15.TE
COMPRENDO
·
VISHOUS
Tengo que coger algo de aire antes de entrar en la
guarida.
Mi numerito de desaparecer no creo que le haya sentado
demasiado bien al poli. Cojo otra bocanada de aire y abro la puerta de golpe,
cerrándola tras de mí.
Butch se está secando el pelo con una toalla y cuando oye
la puerta, levanta la vista hacia mí con el ceño fruncido pero no dice ni una
palabra, sólo hace una pelota con la toalla y me la tira a la cara con muy mala
hostia.
Intento no ponerme nervioso y me la quito despacio,
tirándola a un lado. Luego tranquilamente me meto en mi cuarto y me quito la
camiseta empapada.
Butch aparece en el umbral de la puerta, se apoya con las
manos a los laterales del marco y me mira ceñudo.
-¿Es que no piensas decir una puta mierda?
Me encojo de hombros.
-Siento haberme ido así.
Deja caer los brazos a los lados de su cuerpo.
-Y ya está. ¿Para qué mierda vas a tener que decir más?
El hecho de que me dejaras bajo la lluvia, con la polla al aire, después de
haber... de lo que pasó, "Siento haberme ido así" es lo que esperaba oír.
Sin duda eran esas palabras y no otras las que esperaba que salieran de tu
boca.
Entro en el baño, cojo una toalla y me seco el pecho y el
pelo. Salgo y le miro de reojo mientras sigo secándome.
-Entonces todo solucionado ¿Verdad?
-Vete a la mierda, V. Estoy de ti hasta los cojones. Me
largo.
Se gira y se va directamente a la puerta pero lo alcanzo
a mitad de camino, cogiéndolo por un brazo y le obligo a que se vuelva hacia
mí.
-¿A dónde coño te crees que vas? - Le digo sin levantar
la voz. Sin dejar que no asome ni una pizca del nerviosismo que tengo.
- Me largo de aquí. No tengo ganas de verte ni un segundo
más.
Mi mano le agarra con algo de fuerza por la mandíbula y
le obligo a mirarme.
-Vamos, no engañas a nadie. Si estuvieras cabreado de
verdad no te habrías quedado esperándome aquí. Estarías en tu nuevo cuarto con
la puerta bien cerrada, justo como me la encontré hace unas horas cuando quise
verte y tú te negaste.
Butch fija su mirada en la mía. Cuando esos ojos castaños
me miran, algo le sucede a mi corazón. Noto como se resquebraja poco a poco mi
coraza de hielo y eso no puedo tolerarlo. Yo no sé vivir sin ella porque esa
coraza es la que me protege incluso de mi mismo.
Su voz se vuelve un tono más bajo, pero todavía está
cabreado.
-Dime a dónde coño te largaste. Creo que me debes una
explicación.
Pienso por un momento qué es lo que debería decir ahora
para relajar algo el ambiente entre ambos y la que mi mente me plantea me hace
dudar de mi propia cordura.
"Oh, claro. Mira, mientras estaba contigo, allí
debajo de la lluvia, sintiendo tu cuerpo pegado al mío, me sentí tan unido a ti,
que deseé vincularte a mí por el resto de mi vida pero, por muy cabrón que sea,
no te mereces ese destino, así que me largué para ponerte a salvo de mí "
Sí.
Eso sonaría de puta madre.
Así que ¿Qué hago? pues no ponérselo fácil, aunque no es
lo que realmente quiero en este momento.
-Mira, yo soy como soy. No intentes cambiarme. Si me fui
es porque tenía una buena razón para hacerlo y no hay nada más que decir al
respecto. Tómalo o déjalo.
Él como siempre, me abre su corazón y con eso me deja sin
palabras.
-Me sentí como una puta, V. - me dice con voz dolida,
sonrojándose, como si le avergonzara decirlo en voz alta.
El puto corazón que tengo en el pecho da un vuelco, como
siempre que me abre su corazón sin reservas y mi escudo de hielo vuelve a
obligarme a decir algo que realmente no pienso.
Pero lo digo de todos modos.
-Bueno, nadie mejor que tú para saberlo. Al fin y al cabo
las conoces muy bien.
