martes, 10 de julio de 2012

CAPITULO 10. TE VAS


10.TE VAS

·         BUTCH

Salgo de la habitación dando un portazo.

Mientras bajo por las escaleras no paro de pensar en todo lo sucedido. Me volví loco cuando admitió que había entrado en mi mente. La verdadera razón es que me sentí avergonzado de que él supiera lo que estaba pensando en aquel callejón. Me siento asustado porque tengo miedo de estar junto a él, que mi mente vuelva a traicionarme y que él interprete mal mis pensamientos.

Aunque yo los estoy empezando a tener demasiado claros en mi cabeza.

No sé si son sus ojos, la forma en que me mira cuando estamos a solas, o como me habla, o tal vez sea su cuerpo, que destila fuerza y poder por todos los poros de su cuerpo o su olor, pero tengo que reconocerlo.

Me siento atraído por él.

Yo, un hombre heterosexual de siempre, que adora a las mujeres, no para de preguntarse qué se sentiría al tocar a otro hombre.

Llego al coche y cerrando la puerta de un golpe, me quedo mirando al infinito. ¿Qué puedo hacer para salir de todo esto? ¿Para sentirme de nuevo normal y fiel a todas mis creencias?

Miro el reloj.

Son las cinco menos cuarto de la mañana. El nombre de Abby aparece en mi mente como la luz de un faro en medio de la niebla. Ella es lo que necesito ahora. Ella conseguirá que vuelva a la cordura.

Arranco el coche y poniéndome en marcha, conduzco tranquilo por las calles de la ciudad hasta aparcar en frente del Mc grider´s. Unos quince minutos después, Abby sale enfundada en una minifalda vaquera y un top negro. Cuando me ve en el coche, se sacude la melena y avanza hacia mí.

Abro la ventanilla y ella se inclina, besándome los labios.

-Cuánto tiempo sin verte, Butch, vaya maquina llevas ahora. ¿Dónde te habías metido?

-Vamos, entra.

Abby rodea el coche y se sienta a mi lado mientras empieza a contarme las andanzas de su mal día.

Conduzco hasta las inmediaciones del Hudson y estaciono el coche debajo de uno de los arcos del puente que cruza el río, asegurándome de que no haya nadie en los alrededores. Lo último que quiero es tener público.

La chica es rápida pues antes de darme tiempo para apagar el motor, ella ya está desabrochándome los pantalones y masajeándome la polla con movimientos firmes.

Empujo el asiento hacia atrás y ella se sienta a horcajadas sobre mí, besándome mientras me sube la camiseta con sus dedos ágiles. Me acaricia el cuello con su boca mientras aparta las bragas hacia un lado y me mete dentro de ella.

Yo dirijo mis ojos hacia el agua del río. El reflejo de la luz de las farolas sobre las aguas negras me hacen recordar los ojos de V, mirándome.

Cierro los ojos con fuerza, intentando apartar esos pensamientos lejos de mí.

Agarro su cara entre mis manos y la miro a los ojos mientras ella se mueve arriba y abajo, acariciando mi erección entre sus suaves pliegues.

-¿Me quieres, Butch?

- Sí, claro - le digo mientras observo su mirada vacía en la mía.

En ese momento me doy cuenta de que yo podría ser cualquier otro hombre y a ella no le importaría. Porque no significo nada para ella, sólo un polvo para aliviar tensión. Tal vez por eso su nombre vino a mi mente.

Su corazón está tan vacío como su mirada.

Ella me sigue cabalgando y yo deseo con todas mi fuerzas acabar con esto, correrme y volver a casa para poder emborracharme a gusto hasta desmayarme.

Comienzo a bombear dentro de ella más rápido y con más fuerza. Sin querer mi mirada vuelve a las tranquilas aguas del río y la cara del vampiro aparece en ellas. En ese momento logro llegar al orgasmo, tan sólo unos segundos después de ella. Se deja caer encima de mí soltando un suave suspiro.

Satisfecha.

No como yo.

