19.
TE CURO
BUTCH
La
temperatura de la habitación ha bajado varios grados de golpe.
Vishous
sigue en la misma postura, sin moverse, como parece ser que actúa cuando algo
le supera.
Al menos
conmigo.
El cuello me
arde cosa fina y mi polla, la muy perra, todavía está palpitando de deseo.
Este
hijoputa se ha pasado mis negativas a que me muerda por el forro de los cojones
pero también tengo que entender que dado el caso, yo también habría actuado de
la misma manera.
Si cierro
los ojos todavía puedo sentirlo clavado en mí. Bebiendo a grandes tragos el
líquido que me da la vida y rasgando mi piel como un animal.
Sabía que
esto iba a ser todavía algo más íntimo que el sexo, o por lo menos, para mí lo
ha sido sin ninguna duda.
Ahora estoy
dentro de él. Formo parte de él de una forma que no se puede ni dividir, ni
separar.
Juntos y
bien revueltos dentro de su cuerpo.
Los minutos
pasan y ni él ni yo decimos nada o nos movemos siquiera.
Permanecemos,
él mirando a través del cristal las luces de la noche y yo a su espalda,
intentando hacerme a mí mismo un examen cerebral para poder entender qué es lo
que me pasa con este vampiro, aunque por otro lado eso no es nada nuevo, pues
lo descubrí después de la mamada que me hizo frente a sus juguetes.
Creo que le
quiero.
Al menos de
una forma sencilla con la que puedo lidiar de momento, pero sin duda es amor.
Un amor raro
y nuevo para mí que no tiene la silueta que yo creía, pero que me hace sentir
algo mucho más fuerte aún que el sexo que compartimos.
Algo que me
obliga a cuidarlo, a sentirlo cerca mío para estar tranquilo y que me conmueve
cada vez que desnuda su corazón.
Le creí
cuando gruñó ese “mío”.
En un primer
momento el miedo se impuso pero al segundo lo vi tan claro... sí, soy suyo.
Desde el
primer momento, creo. Mucho antes de que cualquiera de los dos se diera cuenta
de eso, creo que yo ya era suyo.
Sin reservas
ni dudas en el fondo de mi corazón, aunque por fuera todo hayan sido trabas por
ambas partes.
Estoy de
pie, justo detrás de él.
Con la
lengua ardiéndome por la urgencia que siento para que me desvele algo de todo
este circo. Antes de darme cuenta, mis labios se mueven, haciendo la pregunta
que más ansío escuchar.
-¿Por qué
así, V? dime algo que me haga entender todo esto.
Se mueve lo
justo para sacar otro cigarro del bolsillo de su pantalón y encenderlo. La luz
del cigarro al inhalar hace que pueda ver su rostro reflejado en el cristal.
Un rostro de
mirada perdida en las luces y sombras de la ciudad.
-Sólo soy
uno de tantos sádicos que pueblan este miserable mundo. No me gusta que me
toquen, ni que me besen. No necesito caricias, ni el calor de otro cuerpo
pegado al mío ni mucho menos palabras dulces en mi oído. Aquí yo tengo el
control absoluto. Yo digo cómo, cuándo y dónde y nadie se atreve a discutirlo.
Si lo hacen, tienen su castigo. Así soy y así seguiré. No conozco otra forma de
sentir.
Mis ojos
siguen pegados al cristal fijos en dónde sus ojos aparecen durante breves
segundos cada vez que echa una calada a su cigarro.
-Bonito
discurso, pero esas palabras no valen una mierda. Al menos conmigo. Admito que
te gusta tener el control, pero todo lo demás no es sino palabrería barata que
se derrumba cada vez que nos tocamos. Serás así con el resto del mundo... pero
no conmigo.
-Si eso te
ayuda a sobrellevar todo esto, no seré yo quién te lleve la contraria.
-Lo único
que quiero es que me digas que no deseas todo esto conmigo. Dime que no me
consideras igual a todas las personas que traes aquí. Por favor, convénceme de
que hay algo más que cadenas y dolor reservados para mí. Dímelo. Dime que soy
el único al que no tendrías valor de atar y follar como si sólo fuera un trozo
de carne.
V me mira a
través del cristal, con amargura en sus ojos.
-Me gustaría
decírtelo, pero ¿Qué pasaría si llegásemos a ello y no pudiera hacértelo de
otra manera? ¿Y si mi cuerpo se relevara y al final te obligara a ello?