Butch se revuelve y logra que lo suelte.
-No puedo creer que me hayas dicho eso, que después de lo
que ha pasado entre nosotros me vengas en plan cabrón a joderme de nuevo. ¿Qué
pasa? ¿Es que estás arrepentido de lo ocurrido y no sabes cómo deshacerte de
mí?
Vuelvo a acercarme a él y ahora mi toque en su cara es
más suave. Mi mano toca su mejilla mientras mi pulgar le acaricia la piel hasta
la oreja.
-Mírame, Butch.
Él duda durante unos segundos y al fin su mirada queda
fija en la mía.
-No estoy arrepentido y no quiero deshacerme de ti, pero
esto me sobrepasa y no quiero joderte la vida. Tú vales mucho y yo... yo no
valgo nada.
Sus manos se posan en mis costillas y ese pequeño
contacto hace que mi piel arda.
-Lo que valgas o no valgas según tú, no te da derecho en
lo más mínimo a decidir por mí. Dime que tienes dudas, dime que tienes miedo
pero no me alejes sólo porque no estás seguro de todo esto.
Sus manos me acarician y me rodean el cuerpo en un abrazo
sentido y de nuevo esta proximidad me hace sentir incómodo.
Poso sus manos en sus hombros y voy bajando por sus
brazos hasta cogerlos y conseguir separarlos de mi cuerpo. Los llevo hasta su
espalda y le agarro las muñecas con mis manos.
Así está mejor.
Ahora me siento de nuevo al mando.
Bajo mi cabeza y mi boca se estrella contra la suya con
violencia. Hay un momento en que se revuelve, intentando soltarse de mi agarre
pero cuando nuestras lenguas se enredan y las salivas se mezclan, deja de
luchar y se rinde, soltando un pequeño suspiro.
Cuando me separo de nuevo de él, me fijo en sus labios
enrojecidos, que tiemblan cada vez que nuestras bocas se separan.
-Deberías intentar dormir algo. Se te ve agotado y dormir
te sentiría bien.
Asiente despacio y sus ojos van hasta la puerta de su
antiguo cuarto.
-¿Quieres que vuelva aquí?
Un escalofrío me recorre el cuerpo mientras mi mente
grita.
Sí. Tu lugar está aquí conmigo. Siempre conmigo.
Pero no le digo eso.
No.
Me encojo de hombros mostrando indiferencia.
-Como quieras. No me importa dónde duermas siempre y
cuando lo hagas.
Mi contestación le duele. Puedo verlo en sus ojos y dando
media vuelva se dirige a la salida.
- Entonces será mejor que me vaya. Nos vemos a la noche.
Adiós.
Y desaparece de mi lado.
BUTCH
Llego a mi cuarto y me siento en la cama.
Me hubiera gustado que me dijera que me quedara, pero no
lo hizo. Ahora me siento algo ridículo por haberle preguntado. Está claro que
no siente tanto apego por mí como yo suponía, aunque cada vez que me besa o me
toca noto que siente algo muy profundo dentro de su alma, pero una vez
terminado, vuelve a distanciarse.
Me tumbo vestido en la cama y apago la luz aunque mis
ojos siguen completamente abiertos.
Las imágenes se suceden una a una y sólo pensar en lo
ocurrido hace que mi entrepierna vuelva a la vida. La manera ruda en la que me
toca, me besa me llena de orgullo. Es como si quisiera devorarme por completo y
creo que esa es la razón por la que siento temor a que me muerda. No conozco
sus costumbres pero lo veo algo muchísimo más íntimo incluso que el sexo. Es
como meter la esencia de mi vida dentro de su cuerpo, como unirnos de una
manera primitiva y salvaje y me asusta.
No puedo negarlo.
Mis párpados se van cerrando poco a poco y dejo que el
sueño me lleve.
Con V de único protagonista.
****
El grito que sale de mi garganta hace que me levante como
un resorte.
Miro el reloj y sólo han pasado cuarenta y cinco minutos
desde que me dormí. Mi mano se posa en mi vientre y un sudor frío me cubre el
cuerpo.