-Estar contigo siempre me alegra el día, policía.- me dice con una sonrisa en los labios.

Un escalofrío me envuelve de arriba a abajo cuando la oigo llamarme así y cogiéndola de las caderas, salgo de su cuerpo y vuelvo a dejarla en el asiento con cuidado.

Tengo que aclararme la garganta para poder hablar, pues tengo un nudo dentro que no me deja si quiera meter aire en mis pulmones.

-Venga, te llevo a casa.

Aparco el Escalade al lado de su portal y me da un beso en los labios.

La miro alejarse hasta que su figura se pierde dentro del edificio y yo en vez de sentirme aliviado por lo que acaba de pasar, me siento todavía más hundido.

Lo mejor será volver a la mansión, coger otra habitación lejos de la guarida y meterme tanto alcohol en el cuerpo, hasta poder salir de él aunque sólo sea por unas horas.

****

Abro la puerta y no tengo que ir hasta el cuarto de V para saber que no está. Su sola presencia parece llenar todo el vacio de la guarida, al igual que empieza a llenar mi mente todo el puto tiempo.

Pensar en lo que me ha pasado mientras estaba con Abby no va a depararme nada nuevo, así que lo entierro en el fondo de mi mente hasta que pueda pensar con claridad.

Me meto en la cocina y abro uno de los armarios para sacar uno de los pocos vasos limpios que quedan. Lo dejo en la mesa y cuando lo estoy llenando, un portazo en la puerta principal hace que me gire justo en el momento que veo pasar a V como una exhalación de camino a su dormitorio. Cierra la puerta con tal fuerza que me asomo al pasillo, convencido de que voy a verla tirada en el suelo.

Pero no.

La puerta gracias a un milagro, sigue en su sitio.

Me tomo un trago y tras pensarlo durante un minuto, me sirvo un segundo. Luego, con paso decidido llego hasta la puerta de su cuarto.

Por un momento estoy tentado a abrirla sin más, pero acontecimientos anteriores me dicen que es mejor llamar antes.

Sólo por si acaso.

Golpeo la puerta un par de veces con los nudillos.

-¿Puedo entrar?

Al segundo un gruñido me llega desde el otro lado de la puerta.

-Un momento.

Pasan unos segundos y vuelve a hablar.

-Pasa.

Cuando entro, V se está terminando de acomodar una toalla por la cintura. Vaya, parece que el vampiro se nos ha vuelto tímido.

Entro y cierro la puerta detrás de mí. Me meto las manos en los bolsillos mientras pienso qué voy a decirle y cómo.

Él comienza a ponerse nervioso y me gruñe otra vez al hablar.

-¿Y?, ¿Qué coño quieres ahora?

Me aclaro la garganta y me decido a mirarle de frente.

A los ojos.

-Voy a intentar conseguir una habitación en la mansión.

V deja caer las manos a los lados del cuerpo y creo ver en su cara una expresión de dolor, pero es algo tan fugaz que no logro saber si de verdad lo he visto o me lo he imaginado.

- Me parece de puta madre. Cuanto antes te vayas mejor. Ni siquiera sé por qué aún estás aquí.

Se da la vuelta, saca un cigarro de su cazadora y lo enciende. Comienza a fumar sin volverse. Tras unos momentos me habla.

-¿A qué esperas? ¿Pretendes que te eche una mano con las maletas o te han crecido raíces?

Yo optaría por la segunda opción porque tal vez dentro de mí esperaba que me retuviera, o que intentara convencerme. Pero no es así. El gran bloque de hielo que tengo delante, no le importa una mierda lo que haga.

Respira profundo una bocanada de su tabaco turco antes de hablar.

-Oye, acabo de tener una bronca bestial con Wrath por culpa de tu gran escapada. Tengo el cuerpo pegado de sudor y quisiera ducharme. A poder ser, sin público.

Tiene razón.