-Prefiero
pensar que no serías capaz. Porque sé que me amas, aunque nunca me lo dirás. Sé
que no me obligarías a hacerlo de ese modo. Nada de esto tiene que ver conmigo,
y lo sabes. Esto sólo es una fachada macabra que te ayuda a que nadie se te
acerque. Sólo eso.
Echa el humo
con fuerza sobre el cristal haciendo ondas sobre él.
-Para ser un
bendito católico irlandés, temeroso de Dios, permaneces en el lugar del pecado
demasiado tiempo. ¿Ya no tienes miedo de que tu alma se pudra en el infierno?
Vas a tener que dar demasiadas explicaciones sobre todo esto cuando te toque
enfrentarte a tu Dios. ¿Aún piensas en ello, o se te olvido de repente?
Deberías haberte marchado hace mucho rato de aquí pues no puedes negar que te
asusta como el demonio este sitio.
Respiro
fuerte e intento que mi voz suene calmada antes de contestarle.
-Sigue así.
Sigue echando mierda por esa boca. ¿Quieres que te diga que todo esto me da
miedo? Sí. Lo hace. Sólo una cosa hace que aún no me haya largado. Y esa cosa
es lo que late dentro de tu cuerpo. Muy en el fondo de tu corazón sabes que no
podrías hacerlo. - Apoyo mi mano en su espalda y el escalofrío que le recorre
me da la respuesta - dices que no
quieres que te toquen, que te besen, que no deseas otro cuerpo al lado tuyo
dándote calor, pero cada vez que ha pasado algo así conmigo, tu corazón me dice
que lo anhela. Tu cuerpo y tu alma lloran por el mí. Lo sé. Como también sé que
sólo yo podré curarte. Lo único que tienes que hacer, es admitirlo. No voy a
negarte que me preocupa mi alma y sí, sé que tendré que responder ante Dios por
muchas faltas que he cometido a lo largo de mi vida y sé que Él me preguntará
sobre ellas, pero también sé, que entre ellas no está a quién quise mientas
estaba vivo. Eso a mi Dios no le importa, pues Él es amor y el amor no conoce
de razas, religiones... o sexos.
Su mano
queda a medio camino de su boca, con el cigarro entre sus dedos temblando
ligeramente.
-¿Por qué
sigues aquí, poli?
-Porqué tú
también lo haces.
Y en este
segundo, aquí parado junto a él, me asombro a mí mismo queriendo contarle toda
mi perra vida y aquello que aún todavía me corroe.
Voy a
hacerlo.
Necesito
desnudar mi alma ante él de una manera que jamás creí que fuera posible.
Y así lo
hago.
Me aclaro la
garganta y dejo que mi lengua hable sin tapujos.
- Mi vida ha
sido una mierda - le digo con la voz un tanto insegura - siempre me sentí
apartado de los míos. Mi padre me molió a golpes desde que tengo uso de razón y
en cuanto pude, me largué de su casa. Lo único que me retenía en ese lugar era
mi hermana. Jamie. La recuerdo siempre tan cariñosa hacia a mí... pero a ella
también me la quitaron. Una tarde se fue con unos compañeros de su clase y ya
nunca volvió. Yo era aún un crío y la vi meterse en ese coche. No sabes la de
veces que he querido echar el tiempo atrás y volver a aquella noche e impedir
que se metiera en ese puto coche.
Mi voz se
rompe en mi garganta y tengo que guardar silencio durante unos segundos.
-La... la
violaron V, la violaron hasta hartarse de su frágil cuerpo y luego la
asesinaron... dejándola tirada en el suelo como un trapo.
Justo cuando
digo estas palabras que me pesan en el corazón desde hace demasiado tiempo, V
intenta volverse hacia mí, pero yo se lo impido.
-No te
muevas, por favor, quédate dónde estás y déjame acabar. Esto me pesa demasiado
y es la primera vez que se lo cuento a alguien y no podré hacerlo si me miras.
V asiente
despacio y retoma su postura, ahora algo más rígida.
Me aclaro de
nuevo la garganta y continúo mientras las imágenes se suceden una tras otra,
como en una maldita película que no logro borrar de mi mente.
- Ni
siquiera me dejaron verla cuando la encontraron, ni pude darle un último beso.
Ese fue el momento en que mi padre dejó de golpearme y hasta años después no
supe la razón. Cuando mi hermano mayor estaba festejando su despedida de
soltero intenté hablar con mi padre, gracias a que iba de coca y whisky hasta
arriba y el muy cabrón me gritó delante de todos, que lo había hecho para
asegurarse de que no le hacía daño a ninguno de sus otros hijos. Me dijo que yo
se la había entregado a esos malnacidos en venganza por las palizas, para
vengarme de él... mi propio padre creyó que yo fui capaz de matar a mi propia
hermana sólo para hacerle daño. Desde ese momento desaparecí de la vida de
todos ellos y estuve solo en el mundo... hasta que tú me encontraste.
