11.
TE BUSCO
·
VISHOUS
La oscuridad se ha adueñado de mi alma.
Permanezco a oscuras sentado en el suelo, apoyado contra la
pared. De vez en cuando golpeo mi cabeza contra ella mientras mis manos no
dejan de temblar.
Han pasado tres días desde que el poli ha desaparecido y
el subidón de adrenalina me ha durado hasta hace un par de horas.
Ahora no siento ni mi cuerpo, ni mi sucia alma. Si cierro
los ojos puedo ver mi maltrecho cuerpo tal y como está ahora, como si pudiera
verme a mí mismo desde un plano superior.
Las tres pasadas noches las he pasado en las calles, en
contra de la opinión de Wrath, pero por mucho que lo ha intentado, tanto por
las buenas, como por las malas, me he pasado sus órdenes por el forro de los
cojones.
Mis manos aún están manchadas de sangre negra de los
hijos de puta que han muerto a mis manos, pero ninguno sabía, o no querían
decirme, donde está el trozo de alma que me falta.
He descuartizado a esos bastardos y han muerto todos y
cada uno de ellos por mi propia mano pero todos coincidían en algo. Ninguno
sabía nada de un humano secuestrado por su sociedad.
Así que aquí estoy ahora. En el único sitio de este
universo en el que encuentro algo de paz.
Su cuarto.
Su olor comienza a desvanecerse en el aire y aunque sé
que volveré a verlo una última vez, el hecho de que sea para morir en mis
brazos, no me ayuda en absoluto con la sensación de vacío que tengo.
Hace dos noches, después de recorrer la ciudad entera,
volví medio loco a casa.
Sin darme cuenta mis pasos se dirigieron hasta su nuevo
cuarto, en la mansión. Supongo que fui allí porque es el único lugar donde hay
cosas suyas, pues se lo llevó todo de la guarida.
Entré entre penumbras y me quedé parado justo en medio de
la habitación, sin saber a qué coño había entrado en realidad. Cuando decidí
marcharme, algo brilló en la oscuridad como si me llamara, colgado en el
cabezal de su cama.
Su cruz.
La cruz que debería llevar orgullosa la mujer que él
eligiera.
Pero ya no va a ser posible, por mucho que me duela en el
alma, así que la cogí y la puse alrededor de mi cuello.
Sé que no soy digno de llevarla, sé que él no querría que
yo la tuviera, pero es la única cosa que podré llevar pegado a mi piel hasta el
día en que me muera.
En un arranque de locura, abrí el armario y saqué de
nuevo toda su ropa y la puse donde debería estar.
En la guarida.
Conmigo.
Aunque eso no le vaya a traer de vuelta.
Alcanzo uno de los cigarrillos y al encenderlo me ciega
por completo y tengo que cerrar los ojos. Mientras luces de colores bailan en
mis ojos, su cara vuelve a mi mente, mirándome dolor y cabreado. Justo como lo
hizo la última vez que le vi.
-Dios... - murmuro pasándome las manos por la cara y
pegándome un nuevo golpe contra la pared.
Creí que era inmune a cualquier sentimiento, o al menos
lo he sido toda mi vida hasta que le encontré y entró en mi mente, volviéndolo
todo patas arriba y enseñándome palabras que hasta entonces no tenían sentido
para mí como confianza, lealtad, cariño y... amor.
Butch ha conseguido volverme del revés y que en
determinados momentos pueda parecer incluso una persona normal.
Como cuando le besé.
Ahora me arrepiento de todo lo que le dije para que se
apartara de mí. Debí... ¿Qué? ¿Qué debería haber hecho? yo no entiendo de
sentimientos pero me hubiera gustado que de alguna forma que yo no logro
entender, que todo hubiera sido distinto.
Decido levantarme poco a poco y al hacerlo, su cruz me
acaricia el pecho, como me hubiera gustado que sus manos lo hicieran ahora
mismo, en este puto momento.
Camino cansado hasta la cocina y cojo una botella de
Goose. Al hacerlo mis ojos se van hacia las de su bebida favorita, que
descansan en el armario junto a las mías.
Me trago un sollozo porque ni muerto me volveré un
blandengue debilucho que llora por los rincones.
