miércoles, 18 de julio de 2012

CAPITULO 17. TE SIENTO


17. TE  SIENTO

VISHOUS

Enciendo la vela que tengo encima de la mesilla.

La luz del techo me parece demasiado, pero esa única luz tenue me hace sentir más tranquilo.

Deja caer la parte de arriba del pijama al suelo y cuando sus manos se dirigen a la cinturilla del pantalón, le detengo.

-No sigas por ese camino, irlandés. Quiero que te lo dejes puesto. Es eso, o te das otra vez media vuelta y desapareces de aquí.

Era lo que me faltaba.

Estoy muerto de cansancio, seguramente por la limpieza, muerto de nervios, con la cabeza a punto de estallar por lo que ha hecho el poli con ese restrictor, para que ahora culminemos el día con él desnudo, al igual que yo, metidos en la misma cama.

Eso sí que no.

Me mira extrañado y al final se lo deja puesto. Camina hasta llegar a la altura de mi cama y se queda parado.

-¿Me dejas acostarme contigo?

Esa pregunta me pone muy nervioso.

Con mi mirada busco sin parar mis putos pantalones hasta que los veo tirados al lado de la puerta.

Demasiado lejos, joder.

Mis puños se cierran cogiendo las sábanas, acercándolas lo más posible a mi cuerpo desnudo mientras me incorporo.

Suspiro de frustración y le indico con la cabeza el espacio libre que hay en mi cama.

-Acuéstate si quieres. Yo de todas formas he de levantarme dentro de un rato para hablar con Wrath y volver a destripar esos malditos ordenadores.

Butch se tumba a mi lado, de costado hacia mí y yo lo miro algo desconfiado.

No me gusta este giro demasiado íntimo que han dado las cosas.

Al fin y al cabo puedo estar compartiendo cama con un restrictor en potencia, pero este pensamiento se difumina de mi mente cuando le miro a los ojos.

Tiene recostada la cabeza en la almohada, mirándome como siempre me ha mirado.

Sus ojos vuelven a tener ese brillo especial, su piel tiene de nuevo el mismo olor que me cautiva.

Es él.

El mismo irlandés tozudo de siempre que hace que mi corazón palpite a toda velocidad.

-Sabes que descubriré lo que te pasa, ¿Verdad?

Él asiente despacio.

-Sí, lo sé. Y también sé que si no quedara más remedio, tú solucionarías el asunto de un modo rápido y sin dolor ¿Verdad?

-No quiero que digas eso ¿Me oyes? ni siquiera quiero que lo pienses.

Se da la vuelta y se queda tumbado boca arriba, mirando el techo.

-Como quieras, pero si llegara el caso... quiero que lo hagas tú. Nadie más que tú.

Golpeo el colchón cerrando los ojos con fuerza.

-No quiero hablar más sobre eso. No te he traído aquí para matarte. Hallaré la solución, ¿De acuerdo?

Suspira y pone su brazo encima de sus ojos.

-Necesito contarte algo - me dice - llevo tiempo con ganas de decírtelo.

Joderrr, a saber por dónde va a salir éste ahora.

-¿Recuerdas cuándo me preguntaste qué había pensado cuando vi tus ojos?

Esa pregunta me deja descolocado.

-Sí... lo recuerdo.

Se vuelve y de un soplido apaga la vela dejando la habitación de nuevo a oscuras.

-¿quieres que te responda ahora lo que pensé de verdad?

Me quedo en silencio.

No sé si estoy preparado para escuchar lo que tiene que decirme aunque él me contesta de todos modos.

-Pensé que un ángel se había caído del cielo. Un ángel tenebroso vestido de cuero y con muy mala hostia pero... un ángel al fin y al cabo. Siempre que te miro veo algo divino en ellos.

Suspiro con fuerza y me tumbo de nuevo a su lado, dejando bastante espacio entre los dos.

-Yo no soy divino, poli. Nada más lejos de la verdad. A estas alturas deberías tenerlo claro.

Su mano busca la mía y cuando la encuentra pegada a un costado de mi cuerpo, me aprieta con fuerza.

-Mientras me estaban torturando, mientras metían dentro de mí lo que sea que hayan metido, la única cosa en la que podía pensar para intentar alejarme de todo aquello, eran tus ojos. Esos preciosos ojos color hielo que hacen que mi cuerpo se estremezca cada vez que me miran.

-Poli... - me vuelvo hacia él y aunque no puedo verle por la oscuridad que nos envuelve, sé que él también me mira.