Me quedo en
silencio y el peso que caía sobre mi alma se nota un poco más liviano.
V tarda en
volverse y cuando lo hace sólo le sale una pregunta.
-¿Cuántos
años tenías?
-Yo... sólo
tenía diez.
Repasa cada
rasgo de mi cara con los ojos comenzando a iluminarse como estrellas.
-¿Por qué me
has contado todo esto?
Me encojo de
hombros y al no encontrar ninguna excusa que merezca la pena, decido contarle
la verdad.
-Yo sólo
quise desnudar mi alma ante ti. Sólo eso.
V pasa unos
de sus dedos por mi cara, con suavidad y se aleja del cristal y de mí, quedando
a unos dos metros entre yo y el potro de castigo.
Me mira
fijamente y al momento se quita la camiseta de combate, dejándola caer a su
lado. Inspira profundo y se quita las botas, primero una y luego la otra y
antes de perder el valor se agacha y los calcetines también vuelan.
Ahora sí que
noto su respiración agitada y su cuerpo comienza a temblar mientras sus manos
se dirigen al cierre de su cinturón.
Alzo una
mano y niego con la cabeza.
-¿Qué haces
V?
Abre con
manos temblorosas el primer botón mientras me habla.
-Tú has
desnudado tu alma ante mí. Ahora quiero ser yo el que desnude mi cuerpo.
No sé qué
decirle, así que fijo mi mirada en sus ojos brillantes mientras el sonido de
los demás botones, estallan en el silencio de la habitación.
Cuando
termina, se agacha como si tuviera el cuerpo atrofiado y se saca los
pantalones, quedándose desnudo ante mí, como dijo.
Mi mirada
sigue fija en la suya. Ni muerto voy a desviar mis ojos de los suyos, pues son
ellos los que quiero mirar en este momento.
Me acerco
con cuidado hasta él hasta quedar frente a frente y poso mis manos en sus
hombros.
Acaricio esa
piel suave y dorada con cuidado, como si fuera a quebrarse de un momento a otro
mientras voy bajando por su torso y sus músculos ondulan bajo mis palmas.
Cuando mis
manos llegan a sus caderas, su respiración se corta y por una décima de segundo
creo ver en su cara algo salvaje que lucha por salir pero desaparece al
segundo, como si me lo hubiera imaginado.
Ahora no
respira.
Su mirada
quema mis retinas y con la punta de un dedo llego hasta la piel rugosa de su
entrepierna y en ese momento su manaza está a punto de agarrarme. Lo sé porque
ha rozado mi piel con sus dedos pero cierra los ojos con fuerza mientras
intenta no moverse.
Paso por
toda la longitud de su cicatriz hasta llegar a su testículo y lo rozo
suavemente.
En ese
momento poso mi boca en su hombro y le beso.
Un suave y
casto beso que me sale de las entrañas de mi pobre alma.
V mantiene
su lucha por no moverse, por ofrecerse a mí como nunca lo ha hecho con nadie
más.
Subo con mis
labios por la piel de su cuello hasta llegar a su oreja.
-Todavía te
duelen ¿Verdad?
Sus manos se
posan en mi cintura, acercándome a él y su voz ronca y grave se cuela en mi mente.
-Cada día de
mi vida. Es un dolor que no cesa.
-¿Me dejarás
curarte, V?
Hunde su
cara en mi cuello y asiente.
-Sólo tú
puedes hacerlo, Butch.
-Te curaré.
Haré que esas cicatrices dejen de dolerte y ya no te acordarás de ellas...
porque sólo podrás sentirme a mí allí. Sólo a mí, Vishous.
Me aprieta
contra su cuerpo y tardo unos segundos en darme cuenta de que, a su modo rudo,
me está abrazando.
Alzo al
segundo mis brazos y le atraigo a mí todo lo que puedo, quedándonos pegados el
uno contra el otro.
Subo uno de
mis brazos hasta su pelo y se lo acaricio, enredando mis dedos en esos mechones
gruesos y me separo de él para poder besarle.
Intento que
sea algo suave, pero con V dentro de la ecuación, estoy comenzando a creer que
eso es imposible.
Me come la
boca con un ansia desmedida, metiendo su lengua en mi boca, enredándose con la
mía con el mismo hambre se siempre.
Y cómo me
gusta eso.
Le separo y
tengo que utilizar toda la fuerza de mi cuerpo para conseguirlo.