Soy un guerrero y no tengo conciencia ni honor.
El alcohol me quema la garganta y esa sensación la recibe
mi cuerpo como si fuera un viejo amigo de vuelta a casa.
Es lo que necesito. Emborracharme bien y luego castigar
tanto mi cuerpo como me sea posible. Lo estoy haciendo en estos momentos, pues
siento los calambrazos que mi cuerpo me manda, pidiéndome el líquido alimento
carmesí que necesita, pero no se lo voy a dar. El hecho de tener que acercarme
a alguien, y menos a una mujer para poder alimentarme hace que me suba por las
paredes.
No voy a hacerlo.
Dejaré que el hambre me consuma poco a poco y esa
sensación me dará la pista que necesito para saber que aún estoy con vida.
De momento.
Vuelvo al cuarto y la oscuridad me envuelve por completo
de nuevo y me siento en el mismo sitio en el que estaba. No quiero cerrar los
ojos ni para pestañear, pues siento miedo, pero la sucia de mi mente, que
comienza a dejarse ir gracias al alcohol me juega una mala pasada.
"Te deseo, no puedo negarlo" "Te
deseo" "Te deseo..."
Vuelvo a tenerlo frente a mí, con la mirada cabreada,
repitiendo una y otra vez esas mismas palabras, como un disco rayado. La imagen
es tan nítida que acabo por alargar mi mano hasta ella pero cuando creo que voy
a tocarla, se desvanece ante mí.
- Maldita sea... ¿Dónde estás? - grito en alto mientras
tiro de mi pelo, haciéndome daño - por qué me has dejado... solo.
Cruzo mis brazos apoyándolos en mis rodillas, dejando
caer mi cabeza contra ellos cuando otro calambrazo de dolor me atraviesa el
estómago.
Tengo que dejar caer mi cuerpo a un lado, encogiéndome en
posición fetal para aguantar hasta que el dolor remite.
De pronto la puerta se abre y la figura de Rhage aparece
ante mí.
-Hey, hermano...- me dice acercándose despacio y
agachándose a mi lado - ven a comer algo, no tienes buen aspecto.
Me levanto del suelo, apartándome el pelo de la cara.
-¿Qué mierda quieres, Rhage?
Su mano se posa en mi hombro con delicadeza.
-Sólo me preocupo por ti. Nada más.
Me deshago de su agarre con un movimiento violento y al
hacerlo, mi cuerpo tropieza con la pared.
Rhage me mira preocupado.
-Estás pálido. ¿Necesitas alimentarte?
-Estoy de puta madre. No necesito niñera.
Me agacho y cojo la botella, bebiendo de seguido hasta
terminarla.
- V, no te hagas esto. Tienes a todo el grupo
investigando. Lo encontraremos. Te lo prometo.
Le miro durante unos segundos y me sale una risotada
amarga.
-Sé que lo encontraremos ¿Recuerdas? mis visiones nunca
fallan. Lo malo es que será demasiado tarde para él.
-Eso no lo sabes. Puede que no lo hayas visto todo o que
lo que viste signifique algo distinto. No lo sabes con seguridad, V.
Me encojo de hombros y salgo hacia el salón.
-Yo nunca me equivoco, Rhage. Nunca.
-No te estoy diciendo eso ¿Te acuerdas de lo que me
dijiste sobre Mary antes de que la conociera? tú me dijiste "Ella es una
virgen" ¿Recuerdas? y al final no significaba exactamente eso y ahora
puede pasar lo mismo con Butch. Las imágines no tienen porque significar lo que
parecen a primera vista.
Me vuelvo hacia él.
Se nota que está preocupado y eso me molesta. Porque
nadie tiene por qué hacerlo. Yo sé cuidarme solo.
Le digo lo que quiere oír para poder quitármelo de encima
y seguir a lo mío.
-Tienes razón. No debo perder la esperanza.
Me regala una de sus sonrisas de un millón de dólares
mientras se saca una piruleta del abrigo y se la mete en la boca.
-De veras te importa ¿Verdad?
Asiento despacio y bajo mi mirada.
-No creo que deba decir una sola palabra sobre eso.
-No hace falta que lo hagas, hermano.
Se sienta en el sillón.
