17.
TE SIENTO
VISHOUS
Enciendo la
vela que tengo encima de la mesilla.
La luz del
techo me parece demasiado, pero esa única luz tenue me hace sentir más
tranquilo.
Deja caer la
parte de arriba del pijama al suelo y cuando sus manos se dirigen a la
cinturilla del pantalón, le detengo.
-No sigas
por ese camino, irlandés. Quiero que te lo dejes puesto. Es eso, o te das otra
vez media vuelta y desapareces de aquí.
Era lo que
me faltaba.
Estoy muerto
de cansancio, seguramente por la limpieza, muerto de nervios, con la cabeza a
punto de estallar por lo que ha hecho el poli con ese restrictor, para que
ahora culminemos el día con él desnudo, al igual que yo, metidos en la misma
cama.
Eso sí que
no.
Me mira
extrañado y al final se lo deja puesto. Camina hasta llegar a la altura de mi cama
y se queda parado.
-¿Me dejas
acostarme contigo?
Esa pregunta
me pone muy nervioso.
Con mi
mirada busco sin parar mis putos pantalones hasta que los veo tirados al lado
de la puerta.
Demasiado
lejos, joder.
Mis puños se
cierran cogiendo las sábanas, acercándolas lo más posible a mi cuerpo desnudo
mientras me incorporo.
Suspiro de
frustración y le indico con la cabeza el espacio libre que hay en mi cama.
-Acuéstate
si quieres. Yo de todas formas he de levantarme dentro de un rato para hablar
con Wrath y volver a destripar esos malditos ordenadores.
Butch se
tumba a mi lado, de costado hacia mí y yo lo miro algo desconfiado.
No me gusta
este giro demasiado íntimo que han dado las cosas.
Al fin y al
cabo puedo estar compartiendo cama con un restrictor en potencia, pero este
pensamiento se difumina de mi mente cuando le miro a los ojos.
Tiene
recostada la cabeza en la almohada, mirándome como siempre me ha mirado.
Sus ojos
vuelven a tener ese brillo especial, su piel tiene de nuevo el mismo olor que
me cautiva.
Es él.
El mismo
irlandés tozudo de siempre que hace que mi corazón palpite a toda velocidad.
-Sabes que
descubriré lo que te pasa, ¿Verdad?
Él asiente
despacio.
-Sí, lo sé.
Y también sé que si no quedara más remedio, tú solucionarías el asunto de un modo
rápido y sin dolor ¿Verdad?
-No quiero
que digas eso ¿Me oyes? ni siquiera quiero que lo pienses.
Se da la
vuelta y se queda tumbado boca arriba, mirando el techo.
-Como
quieras, pero si llegara el caso... quiero que lo hagas tú. Nadie más que tú.
Golpeo el
colchón cerrando los ojos con fuerza.
-No quiero
hablar más sobre eso. No te he traído aquí para matarte. Hallaré la solución,
¿De acuerdo?
Suspira y
pone su brazo encima de sus ojos.
-Necesito
contarte algo - me dice - llevo tiempo con ganas de decírtelo.
Joderrr, a
saber por dónde va a salir éste ahora.
-¿Recuerdas
cuándo me preguntaste qué había pensado cuando vi tus ojos?
Esa pregunta
me deja descolocado.
-Sí... lo
recuerdo.
Se vuelve y
de un soplido apaga la vela dejando la habitación de nuevo a oscuras.
-¿quieres
que te responda ahora lo que pensé de verdad?
Me quedo en
silencio.
No sé si
estoy preparado para escuchar lo que tiene que decirme aunque él me contesta de
todos modos.
-Pensé que
un ángel se había caído del cielo. Un ángel tenebroso vestido de cuero y con
muy mala hostia pero... un ángel al fin y al cabo. Siempre que te miro veo algo
divino en ellos.
Suspiro con
fuerza y me tumbo de nuevo a su lado, dejando bastante espacio entre los dos.
-Yo no soy
divino, poli. Nada más lejos de la verdad. A estas alturas deberías tenerlo
claro.
Su mano
busca la mía y cuando la encuentra pegada a un costado de mi cuerpo, me aprieta
con fuerza.
-Mientras me
estaban torturando, mientras metían dentro de mí lo que sea que hayan metido,
la única cosa en la que podía pensar para intentar alejarme de todo aquello,
eran tus ojos. Esos preciosos ojos color hielo que hacen que mi cuerpo se
estremezca cada vez que me miran.
-Poli... -
me vuelvo hacia él y aunque no puedo verle por la oscuridad que nos envuelve,
sé que él también me mira.