Deja mi mano y con la punta de los dedos comienza a acariciarme la piel de la muñeca.

-¿Sabes quién soy, V?

¿Y ahora a qué viene esa pregunta?

Sigue subiendo despacio por el brazo consiguiendo que se me erice la piel a su paso. Lo hace despacio, sin prisa, como si saboreara cada centímetro de mi piel.

-Sí. Sé quién eres - le digo con el presentimiento de que algo tiene en mente con esta pregunta.

-Di mi nombre. Quiero oírlo.

Al llegar a mi hombro apoya su palma, bajando hasta mi pecho, donde está la marca de la hermandad.

-Eres... Butch - le digo en un susurro.

Él sigue explorando mi cuerpo y a mí me está costando un mundo quedarme quieto. Baja despacio notando mis costillas, haciendo fuerza para que me tumbe boca arriba.

Se me acelera la respiración mientras lo hago. Esta postura hace que me sienta demasiado expuesto ante él.

-Repítelo - me dice soltando el aliento.

Su cuerpo se acerca al mío. Su calor me envuelve y cierro los ojos con fuerza. El corazón se me va a salir del pecho, de lo rápido que va.

Su cuerpo se amolda al mío con una facilidad asombrosa.

Le tengo pegado al costado de mi cuerpo mientras su respiración roza mi cuello.

Mi voz me sale sin querer en medio de un jadeo.

-...Butch...

-Voy a tocarte, V. Quiero hacerlo.

Su mano se cuela por dentro de la sábana, más abajo de mi ombligo.

Llevo mi mano enguantada hasta el lugar donde tengo las cicatrices y las cubro con ella.

Me muero porque me toque.

Me muero porque sea su mano la que por primera vez toque mi miembro, pero no dejaré que ni si quiera intuya por su tacto, el estropicio que tengo ahí.

Su mano se para antes de tocar lo que tengo entre las piernas.

La deja posada en mi cadera y la noto caliente, áspera.

-No voy a pedirte permiso, pero me apartaré si eso es lo que quieres. Y antes de que digas nada, quiero decirte que si no es en este momento, no habrá otro. Te lo juro por mi vida.

Me cuesta entender sus palabras por todo el torbellino de emociones y sentimientos que taladran mi mente en este momento.

Me hace sentir demasiado y yo no puedo procesar tantas cosas distintas en tan poco tiempo.

Su boca cierra la distancia hasta mi cuello y deja un simple beso justo encima de mi vena, que late descontrolada mientras sigue hablándome.

-No sé qué me va a pasar. Tal vez mi nueva vida dure tan sólo unas horas más, pero en este momento no me importa. Lo único que quiero es... - se le cortan las palabras y apoya su frente donde antes tenía sus labios - ... sentirte y poder saber antes de que todo esto acabe, que se siente al saber que perteneces a otra persona en cuerpo y alma.

Tengo que ahogar un sollozo en mi garganta al oír sus palabras porque tiene razón.

Tal vez esto acabe con una de mis dagas hundida en su pecho y yo también necesito saberlo.

Necesito saber qué se siente.

La punta de sus dedos roza mi polla y cuando me abarca con su mano, una corriente que me abrasa recorre todas las venas de mi cuerpo y me corro de una manera bestial, gritando con todas las fuerzas que me permiten mis pulmones.

Se queda quieto hasta que las convulsiones de mi orgasmo cesan y vuelve a besarme de una manera tierna mientras susurra contra mi piel.

-Tranquilo... sigo contigo. No te preocupes...

Mientras me sigue hablando comienza a acariciarme lentamente la polla, extendiendo mi semilla por ella, pasando el pulgar por la punta empapada.

Pasa su otro brazo por detrás de mi cabeza para abrazarme y me siento completamente a su merced pues mi cuerpo está paralizado, todos mis sistemas están apagados y ya solo puedo sentirlo a él.

Me sigue acariciando, ahora con más fuerza, del mismo modo en que yo se lo hice, apoyado contra la pared del salón.

-Me gusta acariciarte - me dice mientras la punta de su nariz roza mi cuello - eres lo más masculino y sexual que me topado en toda mi puta vida pero me gusta. Bésame V.

Tardo unos segundos en procesar sus palabras y giro mi cara hacia él, apresándole los labios con los míos, rasgando la piel de sus labios con mis colmillos completamente alargados.

Siento el sabor de su sangre en mi lengua y aunque es mínima, hace que me queme por dentro del ansia que me devora por probarla.

