que me
arrepienta de todo lo que ha pasado entre nosotros.
V no
responde hasta pasados unos segundos.
- Sí no
hubiera pasado tanto tiempo, te lo borraría de la mente, te lo juro. Desde el
primer contacto al último y sólo seríamos compañeros, pero a estas alturas es
imposible.
-¿Lo has
hecho alguna vez? - le pregunto con un nudo en la garganta.
-¿El qué?
-Borrarme la
memoria.
Su respuesta
no se hace esperar ni un segundo.
-Jamás, poli.
Te lo juro.
Me doy la
vuelta y él tiene la mirada fija en el suelo.
-¿A estas
alturas tus juramentos aún sirven de algo?
Aprieta las
manos en dos puños mientras cierra con fuerza los ojos.
- Te juro
por mi miserable vida que jamás te he borrado la mente. Creerlo o no, eso ya es
cosa tuya. Yo no puedo hacer más.
Me quito la
chaqueta, dejándola sin ningún cuidado encima de la barra. Me siento estúpido
al recordar los pensamientos que tuve al venir aquí. Muy en el fondo deseaba
una velada romántica o alguna mierda, pero no esto, joder. Esto no.
-Creo que
deberíamos separarnos del todo. No volver a vernos por lo menos en una
temporada larga.
Un
escalofrío le recorre el cuerpo.
Tan fuerte
que hasta yo puedo notarlo desde donde estoy.
Y me doy
cuenta.
Está muerto
de miedo.
Creo que en
cualquier momento puede derrumbarse por el alcance de mis palabras pero sé que
ni así, lograré hacerlo reaccionar.
No quiero
verlo así.
Pero lo que
hay aquí es algo con lo que no puedo lidiar de un momento a otro.
Es
imposible, y lo siento en el alma.
-Me largo,
V. Me voy de aquí.
Él se queda
parado donde está, sin mover un sólo músculo.
-V, ¿Me
oyes? me largo. Si no vas a decir más creo que esta conversación se ha acabado.
Tú quieres algo que yo no puedo darte de esa manera y lo que yo quiera o no, ya
no tiene importancia, ¿Verdad?
Un gruñido
bajo comienza a escucharse y retumba en las paredes de su ático.
Pero no dice
una palabra.
-¿Verdad, V?
REACCIONA, JODER. Te he dicho que me voy. ¿Dónde está ahora ese marcaje? esos
sentimientos de macho vinculado ¿Los has perdido de repente o eran un pequeño
teatro para que te la meneara? - me paso nerviosamente las manos por el pelo -
eres un maldito cobarde. Sólo un pobre cobarde muerto de miedo que no se atreve
siquiera a desnudarse ante mí. Igualito que una colegiala virgen. Eso es lo que
eres. Buscabas perderme con todo esto, ¿No? por eso ni intentas explicarte.
Abres la puerta de este sitio y dejas que todo esto me dé un puñetazo en la
cara. No puedo negar que es muy de tu estilo, V. Lo has logrado. Con esto, me
has perdido y no lo digo por la maravillosa puesta en escena que tiene este
sitio, si no porque no has tenido agallas para decirme ni una sola palabra de
esto y has preferido echármelo a la cara, como un cubo de agua fría. Ya no soy
nada tuyo.
Vale.
Esas
palabras sí que le han hecho reaccionar.
Me mira por
un momento y camina hacia mí soltando un gruñido salvaje.
Doy un par
de pasos hacia atrás porque juro por Dios que me da miedo.
Como me
arree un puñetazo me vuela la cabeza de un plumazo.
Pero no me
pega, no.
Creo que
directamente va a matarme.
VISHOUS
Me dice que
se va y yo por mucho que lo intento no logro reaccionar.
Le oigo
soltar por esa boca todo lo que se le pasa por la cabeza y cuando me dice si lo
de mi marcaje fue sólo para que me hiciera una paja, la vista se me nubla y al
decir que ya no es nada mío abre sin saberlo la caja de pandora.
Todo queda
en segundo plano mientras siento como toda mi ira, mi desesperación y mi
instinto de posesión sale todo a la vez.
Mis ojos comienzan
a brillar como linternas mientras un gruñido sale de mi garganta que segundo a
segundo sube de volumen.
Cierro la
distancia entre ambos y mis colmillos saltan como dos puñales mientras abro la
boca.
Butch da dos
pasos hacia atrás intentando alejarse de mí pero no le va a servir de nada.
Agarro su
pelo con una de mis manos y la otra va su hombro, agarrando la tela de su
camisa en un puño, viendo como la tela deja al descubierto su piel.
La boca se
me llena de saliva al verlo y gruñendo alto y bien fuerte estrello mi boca en
su cuello y le clavo los colmillos hasta las encías mientras él suelta un grito
de dolor.
Me agarra de
los hombros con fuerza mientras mi agarre en su pelo se hace cada vez más
fuerte, para que no pueda moverse ni un milímetro.
Saco los
colmillos y mis labios se pegan a su piel mientras me meto en la boca un trago
de su sangre.
El sabor
estalla en mi boca como un afrodisiaco y gimo como un demente mientras la
siento entrar dentro de mi cuerpo caliente, de sabor fuerte y metálico y en ese
mismo instante me doy cuenta de que nunca tendré bastante de ese sabor único.
