miércoles, 18 de julio de 2012

CAPITULO 19. TE CURO


19. TE CURO

BUTCH

La temperatura de la habitación ha bajado varios grados de golpe.

Vishous sigue en la misma postura, sin moverse, como parece ser que actúa cuando algo le supera.

Al menos conmigo.

El cuello me arde cosa fina y mi polla, la muy perra, todavía está palpitando de deseo.

Este hijoputa se ha pasado mis negativas a que me muerda por el forro de los cojones pero también tengo que entender que dado el caso, yo también habría actuado de la misma manera.

Si cierro los ojos todavía puedo sentirlo clavado en mí. Bebiendo a grandes tragos el líquido que me da la vida y rasgando mi piel como un animal.

Sabía que esto iba a ser todavía algo más íntimo que el sexo, o por lo menos, para mí lo ha sido sin ninguna duda.

Ahora estoy dentro de él. Formo parte de él de una forma que no se puede ni dividir, ni separar.

Juntos y bien revueltos dentro de su cuerpo.

Los minutos pasan y ni él ni yo decimos nada o nos movemos siquiera.

Permanecemos, él mirando a través del cristal las luces de la noche y yo a su espalda, intentando hacerme a mí mismo un examen cerebral para poder entender qué es lo que me pasa con este vampiro, aunque por otro lado eso no es nada nuevo, pues lo descubrí después de la mamada que me hizo frente a sus juguetes.

Creo que le quiero.

Al menos de una forma sencilla con la que puedo lidiar de momento, pero sin duda es amor.

Un amor raro y nuevo para mí que no tiene la silueta que yo creía, pero que me hace sentir algo mucho más fuerte aún que el sexo que compartimos.

Algo que me obliga a cuidarlo, a sentirlo cerca mío para estar tranquilo y que me conmueve cada vez que desnuda su corazón.

Le creí cuando gruñó ese “mío”.

En un primer momento el miedo se impuso pero al segundo lo vi tan claro... sí, soy suyo.

Desde el primer momento, creo. Mucho antes de que cualquiera de los dos se diera cuenta de eso, creo que yo ya era suyo.

Sin reservas ni dudas en el fondo de mi corazón, aunque por fuera todo hayan sido trabas por ambas partes.

Estoy de pie, justo detrás de él.

Con la lengua ardiéndome por la urgencia que siento para que me desvele algo de todo este circo. Antes de darme cuenta, mis labios se mueven, haciendo la pregunta que más ansío escuchar.

-¿Por qué así, V? dime algo que me haga entender todo esto.

Se mueve lo justo para sacar otro cigarro del bolsillo de su pantalón y encenderlo. La luz del cigarro al inhalar hace que pueda ver su rostro reflejado en el cristal.

Un rostro de mirada perdida en las luces y sombras de la ciudad.

-Sólo soy uno de tantos sádicos que pueblan este miserable mundo. No me gusta que me toquen, ni que me besen. No necesito caricias, ni el calor de otro cuerpo pegado al mío ni mucho menos palabras dulces en mi oído. Aquí yo tengo el control absoluto. Yo digo cómo, cuándo y dónde y nadie se atreve a discutirlo. Si lo hacen, tienen su castigo. Así soy y así seguiré. No conozco otra forma de sentir.

Mis ojos siguen pegados al cristal fijos en dónde sus ojos aparecen durante breves segundos cada vez que echa una calada a su cigarro.

-Bonito discurso, pero esas palabras no valen una mierda. Al menos conmigo. Admito que te gusta tener el control, pero todo lo demás no es sino palabrería barata que se derrumba cada vez que nos tocamos. Serás así con el resto del mundo... pero no conmigo.

-Si eso te ayuda a sobrellevar todo esto, no seré yo quién te lleve la contraria.

-Lo único que quiero es que me digas que no deseas todo esto conmigo. Dime que no me consideras igual a todas las personas que traes aquí. Por favor, convénceme de que hay algo más que cadenas y dolor reservados para mí. Dímelo. Dime que soy el único al que no tendrías valor de atar y follar como si sólo fuera un trozo de carne.

V me mira a través del cristal, con amargura en sus ojos.

-Me gustaría decírtelo, pero ¿Qué pasaría si llegásemos a ello y no pudiera hacértelo de otra manera? ¿Y si mi cuerpo se relevara y al final te obligara a ello?