No sé qué mierda hago aquí, mirando esa inmensa espalda de piel dorada, pero no puedo despegar los pies del suelo. Dios, la palabra beso comienza a perforarme la mente de mil millones de maneras pero ningún contexto idóneo para soltarlo. ¿Qué le digo? "Oye, mira, acabo de follarme a una tía pero tu cara no se me iba de la cabeza, ¿Podríamos besarnos para así poder seguir con mi vida?" Sí, claro. Eso sería la hostia.

Por fin mis labios son capaces de formar palabras.

-V... date la vuelta y mírame.

-Estoy cansado de todo esto. Este tira y afloja entre nosotros ya es de risa y me estoy cansando. Vete.

Y entonces en mi cabeza lo veo claro.

Es ahora o nunca.

Este instante en el que estamos no va a volver a repetirse y quiero aclarar mi cabeza antes de irme de su lado.

Aquí y ahora.

Lo malo es que no sé qué hacer. Quiero acercarme a él y al mismo tiempo no quiero. Deseo girarlo hacia mí y tener los cojones de hacer lo que me estoy muriendo por hacer, pero no me atrevo. Así que me quedo tal y como estoy.

Sin hacer nada.

Con mi mirada perdida en el suelo de madera.

VISHOUS

No puedo volverme por mucho que quiera. No creo poder soportar sus ojos color tierra en mi cuerpo más veces sin tener algo de tela por en medio que nos separe, pero sé que si no lo hago, podemos pasarnos así medio siglo.

Así que le doy una calada al cigarro y me vuelvo.

La expresión de su rostro me dice que no sabe qué hacer. Está nervioso y el olor que llega a mí es de sudor, nervios y... sexo.

Ha estado follando con alguna puta porque lleva su olor todavía pegado a él y eso me rompe por la mitad. Si lo que quería era hundirme en la mierda, no ha tenido ni que abrir esa puta bocaza para hacerlo. Con el olor de su cuerpo ya lo ha hecho.

Quiero cogerle y meterlo en la ducha, con ropa y todo y si también pudiera cambiar el agua por lejía, mejor que mejor.

Aprieto los puños tan fuertemente que oigo crujir mis propios huesos. No puedo leer su mente pero sé que está librando una batalla contra sí mismo y yo puedo detenerla en este mismo momento, así que me dirijo a él y antes de que nuestros cuerpos lleguen si quiera a rozarse me detengo.

-Hueles a hembra - le digo en un bajo susurro - y apuesto que el haber follado con ella no te ha dejado todo lo conforme que esperabas ¿A que tengo razón?

Butch no me contesta. Ni falta que hace.

Puedo ver en sus ojos en anhelo que siente hacia mí en este momento, su respiración agitada, el sudor que comienza a brillar en su frente y sus labios entreabiertos, que no para de humedecerse con la lengua.

- Te mueres por saber qué se siente ¿Verdad? - le digo mientras con el pulgar le seco una gota de sudor que baja por su mejilla - tu corazón va a mil por el simple hecho de estar a tu lado y te preguntas qué sentirás si te beso ¿No es cierto?

Él logra asentir mientras sus ojos no se desvían de los míos y yo dejo caer mi mano de su cara.

- No puedo ayudarte en eso. Yo no beso. Jamás. Y el hecho de romper esa norma con alguien que está cagado de miedo, no creo que merezca la pena.

Sube una mano temblorosa y la posa en mi nuca. Ejerce fuerza para que me agache hacia él pero yo me resisto. No pienso ponérselo tan fácil.

- ¿Qué coño crees que estás haciendo? no soy una de tus putas, chaval.

Butch parpadea rápido como si no entendiera del todo mis palabras y luego baja la mirada, suspirando. ¿Decepción o alivio?, me pregunto a mí mismo.

-Creo que ha sido un error el haber venido. Será mejor que me vaya.

Se da la vuelta despacio, agarrando el pomo de la puerta y a mí se me cruza algún cable. Si no hago esto ahora sé que me arrepentiré el resto de mi existencia, pero también sé que si lo hago, me lamentaré por ello.

Antes de que acabe de abrir la puerta, dejo de pensar y con mi mano desnuda, apoyo la mano y cierro la puerta de nuevo.