Vuelvo a
clavar los colmillos en el mismo sitio para poder abrir todavía más la herida y
el poli aúlla de dolor, aferrándose aún más fuerte a mis hombros, temblando
como una hoja.
Sé que he
perdido la cabeza porque lo estoy haciendo sin su permiso pero en este momento,
me importa una mierda.
No pienso
arrepentirme de esto mientras me quede un soplo de vida.
Mientras
bebo como un poseído, una palabra comienza a taladrarme el cerebro. Primero en
un susurro y luego va subiendo de nivel hasta tener la sensación de que va a
explotarme la cabeza.
Separo un
segundo mi boca de su piel y le rujo la palabra mientras le miro fijamente.
-ERES MÍO...
¡¡¡MÍOOO!!!!
Butch abre
los ojos y no puedo leer su expresión.
Veo miedo,
pero algo de nuevo se me escapa. Mi mirada se dirige de nuevo a su cuello.
La sangre se
desliza por su cuello hasta llegar a su clavícula, manchando la camisa. Saco la
lengua y recorro ese reguero de abajo a arriba, haciendo que se estremezca,
hasta volver a llegar a la herida y sigo bebiendo.
Igual que un
sediento que por fin ha encontrado la fuente que le dará la vida.
Los sonidos
que se escapan de la boca del poli van cambiando a medida que me lleno la boca
de su sabor.
Al principio
son de puro dolor pero ahora los gemidos son muy distintos.
Le está
gustando.
Y por el
enorme bulto que va creciendo por momentos pegado a mi cadera, puedo afirmar
que esto le está poniendo cachondo perdido.
Alterno
tragos con pasadas de mi lengua por su piel, porque no quiero que no se
desperdicie ni una sola gota mientras comienza a mover muy lentamente las
caderas contra mí.
Y la
reacción de mi cuerpo no se hace esperar.
Tengo la
polla tan dura que me va explotar y puedo sentir cómo se empieza a humedecer
con el contacto de la ropa.
Esto está
yendo demasiado rápido.
Un segundo
más y sé que perderé la cabeza.
Así que me
obligo a cerrar las incisiones despacio.
Dejando que
note mi lengua por ellas como una caricia y ahora sí, el gemido que brota de su
boca es de puro placer.
Cuando las
tengo bien selladas, apoyo mi cara en su hombro mientras nuestras respiraciones
aceleradas se mezclan la una con la otra en medio de este decorado de
perversión.
Trago saliva
con su sabor invadiendo mi boca y la voz me sale ronca, baja.
Como un
gruñido controlado.
- Eres mío,
cabrón. No importa lo que pase. Me perteneces. Mío... por siempre.
BUTCH
Todo me está
dando vueltas y sé que si me separo en este momento de este cuerpo duro, que
desprende calor como un volcán, me caeré de morros contra el suelo.
Estoy
cachondo perdido.
Como jamás
he estado en toda mi vida.
Esto que
acaba de pasar, es lo más primitivo, lo más salvaje y lo más erótico que me han
hecho en mi vida.
Como todo lo
que me hace él.
Me toca y mi
mundo se desmorona por completo sin que yo pueda, o quiera, hacer algo para
pararlo.
La palabra
"mío" saliendo en un gruñido por su boca manchada con mi sangre, me
ha dejado al borde del orgasmo y el toque de su lengua, cerrando mis heridas,
ha sido algo bestial.
Pero esto,
no cambia lo que he visto aquí.
Me encuentro
ante un animal y si quiero que esto llegue algún sitio, no me va a quedar más
remedio que domarlo.
Aunque no
tengo ni idea de cómo hacerlo.
Me separo
algo de él pero sigo agarrándole con fuerza, para poder mantener algo mi
postura.
Nuestras
mejillas se rozan y el escalofrío en los dos es del todo visible.
Mi boca se
acerca a su oreja, dejando que mi respiración, todavía acelerada, le roce la
piel.
Pero antes
de que yo pueda comenzar a hablar, él ya está largando por esa boca.
-Lo
siento... no debí hacerlo - me dice aferrándose a mi cuerpo, dejándome casi sin
respiración.
-Para ser
alguien que le va toda esta mierda, te disculpas demasiado. ¿Eso es lo que
haces con la gente que traes aquí? ¿Les atas, les lastimas y les follas para
luego disculparte?
Se aleja de
mí de un tirón y tengo que dar dos pasos para controlar mi equilibrio.
-No. Jamás
me disculpo. Yo no me disculpo ante nadie.
-Ya, pues
conmigo estás haciéndolo demasiado a menudo. Resultas un tanto pesado.
Se dirige
hasta el gran ventanal, donde las luces de la ciudad aportan la única nota
suave a este sitio.
Apoya un
brazo en el cristal y su frente cae sobre él.
- ¿No vas a
decirme a la cara y todavía más claro lo que piensas de todo esto... y de mí?
Doy los
pasos necesarios para llegar hasta él, quedándome a su espalda, sin tocarlo.
-Lo único
que te voy a decir, después de todo esto, es que sólo tengo algo claro en mi
mente. ¿Quieres que te lo diga?
V aguanta la
respiración mientras asiente con la cabeza.
Bien.
Ahí va.
Espero que
lo entienda.
-Tú y yo no
vamos a follar, V. Lo siento, pero eso, es lo único que tengo claro en mi mente
ahora.
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