Planto mis
manos en su pecho y le obligo a caminar hacia atrás hasta que su culo queda
apoyado en el potro.
Al notar el
frío metal se estremece, mientras con mis manos, guío las suyas para que se
queden apoyadas en él.
Mis palmas
se mojan por su piel húmeda de sudor y poco a poco voy bajando hasta quedarme
de rodillas ante él con mis ojos fijos en los suyos.
Cuando se da
cuenta de lo que voy a hacer, me coge por las axilas, levantándome a pulso.
- Aquí, no.
Me deshago
de su agarre y le hablo con voz dura.
-Sí. Aquí.
Vas a dejar ir a tus demonios esta noche, o al menos a unos pocos y este es el
sitio adecuado.
Me vuelvo a
arrodillar mientras el corazón quiere salirse de algún modo de mi cuerpo, por
la fuerza con la que late.
Mis ojos se
cierran y comienzo a besarlas despacio.
Sólo es el
roce de mi boca pasando suavemente por encima de ellas y las puntas de mis
dedos acariciando las partes a las que no consigo llegar.
Las cubro de
besos y con la punta de mi lengua las bordeo despacio, dejándolas húmedas.
Esto no es
sexual.
Esto sólo
son dos cuerpos maltratados buscando consuelo el uno en el otro.
Nada más que
eso.
Sólo quiero
recorrer con mis labios toda la extensión de piel dañada que le surca la
entrepierna.
Intentar
dejar como recordatorio un recuerdo un poco más dulce.
Tuvo que
sufrir como un perro cuando se lo hicieron.
Creo que si
me concentro lo suficiente puedo verlo tirado en el suelo de arena, con hombres
intentando inmovilizarlo poniéndose sobre él mientras otro cabrón avanza hacia
él con unas tenazas en la mano.
Aprieto
fuerte los ojos y efectivamente todo eso está pasando por mi mente y veo a V
retorciéndose de dolor, intentando no gritar mientras se corta los labios con
los dientes, luchando por no hacerlo, por no darles la satisfacción de verlo
desmoronándose y en el momento en que esas tenazas al rojo se posan en esa
delicada piel, los gritos que da casi me rompen los tímpanos.
Abro los
ojos para poder mirarlo a la cara y veo como las gotas de sudor bañan su
cuerpo. Sus labios gruesos no son más que finas líneas de lo apretados que los
tiene. Aprieta los puños con tanta fuerza que veo como una pequeña lágrima de
sangre se escurre entre sus dedos desnudos.
Mi mano se
posa en su cadera.
- Abre los
ojos y mírame, V.
Respira con
fuerza un par de veces y al final su mirada diamantina se posa en la mía.
-Estoy
contigo. Siempre contigo.
Se aclara
garganta antes de hablar.
-No puedo
aguantar más. No quiero que me mires, yo... yo no soy un macho completo. Estoy
destrozado. ¿Es que no lo ves?
Y entonces
separo mis ojos de los suyos y los centro en el foco de su dolor. Las
cicatrices rugosas aparecen frente a mí, con la zona de los testículos
totalmente destrozadas y en medio de todo, su polla completamente erguida, con
una pequeña lágrima bajando por ella, como si ella también llorara.
Me incorporo
y niego con la cabeza.
-No me
importa nada de esto. Tú has pasado por mucho y todavía sigues en pie. Mucha
gente no habría podido con todo por lo que tú has pasado y eso te convierte en
alguien mucho más macho que cualquiera que conozco. Hombre o vampiro.
Mi mano se
cierra en la suya. La que está sangrando por la fuerza que está ejerciendo para
no moverse.
La subo
hasta mi boca y la beso.
VISHOUS
En estos
momentos me siento perdido si no fuera por esa mano que aprieta mi puño con
fuerza.
Me dice que
está conmigo. Siempre conmigo y yo que no puedo olvidar lo que me dijo hace un
rato, no puedo contenerme por más tiempo.
No quiere
follar conmigo.
Es lo único
que tiene claro...entonces ¿Qué mierda se supone que significa todo lo que ha
pasado después? joder que me va a estallar la cabeza de un momento a otro.
Me mira
confuso y yo tengo que preguntarle algo.
-Dices que
no vamos a follar y lo acepto. No pienso preguntar la razón porque me resulta
obvio pero lo sucedido hace un momento me deja un tanto complejo. ¿Qué se
supone que somos? ¿Algún tipo de vibrador humano y nos usamos mutuamente para
aliviarnos o qué?
El poli se
sacude el pelo dejándolo de punta y me mira de reojo.