Me levanto con el cuerpo dolorido y salgo del cuarto. Mis
pies se dirigen escaleras abajo y entro en la cocina. Abro el refrigerador y
saco una cerveza bien fría.
La casa está en el más absoluto silencio y me digo que el
calor del sol puede calmarme en estos momentos.
Salgo por la doble puerta de seguridad y su calor me
envuelve al momento. Miro el paisaje que está ante mí y pienso que la noche no
le hace de veras justica. Todo resplandece a mí alrededor y los alegres cantos
de los pájaros me relajan al momento.
En la terraza hay un par de tumbonas y me reclino sobre
una de ellas cerrando los ojos, sintiendo como los rayos del sol calientan mi
piel y mi alma.
Casi tanto como el sentir la piel de V rozando la mía.
Pienso en cada uno de nuestros acercamientos mientras me
acaricio el pecho desnudo, recordando su tacto en mí y entonces me doy cuenta
de algo.
Él me toca, me acaricia, me hace arder de deseo pero
ahora que me doy cuenta, cada vez que yo intento tocarlo, él muy
disimuladamente me aparta.
Dejo la cerveza en el suelo y observo mis manos.
No son bonitas, llenas de cicatrices y mis palmas están
callosas y ásperas. No como las suyas, suaves como las de una mujer.
¿Será que no le gusta mi tacto en su piel? Puede ser. Ni
el tacto de mis manos, ni el roce de mi boca, pues tampoco me deja besarlo en
otra parte que no sean sus labios. Cada vez que inicio un acercamiento por mi
parte, consigue inmovilizarme y sólo él me toca.
Tampoco me ha dejado devolverle de alguna manera todo el
placer que él me da, aunque no sé si sería capaz de responderle de la misma
manera que él lo hace.
Estoy comenzando a pensar que esta... relación, o
encuentros sexuales o como rayos se pueda llamar a lo nuestro, no está
equilibrada de ningún modo.
Sólo yo recibo placer, sólo yo muestro mi cuerpo y sólo
yo tengo unos orgasmos increíbles.
Y lo de que se fuera como lo hizo, no fue para aliviarse
él sólo, pues todavía estaba duro como una piedra cuando volvió.
Todo esto y las cosas que hablan de él, que no quieren
aclararme, me dice que hay algo que no sé.
Algo muy importante que se me escapa.
Cojo de nuevo la botella y me la bebo de un trago. Al
subir la cabeza me fijo en una de las tantas cámaras de seguridad que siembran
el recinto. ¿Me estará observando en este momento?
Mi mirada queda fija en el objetivo durante unos segundos
y la aparto cuando la perra de mi mente se ilumina de nuevo. ¿Y ahora cómo me
comporto cuando le vea? ¿Amigable? ¿Distante? ¿Le quito importancia al asunto y
simplemente le hago cualquier broma y seguimos como antes?
Mientras medito las opciones, abro la puerta que da a la
entrada y me contesto a mí mismo.
Ni amigable, ni distante y por supuesto no le hago
ninguna broma.
V está parado ante mí, mirando cada centímetro de mi
cuerpo con semblante serio y yo simplemente me quedo parado frente a él,
notando cómo comienzo a ponerme rojo como un tomate maduro y me quedo sin habla
mientras mi mano va a el pecho y me doy cuenta de que estoy medio desnudo ante
él.
De esa manera tan adulta es como reacciono ante él.
Ya sólo me faltan un par de coletas y una faldita plisada
para acabar de decorar a la quinceañera católica en la que me he convertido.
VISHOUS
Todavía no me he acostado.
He investigado por todos los medios a mi alcance algo que
me ayude a comprender qué es lo que tiene el poli dentro de él, pero por más
que he buscado sigo como al principio.
Sin la menor idea.
Cansado ya de darle vueltas y más vueltas, me siento frente
a mis cuatro juguetes y echo un vistazo
a las cámaras de seguridad.
Una de ellas me muestra al poli.
Al humano con el que me vinculado sin que él tenga la más
mínima idea.
Está recostado en una de las hamacas y el sol baña su
cuerpo. Tiene el ceño fruncido y me pregunto qué demonios le rondará la cabeza.