-Prefiero pensar que no serías capaz. Porque sé que me amas, aunque nunca me lo dirás. Sé que no me obligarías a hacerlo de ese modo. Nada de esto tiene que ver conmigo, y lo sabes. Esto sólo es una fachada macabra que te ayuda a que nadie se te acerque. Sólo eso.

Echa el humo con fuerza sobre el cristal haciendo ondas sobre él.

-Para ser un bendito católico irlandés, temeroso de Dios, permaneces en el lugar del pecado demasiado tiempo. ¿Ya no tienes miedo de que tu alma se pudra en el infierno? Vas a tener que dar demasiadas explicaciones sobre todo esto cuando te toque enfrentarte a tu Dios. ¿Aún piensas en ello, o se te olvido de repente? Deberías haberte marchado hace mucho rato de aquí pues no puedes negar que te asusta como el demonio este sitio.

Respiro fuerte e intento que mi voz suene calmada antes de contestarle.

-Sigue así. Sigue echando mierda por esa boca. ¿Quieres que te diga que todo esto me da miedo? Sí. Lo hace. Sólo una cosa hace que aún no me haya largado. Y esa cosa es lo que late dentro de tu cuerpo. Muy en el fondo de tu corazón sabes que no podrías hacerlo. - Apoyo mi mano en su espalda y el escalofrío que le recorre me da la  respuesta - dices que no quieres que te toquen, que te besen, que no deseas otro cuerpo al lado tuyo dándote calor, pero cada vez que ha pasado algo así conmigo, tu corazón me dice que lo anhela. Tu cuerpo y tu alma lloran por el mí. Lo sé. Como también sé que sólo yo podré curarte. Lo único que tienes que hacer, es admitirlo. No voy a negarte que me preocupa mi alma y sí, sé que tendré que responder ante Dios por muchas faltas que he cometido a lo largo de mi vida y sé que Él me preguntará sobre ellas, pero también sé, que entre ellas no está a quién quise mientas estaba vivo. Eso a mi Dios no le importa, pues Él es amor y el amor no conoce de razas, religiones... o sexos.

Su mano queda a medio camino de su boca, con el cigarro entre sus dedos temblando ligeramente.

-¿Por qué sigues aquí, poli?

-Porqué tú también lo haces.

Y en este segundo, aquí parado junto a él, me asombro a mí mismo queriendo contarle toda mi perra vida y aquello que aún todavía me corroe.

Voy a hacerlo.

Necesito desnudar mi alma ante él de una manera que jamás creí que fuera posible.

Y así lo hago.

Me aclaro la garganta y dejo que mi lengua hable sin tapujos.

- Mi vida ha sido una mierda - le digo con la voz un tanto insegura - siempre me sentí apartado de los míos. Mi padre me molió a golpes desde que tengo uso de razón y en cuanto pude, me largué de su casa. Lo único que me retenía en ese lugar era mi hermana. Jamie. La recuerdo siempre tan cariñosa hacia a mí... pero a ella también me la quitaron. Una tarde se fue con unos compañeros de su clase y ya nunca volvió. Yo era aún un crío y la vi meterse en ese coche. No sabes la de veces que he querido echar el tiempo atrás y volver a aquella noche e impedir que se metiera en ese puto coche.

Mi voz se rompe en mi garganta y tengo que guardar silencio durante unos segundos.

-La... la violaron V, la violaron hasta hartarse de su frágil cuerpo y luego la asesinaron... dejándola tirada en el suelo como un trapo.

Justo cuando digo estas palabras que me pesan en el corazón desde hace demasiado tiempo, V intenta volverse hacia mí, pero yo se lo impido.

-No te muevas, por favor, quédate dónde estás y déjame acabar. Esto me pesa demasiado y es la primera vez que se lo cuento a alguien y no podré hacerlo si me miras.

V asiente despacio y retoma su postura, ahora algo más rígida.

Me aclaro de nuevo la garganta y continúo mientras las imágenes se suceden una tras otra, como en una maldita película que no logro borrar de mi mente.

- Ni siquiera me dejaron verla cuando la encontraron, ni pude darle un último beso. Ese fue el momento en que mi padre dejó de golpearme y hasta años después no supe la razón. Cuando mi hermano mayor estaba festejando su despedida de soltero intenté hablar con mi padre, gracias a que iba de coca y whisky hasta arriba y el muy cabrón me gritó delante de todos, que lo había hecho para asegurarse de que no le hacía daño a ninguno de sus otros hijos. Me dijo que yo se la había entregado a esos malnacidos en venganza por las palizas, para vengarme de él... mi propio padre creyó que yo fui capaz de matar a mi propia hermana sólo para hacerle daño. Desde ese momento desaparecí de la vida de todos ellos y estuve solo en el mundo... hasta que tú me encontraste.