-Espera...

Se queda parado sin volverse.

- V... por favor...

Le doy la vuelta despacio.

Ni siquiera se atreve a mirarme.

Sus labios entreabiertos tiemblan, al igual que su cuerpo.

Subo mi mano desnuda hasta su mejilla, acariciando su piel con el pulgar, hasta llegar a sus labios.

Paso el dedo por ellos en una muda súplica y apoyo mi frente en la suya, cerrando los ojos. Mi mano sigue acariciándolo, bajando hasta su cuello, donde la vena que lo surca parece que va a estallar por cómo le bombea la sangre. Cierro mi mano en su nuca y soltando un suspiro, acaricio sus labios con los míos.

Butch deja de respirar y para mí, el mundo comienza a girar a mil revoluciones por segundo.

Sólo el roce de nuestros labios hace que mis colmillos se me alarguen al máximo y cuando abre la boca para expulsar el aliento y entra en la mía, un escalofrío sacude todo mi cuerpo.

Meto mi lengua no muy seguro de lo que estoy haciendo y acaricio la suya mientras noto el tacto de sus manos en mis costillas, sólo rozando, sin ejercer presión.

Mi mano libre lo coge por la mandíbula y le giro hacia mí para poder sentirlo del todo. Sin medias tintas. Chupo su lengua y me meto un trago de su saliva en mi boca, degustándolo, con cuidado de no morderlo, ni tan sólo arañarlo con mis colmillos. Mientras, su lengua sale al encuentro de la mía y presiona sus labios con más fuerza sobre los míos, moviendo su cabeza, ahora con más decisión. Sube sus manos por mis costados hasta llegar a la parte alta de mi espalda, abrazándome con fuerza, como si no quisiera que me mueva ni un sólo milímetro y todo esto, toda esta cercanía comienza a hacerme sentir incómodo.

Sé que le gusta, sé que no quiere parar, pero lo mejor para él, será que le ponga fin. Porque él no puede querer esto y si alguien tiene que poner algo de cordura aquí y ahora, voy a tener que ser yo. No puede sentir por mí nada más que un calentón momentáneo y si seguimos por este camino al final, va a sufrir. Así que lo hago de la única forma que sé. Apartándolo de mí y tocando ese punto flaco que sé que tiene.

Separo nuestras bocas y apoyo mi frente en la suya.

Su respiración fuerte se cuela en mi boca y sé que después de esto, tendré que vendarme el corazón para poder seguir adelante, pero tengo que ser justo con él.

- ¿Te ha gustado? - logro susurrar con tono demasiado ronco.

-Sí...- me dice entre respiraciones cada vez más cortas.

-Pues esto... no soy yo. Si quieres dolor, humillación y vergüenza, no lo dudes, soy tu hombre. Pero esto no forma parte de mí. Nunca seré así y no creo que tú pudieras cambiarme.

Se aleja de mí lo justo para poder fijar su mirada en la mía. Levanta su mano y colocándola en mi mandíbula, me obliga a mirarlo.

-V, ¿A qué viene esto? - me pregunta en un murmullo con un bulto de lo más sospechoso en la bragueta.

Así que está cachondo.

Bueno, por lo menos en eso estamos a la par, porque la toalla que llevo en la cintura poco deja a los disimulos en estos momentos.

Por un momento me pregunto qué pasaría si alargara mi mano y rozara su polla ¿Me dejaría tocarlo o escaparía como un cobarde? creo que esa pregunta me rondará la cabeza por el resto de mi vida, pero no voy a hacerlo.

Giro mi cara para poder libarme del tacto caliente de su mano porque me quema. Me agacho y recojo del suelo el cigarro que estaba fumando. Le doy una calada, degustando a la vez el humo del tabaco y el sabor de su boca en la mía.

Allá voy.

Justo donde sé que le va a doler.

- La próxima vez que te vayas de putas, sé un poco más generoso y gástate el dinero en una que valga la pena. La que te has tirado hoy de poco te ha servido.