Coge la botella de cerveza y se la bebe de un sólo trago. Al alzar la cabeza su
mirada queda fija en la cámara, como si pudiera verme a través del objetivo. No
puedo remediar la sonrisa que se me dibuja en la cara y con la punta de mi dedo
recorro el perfil de su silueta, despacio, saboreando este momento.
-Si supieras, irlandés... - le digo al monitor con voz
ronca - Tal vez escaparías escandalizado si supieras todo lo que me haces
sentir...
Veo como se levanta dispuesto a volver a entrar dentro y
antes de darme cuenta, salto de la silla y me dirijo a la entrada.
A esperarlo.
Llego a la entrada y me enciendo un liado. Cuando la
puerta se abre, se queda parado ante mí, pasando su mano por el pecho que hace
tan sólo unas horas acariciaban mis labios y el sonrojo marca de la casa hace
su aparición.
Me acerco despacio a él.
-¿No has podido dormir?
Tarda unos segundos en negar con la cabeza y sigue
mirándome tieso como un palo.
-Lo siento. ¿Has estado fuera disfrutando del sol?
Asiente y comienzo a pensar que le ha robado la lengua el
gato.
Me acerco un paso hacia él y puedo oler su nerviosismo.
No puedo negar que me gusta cómo reacciona ante mi
persona.
Termino de cerrar la distancia que hay entre nuestros
cuerpos, con mis ojos brillando de deseo.
-¿Sabes? Yo adoraba el olor del sol en mi piel. Donde
crecí, el frío y la nieve lo envolvían todo y ese olor me ayudaba a olvidarlo
hasta que sufrí la transición. Y de eso hace ya demasiado tiempo. ¿Puedo? - le
digo ladeando la cabeza hacia un lado acercándome a él.
Él se queda pasmado durante un segundo.
-¿Eh? - se revuelve el pelo nervioso - oh, claro...
claro.
Me inclino hacia él y con mi nariz le rozo el cuello,
acariciándole despacio con mis labios, aspirando su olor y soltando mi aliento
en su piel.
-Humm... es el olor más maravilloso del mundo - susurro
incorporándome despacio, fijando sus ojos en los suyos.
El poli se queda con la boca abierta, sin poder hacer
llegar un poco de aire a sus pulmones.
Me doy la vuelta y cuando ya no puede verme, mi boca
dibuja una sonrisa de medio lado.
¿Habrá algo más divertido en este mundo que poner de los
nervios a este hombre?
Francamente, lo dudo mucho.
Comienzo a caminar y le hablo sin darme la vuelta.
-Me voy a ver un maratón de películas hasta que
anochezca, ¿Te apetece acompañarme?
Tras unos instantes le oigo caminar detrás de mí.
Llegamos a la guarida y cojo el mando para encender el
televisor.
-Venga, siéntate. Hoy seré tu camarero. ¿Un Lag para
relajar algo ese cuerpo?
-Sí, claro. Gracias.
Sirvo para él y un Goose para mí y dejo los vasos en la
mesa de centro.
Ojeo los diferentes canales para ver si hay algo decente
mientras el poli bebe el whisky a pequeños sorbos.
Comienza a preocuparme su estado. Si sigue sin dormir,
llegará el momento en que no pueda tenerse en pie.
-Si no consigues dormir, puedo darte alguna pastilla para
que te relaje. No puedes seguir así, poli.
Aleja el vaso de su boca mientras mira el televisor, sin
hacerme ni puto caso de lo que le digo.
-¡Espera!... deja esa. Me gusta mucho esta película.
Miro la pantalla y mis ojos se abren un poco más. Sean
Connery está vestido de fraile o alguna mierda parecida mientras él y un chico
joven con la coronilla rapada montan en burro por las laderas nevadas.
-Hombre... estarás de broma.
Sonríe mientras se acomoda más en el sofá, a mi lado,
casi sin tocarnos.
-No, joder, déjala. Es muy buena...
Al final dejo el mando en la mesa y cogiendo mi vodka, le
miro de reojo.