Me quedo en silencio y el peso que caía sobre mi alma se nota un poco más liviano.

V tarda en volverse y cuando lo hace sólo le sale una pregunta.

-¿Cuántos años tenías?

-Yo... sólo tenía diez.

Repasa cada rasgo de mi cara con los ojos comenzando a iluminarse como estrellas.

-¿Por qué me has contado todo esto?

Me encojo de hombros y al no encontrar ninguna excusa que merezca la pena, decido contarle la verdad.

-Yo sólo quise desnudar mi alma ante ti. Sólo eso.

V pasa unos de sus dedos por mi cara, con suavidad y se aleja del cristal y de mí, quedando a unos dos metros entre yo y el potro de castigo.

Me mira fijamente y al momento se quita la camiseta de combate, dejándola caer a su lado. Inspira profundo y se quita las botas, primero una y luego la otra y antes de perder el valor se agacha y los calcetines también vuelan.

Ahora sí que noto su respiración agitada y su cuerpo comienza a temblar mientras sus manos se dirigen al cierre de su cinturón.

Alzo una mano y niego con la cabeza.

-¿Qué haces V?

Abre con manos temblorosas el primer botón mientras me habla.

-Tú has desnudado tu alma ante mí. Ahora quiero ser yo el que desnude mi cuerpo.

No sé qué decirle, así que fijo mi mirada en sus ojos brillantes mientras el sonido de los demás botones, estallan en el silencio de la habitación.

Cuando termina, se agacha como si tuviera el cuerpo atrofiado y se saca los pantalones, quedándose desnudo ante mí, como dijo.

Mi mirada sigue fija en la suya. Ni muerto voy a desviar mis ojos de los suyos, pues son ellos los que quiero mirar en este momento.

Me acerco con cuidado hasta él hasta quedar frente a frente y poso mis manos en sus hombros.

Acaricio esa piel suave y dorada con cuidado, como si fuera a quebrarse de un momento a otro mientras voy bajando por su torso y sus músculos ondulan bajo mis palmas.

Cuando mis manos llegan a sus caderas, su respiración se corta y por una décima de segundo creo ver en su cara algo salvaje que lucha por salir pero desaparece al segundo, como si me lo hubiera imaginado.

Ahora no respira.

Su mirada quema mis retinas y con la punta de un dedo llego hasta la piel rugosa de su entrepierna y en ese momento su manaza está a punto de agarrarme. Lo sé porque ha rozado mi piel con sus dedos pero cierra los ojos con fuerza mientras intenta no moverse.

Paso por toda la longitud de su cicatriz hasta llegar a su testículo y lo rozo suavemente.

En ese momento poso mi boca en su hombro y le beso.

Un suave y casto beso que me sale de las entrañas de mi pobre alma.

V mantiene su lucha por no moverse, por ofrecerse a mí como nunca lo ha hecho con nadie más.

Subo con mis labios por la piel de su cuello hasta llegar a su oreja.

-Todavía te duelen ¿Verdad?

Sus manos se posan en mi cintura, acercándome a él y su voz ronca y grave se cuela en mi mente.

-Cada día de mi vida. Es un dolor que no cesa.

-¿Me dejarás curarte, V?

Hunde su cara en mi cuello y asiente.

-Sólo tú puedes hacerlo, Butch.

-Te curaré. Haré que esas cicatrices dejen de dolerte y ya no te acordarás de ellas... porque sólo podrás sentirme a mí allí. Sólo a mí, Vishous.

Me aprieta contra su cuerpo y tardo unos segundos en darme cuenta de que, a su modo rudo, me está abrazando.

Alzo al segundo mis brazos y le atraigo a mí todo lo que puedo, quedándonos pegados el uno contra el otro.

Subo uno de mis brazos hasta su pelo y se lo acaricio, enredando mis dedos en esos mechones gruesos y me separo de él para poder besarle.

Intento que sea algo suave, pero con V dentro de la ecuación, estoy comenzando a creer que eso es imposible.

Me come la boca con un ansia desmedida, metiendo su lengua en mi boca, enredándose con la mía con el mismo hambre se siempre.

Y cómo me gusta eso.