Giro mi cuerpo hacia él pero no puedo abrazarle, ni muerto voy a dejar que toque mis cicatrices y el otro brazo está prisionero debajo de mi cuerpo pero no me importa.

Él sigue acariciándome con fuerza, haciéndome daño y eso es lo que quiero.

Que me haga sufrir.

Que me haga tanto daño hasta que mi cuerpo consiga grabarlo a fuego en mi piel.

Su pulgar juega con mi hendidura y hay momentos en que siento que nuestras erecciones se tocan a través de la tela de sus pantalones. Lo sé porque cuando pasa, él gime y hace su toque todavía más rudo.

Entrelaza sus piernas con las mías mientras seguimos devorándonos como dos animales con la boca, sintiendo como nuestras salivas se mezclan y el dolor por estar reprimiendo mi marcaje, vuelve a golpearme con fuerza como si mi cuerpo se relevara a mí, diciéndome que es imposible que siga sin poder hacerlo.

Despego su boca de mía e intento recuperar el aliento para hablar.

-Espera... no puedo... mi cuerpo... se... releva a mí... tengo que irme, Butch... ahora.

Me agarra con fuerza la polla y tengo que gritar de dolor.

-Sólo dime una cosa... - me dice con voz ronca - ¿Es tu cuerpo el que lucha por marcarme... o es tu corazón?

Oigo sus palabras y una corriente de puro fuego atraviesa mi cuerpo haciendo que mi olor estalle sin poder reprimirlo ni un segundo más, saliendo con fuerza por todos y cada uno de mis poros mientras me corro en su mano, marcando también con mi semilla su cuerpo desnudo.

Pasan los segundos y no me puedo controlar.

Mi semen me hace daño cuando sale en oleadas de mi cuerpo una y otra vez, orgasmo tras orgasmo mientras él sigue tocándome, ahora con menos firmeza.

Cuando mi cuerpo se tranquiliza, tomo conciencia de todo.

De nuestros cuerpos pegados.

De nuestras piernas entrelazadas.

De su mano todavía abarcando mi polla ya exhausta y mi olor consumiendo el oxigeno de toda la maldita habitación.

Su respiración entrecortada a pesar de ser yo el que se ha corrido como un demente, se enreda en mi pelo.

-Es la primera vez que alguien te toca ¿verdad?

Asiento despacio algo avergonzado por tener que confesar algo así.

Butch posa sus labios en mi hombro y deja un beso en mi piel.

-Quiero hacer algo, V.

Miedo me dan esas cuatro palabras.

-V... quiero ver tus cicatrices.

Ya.

Mejor pégame un tiro en la cabeza.

Será más sencillo.

-No.

-Déjame curarte, V. Déjame tocarte donde más te duele. Si pudieras verte a través de mis ojos... eres hermoso.

Separo mi mano enguantada de mi entrepierna y noto como el cuero está pegado a mi piel al soltarme. Cojo su mano, pringosa de mi semilla y la separo de mi polla sentándome de espaldas a él.

-No me pidas eso. No puedo.

Me envuelvo la sábana alrededor de mi cuerpo y me levanto un poco mareado de la cama.

No quiero que me vea. No quiero que vea con sus propios ojos mi mayor vergüenza.

Enciendo la vela de nuevo y lo observo, desnudo en mi cama, con mi semen bañando su estómago y una erección de mil demonios entre sus piernas.

-Creo que... Dios, necesito algo de espacio ahora mismo ¿Vale? entra en el baño y dúchate - le digo cogiendo mis pantalones del suelo - te he dejado hecho un asco.

Y sin una palabra más salgo de la habitación cerrando la puerta tras de mí.

BUTCH

Le veo marcharse y cerrar la puerta.

Me acuesto en la cama de nuevo y mi cabeza se posa en su almohada. Me giro e inhalo su olor pegado a ella.

Dios... qué bien huele.

Huele a macho, a cuero y tabaco. La esencia de V concentrada en un pedazo de tela.

La agarro con fuerza mientras hundo mi cara en ella y me meto su olor lo más dentro de mí que puedo.

Comienzo a barajar la idea de aliviar el escozor de mi entrepierna aquí, en su cama, pero en el último momento deshecho esa idea.

Algo dentro de mí me dice que eso sería... inapropiado.

Me levanto y me meto en su baño.

Me quito el pantalón manchado de su semen y me meto en la ducha.

Miro hacia abajo y la mancha del estómago sigue igual y no puedo evitar el escalofrío que me recorre el cuerpo.