Deja mi mano
y con la punta de los dedos comienza a acariciarme la piel de la muñeca.
-¿Sabes
quién soy, V?
¿Y ahora a
qué viene esa pregunta?
Sigue
subiendo despacio por el brazo consiguiendo que se me erice la piel a su paso.
Lo hace despacio, sin prisa, como si saboreara cada centímetro de mi piel.
-Sí. Sé
quién eres - le digo con el presentimiento de que algo tiene en mente con esta
pregunta.
-Di mi
nombre. Quiero oírlo.
Al llegar a
mi hombro apoya su palma, bajando hasta mi pecho, donde está la marca de la
hermandad.
-Eres...
Butch - le digo en un susurro.
Él sigue
explorando mi cuerpo y a mí me está costando un mundo quedarme quieto. Baja
despacio notando mis costillas, haciendo fuerza para que me tumbe boca arriba.
Se me acelera
la respiración mientras lo hago. Esta postura hace que me sienta demasiado
expuesto ante él.
-Repítelo -
me dice soltando el aliento.
Su cuerpo se
acerca al mío. Su calor me envuelve y cierro los ojos con fuerza. El corazón se
me va a salir del pecho, de lo rápido que va.
Su cuerpo se
amolda al mío con una facilidad asombrosa.
Le tengo
pegado al costado de mi cuerpo mientras su respiración roza mi cuello.
Mi voz me
sale sin querer en medio de un jadeo.
-...Butch...
-Voy a
tocarte, V. Quiero hacerlo.
Su mano se
cuela por dentro de la sábana, más abajo de mi ombligo.
Llevo mi
mano enguantada hasta el lugar donde tengo las cicatrices y las cubro con ella.
Me muero
porque me toque.
Me muero
porque sea su mano la que por primera vez toque mi miembro, pero no dejaré que
ni si quiera intuya por su tacto, el estropicio que tengo ahí.
Su mano se
para antes de tocar lo que tengo entre las piernas.
La deja
posada en mi cadera y la noto caliente, áspera.
-No voy a
pedirte permiso, pero me apartaré si eso es lo que quieres. Y antes de que
digas nada, quiero decirte que si no es en este momento, no habrá otro. Te lo
juro por mi vida.
Me cuesta
entender sus palabras por todo el torbellino de emociones y sentimientos que
taladran mi mente en este momento.
Me hace
sentir demasiado y yo no puedo procesar tantas cosas distintas en tan poco
tiempo.
Su boca
cierra la distancia hasta mi cuello y deja un simple beso justo encima de mi
vena, que late descontrolada mientras sigue hablándome.
-No sé qué
me va a pasar. Tal vez mi nueva vida dure tan sólo unas horas más, pero en este
momento no me importa. Lo único que quiero es... - se le cortan las palabras y
apoya su frente donde antes tenía sus labios - ... sentirte y poder saber antes
de que todo esto acabe, que se siente al saber que perteneces a otra persona en
cuerpo y alma.
Tengo que
ahogar un sollozo en mi garganta al oír sus palabras porque tiene razón.
Tal vez esto
acabe con una de mis dagas hundida en su pecho y yo también necesito saberlo.
Necesito
saber qué se siente.
La punta de
sus dedos roza mi polla y cuando me abarca con su mano, una corriente que me
abrasa recorre todas las venas de mi cuerpo y me corro de una manera bestial,
gritando con todas las fuerzas que me permiten mis pulmones.
Se queda
quieto hasta que las convulsiones de mi orgasmo cesan y vuelve a besarme de una
manera tierna mientras susurra contra mi piel.
-Tranquilo...
sigo contigo. No te preocupes...
Mientras me
sigue hablando comienza a acariciarme lentamente la polla, extendiendo mi
semilla por ella, pasando el pulgar por la punta empapada.
Pasa su otro
brazo por detrás de mi cabeza para abrazarme y me siento completamente a su
merced pues mi cuerpo está paralizado, todos mis sistemas están apagados y ya
solo puedo sentirlo a él.
Me sigue
acariciando, ahora con más fuerza, del mismo modo en que yo se lo hice, apoyado
contra la pared del salón.
-Me gusta
acariciarte - me dice mientras la punta de su nariz roza mi cuello - eres lo
más masculino y sexual que me topado en toda mi puta vida pero me gusta. Bésame
V.
Tardo unos
segundos en procesar sus palabras y giro mi cara hacia él, apresándole los
labios con los míos, rasgando la piel de sus labios con mis colmillos
completamente alargados.
Siento el
sabor de su sangre en mi lengua y aunque es mínima, hace que me queme por
dentro del ansia que me devora por probarla.