-Vete a la mierda, V. No es eso lo que necesito escuchar en estos momentos.

Me río en su cara mientras veo cómo se sonroja por momentos de vergüenza y de ira.

Perfecto. No esperaba menos de él.

-He conseguido joderte la cabeza bien ¿No es cierto? pero no te preocupes, recobrarás la cordura en un par de horas.

Me planta las manos en el pecho dándome un empujón y yo reto a mi cuerpo que sea capaz de conservar el rastro de este toque por lo que me resta de vida.

Me señala con el dedo, acusándome.

-Maldito, jodido cabrón de mierda. ¿Por qué me dices eso ahora? acabamos de... Ni siquiera vale la pena que gaste otro soplo de aliento hablando contigo. Te has reído de mí por última vez. Esto- me dice señalándome a mí y a él con el dedo- no ha pasado. Ni volverá a pasar jamás ¿Entiendes? ¡Nunca!. Ahora puedes inflar tu ego hasta que salga volando por la ventana por haberme puesto cachondo contigo. Aunque tú estás peor que yo y solo ese dato hace que esta situación sea peor para ti que para mí. Porque yo te deseo, no puedo negarlo. Pero tú me deseas más a mí.

Se gira abriendo la puerta de un manotazo. Cuando está a punto de salir le llamo y él se gira un poco. Lo justo para verme de reojo.

-¿Podrías hacerme un favor? – Le digo con voz calmada.

Se queda quieto y me acerco a él, inclinando mi cara para que mi boca quede al lado de su oreja.

-¿Podrías...darte una ducha? Apestas.

Gracias a mis reflejos consigo esquivar la puerta que se cierra ante mí. Como el futuro que acabo de enterrar por lo que siento por mi amigo.

Ahora puede que se sienta humillado, pero más vale que sea por unos días que no por el resto de su vida.

BUTCH

Salgo de su habitación con el corazón todavía atascado en la garganta. No soy capaz de coordinar mi cuerpo para que responda a mis órdenes.

Llego a mi cuarto todavía temblando de pies a cabeza y tras sacar mi vieja bolsa, meto toda la ropa en ella y salgo de la guarida con pasos indecisos.

Mientras camino por el túnel no puedo dejar de saborear mis labios, todavía mojados por su saliva y la punta de mi polla parece dar saltitos dentro de mis pantalones cada vez que consigo capturar algo de su sabor en ellos.

No puedo creer que nos hayamos besado.

Acabo de comerle la boca a otro tío y por más que lo intento, no puedo pensar en otra cosa.

Lo que yo no me atreví a hacer, él lo ha hecho sin el menor esfuerzo. Y me gustó. Es estúpido negarlo. Saboreé cada segundo pegado a él y ahora me siento humillado.

¿Pero qué esperaba? si hubiera seguido adelante, estoy seguro de que yo hubiera reculado, pero la forma en que me habló, me ha dolido en el alma.

No le gustó oler a la chica en mi piel, de ahí la última frase que me escupió, pero ni siquiera llegué a pensar que eso le importaría.

Pero le importó. Mucho.

Todo lo que me soltó después fue para herirme y he de reconocer que lo consiguió. Yo, Butch O’Neill, no soy capaz de tener una relación normal.

El sexo que tengo es puramente anónimo, incluso con Abby, porque a ella le importo lo mismo que una rata muerta en arcén de cualquier carretera. Y sin embargo con V es distinto. Con él me siento valorado. Incluso podría decir... ¿Querido, deseado?

Aunque no hizo nada más que besarme y alejarme de él al momento siguiente. Y todo esto ¿Qué significa? ¿Estoy enamorado de él? lo dudo. Con un solo beso no te enamoras de nadie, aunque te deje el cuerpo como gelatina; aunque no puedas dejar de recordar cada segundo en mi cabeza. ¿Entonces, soy gay? ¿Ahora resulta que me van los rabos? niego de nuevo. Ni por lo más sagrado me veo chupándole la polla a otro tío y menos dejando que me folle.