- Si lo sé, te mando te vuelta a tu cuarto, cabrón.
Recuesta su cabeza sin dejar de mirar la pantalla
fijamente mientras respira profundo.
Al poco rato sus párpados se van cerrando y en el último
instante le cojo el vaso para que no se le caiga encima. Lo dejo en la mesa y
cuando vuelvo a apoyar mi espalda en el sillón, su cabeza cae sobre mi hombro.
Se ha quedado profundamente dormido.
BUTCH
Nada más sentarme en el sofá, con V a mi lado siento que
vuelvo a estar en casa.
Todo se vuelve normal y hogareño y el olor de este sitio
me relaja completamente como si sólo aquí pudiera sentirme a salvo.
Los diálogos de la película me resultan familiares y la
he visto tantas veces, que puedo seguirle el hilo con los ojos cerrados.
Sigo bebiendo a pequeños sorbos el whisky y el olor de
Vishous se cuela muy adentro de mis pulmones. Huele a cuero, a tabaco y ese
leve aroma que sale de su cuerpo sólo en contadas ocasiones, vuelve de nuevo a
mí.
Mi cuerpo se va relajando y siento que el vaso se me
empieza a resbalar hasta que él me lo quita.
Mientras siento que el sueño me está llegando, las
palabras que dice el fraile se fijan en mi memoria. "Qué pacífica sería la
vida sin amor. Qué segura. Qué tranquila... y que insulsa."
Mi cabeza comienza a resbalar hasta quedar apoyada en el
hombro de Vishous, y me digo que en verdad tiene razón.
Sería del todo insulsa e inútil.
VISHOUS
Me trago toda la película sin moverme ni un milímetro con
Butch apoyado en mí.
Noto su respiración tranquila rozando mi piel y el macho
vinculado que hay en mí goza con esta sensación. Mientras él duerma, puedo
dejarme llevar sin temor por mis sentimientos y le acaricio la mano que
descansa junto a mi pierna mientras entrelazo sus dedos con los míos. Sí tan
sólo pudiera comportarme así con él cuando está despierto... tal vez no me
haría daño exteriorizar mis sentimientos hacia él pero un pesar en el estómago
me dice que no sería capaz.
En un momento dado, noto como su agarre se vuelve más
fuerte, como si temiera que me fuera de su lado y mi corazón galopa sin control
dentro de mi pecho, llenándolo de orgullo.
Por fin duerme tranquilo y sé que es gracias a mí.
Eso nadie me lo puede discutir.
Mi presencia le calma y podría pasarme hasta el final de
los tiempos con él acurrucado contra mí. Las horas pasan lentamente y cuando
está anocheciendo me levanto con mucho cuidado y le dejo tumbado en el sofá.
Al principio se remueve algo, como si le molestase ese
cambio de postura pero al cabo de un rato, se relaja nuevamente y le tapo con
una manta, como una esposa enamorada.
Me dirijo a mi habitación y de frente a la ducha.
Necesito relajar mi cuerpo por estar todo el puto tiempo sin moverme.
El agua cae caliente y un suspiro se me escapa de mi boca
entreabierta. Me apoyo con las manos en la pared y dejo que resbale por mi
espalda, sin prisa.
Cuando al final cierro el grifo ni siquiera sé cuánto
tiempo ha pasado.
Me seco con calma y me pongo unos pantalones de combate.
Salgo tal y como estoy hacia el salón, para poder echarle un ojo a Butch pero
él ya no está. La manta con que le cubrí está doblada con cuidado y puesta en
el respaldo del sillón.
Por el ruido que me llega desde la cocina, me imagino que
estará trasteando por allí, preparándose algo de comer.
Al entrar me lo encuentro preparando sándwich del tamaño
de la torre de pisa con todo lo que encuentra en la nevera e igual de torcidos.
El olor a café recién hecho me dice que, o bien mi ducha se ha hecho eterna o
se despertó en cuanto yo lo dejé.
Me apoyo contra el marco y le miro en silencio.
Al cabo de un rato se da cuenta de mi presencia y me
sonríe.
Y de nuevo este puto corazón le responde acelerándose
como una locomotora cuesta abajo.