Mecagoenlaputa. ¿Es que no voy a poder deshacerme de él?
enciende la tele y coge el mando, pasando canal a canal.
-No me iré de aquí hasta que te duches y te cambies de
ropa. A no ser que quieras que yo lo haga por ti. De veras que no te gustaría.
Será mejor que lo hagas por propia voluntad.
-Si eso hace que me dejes en paz, estoy de acuerdo
contigo.
Me doy la vuelta y me dirijo a mi cuarto. Cierro la puerta
y comienzo a desnudarme. Voy a hacer lo que él me dice porque si no, no lo
despegaré de mi culo en toda la noche y ésta sólo acaba de comenzar.
La ducha se lleva toda la sangre negra de mi cuerpo y el
agua caliente hace que mis músculos consigan relajarse algo. Es una ducha corta
y me seco lo justo. Llego al armario y me pongo unos pantalones de cuero antes
de salir de nuevo al salón. Cuando aparezco, Rhage despega sus ojos de la
pantalla y yo doy una vuelta completa.
-¿Contento? ahora largo.
- Me largo, pero tú vienes conmigo.
-No.
Rhage se levanta y me encara.
-Ponte algo más de ropa y nos vamos a conseguir algo de
sustento para ti. Joder, V, puedo oler tu hambre desde aquí. No vas a aguantar
mucho más.
Pego mi nariz a la suya, retrayendo mi labio superior,
enseñando los colmillos.
-Ni se te ocurra, joderme, rubio. Eso es problema mío y
yo lo solucionaré cuando llegue el momento. Ni un segundo antes.
-Lo haces para castigarte ¿Verdad?- me empuja y me golpeo
contra la puerta - eres el ser más egoísta que conozco, de veras. Además de un
puto loco.
Me abalanzo contra él y le agarro por el cuello.
-Ese soy yo. Parece mentira que te hayas dado cuenta
ahora. Sólo me importo yo.
-Ya... sólo hay que verte para adivinarlo. Cualquiera
diría que es cierto viendo en qué estado estás - me dice con tono de guasa.
Comienzo a apretar su cuello con todas mis fuerzas y
cierro los ojos.
-¡V!
Phury, que acaba de entrar, me aparta de Rhage de un
empujón.
-Lo hemos encontrado V. Hemos encontrado a Butch.
Me paro en seco y me quedo quieto volviendo a procesar
las palabras que acabo de oír.
-Dónde está.
-Z acaba de llamar. Se encontraba cerca del local que
Butch y tú estabais vigilando la otra noche. Se encontró con dos desteñidos y
los ha oído hablar sobre un humano que tenían metido allí. No ha hecho nada. De
momento. Está esperando a que lleguemos para arrasar aquel lugar. Ten el móvil
encendido. Te llamaré en cuanto lo encuentre.
Le doy un empujón y salgo como una bala en dirección a la
salida.
-¡V! ¿A dónde coño vas? por lo menos acaba de vestirte,
joder.
Ni siquiera oigo lo que dicen. Mi cuerpo y mi mente sólo
tienen una meta común.
Encontrar a Butch.
Cuando siento la primera ráfaga de aire helado en mi
cuerpo medio desnudo, me desmaterializo hacia allí.
Ellos lo hacen justo detrás de mí.
Z está justo en la esquina y al vernos corre hacia
nosotros. Asiente y sin una palabra más sacan sus armas, golpea la puerta de la
entrada, arrancándola de cuajo de una patada y a mí la vista se me pone en
negro mientras avanzo al interior, con las balas silbando a mi alrededor.
Todo está oscuro, salvo una pequeña bombilla que ilumina
al fondo. Me dirijo allí con la vista fija sobre un punto concreto.
La débil luz alumbra desde arriba un cuerpo que se halla
atado a una silla.
Es Butch.
Los gritos de pelea, los sonidos de los disparos, las
figuras de mis hermanos luchando a muerte contra los restrictores... todo queda
en un segundo plano al verle y el corazón se me para en el pecho.
Avanzo mientras el cuerpo comienza a temblarme de manera
incontrolada cuando algo golpea en mi hombro y me quema.
No me importa lo que es.
Mi meta se haya cada vez más cerca. Cuando sólo me quedan
unos metros, otro impacto golpea en mi muslo y hace que me caiga de rodillas.