Le separo y tengo que utilizar toda la fuerza de mi cuerpo para conseguirlo.

Planto mis manos en su pecho y le obligo a caminar hacia atrás hasta que su culo queda apoyado en el potro.

Al notar el frío metal se estremece, mientras con mis manos, guío las suyas para que se queden apoyadas en él.

Mis palmas se mojan por su piel húmeda de sudor y poco a poco voy bajando hasta quedarme de rodillas ante él con mis ojos fijos en los suyos.

Cuando se da cuenta de lo que voy a hacer, me coge por las axilas, levantándome a pulso.

- Aquí, no.

Me deshago de su agarre y le hablo con voz dura.

-Sí. Aquí. Vas a dejar ir a tus demonios esta noche, o al menos a unos pocos y este es el sitio adecuado.

Me vuelvo a arrodillar mientras el corazón quiere salirse de algún modo de mi cuerpo, por la fuerza con la que late.

Mis ojos se cierran y comienzo a besarlas despacio.

Sólo es el roce de mi boca pasando suavemente por encima de ellas y las puntas de mis dedos acariciando las partes a las que no consigo llegar.

Las cubro de besos y con la punta de mi lengua las bordeo despacio, dejándolas húmedas.

Esto no es sexual.

Esto sólo son dos cuerpos maltratados buscando consuelo el uno en el otro.

Nada más que eso.

Sólo quiero recorrer con mis labios toda la extensión de piel dañada que le surca la entrepierna.

Intentar dejar como recordatorio un recuerdo un poco más dulce.

Tuvo que sufrir como un perro cuando se lo hicieron.

Creo que si me concentro lo suficiente puedo verlo tirado en el suelo de arena, con hombres intentando inmovilizarlo poniéndose sobre él mientras otro cabrón avanza hacia él con unas tenazas en la mano.

Aprieto fuerte los ojos y efectivamente todo eso está pasando por mi mente y veo a V retorciéndose de dolor, intentando no gritar mientras se corta los labios con los dientes, luchando por no hacerlo, por no darles la satisfacción de verlo desmoronándose y en el momento en que esas tenazas al rojo se posan en esa delicada piel, los gritos que da casi me rompen los tímpanos.

Abro los ojos para poder mirarlo a la cara y veo como las gotas de sudor bañan su cuerpo. Sus labios gruesos no son más que finas líneas de lo apretados que los tiene. Aprieta los puños con tanta fuerza que veo como una pequeña lágrima de sangre se escurre entre sus dedos desnudos.

Mi mano se posa en su cadera.

- Abre los ojos y mírame, V.

Respira con fuerza un par de veces y al final su mirada diamantina se posa en la mía.

-Estoy contigo. Siempre contigo.

Se aclara garganta antes de hablar.

-No puedo aguantar más. No quiero que me mires, yo... yo no soy un macho completo. Estoy destrozado. ¿Es que no lo ves?

Y entonces separo mis ojos de los suyos y los centro en el foco de su dolor. Las cicatrices rugosas aparecen frente a mí, con la zona de los testículos totalmente destrozadas y en medio de todo, su polla completamente erguida, con una pequeña lágrima bajando por ella, como si ella también llorara.

Me incorporo y niego con la cabeza.

-No me importa nada de esto. Tú has pasado por mucho y todavía sigues en pie. Mucha gente no habría podido con todo por lo que tú has pasado y eso te convierte en alguien mucho más macho que cualquiera que conozco. Hombre o vampiro.

Mi mano se cierra en la suya. La que está sangrando por la fuerza que está ejerciendo para no moverse.

La subo hasta mi boca y la beso.

VISHOUS

En estos momentos me siento perdido si no fuera por esa mano que aprieta mi puño con fuerza.

Me dice que está conmigo. Siempre conmigo y yo que no puedo olvidar lo que me dijo hace un rato, no puedo contenerme por más tiempo.

No quiere follar conmigo.

Es lo único que tiene claro...entonces ¿Qué mierda se supone que significa todo lo que ha pasado después? joder que me va a estallar la cabeza de un momento a otro.

Me mira confuso y yo tengo que preguntarle algo.

-Dices que no vamos a follar y lo acepto. No pienso preguntar la razón porque me resulta obvio pero lo sucedido hace un momento me deja un tanto complejo. ¿Qué se supone que somos? ¿Algún tipo de vibrador humano y nos usamos mutuamente para aliviarnos o qué?