Giro mi
cuerpo hacia él pero no puedo abrazarle, ni muerto voy a dejar que toque mis
cicatrices y el otro brazo está prisionero debajo de mi cuerpo pero no me
importa.
Él sigue
acariciándome con fuerza, haciéndome daño y eso es lo que quiero.
Que me haga
sufrir.
Que me haga
tanto daño hasta que mi cuerpo consiga grabarlo a fuego en mi piel.
Su pulgar
juega con mi hendidura y hay momentos en que siento que nuestras erecciones se
tocan a través de la tela de sus pantalones. Lo sé porque cuando pasa, él gime
y hace su toque todavía más rudo.
Entrelaza
sus piernas con las mías mientras seguimos devorándonos como dos animales con
la boca, sintiendo como nuestras salivas se mezclan y el dolor por estar reprimiendo
mi marcaje, vuelve a golpearme con fuerza como si mi cuerpo se relevara a mí,
diciéndome que es imposible que siga sin poder hacerlo.
Despego su
boca de mía e intento recuperar el aliento para hablar.
-Espera...
no puedo... mi cuerpo... se... releva a mí... tengo que irme, Butch... ahora.
Me agarra
con fuerza la polla y tengo que gritar de dolor.
-Sólo dime
una cosa... - me dice con voz ronca - ¿Es tu cuerpo el que lucha por
marcarme... o es tu corazón?
Oigo sus
palabras y una corriente de puro fuego atraviesa mi cuerpo haciendo que mi olor
estalle sin poder reprimirlo ni un segundo más, saliendo con fuerza por todos y
cada uno de mis poros mientras me corro en su mano, marcando también con mi
semilla su cuerpo desnudo.
Pasan los
segundos y no me puedo controlar.
Mi semen me
hace daño cuando sale en oleadas de mi cuerpo una y otra vez, orgasmo tras
orgasmo mientras él sigue tocándome, ahora con menos firmeza.
Cuando mi
cuerpo se tranquiliza, tomo conciencia de todo.
De nuestros
cuerpos pegados.
De nuestras
piernas entrelazadas.
De su mano
todavía abarcando mi polla ya exhausta y mi olor consumiendo el oxigeno de toda
la maldita habitación.
Su
respiración entrecortada a pesar de ser yo el que se ha corrido como un
demente, se enreda en mi pelo.
-Es la
primera vez que alguien te toca ¿verdad?
Asiento
despacio algo avergonzado por tener que confesar algo así.
Butch posa
sus labios en mi hombro y deja un beso en mi piel.
-Quiero
hacer algo, V.
Miedo me dan
esas cuatro palabras.
-V... quiero
ver tus cicatrices.
Ya.
Mejor pégame
un tiro en la cabeza.
Será más
sencillo.
-No.
-Déjame
curarte, V. Déjame tocarte donde más te duele. Si pudieras verte a través de
mis ojos... eres hermoso.
Separo mi
mano enguantada de mi entrepierna y noto como el cuero está pegado a mi piel al
soltarme. Cojo su mano, pringosa de mi semilla y la separo de mi polla
sentándome de espaldas a él.
-No me pidas
eso. No puedo.
Me envuelvo
la sábana alrededor de mi cuerpo y me levanto un poco mareado de la cama.
No quiero
que me vea. No quiero que vea con sus propios ojos mi mayor vergüenza.
Enciendo la
vela de nuevo y lo observo, desnudo en mi cama, con mi semen bañando su
estómago y una erección de mil demonios entre sus piernas.
-Creo que...
Dios, necesito algo de espacio ahora mismo ¿Vale? entra en el baño y dúchate -
le digo cogiendo mis pantalones del suelo - te he dejado hecho un asco.
Y sin una
palabra más salgo de la habitación cerrando la puerta tras de mí.
BUTCH
Le veo
marcharse y cerrar la puerta.
Me acuesto
en la cama de nuevo y mi cabeza se posa en su almohada. Me giro e inhalo su
olor pegado a ella.
Dios... qué
bien huele.
Huele a
macho, a cuero y tabaco. La esencia de V concentrada en un pedazo de tela.
La agarro
con fuerza mientras hundo mi cara en ella y me meto su olor lo más dentro de mí
que puedo.
Comienzo a
barajar la idea de aliviar el escozor de mi entrepierna aquí, en su cama, pero
en el último momento deshecho esa idea.
Algo dentro
de mí me dice que eso sería... inapropiado.
Me levanto y
me meto en su baño.
Me quito el
pantalón manchado de su semen y me meto en la ducha.
Miro hacia
abajo y la mancha del estómago sigue igual y no puedo evitar el escalofrío que
me recorre el cuerpo.