Intento desterrar esos pensamientos de mi cabeza mientras el agua corre caliente por mi cuerpo. Me niego a pensar en eso ahora.

Pensar no va a cambiar nada.

Salgo de la ducha y me seco con una de las toallas.

Huele a él.

Me la pongo en las caderas y al pasarme las manos por la cara, puedo sentir su olor pegado a mi piel. Paso mi nariz por mi brazo y ahí está.

Tengo a V por todo mi cuerpo.

Salgo al salón y le veo pegado a la pantalla de sus ordenadores.

No levanta la vista pero sabe de sobra que estoy aquí.

La sábana con la que se cubría está sobre el sofá y ha vuelto a embutirse en sus pantalones de cuero.

Me acerco hasta donde está y rodeando la mesa, me pongo a su lado.

Ni me mira, ni me dice nada y yo tampoco me siento muy hablador en estos momentos.

Le veo teclear frenético y me fijo en sus dedos, largos y ágiles sobre el teclado. Tiene los tendones de los brazos marcados y sus anchos hombros se ven tensos.

Sin saber lo que hago subo mi mano y la poso en su nuca, haciendo que el ritmo sobre el teclado pierda rapidez.

-Poli... estoy intentando descifrar el código de seguridad de estos archivos. Necesito estar concentrado, joder.

Ignoro por completo sus palabras.

Es la primera vez que me siento seguro tocándole porque ahora sé que me pertenece. Igual que yo a él.

Subo despacio mi mano y enredo mis dedos entre su pelo consiguiendo que de su boca salga un pequeño suspiro a la vez que deja sus manos encima de la mesa, con los puños cerrados. Alza la cabeza hacia mí con los ojos cerrados y suelta un gemido mientras sigo enredando su pelo entre mis dedos.

Agacho la cabeza y poso mis labios sobre los suyos, chupando su labio inferior. Su lengua sale al encuentro de la mía y se enredan en nuestras bocas mientras noto como sus colmillos se alargan y se clavan en mi labio.

La sensación que me inunda cada vez que lo hace, me hace empezar a desear el momento en que sienta esos cuchillos clavados en mi piel.

Por fin el deseo se está imponiendo al miedo.

Se separa de mí y se gira, sacando sus piernas de debajo de la mesa.

Con una mano apoyada en mi muslo me dirige para que me coloque entre ellas.

-Ven aquí - me dice en un susurro ronco.

Me coloco entre sus piernas y agarrándome de los muslos por encima de la toalla mira hacia arriba. Sus ojos están brillando y yo le paso una mano por el pelo, apartándoselo de la cara.

Mirándolo desde fuera se ve una escena de lo más íntima y eso me hace sentir orgulloso.

Quién sabe, a lo mejor he conseguido derrumbar ese enorme bloque de hielo que oculta su corazón.

Me quita la toalla del cuerpo de un tirón, tirándola al suelo mientras una de sus manos recorre mi trasero, clavando sus dedos con fuerza en mi piel.

-Estoy trabajando, irlandés. Deberías dejarme tranquilo. ¿Qué te pasa? ¿Te quedaste con ganas de algo? - me pregunta con la mirada fija en mis ojos, sin pestañear siquiera.

Sonríe y baja la mirada. Posa sus labios en la piel negra de mi ombligo y la roza con sus colmillos, haciéndome jadear.

- ...V... - consigo pronunciar.

Sigue acariciándome la piel con los colmillos y su lengua, bajando poco a poco, esquivando mi polla en todo momento, el muy cabrón.

-Hummm..., irlandés - gruñe mientras inhala fuerte sobre mi piel.

Le agarro fuerte del pelo con mis dos manos.

Me está volviendo loco y lo sabe.

Está disfrutando como un cabrón viéndome retorcerme por el deseo que tengo de que me meta en su boca.

Quiere que suplique.

Lo sé.

Y que el infierno consuma mi cuerpo entre las llamas si no lo hago.

-Aaahhh... cabrón... hazlo.

Separa su cara de mi piel y me mira serio.

-¿Que haga qué? - me dice con gesto extrañado.

Tengo que reírme.

Me sale una carcajada bien fuerte mientras su otra mano sube lentamente por dentro de mis muslos.

Cuando me acaricia los testículos, la risa se me corta en la garganta a la vez que jadeo con fuerza, agarrándolo con tanta fuerza que sé que le estoy haciendo daño, pero qué cojones, no es una tierna damisela, es un macho grande y fuerte. Sé que puede aguantar esto y más, así que cogiéndole fuerte le guío hasta mi erección y hago que me meta hasta el fondo de su garganta.