- Vaya, veo que tienes mejor cara que ayer, ¿Has dormido
bien?
Se limpia los dedos manchados con mayonesa con la lengua
y tengo que hacer verdaderos esfuerzos por no ir hasta donde está y
limpiárselos yo mismo.
-Joder, no puedes imaginar lo bien que me siento. He
dormido como un bebé. ¿Y tú?
Tuerzo un poco el gesto y me encojo de hombros.
-Como siempre. Nada especial.
Coge el plato con todo el cargamento de comida y lo posa
en la mesa de la cocina.
-Venga, ayúdame. Lleva este plato al salón y desayunemos
como un par de reyes. Yo mientras tanto, preparo el café.
Me quedo congelado mirando toda la comida.
-Eso... ¿Es para los dos?
-Claro. ¿Crees que sería tan capullo como para prepararme
el desayuno sólo para mí? Esto nos lo vamos a zampar los dos mano a mano - me
dice mirándome de reojo mientras saca dos tazas del armario.
Me desmaterializo y aparezco a su espalda. Le cojo por
los brazos que tiene alzados, haciendo que se le caigan las tazas al suelo,
rompiéndose en mil pedazos.
-¡V!, mecagoenlaputa...
Me pego completamente a él, metiendo mi cara entre su
pelo mientras con mi cuerpo lo inmovilizo contra los armarios bajos, para que
no pueda moverse. Le obligo a que apoye sus manos en el mármol y pego mi cuerpo
completamente al de él con mis manos posadas encima de las suyas.
-V... ¿Qué mierda te pasa?
Mi respiración acelerada revuelve su pelo su corto.
Aprieto con fuerza los ojos mientras mi mano enguantada sube hasta su pecho,
agarrándolo con fuerza. Su mano vuela en un instante hacia la mía e intenta
volverse sin conseguirlo.
Mis colmillos se han alargado del todo y no puedo aunque
quiera cerrar la boca sin atravesarme los labios.
Estoy a un paso de perder el control. Lo siento dentro de
mí luchando por salir, por abrirse paso del modo que sea y devorarlo entero.
-No... Te... muevas... - consigo gruñir.
Mi cara baja hasta su cuello y me meto su olor tan dentro
de mí que me duele. Comienzo a balancear muy lentamente mis caderas hacia
adelante y hacia atrás, rozando mi polla a punto de reventar contra su culo.
¡Ay, Virgen...! voy a hacerlo. Que el infierno me lleve
pero voy a hacerlo. Voy a hundir mis colmillos en su piel hasta mis putas
encías y luego voy a beber de él hasta que me corra de gusto.
No puedo seguir negándolo ni un segundo más...
Él es... MÍO.
BUTCH
No sé qué mierda ha pasado, o que he dicho, pero esto ha
explotado de una manera que no logro entender.
La bestia que tengo a mi espalda no puede ser Vishous.
Han tenido que cambiarlo por algo salvaje, porque no
puede ser que en un segundo estemos hablando de lo más normal y al siguiente
hace que me sienta como un jugoso bistec delante de un hambriento.
Su cuerpo caliente está tan pegado a mí que juro que me
duele. Su mano contra mi pecho se clava con cada dedo como un ariete y lo que
más me asusta son los gruñidos de desesperación que salen de su garganta.
Está balanceando las caderas, restregándose contra mí y
aunque estoy muerto de miedo, mi cuerpo reacciona a eso poniéndose duro como la
piedra.
Intento volverme a él pero la voz animal que me ordena
que no me mueva, me deja clavado en el sitio.
La otra mano que está como un cepo sobre la mía en el
mármol, vuela hasta mis pantalones y me rompe el cierre como si estuviese hecho
de plastilina.
Se separa lo justo de mí para tener hueco para meter su
mano dentro de mis bóxers y cuando me agarra con fuerza, gimo, una mezcla de
dolor y puro placer.
Lo está haciendo de nuevo.
Me está acosando y yo no puedo ni moverme, ni tocarle. Su
cara está completamente enterrada en mi cuello y sus colmillos comienzan a
rozar mi piel.