-Tú y yo no
follaremos, V. Cuando llegue el momento... haremos el amor.
Le miro
sorprendido y arqueo una ceja. Pero... ¿Qué mierda está diciendo?
Se pega de
nuevo a mí para hablarme en tono bajo.
-No me mires
así. Según tengo entendido, la técnica es la misma, lo único que, además de
utilizar la polla... -pone su mano encima de mi pecho, justo encima de mi
pectoral - también se usa el corazón.
Y el muy
mamón, al oír sus palabras, decide pararse en mi pecho.
Butch me
acaricia con su mano hasta llegar a mi nuca y me aprieta para que baje unos
centímetros mi cabeza hasta él y me besa.
Un beso
largo, cargado de emociones y suave, muy suave. Mete su lengua en mi boca y se
abraza a la mía, cambiando la cabeza de postura, intentando llegar tan profundo
como pueda y yo por ésta única vez, me ato en corto y dejo que él me guie.
Al fin y al
cabo, él sabe más que yo de todo esto.
Cuando por
fin se separa de mí, recuerdo que llevo sin respirar durante lo que me parece
un puto siglo y al fin entiendo algo.
-No te irás
de mi lado nunca ¿verdad? por más mierda que te muestre de mí, tú seguirás
conmigo.
El poli me mira
serio.
-Jamás me
alejaré de ti. Tú y yo siempre juntos. Ahora, si no te importa, quiero que
hagas algo por mí.
Le miro y no
logro adivinar qué es lo que quiere pedirme.
Butch ladea
el cuello y noto cómo se le nubla la mirada.
-Quiero que
me muerdas. Necesito que lo hagas. Ahora.
Le oigo y
antes de que pueda darme cuenta, el aroma a vinculación estalla fuera de mi
cuerpo, envolviendo a Butch como una suave manta.
Veo en su
cuello las marcas que le he dejado y mi polla comienza de nuevo a supurar.
Entonces me doy cuenta de que todavía estoy desnudo y separándome de él voy
hasta donde dejé mi ropa tirada.
Me agacho y
recojo los pantalones.
Le miro un
instante antes de ponérmelos.
-Lo siento.
Prefiero estar vestido, si no te importa.
-Como
quieras. Creo que por hoy ya ha sido suficiente. No voy a obligarte si no estás
preparado.
Mientras me
los vuelvo a poner, pienso que es mejor que crea es por vergüenza, aunque la
verdadera razón es que necesito más tela de frontera entre su cuerpo y el mío.
Si no, esto puede llegar a convertirse en algo mucho más serio.
Me paro
justo a su lado.
Recorro la
piel de su brazo, acariciándolo desde la muñeca hasta el hombro, por encima de
la camisa y comienzo a odiar de veras el tacto suave de la tela, pues lo que mi
piel quiere con todas sus fuerzas, es sentir el tacto de la suya, así que
inventando paciencia que no tengo, me separo de su brazo y llego hasta los
malditos botones y gracias a un milagro, los abro uno a uno.
Saco la tela
de sus pantalones y haciendo una bola, tiro la maldita camisa a un lado y...
ahora sí... siento su piel caliente sobre mis dedos mientras una sonrisa se
dibuja en su cara.
Como si
estuviera orgulloso por no haberle roto otra sus prendas.
Comienzo a
inclinarme y veo como esa sonrisita se borra y cierra los ojos, impaciente por
lo que sabe que va a ocurrir.
Lamo las
heridas y un jadeo se escapa de sus labios a la vez que una de sus manos me
agarra como un cepo el cuello, apresurándome a que le muerda.
Pero ahora
se va a joder, ¿No quería calma? pues chico, vas a tenerla.
Sigo
lamiéndole con cuidado mientras su boca no cesa de gemir, con su pecho tocando
el mío cada vez que inspira.
Como se da
cuenta de lo que pasa, el muy cabrón con su otra mano, agarra por encima del
cuero mi polla, masajeándola fuerte, invitándome a perder la cordura y al
final, lo consigue.
Abro la boca
y me clavo en esa piel sensible, todavía enrojecida y el mundo vuelve a ponerse
del revés.
Su grito me
hace daño en mi oído y el olor a vinculación flota por el ambiente, mareando,
suplicando por marcar cada milímetro de su piel.
Pruebo de
nuevo su sangre en mi boca, caliente y densa y mis papilas gustativas saltan de
alegría al poder degustarlo de nuevo.
Su agarre se
vuelve de hierro en mi polla y me desabrocha el pantalón con movimientos
bruscos, como si no pudiera aguantar un segundo más y cuando cae en su mano, me
abarca con ella, tocándola fuerte, como a mí me gusta y pienso que es un buen
momento para hacer yo lo mismo.