Él se ríe y esa vibración me vuelve loco. Dios, me gusta, quiero esto, quiero que nunca acabe, que dure siempre...

Las ideas claras que tengo en la cabeza se pierden en el justo momento en que empieza a mover su cabeza, lamiendo, chupando, volviéndome loco con su boca y su lengua.

Con una mano me masajea con fuerza los testículos mientras con las puntas de los dedos de la otra me acaricia entre las nalgas.

Esto es demasiado.

El sexo con este vampiro es algo distinto a todo lo que he experimentado en mi vida. Con sólo una caricia consigue que mi cuerpo arda, que se vuelva gelatina y que intente explotar al mismo tiempo.

Pero no es sólo por el sexo.

Esto va más allá del primitivo deseo de poseer a otra persona.

Es el deseo de pertenecer a ella, de estar con ella de... quererla... con todo tu corazón.

Dios, ¿Es posible? ¿En serio he pensado eso?

Miro hacia abajo y veo su cabeza moviéndose, haciéndome morir de deseo con el toque de sus manos, su lengua, su boca...

Me corro de una manera bestial y tiene que agarrarme para no me caiga de morros contra el suelo.

V se relame los labios mientras alza la cabeza para mirarme.

-Poli, te tiemblan las piernas, hombre. ¿Te sucede siempre que te la chupan? - me dice con media sonrisa.

Me agarro a la mesa, pasándome una mano por el pelo húmedo.

-La verdad es que... sólo me pasa contigo.

Suelta una risotada orgullosa.

-Me alegro. Haces que mi autoestima llegue hasta las nubes.

-Ya, como si no tuvieras bastante... - murmuro un poco avergonzado.

Me agacho y cojo la toalla para volver a ponérmela.

Al subir de nuevo la mirada, le veo ahí sentado, mirándome divertido y le toco la cara con la punta de uno de mis dedos.

-V...yo creo...

Intento que mi mirada refleje lo que siento en estos momentos y creo que lo consigo, pero la reacción no es precisamente la que me esperaba.

La sonrisa se borra de su cara y se levanta.

-No digas ni una palabra más, poli. Ni se te ocurra.

La sorpresa que pongo en mi cara, podría descifrarla hasta un recién nacido.

-Pero... ¿Qué coño te pasa ahora?

Su mirada logra atravesarme por la mitad. Seria. Dura.

-Cuando podamos salir de aquí, quiero llevarte a un sitio.

-¿Sitio? ¿A qué sitio?

Coge uno de sus cigarrillos liados y lo enciende.

-Al sitio que te mostrará quién es V. El V de verdad. Cuando lo conozcas, tal vez te arrepientas de lo que estabas pensando. - me mira y sus ojos me taladran diciendo que la conversación se ha acabado - Ahora tengo que seguir con los ordenadores. Hasta entonces no quiero volver a hablar del tema.

VISHOUS

Sé que su cabeza está llena de preguntas en este momento, pero tiene el buen juicio de callarse la boca.

Un milagro, sin duda.

Vuelvo a sentarme en la silla y sigo con lo que estaba haciendo.

Sé que tiene que haber algo aquí.

Unos códigos de seguridad tan buenos no se usan para guardar películas porno.

Sigo pegado a ellos mientras por el rabillo del ojo veo al poli sirviendo algo de bebida.

Me acerca un vaso de Goose, dejándolo en la mesa mientras le da un sorbo a su whisky.

-Esta conversación no se ha acabado, ¿Lo sabes, verdad?

Asiento con la cabeza sin responderle.

Al final la pantalla se ilumina y leo con los ojos como platos lo que me descubre.

No puede ser.

Maldita sea mi vida.

Esto lo cambia todo por completo.

Dirijo mis ojos al poli, que me mira extrañado y mi mirada recorre todo su cuerpo con lentitud.

"Tal vez sea posible", pienso con una pequeña luz de esperanza.

Me levanto y salgo corriendo en dirección a la puerta con el ordenador del demonio en las manos.

-Quédate aquí. Ni se te ocurra moverte. Vuelvo en un rato.

Cierro la puerta de la guarida de un golpe, dejando al poli con cara de pocos amigos y haciendo un montón de preguntas a la vez.

Ahora no tengo tiempo de explicaciones.

Ahora sólo necesito saber.

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