Cierro un momento los ojos y consigo levantarme igualmente arrastrando la
pierna.
Al llegar junto a él, me fijo en el charco que hay a su
alrededor en el suelo. Gruesas gotas de sangre caen de su cuerpo maltrecho
dibujando ondas carmesí en el charco de su propia sangre.
Mis pies desnudos se encharcan al acercarme y con mis
manos le acaricio la cara al subirla, pues la tiene apoyada en su pecho.
Todo él es un amasijo sanguinolento. Tiene los labios
reventados, al igual que su nariz y su frente. Tiene tantos cortes y moratones
por todo el cuerpo que ni siquiera sé por dónde puedo cogerle.
Me agacho y le quito con cuidado las ataduras que tiene
en los tobillos y en las manos, sujetas a la silla por detrás. Cuando acabo, su
cuerpo cae hacia adelante como un peso muerto hacia el mío.
El ruido de la batalla queda mudo, o tal vez es que yo ya
no lo oigo.
Le tumbo en el suelo y busco su pulso. Casi no lo siento.
Es tan débil que sé que no le queda mucho. De rodillas junto a él agacho mi
cabeza hasta que mi boca queda pegada a su oreja.
Intento hablar pero no me sale ni una palabra. Tengo un
nudo en la garganta que no me deja ni tragar saliva.
Mi mano recorre el perfil de su cara. Sus ojos están
hinchados por los innumerables golpes que ha recibido.
-Bu... Butch... mírame...
Cojo su mano con la mía y la apoyo en mi mejilla.
-Por favor... no... No me... abandones. ¡Butch, MIRAME!
De repente abre los ojos y casi no puedo ver el color
avellana de lo hinchado que los tiene.
Abre la boca e intenta hablar pero un chorro de sangre
burbujeante sale de ella y le corta las palabras. Le paso la mano con mucho
cuidado, intentando limpiarlo pero tiene tanta sangre que me resulta imposible.
Me mira a los ojos fijamente y con la mano que tengo en
mi cara, logra tocarme la sien tatuada.
-M... mi... án...gel.
Y su mano cae muerta al lado de su cuerpo mientras sus
ojos permanecen fijos en los míos, sin mirarme ya.
Ha muerto.
Mi vida ha muerto.
El cuerpo tiembla del frío que siento pero me da igual.
Le cojo, abrazándolo contra mí y rujo de desesperación mientras cierro los
ojos.
Comienzo a acunarle hacia adelante y hacia atrás mientras
una solitaria lágrima surca mi rostro.
-No... ¡nnnoooo!.
Oigo unos pasos que se detienen cerca de mí y lo abrazo
cada vez con más fuerza, mientras hundo mi cara en su cuello.
El olor de su sangre me satura el olfato. No es lo que
busco. Quiero el olor de su piel. Quiero su esencia metida para siempre dentro
de mi cuerpo.
-V...
Es la voz de Phury, llamándome.
-V, cuidado...
Sigo abrazándole contra mí y juro que podíamos estar
flotando los dos, pues no siento nada a mi alrededor, ni el suelo, ni mi propio
cuerpo. Sólo el suyo. Notando como se va enfriándose junto a mí.
-¡No hagas eso, V! ¡V!
Alzo la cabeza de su cuello y abro los ojos. Estoy
brillando como una bengala. Mi primera reacción es apartarme de él, cuando una
luz brillante me quema las retinas.
-No lo hagas, guerrero.
La virgen de escriba aparece junto a mí, flotando entre
suaves pliegues de seda negra.
-No le dejes, guerrero. La luz de tu cuerpo no sólo
destruye. A él puedes salvarlo todavía.
Bajo la mirada y la poso en el cuerpo inerte de Butch. Mi
mirada queda fija en su estómago y frunzo el ceño. Tiene una mancha negruzca,
como un pozo sin fondo. Por un momento quiero preguntar, pero sé que a ella, no
le gustan las preguntas. Así que espero.
-Haces bien en no hacerlo, guerrero. La oscuridad se ha
apoderado de su cuerpo y sólo tú podrás salvarlo. Utiliza tu mano y tu cuerpo
para ello.