El poli se sacude el pelo dejándolo de punta y me mira de reojo.

-Tú y yo no follaremos, V. Cuando llegue el momento... haremos el amor.

Le miro sorprendido y arqueo una ceja. Pero... ¿Qué mierda está diciendo?

Se pega de nuevo a mí para hablarme en tono bajo.

-No me mires así. Según tengo entendido, la técnica es la misma, lo único que, además de utilizar la polla... -pone su mano encima de mi pecho, justo encima de mi pectoral - también se usa el corazón.

Y el muy mamón, al oír sus palabras, decide pararse en mi pecho.

Butch me acaricia con su mano hasta llegar a mi nuca y me aprieta para que baje unos centímetros mi cabeza hasta él y me besa.

Un beso largo, cargado de emociones y suave, muy suave. Mete su lengua en mi boca y se abraza a la mía, cambiando la cabeza de postura, intentando llegar tan profundo como pueda y yo por ésta única vez, me ato en corto y dejo que él me guie.

Al fin y al cabo, él sabe más que yo de todo esto.

Cuando por fin se separa de mí, recuerdo que llevo sin respirar durante lo que me parece un puto siglo y al fin entiendo algo.

-No te irás de mi lado nunca ¿verdad? por más mierda que te muestre de mí, tú seguirás conmigo.

El poli me mira serio.

-Jamás me alejaré de ti. Tú y yo siempre juntos. Ahora, si no te importa, quiero que hagas algo por mí.

Le miro y no logro adivinar qué es lo que quiere pedirme.

Butch ladea el cuello y noto cómo se le nubla la mirada.

-Quiero que me muerdas. Necesito que lo hagas. Ahora.

Le oigo y antes de que pueda darme cuenta, el aroma a vinculación estalla fuera de mi cuerpo, envolviendo a Butch como una suave manta.

Veo en su cuello las marcas que le he dejado y mi polla comienza de nuevo a supurar. Entonces me doy cuenta de que todavía estoy desnudo y separándome de él voy hasta donde dejé mi ropa tirada.

Me agacho y recojo los pantalones.

Le miro un instante antes de ponérmelos.

-Lo siento. Prefiero estar vestido, si no te importa.

-Como quieras. Creo que por hoy ya ha sido suficiente. No voy a obligarte si no estás preparado.

Mientras me los vuelvo a poner, pienso que es mejor que crea es por vergüenza, aunque la verdadera razón es que necesito más tela de frontera entre su cuerpo y el mío. Si no, esto puede llegar a convertirse en algo mucho más serio.

Me paro justo a su lado.

Recorro la piel de su brazo, acariciándolo desde la muñeca hasta el hombro, por encima de la camisa y comienzo a odiar de veras el tacto suave de la tela, pues lo que mi piel quiere con todas sus fuerzas, es sentir el tacto de la suya, así que inventando paciencia que no tengo, me separo de su brazo y llego hasta los malditos botones y gracias a un milagro, los abro uno a uno.

Saco la tela de sus pantalones y haciendo una bola, tiro la maldita camisa a un lado y... ahora sí... siento su piel caliente sobre mis dedos mientras una sonrisa se dibuja en su cara.

Como si estuviera orgulloso por no haberle roto otra sus prendas.

Comienzo a inclinarme y veo como esa sonrisita se borra y cierra los ojos, impaciente por lo que sabe que va a ocurrir.

Lamo las heridas y un jadeo se escapa de sus labios a la vez que una de sus manos me agarra como un cepo el cuello, apresurándome a que le muerda.

Pero ahora se va a joder, ¿No quería calma? pues chico, vas a tenerla.

Sigo lamiéndole con cuidado mientras su boca no cesa de gemir, con su pecho tocando el mío cada vez que inspira.

Como se da cuenta de lo que pasa, el muy cabrón con su otra mano, agarra por encima del cuero mi polla, masajeándola fuerte, invitándome a perder la cordura y al final, lo consigue.

Abro la boca y me clavo en esa piel sensible, todavía enrojecida y el mundo vuelve a ponerse del revés.

Su grito me hace daño en mi oído y el olor a vinculación flota por el ambiente, mareando, suplicando por marcar cada milímetro de su piel.

Pruebo de nuevo su sangre en mi boca, caliente y densa y mis papilas gustativas saltan de alegría al poder degustarlo de nuevo.