Ah, no. Eso ni de coña.

Detengo mis pensamientos al entrar en el recibidor y ver a Fritz. Le pido otra habitación y se encamina escaleras arriba pidiéndome que le siga y se dirige hacia los dormitorios mostrándome habitación tras habitación.

Al final me quedo con una con colores granates y me quedo plantado en medio de una gran alfombra tan mullida que mis pies casi desaparecen en ella.

Las persianas hace ya mucho que se han bajado y me doy cuenta de que no siento los rayos del sol en mi piel desde que todo esto comenzó.

Me desvisto en el inmenso baño de mármol y me veo reflejado en el espejo. Toco la cruz de mi pecho y tras pensarlo un segundo, me la quito. Salgo de nuevo al dormitorio y la dejo colgando del cabezal de la cama.

Ahora mismo no me siento limpio para llevarla posada en mí.

El beso con V ha revuelto todas mis creencias, aunque la lucecita roja que me advierte de "peligro. Prohibido el paso" cada vez brilla con más fuerza en mi cabeza, no hace que los recuerdos se desvanezcan en lo más mínimo.

Me ducho deprisa y me visto.

La mansión está en completo silencio y me dirijo al garaje.

Sé que no debería salir.

Wrath me cortará los cojones si lo hago, pero necesito sentir el sol en mi cara y un paseo en coche no puede ser peligroso.

Arranco el Escalade y conduzco despacio todo el terreno de la mansión, hasta salir de ella. Al incorporarme a la carretera principal, me siento libre, con el sol dándome de lleno en la cara y lo pasado con V vuelve a machacarme los sesos.

Poder sentirlo pegado a mí, con sus manos en mi piel, su aliento en mi boca, me hizo vulnerable y a la vez eufórico.

Pero ya está. Lo probé, vi lo que se sentía y ya no volverá a pasar. Esto se llama encoñamiento pasajero y no tiene más vuelta de hoja.

Me meto en el bullicio de la ciudad hasta llegar a mi apartamento. Podría entrar y echar un vistazo pero después descarto la idea. Si lo que dice V es verdad, es mejor que no salga del coche. Sigo conduciendo por las calles abarrotadas y me doy cuenta de que todo ya no forma parte de mí tanto como pensaba y decido que el paseo ya ha durado bastante. Serpenteo por las calles de mi antiguo barrio hasta volver a las afueras de la ciudad. Al llegar a un stop un 4x4 me adelanta a toda hostia y no me salgo de la carretera de milagro.

-Serás mamón - gruño al gilipollas del volante.

Me sereno un poco y algo que me dijo V vuelve a mi mente.

"Yo no beso. Jamás."

Entonces ¿Qué clase de relaciones tiene este tío? ya sea con hombres o con mujeres, cuando te estás tirando a otra persona, lo normal es tocarse, besarse, pero si él no hace nada de eso ¿Se dedica a follar y listo? No es que él sea un tipo convencional pero las pocas pistas que me va echando, me dicen que su vida, tanto la personal como la sexual, no son corrientes.

Subo una pequeña pendiente y al llegar a la curva, veo al 4x4 de antes, parado en medio de la carretera, con las puertas abiertas.

Reduzco la marcha hasta casi parame para poder echar un vistazo al interior del vehículo cuando la ventanilla de mi lado estalla en mil pedazos de repente y el susto hace que casi me salga de la carretera.

-Pero... ¿Qué coño...? - digo cabreado quitándome el cinturón de seguridad a toda prisa, maldiciendo por no haber cogido un arma.

Al volverme para intentar ver algo de lo que sucede fuera, la cabeza me estalla al recibir un fuerte golpe en plena cara que hace que suelte un chorro de sangre contra el volante. Acaban de reventarme la boca sin saber si quiera quién ha sido ni por qué. Cierro los ojos por el tremendo dolor que estoy sintiendo mientras noto la boca llena de sangre y tengo que escupirla, manchando mi ropa y el asiento.