Mi mano
desnuda vuela hasta su bragueta y en un segundo estamos los dos gimiendo como
locos.
Nuestras
puntas se tocan, comienzan a conocerse mientras mi boca llena de su sangre,
hace que mi ritmo cardiaco se suba por las nubes y entonces lo noto... en medio
de esa locura, saboreo el sabor de su sangre y me doy cuenta... no es sangre de
un humano. Recuerdo perfectamente el sabor insípido que deja y esta no es ni
parecida. Es espesa, fuerte, llena de matices como un buen vino, que estalla en
mi boca, que se muere por probar todavía más.
Butch no es
un simple humano, no es como cualquiera que pasea por este maldito mundo... él
es algo más.
La palabra
me llega al cerebro como un ciclón... mestizo.
Me separo de
un tirón de su cuello y le miro con los ojos abiertos como platos. El que tengo
a mi lado, mi compañero, mi... vida, tiene algo de nuestra raza dentro de él.
Butch se da
cuenta de cómo le miro y se queda quieto. En una milésima de segundo, mi
cerebro actúa y me dice que es mejor que no sepa nada de esto, por ahora. Tengo
que investigar algo sobre su familia hasta estar seguro. Si hay algo que decir,
será mejor decirlo con pruebas.
-¿Qué
sucede, V? - me dice con voz ronca y esos ojos avellana brillando como
estrellas - ¿Estás bien?
Por toda
respuesta le agarro nuevamente y cierro sus heridas para volver mirarlo a los
ojos.
-Sólo es,
que eres demasiado para mí. Sólo eso.
Le beso con
fuerza con esa pequeña llama de ilusión dentro de mi alma. Ambos estamos
empalmados como quinceañeros y un vampiro después de beber de su compañero,
sólo quiere sexo, así que, o me voy de aquí, o lo follo como un demente.
Vuelvo a
cerrar su pantalón, metiendo ese misil que tiene entre las piernas a punto de
estallar y me aclaro la voz.
-Tenemos que
parar, Butch. Créeme. En este momento estoy a punto de explotar y no es buena
idea que sigamos.
Su cara es la
misma que la de un niño al que le han dejado probar un poco de chocolate y se
lo han quitado, pero no me importa.
Ahora es lo
que tengo que hacer.
Llega un
momento en que las pajas y las mamadas no cubren lo que te piden el cuerpo.
Y yo le
deseo a él.
Con todas
las fuerzas de mi corazón.
Tras unos
segundos, su expresión me dice que ha entendido el alcance de mis palabras, y
el sonrojo que comienza a lucir su cara, me lo confirma.
Pero no me
dice nada.
No hace
nada.
Sabe que es
lo que quiero pero no está preparado.
Me pregunto
si algún día lo estará.
Me doy la
vuelta y me dirijo al baño.
-Tengo que
darme una ducha. Sírvete un trago. Vuelvo en unos minutos.
Y ahí le
dejo, con una empalmada tan grande como la mía mientras resopla como un
caballo.
Y yo me
siento como un puto calientapollas por eso.
BUTCH
Será
hijoputa.
Me calienta
como un pollo en el horno y ahora se larga a darse una ducha y me deja aquí con
una empalmada del quince.
Me dirijo al
mueble bar y miro las botellas que tiene.
Vodka y más
vodka.
Vampiro de
gustos fijos, no hay duda.
Relleno el
vaso que hay encima de la barra y echo un trago.
Esto es una
mierda, no sé cómo puede beber este brebaje. Alejo el vaso de mí mientras oigo
el sonido de la ducha. En este momento puedo ver en mi cabeza a V entrando en
ella, mojando su piel caliente... y decido que no puedo más.
Ya será por
el calentón que tengo encima o tal vez por la urgencia que siento de estar a su
lado.
Quiero estar
ahí dentro con él y que pase lo que tenga que pasar.
Me levanto y
termino de desnudarme con el corazón a todo trapo y la garganta seca.
Cuando estoy
desnudo completamente me bebo lo que queda de esa mierda que bien pudiera ser
cianuro y me encamino hasta el baño.
La mano me
tiembla cuando cojo el picaporte y dando una inspiración fuerte, abro la
puerta.
El baño está
sumergido en tinieblas, sólo dan luz un par de velas negras, como no, al
inmenso cuarto y me dirijo derechito a la ducha.
Vishous está
de espaldas a mí, con el chorro del agua cayéndole en plena cara, por eso no me
ha oído.