Su agarre se vuelve de hierro en mi polla y me desabrocha el pantalón con movimientos bruscos, como si no pudiera aguantar un segundo más y cuando cae en su mano, me abarca con ella, tocándola fuerte, como a mí me gusta y pienso que es un buen momento para hacer yo lo mismo.

Mi mano desnuda vuela hasta su bragueta y en un segundo estamos los dos gimiendo como locos.

Nuestras puntas se tocan, comienzan a conocerse mientras mi boca llena de su sangre, hace que mi ritmo cardiaco se suba por las nubes y entonces lo noto... en medio de esa locura, saboreo el sabor de su sangre y me doy cuenta... no es sangre de un humano. Recuerdo perfectamente el sabor insípido que deja y esta no es ni parecida. Es espesa, fuerte, llena de matices como un buen vino, que estalla en mi boca, que se muere por probar todavía más.

Butch no es un simple humano, no es como cualquiera que pasea por este maldito mundo... él es algo más.

La palabra me llega al cerebro como un ciclón... mestizo.

Me separo de un tirón de su cuello y le miro con los ojos abiertos como platos. El que tengo a mi lado, mi compañero, mi... vida, tiene algo de nuestra raza dentro de él.

Butch se da cuenta de cómo le miro y se queda quieto. En una milésima de segundo, mi cerebro actúa y me dice que es mejor que no sepa nada de esto, por ahora. Tengo que investigar algo sobre su familia hasta estar seguro. Si hay algo que decir, será mejor decirlo con pruebas.

-¿Qué sucede, V? - me dice con voz ronca y esos ojos avellana brillando como estrellas - ¿Estás bien?

Por toda respuesta le agarro nuevamente y cierro sus heridas para volver mirarlo a los ojos.

-Sólo es, que eres demasiado para mí. Sólo eso.

Le beso con fuerza con esa pequeña llama de ilusión dentro de mi alma. Ambos estamos empalmados como quinceañeros y un vampiro después de beber de su compañero, sólo quiere sexo, así que, o me voy de aquí, o lo follo como un demente.

Vuelvo a cerrar su pantalón, metiendo ese misil que tiene entre las piernas a punto de estallar y me aclaro la voz.

-Tenemos que parar, Butch. Créeme. En este momento estoy a punto de explotar y no es buena idea que sigamos.

Su cara es la misma que la de un niño al que le han dejado probar un poco de chocolate y se lo han quitado, pero no me importa.

Ahora es lo que tengo que hacer.

Llega un momento en que las pajas y las mamadas no cubren lo que te piden el cuerpo.

Y yo le deseo a él.

Con todas las fuerzas de mi corazón.

Tras unos segundos, su expresión me dice que ha entendido el alcance de mis palabras, y el sonrojo que comienza a lucir su cara, me lo confirma.

Pero no me dice nada.

No hace nada.

Sabe que es lo que quiero pero no está preparado.

Me pregunto si algún día lo estará.

Me doy la vuelta y me dirijo al baño.

-Tengo que darme una ducha. Sírvete un trago. Vuelvo en unos minutos.

Y ahí le dejo, con una empalmada tan grande como la mía mientras resopla como un caballo.

Y yo me siento como un puto calientapollas por eso.

BUTCH

Será hijoputa.

Me calienta como un pollo en el horno y ahora se larga a darse una ducha y me deja aquí con una empalmada del quince.

Me dirijo al mueble bar y miro las botellas que tiene.

Vodka y más vodka.

Vampiro de gustos fijos, no hay duda.

Relleno el vaso que hay encima de la barra y echo un trago.

Esto es una mierda, no sé cómo puede beber este brebaje. Alejo el vaso de mí mientras oigo el sonido de la ducha. En este momento puedo ver en mi cabeza a V entrando en ella, mojando su piel caliente... y decido que no puedo más.

Ya será por el calentón que tengo encima o tal vez por la urgencia que siento de estar a su lado.

Quiero estar ahí dentro con él y que pase lo que tenga que pasar.

Me levanto y termino de desnudarme con el corazón a todo trapo y la garganta seca.

Cuando estoy desnudo completamente me bebo lo que queda de esa mierda que bien pudiera ser cianuro y me encamino hasta el baño.

La mano me tiembla cuando cojo el picaporte y dando una inspiración fuerte, abro la puerta.

El baño está sumergido en tinieblas, sólo dan luz un par de velas negras, como no, al inmenso cuarto y me dirijo derechito a la ducha.

Vishous está de espaldas a mí, con el chorro del agua cayéndole en plena cara, por eso no me ha oído.

