miércoles, 18 de julio de 2012

CAPITULO 16. TE DESCUBRO


16.TE DESCUBRO

·         BUTCH

Me quedo congelado en la puerta.

El olor que sale de su cuerpo es lo más exquisito que he olido en toda mi vida.

Y es por mí.

Vishous, el enorme vampiro con cara de mala hostia que no demuestra ni un sólo sentimiento hacia otra persona está... enamorado de mí.

Y yo no sé qué es lo que debo hacer.

Cierro de nuevo la puerta sin hacer ruido y me voy un poco vacilante a mi habitación. Me cambio de ropa, poniéndome un pantalón corto de deporte, una camiseta y me dirijo al gimnasio, con los ojos todavía como platos y la respiración agitada.

Ahora comprendo muchas cosas.

Ya sé por qué se fue la otra noche, y sé por qué no quiere decírmelo.

No es fácil para alguien como él reconocer todo esto. Creo que antes de hacerlo se volaría la tapa de los sesos. Aunque yo tengo el firme propósito de que lo haga sin que sufra el menor daño. ¿Cómo? ni puta idea. Ya se me ocurrirá algo.

Intento recordar las palabras que me dijo Phury. Creo que me dijo que un macho enamorado era algo muy peligroso, posesivo.

"Nada puede separar a un macho enamorado de su hembra. Mataría por ella. Nuestra raza cuando se enamora es para siempre. Pase lo que pase."

Recuerdo esas palabras una y otra vez y vuelvo a preguntarme si un vampiro puede unirse a otro macho o... bueno, a un simple humano como yo, aunque lo que he vivido hace un rato, me contesta sin dudar.

Y la respuesta es un rotundo sí.

Y ahora ¿Cómo se supone que he de reaccionar? ¿Le digo que lo sé o me callo hasta que él se sienta cómodo con la situación y me lo diga?

Tengo que reírme ante esa posibilidad.

Este cabeza cuadrada puede pasarse el resto de su vida unido a mí y no soltar prenda. Como si no lo conociera.

Tuvo que sufrir cuando me secuestraron, de un modo horrible. Algún día me enteraré de todo, aunque el hecho de que se pusiera al cuello mi cruz y todavía no haya tenido el valor de devolvérmela ya dice demasiado.

¿Y qué hago cuando lo haga? ¿La cojo o le digo que es suya? si le digo eso, le confirmaría muchos de mis sentimientos hacia él y tampoco estoy muy seguro de querer ser su compañero... por todo lo que eso conlleva.

O sea, el sexo.

Y no el sexo que hemos tenido hasta ahora, si no, el sexo, digamos...al completo.

Joder, me va a estallar la cabeza.

Llego al gimnasio y me vendo los nudillos acercándome al saco de boxeo. Los guantes no te hacen sentir lo mismo al golpear el cuero.

Yo necesito sentir el dolor del impacto en mis huesos.

Llego hasta él y lo golpeo fuerte, notando como mis músculos se endurecen al contacto.

Lo golpeo una y otra vez hasta que tengo que abrazarme a él para recuperar el aliento.

Oigo la puerta abrirse y unos pasos que hacen retumbar el suelo se acercan hasta donde yo estoy.

No me hace falta volver la cabeza para saber que es él.

Reconocería sus pasos entre un millón.

Yo sigo dando golpes hasta que llega hasta mí, poniéndose enfrente y agarrando el saco que yo golpeo.

Cuando lo tengo ante mí, suelto un puñetazo en el saco, a la altura de su cara, con toda la fuerza que tengo.

Él para el impacto del saco y sonríe de medio lado, mirándome bajo sus negras pestañas.

-Veo que estás en plena forma, poli.

Giro los hombros para relajarlos.

-Ya.

Vuelvo a dar otro puñetazo justo en el mismo sitio. Al lado de esa cara de sabelotodo arrogante que hace mi vida valga la pena.

-Si sigues a este ritmo, no aguantarás mucho más, poli.

Luego se separa un poco del saco y mira al suelo.

-Oye... lo que pasó hace un rato...

-No me importan tus explicaciones, V. Lo que necesito es que me cuentes, me hables. Necesito entender, sólo entender. Si quieres que esto vaya a algún sitio. En este momento.

-Lo siento. Yo no hablo de mis mierdas.

-Sí, eso es cierto. Jamás hablas. Tú sólo actúas. Arrasas con todo lo que se te pone por delante, sin importarte nada, salvo tú. Llegados a este punto creo que sólo hay una salida para esto. Vas a decirme que demonios pasa entre nosotros y mira si seré bueno contigo que voy a darte la oportunidad de que cierres la boca ¿Quieres saber cómo?

V asiente.

-Ilumíname, irlandés.

Miro hacia atrás, al ring de boxeo y luego me giro para poder mirarlo de frente, con una sonrisa de hijoputa en la boca. El sigue mi mirada y sonríe también.

-¿Una pelea? A ver, déjame pensar. Quieres pelearte conmigo y si ganas, abro la boca pero si gano yo...

Me río negando con la cabeza.