-Pero, yo no puedo tocar a nadie con esto...
La virgen de escriba alza los brazos hacia mí.
-Hazlo, no pierdas más tiempo. Mantén tu escudo de luz
alrededor del humano. Envuélvelo con ella y ten presente que el mal está en su
alma y no en su cuerpo. Ahora podrás comenzar a entender por qué tuviste que
traerlo contigo. Y hay otro por qué, que entenderás con el tiempo. Ahora no
pierdas tiempo. Su vida depende de ti.
La virgen se desvanece ante mí y mis hermanos se acercan
en silencio.
-Déjame llevarlo, V, tú estás herido.
Le enseño los colmillos a Phury mientras abrazo con
fuerza a Butch, gimiendo de dolor por mi pierna herida.
-Nadie se acercará a él. Butch es... mío...
mi compañero.
-Traeré el coche. No tardo nada.- Oigo decir a Zadist a
mi espalda.
Z se desmaterializa e intento levantar el cuerpo desnudo
de Butch cuando me doy cuenta verdaderamente del frío que hace.
-Rhage, dame tu gabardina.
El rubio se la quita en silencio y me la tiende. Se la
pongo alrededor y al levantarlo, una punzada de dolor me atraviesa la pierna de
nuevo y tengo que volver a arrodillarme.
-Deja que te ayudemos, tú no puedes solo.
Cierro los ojos con fuerza y mandando a tomar por el culo
la pierna me levanto con el cuerpo de Butch pegado al mío.
Camino despacio hasta el exterior y Z ya tiene el coche a
la puerta, con la puerta de atrás abierta.
Meto a Butch estirado en la parte de atrás y luego le
cojo para que su espalda repose en mi pecho.
-Te esperamos en la mansión - dice Rhage con un hilo de
voz a la vez que desaparecen ambos.
El camino se me hace eterno, aunque Z parece volar por
las calles.
No despega los labios en todo el trayecto y eso le hace
merecer un agradecimiento que nunca le voy a dar.
Al llegar derrapando a la entrada del complejo, Rhage y
Phury ya me esperan con una camilla en la entrada.
-Creo que deberíamos llamar a Havers.
-No. Yo y sólo yo, me ocuparé de él.
Se quedan callados y no dicen una palabra más.
Caminamos rápido por los pasillos hasta llegar a la sala
de curas.
-Marchaos. Os llamaré si necesito ayuda.
Phury asiente.
-Estaremos esperando aquí afuera, por si acaso. Tú
también necesitas ayuda, V.
Les cierro la puerta en las narices y me pongo a
trabajar.
Desconecto de mi mente todo, salvo lo que importa.
Curar sus heridas.
Lavarlo y limpiarlo con mi luz. Todo lo demás no importa.
Le quito la cazadora de encima y su cuerpo aparece ante
mis ojos. Niego cuando las tripas se me revuelven por el estado en que se
encuentra y me obligo a no pensar.
Ahora sólo he de actuar.
Tardo más de una hora en quitarle toda la sangre que
lleva pegada. Le curo cada herida y coso donde es necesario. Un pensamiento se
hace hueco en mi cabeza cuando me dice que todo esto es inútil, pues no hay
ningún signo de mejoría, pero las palabras de la virgen me dan alguna
esperanza.
Cuando termino de cubrir cada herida de su cuerpo, me
quito los pantalones de cuero y miro un momento la pierna y el hombro. Tengo
dos agujeros de bala, pero ahora no me voy a parar a curarme. Me paso un poco
de alcohol en una gasa y cubro los dos orificios.
Tras buscar en los armarios, encuentro unos pantalones de
quirófano. Me los pongo para tapar mis vergüenzas y salgo.
Me encuentro a los dos idiotas esperando, apoyados en la
pared. Z no está y eso no me sorprende en absoluto.
-Vais a tener que ayudarme con las escaleras. Quiero
llevarlo a su habitación.
-¿Por qué no le llevas al pit?- me dice extrañado Rhage.
-Porque él no quiere estar allí. Punto.
Llegar hasta su nuevo cuarto es toda una odisea, pero al
final Butch ya reposa en su cama.
-Ahora largo. Los dos.