Abro con cuidado la ducha y la cierro tras de mí.

Se vuelve cuando una de mis manos toca su espalda, sorprendido, limpiándose los chorros de agua para poder enfocarme. Se queda quieto, inmovilizado, mientras sus manos van a su entrepierna, cubriéndose, guiado por la costumbre sin duda.

Le cojo de las muñecas para que deje de cubrirse, aunque sé que una persona no puede olvidar de un momento a otro, la vergüenza que puede llegar a sentir hacia una parte de su cuerpo.

Me pego a él mientras nuestras pollas se tocan, mojadas por el agua y él sisea ante el contacto.

-Dios, poli... esto no es buena idea...

Le cubro su boca con la mía.

Si sigue hablando va a conseguir que se me baje este momento de valentía y ahora mismo no quiero pensar... sólo quiero sentirle junto a mí... pegado a mí.

Nuestras bocas se devoran bajo el chorro del agua. Las manos se van al cuerpo del otro, sintiendo, tocando, dejando que en este momento sólo nosotros seamos los únicos en este mundo raro.

Su boca se separa de la mía y se dirige como una flecha hasta mi cuello. Me roza las heridas y tengo que echar la cabeza hacia atrás del gemido tan fuerte que sale de mi garganta.

Las chupa, las acaricia y eso va a parar directamente a mi polla que está a un suspiro de correrse y él lo nota, porque se aleja.

Me da la vuelta y me pone las manos en los azulejos mientras sus manos recorren mis brazos hasta los hombros, masajeándolos con cuidado mientras su boca no deja de ir a mi cuello una y otra vez.

Tentándome, haciéndome sufrir de deseo.

Me besa la nuca, entre los omoplatos, mientras noto su polla como un hierro al rojo entre mis nalgas.

La saliva hace ruido al bajar por mi garganta y siento la risa de V en mi columna. Sus manos bajan por mi pecho hasta llegar a mis costillas mientras su lengua se desliza a lo largo de mi columna mientras se va agachando poco a poco hasta llegar a mis nalgas y la hunde entre ellas.

Sin poder evitarlo me pongo rígido e intento apartarlo y volverme.

Ahora me envuelve un miedo masculino que no es capaz de razonar aunque me muero por algún tipo de desahogo.

Él lo nota y me pega la boca al oído.

Su voz es baja, grave, como un ronroneo.

-Puede que haya otra forma, poli. Podemos dejarlo e irnos a la cama. Si te duermes yo puedo entrar en tu mente y hacerlo de la forma en que tú deseas y nadie sufrirá las consecuencias.

La voz me sale en un susurro ronco.

-No quiero fantasías, V.

Sus manos me separan de nuevo las nalgas y vuelvo a ponerme tenso sin querer.

-Si lo hacemos así, te destrozaré. Con la mente puede ser tan placentero como quieras. Así no. No podré contenerme y lo sabes. Por mucho que lo intente, no seré capaz. Te dejo que elijas. Aquí y ahora.

Inspiro profundamente antes de contestar.

-Te quiero así. Sé que no me harás más daño que el inevitable. Sólo guíate por tu corazón, no por tu polla. Hazme saber qué sientes por mí sin hablarme, sólo con tu cuerpo. Hazlo.

VISHOUS

Oigo sus palabras y me estremezco.

Es increíble la confianza que tiene en mí.

Cosa que yo no tengo en estos casos.

Todo mi cuerpo grita que lo someta, que arrase cada fibra de su ser hasta reducirlo a cenizas pero no lo hago.

Busco dentro de mí y encuentro una voz que me susurra.

Siénteme. Sólo siénteme.

Cierro mis ojos y comienzo a acariciar su piel, con cuidado, suavemente. Siento su sangre correr por sus venas diciéndome que es él.

La única persona que significa algo para mí.

La única a la que... amo.

Estoy volviéndome loco, pero logro hundir en el fondo de mi alma cada pensamiento impuro hasta que sólo queda mi amor por este irlandés.

Hasta que todo a nuestro alrededor desaparece y lo único que queda es su cuerpo y el mío.

Bajo mis manos con mi boca pegada a su cuello y meto uno de mis dedos entre sus nalgas que arden.

Alterno las caricias en esa zona sensible en su cuerpo mientras la punta de mis dedos recorre toda la extensión de su culo hasta sus testículos.

Está perdiendo el norte, lo sé.

Apoya la frente en los azulejos mientras intenta agarrarse a ellos.