Abro con
cuidado la ducha y la cierro tras de mí.
Se vuelve
cuando una de mis manos toca su espalda, sorprendido, limpiándose los chorros
de agua para poder enfocarme. Se queda quieto, inmovilizado, mientras sus manos
van a su entrepierna, cubriéndose, guiado por la costumbre sin duda.
Le cojo de
las muñecas para que deje de cubrirse, aunque sé que una persona no puede
olvidar de un momento a otro, la vergüenza que puede llegar a sentir hacia una
parte de su cuerpo.
Me pego a él
mientras nuestras pollas se tocan, mojadas por el agua y él sisea ante el
contacto.
-Dios,
poli... esto no es buena idea...
Le cubro su
boca con la mía.
Si sigue
hablando va a conseguir que se me baje este momento de valentía y ahora mismo
no quiero pensar... sólo quiero sentirle junto a mí... pegado a mí.
Nuestras
bocas se devoran bajo el chorro del agua. Las manos se van al cuerpo del otro,
sintiendo, tocando, dejando que en este momento sólo nosotros seamos los únicos
en este mundo raro.
Su boca se
separa de la mía y se dirige como una flecha hasta mi cuello. Me roza las
heridas y tengo que echar la cabeza hacia atrás del gemido tan fuerte que sale
de mi garganta.
Las chupa,
las acaricia y eso va a parar directamente a mi polla que está a un suspiro de
correrse y él lo nota, porque se aleja.
Me da la
vuelta y me pone las manos en los azulejos mientras sus manos recorren mis
brazos hasta los hombros, masajeándolos con cuidado mientras su boca no deja de
ir a mi cuello una y otra vez.
Tentándome,
haciéndome sufrir de deseo.
Me besa la
nuca, entre los omoplatos, mientras noto su polla como un hierro al rojo entre
mis nalgas.
La saliva
hace ruido al bajar por mi garganta y siento la risa de V en mi columna. Sus
manos bajan por mi pecho hasta llegar a mis costillas mientras su lengua se
desliza a lo largo de mi columna mientras se va agachando poco a poco hasta
llegar a mis nalgas y la hunde entre ellas.
Sin poder
evitarlo me pongo rígido e intento apartarlo y volverme.
Ahora me
envuelve un miedo masculino que no es capaz de razonar aunque me muero por
algún tipo de desahogo.
Él lo nota y
me pega la boca al oído.
Su voz es
baja, grave, como un ronroneo.
-Puede que
haya otra forma, poli. Podemos dejarlo e irnos a la cama. Si te duermes yo
puedo entrar en tu mente y hacerlo de la forma en que tú deseas y nadie sufrirá
las consecuencias.
La voz me
sale en un susurro ronco.
-No quiero
fantasías, V.
Sus manos me
separan de nuevo las nalgas y vuelvo a ponerme tenso sin querer.
-Si lo
hacemos así, te destrozaré. Con la mente puede ser tan placentero como quieras.
Así no. No podré contenerme y lo sabes. Por mucho que lo intente, no seré
capaz. Te dejo que elijas. Aquí y ahora.
Inspiro
profundamente antes de contestar.
-Te quiero
así. Sé que no me harás más daño que el inevitable. Sólo guíate por tu corazón,
no por tu polla. Hazme saber qué sientes por mí sin hablarme, sólo con tu
cuerpo. Hazlo.
VISHOUS
Oigo sus
palabras y me estremezco.
Es increíble
la confianza que tiene en mí.
Cosa que yo
no tengo en estos casos.
Todo mi cuerpo
grita que lo someta, que arrase cada fibra de su ser hasta reducirlo a cenizas
pero no lo hago.
Busco dentro
de mí y encuentro una voz que me susurra.
Siénteme. Sólo siénteme.
Cierro mis
ojos y comienzo a acariciar su piel, con cuidado, suavemente. Siento su sangre
correr por sus venas diciéndome que es él.
La única
persona que significa algo para mí.
La única a
la que... amo.
Estoy
volviéndome loco, pero logro hundir en el fondo de mi alma cada pensamiento
impuro hasta que sólo queda mi amor por este irlandés.
Hasta que
todo a nuestro alrededor desaparece y lo único que queda es su cuerpo y el mío.
Bajo mis
manos con mi boca pegada a su cuello y meto uno de mis dedos entre sus nalgas
que arden.
Alterno las
caricias en esa zona sensible en su cuerpo mientras la punta de mis dedos
recorre toda la extensión de su culo hasta sus testículos.
Está
perdiendo el norte, lo sé.
Apoya la
frente en los azulejos mientras intenta agarrarse a ellos.