En estos momentos me viene varias cosas a la mente: la primera es que V me va a matar por haberle puesto el coche perdido de sangre. La segunda es que soy un jodido imbécil cuando veo a tres desteñidos parados junto al coche. Dos a mi lado, el otro en la puerta opuesta a la mía. Fijo que me estaban esperando cerca de mi apartamento y yo no me he dado cuenta de que me seguían por estar pensando en chorradas.

Intento salir del coche abriendo la puerta de golpe, intentando golpearles con ella, pero los muy cabrones ya lo esperaban porque el otro que está junto a la otra puerta ya está a mi lado, con una pistola apuntándome a la sien. Mete su mano en el bolso de mi chaqueta y tira mi móvil al suelo. Me registra palpándome los costados buscando mi arma.

Vano intento. La dejé encima de la mesita de noche, como el imbécil que soy.

- Me alegra conocerte al fin, detective O’Neil. No te imaginas lo fácil que es conocer la dirección de uno de los tuyos si hay un fajo de billetes por medio.

Me sonríe por un momento y cuando voy a por él me pega con la culata dejando mi mente en negro.

El último pensamiento que me pasa por la cabeza es V. El cabreo que se va a llevar cuando se entere de que he sido cazado como un pobre novato.

Qué poco a durado mi nueva vida, pienso mientras pierdo la consciencia.

VISHOUS

Sé que estoy durmiendo por las imágines que pasan por mi cabeza.

Estoy teniendo la misma puta visión. O quizá sea tan sólo una pesadilla. En ella vuelvo a sentir frío, oscuridad. Me siento desnudo y el dolor vuelve a partirme por la mitad. Grito con fuerza al verme cubierto de sangre mientras Butch se desangra entre mis brazos. Se muere. Sé que se muere por la pérdida que siento aunque lo tengo pegado a mí, sé que ya se ha ido con su Dios. Una luz me ciega por momentos y yo no puedo soportar el dolor, no puedo seguir sin...

Me despierto gritando cuando las persianas se están subiendo por la llegada de la noche. Mi cuerpo tiembla mientras me visto a toda prisa.

Tengo que verlo.

Tengo que saber qué está a salvo, durmiendo en su nueva cama, lejos de mí.

Me pongo los pantalones de combate y la camiseta a toda prisa mientras salgo a trompicones de la guarida, corriendo hacia la casa principal. Subo las escaleras y no me hace falta saber en qué habitación está, pues tira de mí como si estuviéramos pegados el uno al otro.

Llego hasta la puerta de su cuarto y la abro con suavidad. Las manos me tiemblan agarrando el pomo con fuerza y al mirar dentro, veo la habitación vacía. Con la cama impoluta.

El corazón comienza a latirme el pecho hasta hacerme daño en las costillas. Busco a Fritz por los pasillos hasta que lo encuentro, escoba en mano por el pasillo de las estatuas. Pega un respingo cuando le pregunto por la habitación del poli, rezando porque me haya equivocado, pero no es así. La habitación que vi era la suya y él no estaba. Me vuelvo corriendo a la guarida, enciendo los ordenadores e intento rastrear su móvil dentro de la mansión antes de volverme loco y poner patas arriba toda la puta casa.

El ordenador me muestra el punto exacto en el que se encuentra.

Está en la carretera de camino aquí y sin pensarlo dos veces, salgo al patio y me desmaterializo justo en el momento en que mis pies desnudos tocan el asfalto.

Veo el Escalade a un lado de la carretera y al acercarme ya puedo oler la sangre. Abro la puerta de golpe y un montón de cristales salen volando de las juntas de la ventanilla. La del lado del conductor está hecha añicos y hay sangre humana por todo el salpicadero. El móvil del poli está tirado en el suelo, al lado de los pedales. Cierro los ojos con fuerza y al inspirar un tenue olor dulzón me satura el olfato.

Butch está en peligro.

Lo han cazado.

Y ya sé cómo va a acabar todo. Alzo la cabeza y grito hasta que los pulmones se quedan sin aire. Lo he perdido. Ahora todo se ha acabado.

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