-No, no, no... Eso estaría chupado para ti. Un sólo golpe y me arrancarías la cabeza. No...

-¿Entonces?

Doy un paso hacia él y me agarro del saco del boxeo, mirándole divertido.

-Si yo consigo alcanzarte de un puñetazo, hablarás como una cotorra. Si no... Tú ganas. Puedes cerrar el pico hasta que se te pudran los dientes.

Suelta una carcajada mientras estira la mano hacia mí para darnos un apretón. Yo llevo la mía a su encuentro para cerrar el trato pero en el último momento la echo hacia atrás.

-Pero nada de desaparecer, ni ninguno de esos truquitos de vampiros que te guardas en la manga, ¿De acuerdo?

- De acuerdo.

Y entonces nuestras manos se unen para cerrar el trato.

Caminamos hasta el ring y comienzo a moverme a su alrededor. Él sigue mirándome divertido y eso me cabrea como la mierda.

Está seguro de su victoria, el muy mamón, y dado lo bien que me esquiva, creo que no ha sido tan buena idea esto. Al fin y al cabo el es un guerrero y yo sólo soy un simple expoli, pero soy rápido y sé que puedo vencerle.

Los golpes se suceden uno tras otro y lo único que toco es aire.

La madre que lo parió, estoy reventado de todo el esfuerzo físico y no he logrado siquiera rozarle.

-¿Qué, poli? ¿Ya te has cansado? yo sin embargo podría seguir así todo el día. Es divertido de cojones verte lanzar golpes al aire.

Cómo me cabrea eso.

Las gotas de sudor bajan por mi cara y tengo la camiseta pegada al cuerpo. Me la quito y la tiro en un rincón, intentando cogerle de sorpresa pero el muy cabrón está concentrado y sólo necesita esquivarme echando la cabeza hacia atrás.

Tras unos diez golpes sin sentido más, me paro, intentando coger aire.

El pone sus manos en las caderas y ladea la cabeza.

-¿Te rindes? vas a acabar deshidratado si sigues así.

Le enseño mi dedo corazón bien estirado y él se ríe.

-Este es mi chico.

¡Ah!..., es cierto... soy su chico... me he equivocado de pleno en mi estrategia. Ahora verás lo que es capaz de hacer tu chico cuando se empeña en algo.

-Todavía estoy de pie ¿No? ahorra saliva, pajarito. Vas a necesitarla.

Me acerco un paso más hacia él y me seco el sudor de la frente con mi antebrazo. Sacudo mi cabeza y las gotas de sudor que me mojan el pelo salen volando. Mi mano izquierda baja despacio por mi cuello hasta mi corazón que late a toda máquina y su mirada se fija en mi mano. Voy bajándola poco a poco hasta llegar a mi ombligo y su respiración se va volviendo cada vez más profunda sin que pueda dejar de mirarme. Veo como sus pupilas comienzan a dilatarse y sé que lo he cazado.

Ya eres mío, cabrón.

Dejo que mi mano siga resbalando por encima de la tela del pantalón y me acaricio con descuido el paquete, como si me lo estuviera colocando. Su mirada comienza a brillar sin poder separarla en ningún momento de mi entrepierna y en ese momento hecho mi brazo derecho hacia atrás y le pego un puñetazo en plena cara que hace que tenga que dar un par de pasos para lograr mantener el equilibrio.

La carcajada que sale de mi garganta mientras, con los brazos estirados hacia el techo, voy dando saltos alrededor de él, me hacen sentir de puta madre.

-Já, lo logré. Mírame, vampiro. Ni lo has visto venir, capullo.

Se lleva una mano hasta la nariz y luego se la mira. La sangre que queda pegada en ella, no le hace ni puta gracia.

-Has hecho trampa - me dice en un gruñido.

-De eso nada. He ganado limpiamente. Si te has distraído es cosa tuya.

Se queda parado, mirándome, y a mí, la risa se me va muriendo poco a poco hasta quedarme serio.

Le miro hasta quedarme junto a él.

-Ahora quiero que cierres las puertas. No quiero que nadie nos moleste. Vamos a hablar aquí y ahora. Un trato es un trato.

Tarda unos segundos en hacerlo y al oír el ruido de las puertas cerrándose, un escalofrío me sube por la espalda.

Estamos los dos frente a frente, mirándonos sin pestañear.

-¿Prometes que serás sincero conmigo?

Aparta su mirada de mí y se pasa una mano por el pelo, apartándolo de la cara. Pero no responde.

-¿Lo serás Vishous? quiero que me respondas.

-Sí... en la medida que pueda, seré sincero.

Asiento una vez con la cabeza y me tiro a ello de cabeza.

-Quiero que me expliques qué coño pasó en la cocina. ¿Por qué te pusiste así?

Apoya sus manos en las caderas y desvía la mirada hasta el suelo.

-Nuestras costumbres son distintas a las vuestras. Para nosotros que alguien... cercano a ti, prepare con sus propias manos comida y te invite a probarla es algo muy íntimo. Para los machos vinculados es un honor poder dar de comer de su propia mano a su compañera. Cuando entré en la cocina y te vi, preparando comida para los dos, me hiciste sentir... No sé. Nadie en toda mi vida había hecho algo así por mí y creo que no supe reaccionar de una manera demasiado civilizada.