Mi mano
enguantada va hasta su polla y con mi pulgar recorro su glande hinchado. La
acaricio de arriba a abajo mientras con la otra sigo en el mismo punto, notando
cómo se relaja, metiendo muy poco a poco el dedo dentro de su cuerpo,
intentando llegar a ese punto de placer dentro de él. Lo curvo suavemente
mientras mi cara se queda enterrada en su espalda, sintiendo su olor entrar en
mis pulmones.
Fuerte.
Masculino.
El ritmo se
acelera en las dos partes de su cuerpo y sus caderas comienzan a moverse, al
principio lentamente, luego más rápido. Está a punto de correrse. Le falta un
latido de corazón para hacerlo pero todavía no es el momento.
Me separo de
él y agarro con más fuerza de la necesaria el bote de gel. Lo hecho en mi mano
y comienzo a frotarle el cuerpo mientras se llena de espuma por todos lados. En
su espalda, en su polla, en su entrada.
Agarro mi
polla y la pongo en su entrada, sólo apoyándola allí y el escalofrío que me
recorre hace que casi me corra.
Le cojo del
pelo chorreando y le echo la cabeza hacia atrás para poder besarlo.
Su boca
abierta queda cubierta por la mía mientras con movimientos lentos, voy
empujando poco a poco, notando cómo se dilata.
Sé que soy
grande y sé que le va a doler como el infierno pero también sé que pararé si él
me lo pide.
Vuelvo a su
polla que llora por mí y mis movimientos se acompasan. Su mano vuela hasta mi
cuello y lo agarra con fuerza cuando logro pasar sólo con mi punta.
Está
ardiendo por dentro. Lo noto pegado a mí. Tan estrecho, tan caliente.
Dejo de
moverme y apoyo mi cara en su cuello.
-Si supieras
cuánto me haces sentir... sí tan sólo pudieras llegar a imaginártelo... yo...
Me muerdo la
lengua hasta hacerme sangrar y en ese momento él vuelve a besarme, inundando su
boca con mi sangre.
Le oigo
tragar y noto como se estremece contra mí. Ahora, en este preciso instante,
estamos unidos por completo. Con mi lengua dentro de su boca, mi polla dentro
de su cuerpo y mi sangre dentro de su garganta.
Se
convulsiona con fuerza cuando el orgasmo nos pilla a ambos de improviso y éste
es el momento.
Me hundo en
él hasta el fondo mientras grita, a la vez de dolor, a la vez de placer.
Me quedo
quieto mientras el orgasmo pasa, tan fuerte como un huracán por su cuerpo y
sólo entonces comienzo a moverme.
-Relájate...
ahora sólo relájate... lo peor ha pasado. Déjame sentirte...
Aprieta los
puños fuertemente contra la pared y un grito de agonía se escapa sin querer.
-Sé que te
duele... pero dame sólo una oportunidad.
Giro mi
cuerpo, frotando con cuidado su interior y el grito se convierte en gemido.
Un gemido de
placer.
Sigo tocando
ese punto interno, con una paciencia infinita y aunque sé que es imposible,
otro orgasmo sacude su cuerpo. Noto cómo se tambalea y le agarro de un brazo,
intentando que tenga un punto de apoyo. Mi sudor se mezcla con el agua que
corre por mi cuerpo del autocontrol que estoy teniendo.
Lo que nunca
creí posible, este hombre lo consigue.
Estoy dando
placer sólo porque quiero. Sin tener en cuenta lo que mi cuerpo quiere.
Todo para
él.
Sólo para
él.
Comienzo a
moverme un poco más rápido cada vez y siento cómo mi cuerpo se tensa a la vez
que una corriente pasa por cada terminación nerviosa de mi cuerpo y cada vena
hasta que echo la cabeza hacia atrás y con un rugido de puro animal, me corro
en su interior.
Los espasmos
se suceden uno tras otro y por más que lo intento no logro pararlos. Las
lágrimas acuden a mis ojos y noto cómo se inundan, dificultando mi visión.
Butch me
agarra de mi brazo y me lo aprieta con fuerza.
Le estoy
haciendo daño sin querer y en ese momento salgo de él lo más suave que puedo.
Al hacerlo
se le corta la respiración pero calla como un valiente.
Yo le abrazo
desde atrás mientras sigo llorando en silencio, pegado a él.
Le aprieto
lo más que puedo intentando decirle sin palabras lo que tal vez nunca me atreva
a decir en voz alta.
Él cubre mis
brazos con los suyos y susurra.
-Y yo a ti,
V... siempre.
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