Intento
desterrar esos pensamientos de mi cabeza mientras el agua corre caliente por mi
cuerpo. Me niego a pensar en eso ahora.
Pensar no va
a cambiar nada.
Salgo de la
ducha y me seco con una de las toallas.
Huele a él.
Me la pongo
en las caderas y al pasarme las manos por la cara, puedo sentir su olor pegado
a mi piel. Paso mi nariz por mi brazo y ahí está.
Tengo a V
por todo mi cuerpo.
Salgo al
salón y le veo pegado a la pantalla de sus ordenadores.
No levanta
la vista pero sabe de sobra que estoy aquí.
La sábana
con la que se cubría está sobre el sofá y ha vuelto a embutirse en sus pantalones
de cuero.
Me acerco
hasta donde está y rodeando la mesa, me pongo a su lado.
Ni me mira,
ni me dice nada y yo tampoco me siento muy hablador en estos momentos.
Le veo
teclear frenético y me fijo en sus dedos, largos y ágiles sobre el teclado.
Tiene los tendones de los brazos marcados y sus anchos hombros se ven tensos.
Sin saber lo
que hago subo mi mano y la poso en su nuca, haciendo que el ritmo sobre el
teclado pierda rapidez.
-Poli...
estoy intentando descifrar el código de seguridad de estos archivos. Necesito
estar concentrado, joder.
Ignoro por
completo sus palabras.
Es la
primera vez que me siento seguro tocándole porque ahora sé que me pertenece.
Igual que yo a él.
Subo
despacio mi mano y enredo mis dedos entre su pelo consiguiendo que de su boca
salga un pequeño suspiro a la vez que deja sus manos encima de la mesa, con los
puños cerrados. Alza la cabeza hacia mí con los ojos cerrados y suelta un
gemido mientras sigo enredando su pelo entre mis dedos.
Agacho la
cabeza y poso mis labios sobre los suyos, chupando su labio inferior. Su lengua
sale al encuentro de la mía y se enredan en nuestras bocas mientras noto como
sus colmillos se alargan y se clavan en mi labio.
La sensación
que me inunda cada vez que lo hace, me hace empezar a desear el momento en que
sienta esos cuchillos clavados en mi piel.
Por fin el
deseo se está imponiendo al miedo.
Se separa de
mí y se gira, sacando sus piernas de debajo de la mesa.
Con una mano
apoyada en mi muslo me dirige para que me coloque entre ellas.
-Ven aquí -
me dice en un susurro ronco.
Me coloco
entre sus piernas y agarrándome de los muslos por encima de la toalla mira
hacia arriba. Sus ojos están brillando y yo le paso una mano por el pelo,
apartándoselo de la cara.
Mirándolo
desde fuera se ve una escena de lo más íntima y eso me hace sentir orgulloso.
Quién sabe,
a lo mejor he conseguido derrumbar ese enorme bloque de hielo que oculta su
corazón.
Me quita la
toalla del cuerpo de un tirón, tirándola al suelo mientras una de sus manos
recorre mi trasero, clavando sus dedos con fuerza en mi piel.
-Estoy
trabajando, irlandés. Deberías dejarme tranquilo. ¿Qué te pasa? ¿Te quedaste
con ganas de algo? - me pregunta con la mirada fija en mis ojos, sin pestañear
siquiera.
Sonríe y
baja la mirada. Posa sus labios en la piel negra de mi ombligo y la roza con
sus colmillos, haciéndome jadear.
- ...V... -
consigo pronunciar.
Sigue
acariciándome la piel con los colmillos y su lengua, bajando poco a poco,
esquivando mi polla en todo momento, el muy cabrón.
-Hummm...,
irlandés - gruñe mientras inhala fuerte sobre mi piel.
Le agarro
fuerte del pelo con mis dos manos.
Me está
volviendo loco y lo sabe.
Está
disfrutando como un cabrón viéndome retorcerme por el deseo que tengo de que me
meta en su boca.
Quiere que
suplique.
Lo sé.
Y que el
infierno consuma mi cuerpo entre las llamas si no lo hago.
-Aaahhh...
cabrón... hazlo.
Separa su
cara de mi piel y me mira serio.
-¿Que haga
qué? - me dice con gesto extrañado.
Tengo que
reírme.
Me sale una
carcajada bien fuerte mientras su otra mano sube lentamente por dentro de mis
muslos.
Cuando me
acaricia los testículos, la risa se me corta en la garganta a la vez que jadeo
con fuerza, agarrándolo con tanta fuerza que sé que le estoy haciendo daño,
pero qué cojones, no es una tierna damisela, es un macho grande y fuerte. Sé
que puede aguantar esto y más, así que cogiéndole fuerte le guío hasta mi
erección y hago que me meta hasta el fondo de su garganta.