O lo paro en este momento, o con seguridad que dentro de
un segundo ya no seré capaz de hacerlo.
Mis manos bajan hasta la que tiene dentro de mi bragueta
y aunque tiro con todas mis fuerzas no soy capaz de moverlo un solo milímetro.
Su pulgar pasa por mi hendidura con fuerza, esparciendo la humedad que ya está
soltando la muy perra y parece que lo del dolor y el placer lo tiene muy bien
calculado porque si apretará sólo un poquito más en vez de gemidos me saldrían
gritos de dolor.
Antes de que mi mente vuelva a perderse en todas y cada
una de las sensaciones que me hace sentir este cabrón, le hablo.
-...V...para...
Nada.
Como quién oye llover. Meto aire en mis pulmones y logro
alzar la voz suficiente.
-¡QUE PARES, JODER!
Al instante me suelta y no me caigo de milagro.
Me doy la vuelta poco a poco hasta estar frente a él.
Joder... es lo más explosivo que he visto en mi vida.
Tiene el pelo por la cara, enredado, con los ojos
brillando como dos linternas y los colmillos tan alargados que ni siquiera
puede cerrar la boca. Respira agitada y profundamente y sus manos tiemblan al
igual que el resto de su cuerpo. Sé que ahora mismo está librando una batalla
contra él mismo por quedarse quieto, sé que se muere por seguir donde estaba
pero he de reconocer que su autocontrol es único.
Mi mano va hacia su cara muy lentamente.
Me siento otra vez como si me dispusiese a acariciar un
tigre, lo malo es que esta vez no está dormido.
Su mirada no se separa de la mía y cuando rozo con las
puntas de mis dedos su piel para despejarle el rostro de pelo, parece como si
se asustara, pero sigue quieto como un poste.
-Tranquilo, ¿Vale? - le susurro mientras su pecho sigue
subiendo y bajando a toda velocidad.
Mi otra mano comienza a tocar su piel suavemente, pasando
por sus costillas y sólo ese roce hace que se estremezca.
Da un paso hacia atrás, alejándose de mí, pero yo le
sigo. Le acaricio la mandíbula y paso mi pulgar sobre sus labios a la vez que
mi otra mano va yendo a su espalda, intentando abrazarlo a mí.
Y se tensa.
Se tensa tanto que puedo ver los tendones bajo su piel
como cuerdas de un piano.
-N...no... - consigue decir entre jadeos.
-¿Por qué no? ¿Acaso te repugna tanto mi tacto sobre ti
que no eres capaz ni siquiera de soportarlo?
Cierra los ojos y su rostro se vuelve una máscara de puro
dolor.
- No... No es eso. Jamás vuelvas a decir eso. Es... muy
complicado.
- No. No es complicado. Cada vez que estamos juntos es
como si explotara una bomba y con eso no quiero decir que no me guste,
simplemente que a veces también se puede hacer despacio y tú también puedes
sentirme a mí. No siempre ha de ser como tú lo haces. Yo también necesito
sentirte, tocarte.
Mi cabeza se eleva un poco hasta llegar a la altura de su
boca. Pego su boca a la mía, con cuidado, saboreando sus labios mientras mis
manos recorren su piel desnuda.
De repente, me coge de las muñecas y me obliga como
tantas otras veces a separarme de él. Y eso me cabrea.
-Esto no puede seguir así, Vishous. O me cuentas que
rayos pasa o te juro que te mando a la mierda.
Aprieta con fuerza mis muñecas mientras cierra los ojos.
Como la otra noche.
Me deshago de su agarre y me dirijo a la salida de la
guarida.
-Me voy al gimnasio. Cómete el desayuno. Al fin y al cabo
lo hice para ti y es una pena que se eche a perder.
Cierro la puerta de un portazo y me apoyo en ella, mirando
al techo.
Me quedo allí unos minutos y tras respirar profundo me
doy la vuelta y abro de nuevo sin hacer ruido.
El olor que llega a mi nariz me deja sin habla.
Es el olor a especias oscuras que salía del cuerpo de
Rhage cuando vio a su esposa.
El olor a macho enamorado.
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