Mi mano enguantada va hasta su polla y con mi pulgar recorro su glande hinchado. La acaricio de arriba a abajo mientras con la otra sigo en el mismo punto, notando cómo se relaja, metiendo muy poco a poco el dedo dentro de su cuerpo, intentando llegar a ese punto de placer dentro de él. Lo curvo suavemente mientras mi cara se queda enterrada en su espalda, sintiendo su olor entrar en mis pulmones.

Fuerte.

Masculino.

El ritmo se acelera en las dos partes de su cuerpo y sus caderas comienzan a moverse, al principio lentamente, luego más rápido. Está a punto de correrse. Le falta un latido de corazón para hacerlo pero todavía no es el momento.

Me separo de él y agarro con más fuerza de la necesaria el bote de gel. Lo hecho en mi mano y comienzo a frotarle el cuerpo mientras se llena de espuma por todos lados. En su espalda, en su polla, en su entrada.

Agarro mi polla y la pongo en su entrada, sólo apoyándola allí y el escalofrío que me recorre hace que casi me corra.

Le cojo del pelo chorreando y le echo la cabeza hacia atrás para poder besarlo.

Su boca abierta queda cubierta por la mía mientras con movimientos lentos, voy empujando poco a poco, notando cómo se dilata.

Sé que soy grande y sé que le va a doler como el infierno pero también sé que pararé si él me lo pide.

Vuelvo a su polla que llora por mí y mis movimientos se acompasan. Su mano vuela hasta mi cuello y lo agarra con fuerza cuando logro pasar sólo con mi punta.

Está ardiendo por dentro. Lo noto pegado a mí. Tan estrecho, tan caliente.

Dejo de moverme y apoyo mi cara en su cuello.

-Si supieras cuánto me haces sentir... sí tan sólo pudieras llegar a imaginártelo... yo...

Me muerdo la lengua hasta hacerme sangrar y en ese momento él vuelve a besarme, inundando su boca con mi sangre.

Le oigo tragar y noto como se estremece contra mí. Ahora, en este preciso instante, estamos unidos por completo. Con mi lengua dentro de su boca, mi polla dentro de su cuerpo y mi sangre dentro de su garganta.

Se convulsiona con fuerza cuando el orgasmo nos pilla a ambos de improviso y éste es el momento.

Me hundo en él hasta el fondo mientras grita, a la vez de dolor, a la vez de placer.

Me quedo quieto mientras el orgasmo pasa, tan fuerte como un huracán por su cuerpo y sólo entonces comienzo a moverme.

-Relájate... ahora sólo relájate... lo peor ha pasado. Déjame sentirte...

Aprieta los puños fuertemente contra la pared y un grito de agonía se escapa sin querer.

-Sé que te duele... pero dame sólo una oportunidad.

Giro mi cuerpo, frotando con cuidado su interior y el grito se convierte en gemido.

Un gemido de placer.

Sigo tocando ese punto interno, con una paciencia infinita y aunque sé que es imposible, otro orgasmo sacude su cuerpo. Noto cómo se tambalea y le agarro de un brazo, intentando que tenga un punto de apoyo. Mi sudor se mezcla con el agua que corre por mi cuerpo del autocontrol que estoy teniendo.

Lo que nunca creí posible, este hombre lo consigue.

Estoy dando placer sólo porque quiero. Sin tener en cuenta lo que mi cuerpo quiere.

Todo para él.

Sólo para él.

Comienzo a moverme un poco más rápido cada vez y siento cómo mi cuerpo se tensa a la vez que una corriente pasa por cada terminación nerviosa de mi cuerpo y cada vena hasta que echo la cabeza hacia atrás y con un rugido de puro animal, me corro en su interior.

Los espasmos se suceden uno tras otro y por más que lo intento no logro pararlos. Las lágrimas acuden a mis ojos y noto cómo se inundan, dificultando mi visión.

Butch me agarra de mi brazo y me lo aprieta con fuerza.

Le estoy haciendo daño sin querer y en ese momento salgo de él lo más suave que puedo.

Al hacerlo se le corta la respiración pero calla como un valiente.

Yo le abrazo desde atrás mientras sigo llorando en silencio, pegado a él.

Le aprieto lo más que puedo intentando decirle sin palabras lo que tal vez nunca me atreva a decir en voz alta.

Él cubre mis brazos con los suyos y susurra.

-Y yo a ti, V... siempre.

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