Él se ríe y
esa vibración me vuelve loco. Dios, me gusta, quiero esto, quiero que nunca acabe,
que dure siempre...
Las ideas
claras que tengo en la cabeza se pierden en el justo momento en que empieza a
mover su cabeza, lamiendo, chupando, volviéndome loco con su boca y su lengua.
Con una mano
me masajea con fuerza los testículos mientras con las puntas de los dedos de la
otra me acaricia entre las nalgas.
Esto es
demasiado.
El sexo con
este vampiro es algo distinto a todo lo que he experimentado en mi vida. Con
sólo una caricia consigue que mi cuerpo arda, que se vuelva gelatina y que
intente explotar al mismo tiempo.
Pero no es
sólo por el sexo.
Esto va más
allá del primitivo deseo de poseer a otra persona.
Es el deseo
de pertenecer a ella, de estar con ella de... quererla... con todo tu corazón.
Dios, ¿Es
posible? ¿En serio he pensado eso?
Miro hacia
abajo y veo su cabeza moviéndose, haciéndome morir de deseo con el toque de sus
manos, su lengua, su boca...
Me corro de
una manera bestial y tiene que agarrarme para no me caiga de morros contra el
suelo.
V se relame
los labios mientras alza la cabeza para mirarme.
-Poli, te
tiemblan las piernas, hombre. ¿Te sucede siempre que te la chupan? - me dice
con media sonrisa.
Me agarro a
la mesa, pasándome una mano por el pelo húmedo.
-La verdad
es que... sólo me pasa contigo.
Suelta una
risotada orgullosa.
-Me alegro.
Haces que mi autoestima llegue hasta las nubes.
-Ya, como si
no tuvieras bastante... - murmuro un poco avergonzado.
Me agacho y
cojo la toalla para volver a ponérmela.
Al subir de
nuevo la mirada, le veo ahí sentado, mirándome divertido y le toco la cara con
la punta de uno de mis dedos.
-V...yo
creo...
Intento que
mi mirada refleje lo que siento en estos momentos y creo que lo consigo, pero
la reacción no es precisamente la que me esperaba.
La sonrisa
se borra de su cara y se levanta.
-No digas ni
una palabra más, poli. Ni se te ocurra.
La sorpresa
que pongo en mi cara, podría descifrarla hasta un recién nacido.
-Pero...
¿Qué coño te pasa ahora?
Su mirada
logra atravesarme por la mitad. Seria. Dura.
-Cuando
podamos salir de aquí, quiero llevarte a un sitio.
-¿Sitio? ¿A
qué sitio?
Coge uno de
sus cigarrillos liados y lo enciende.
-Al sitio
que te mostrará quién es V. El V de verdad. Cuando lo conozcas, tal vez te
arrepientas de lo que estabas pensando. - me mira y sus ojos me taladran
diciendo que la conversación se ha acabado - Ahora tengo que seguir con los
ordenadores. Hasta entonces no quiero volver a hablar del tema.
VISHOUS
Sé que su
cabeza está llena de preguntas en este momento, pero tiene el buen juicio de
callarse la boca.
Un milagro,
sin duda.
Vuelvo a
sentarme en la silla y sigo con lo que estaba haciendo.
Sé que tiene
que haber algo aquí.
Unos códigos
de seguridad tan buenos no se usan para guardar películas porno.
Sigo pegado
a ellos mientras por el rabillo del ojo veo al poli sirviendo algo de bebida.
Me acerca un
vaso de Goose, dejándolo en la mesa mientras le da un sorbo a su whisky.
-Esta
conversación no se ha acabado, ¿Lo sabes, verdad?
Asiento con
la cabeza sin responderle.
Al final la
pantalla se ilumina y leo con los ojos como platos lo que me descubre.
No puede
ser.
Maldita sea
mi vida.
Esto lo
cambia todo por completo.
Dirijo mis
ojos al poli, que me mira extrañado y mi mirada recorre todo su cuerpo con
lentitud.
"Tal
vez sea posible", pienso con una pequeña luz de esperanza.
Me levanto y
salgo corriendo en dirección a la puerta con el ordenador del demonio en las
manos.
-Quédate
aquí. Ni se te ocurra moverte. Vuelvo en un rato.
Cierro la
puerta de la guarida de un golpe, dejando al poli con cara de pocos amigos y haciendo
un montón de preguntas a la vez.
Ahora no
tengo tiempo de explicaciones.
Ahora sólo
necesito saber.
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