Rhage va a abrir su estúpida boca y sé lo que va a
decirme. No le dejo ni que empiece.
-Eso se soluciona luego. No quiero hablar en este
momento.
Phury mira extrañado pero no dice nada. Seguro que Rhage
le pone al corriente de mi falta de alimentación en un segundo. Maldita vieja
chismosa.
Les cierro la puerta en las narices y me aproximo hasta
donde Butch descansa. Paso mi mano por su frente, apartando los mechones que
tiene pegados a ella.
Rodeo la cama y levanto las mantas para tumbarme a su
lado.
Para mí esto es raro de cojones pues nunca he dormido con
alguien, ni he estado en una posición tan íntima en mi vida.
Me acerco hasta quedar a su lado, me quito el guante de
mi mano y paso un brazo por detrás de su cabeza mientras mi mano maldita se
posa en su vientre desnudo.
Noto como comienzo a brillar y tengo que controlarlo para
no incendiar las sábanas y todo se queda quieto. En calma.
Butch no se mueve.
El movimiento de su pecho es casi nulo pero yo sigo
pegado a él. Por lo menos mi maldición sirve para algo bueno.
Pasan las horas y no me muevo aunque cuando me aprieta el
dolor por no haberme alimentado aún, me rasga por dentro.
Después de unas cuatro horas de la boca del poli sale un
gemido de alivio y cambia de posición, abrazándose a mí por completo y yo me
pongo rígido al momento al sentir otro cuerpo ya caliente junto al mío.
Me abraza y su cara queda casi pegada a la mía. Sus
labios están reventados y tan cerca de los míos que antes de poder pensar en lo
que hago, los acerco a los míos y paso mi lengua sobre ellos. El sabor de su
sangre estalla en mi boca y no tiene nada que ver que esté hambriento.
Sólo es porque es su sangre en mi boca.
Su misma esencia dentro de mí.
Los chupo con gran cuidado hasta hacer desaparecer cada
marca. Dios, me gustaría hacerlo por todo su cuerpo. Lamer cada herida para
borrar todos sus sufrimientos pero no tengo derecho a hacerlo.
Tan sólo lo que estoy haciendo no hace si no recordarme
lo pervertido que soy, pero no puedo detenerme. Luego me daré de cabezazos por
esta invasión de su intimidad.
Pasan horas y horas. Las persianas se bajan y vuelven a
abrirse y esto se me está haciendo insoportable. Sé a quién tengo a mi lado, sé
que quiero estar así, pero no puedo controlarlo. Tengo que irme y separarme de
él.
Justo entonces, Butch vuelve a moverse, metiendo su cara
en mi cuello, oliéndome en profundas bocanadas mientras me aprieta un poco.
Esto señala el final.
El final de su amargura y el comienzo de la mía.
Me separo de él muy despacio, sacando el brazo que tengo
dormido de debajo de su cabeza y me largo de la habitación cerrando despacio,
sin mirar atrás ni una sola vez.
Me apoyo en la pared y después de lo que me parecen siglos,
consigo llegar al teléfono del pasillo. Marco un número y espero que me
respondan.
-¿Puedes venir?
Al momento tengo a Phury a mi lado.
Yo tengo que apoyarme en la pared para poder seguir de
pie.
-Ya está bien. Quédate con él hasta que despierte. No quiero
que abra los ojos y se encuentre solo. Yo... - comienzo a marearme en serio -
yo necesito hacer algo.
Phury me coge del brazo, ayudándome a permanecer de pie.
-Lo que quieras. No te preocupes, cuidaré de él.
Cierro los ojos para intentar decir lo que más me
importa.
-Quiero que me jures algo.
-Lo que sea.
-No le digas que he estado con él. Por favor.
Me mira con cara de asombro. Yo insisto.
-Júramelo. Aunque pregunte, que no creo que lo haga, yo
no he estado aquí ¿De acuerdo?
-Pero ¿Por qué? querrá saber quién lo ha salvado.
-Pues inventa algo pero no pronuncies mi nombre. Él no
querrá oírlo.
- Como tú quieras.
Noto como comienzo a perder el equilibrio.
-Gracias - consigo decir cuando, a pesar de la ayuda de
Phury, estampo mi cabeza contra el suelo perdiendo el sentido.
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