Bueno, la siguiente pregunta me la ha dejado a punto de caramelo.

-Dime, ¿Qué es un macho vinculado? ¿Uno que está casado?

Suspira fuerte. No sabe cómo salir del lío en que se ha metido.

-No. No es que esté casado. Cuando sientes que estás... unido a alguien, tu cuerpo libera un olor con el marcas a tu... oye - me dice pasando su mano enguantada por su pelo - todo esto es mejor si hablas con otro. De verdad que no me siento cómodo con todo esto. ¿Por qué no le preguntas a Rhage? Él está vinculado y te responderá mejor que yo.

Me acerco otro paso a él y casi quedamos pegados.

-Quiero que seas tú quien me lo diga. Tú me trajiste y tú vas a enseñarme. Sigue.

Su mirada queda fija en mi boca y continúa, aunque sé que cada palabra que dice, le cuesta un mundo pronunciarla.

-A ver... cuando te enamoras de alguien, tu cuerpo emana un olor único por cada poro de tu piel y ese olor queda pegado a la piel de esa persona para que el resto de los vampiros sepan que tiene pareja. Cualquiera que te huela, sabe que tienes un compañero. Y cada vez que están juntos ese olor se renueva haciéndolos como si fuesen una sola persona.

No se ha dado cuenta, pero en medio del discurso, se ha dirigido directamente a mí. "Cualquiera que TE huela sabe que TIENES un compañero".

El subconsciente te ha delatado, amigo.

Venga. Vamos a dar otra vuelta más al tornillo.

-¿Tú te has vinculado alguna vez?

Su semblante cambia completamente. La máscara ha vuelto y en este momento me doy cuenta de que nunca sería capaz de confesar su marcaje hacia mí y por alguna razón, me duele.

Respira profundo y al final tiene los cojones de contestar.

Su voz baja hasta casi no oírle.

-Sí...

-¿Y marcaste a esa persona con tu olor para que supiera que estabais unidos?

Su mano roza la mía con las puntas de los dedos.

-Intento con todas mis fuerzas no obligarlo a eso. Nadie se merece tener como compañero a alguien como yo.

-Lo intentas. O sea, en presente. Te está pasando ahora, mientras hablamos.

Él no responde. Ni falta que hace.

-Responde, V. ¿Estás vinculado?

-¿Y qué importa si lo estoy?

Me paso la mano por la cara, nervioso y cabreado. Todo bien mezclado.

-Pero, ¿Cómo que qué importa si lo estás? ¿Tú te oyes?

-Si estoy o no estoy, eso sólo es asunto mío y de nadie más. Eso poco importa. Teniendo en cuenta quién soy, lo mejor para esa persona es que no lo sepa. Nunca.

Mi voz se eleva. Cansado ya de esta farsa.

-¿Por qué? ¿Quién te da derecho a decidir por otra persona? ¿Qué es eso tan malo que tienes dentro que te impide ponerte frente a la persona a la que amas y decirle lo que sientes?

Entonces su falsa y fingida calma desaparece. Me agarra fuerte por la nuca, pegándome a él. Su voz sigue siendo un susurro ronco cuando habla de nuevo.

-Porque estoy maldito. ¿Ves estos tatuajes? - Dice mientras se pasa un dedo por la sien - ¿Recuerdas lo que te dije que significaban? Los tengo por todo el puto cuerpo. Todo el mundo los ve y saben el significado. Se dan la vuelta y rezan a la virgen haciendo chorradas contra el mal de ojo. Soy un cabrón, lo admito. Soy el mayor hijo de puta que hay sobre la tierra pero jamás dejaría que nadie viviese en sus propias carnes, la vergüenza de pertenecer a Vishous, hijo del Sanguinario.

Me suelta de golpe, dándose la espalda y yo me quedo sin palabras.

Por un momento estoy tentado a ir a su lado e intentar consolarlo, pero sé que me arrancará la cabeza si lo hago.

Así que lo que hago es acercarme a su espalda en silencio y preguntar lo que me da más miedo.

-¿Por qué no me dejas tocarte?

Suelta un suspiro de cansancio y me contesta sin volverse.

-Claro que dejo que me toques.

-Eso es mentira. La única vez que he podido tocarte fue cuando estabas en la sala de curas, recuperándote.

Se gira de nuevo hacia mí y yo alargo una mano hasta posarla en su corazón por encima de su camiseta. Dejo mi palma ahí, sintiendo el latido fuerte de su corazón sin que nuestras miradas se hayan desviado la una de la otra ni un milímetro.

Entonces comienzo a deslizar la mano hasta el borde de la camiseta y tiro de ella hacia arriba mientras le rozo con mis nudillos aún vendados.

-Quítatela.

Permanece unos segundos sin moverse pero al rato consigo que lo haga.

La deja apretada en su puño y yo deslizo ambas manos a sus costados. Una queda posada nuevamente en su pecho, justo encima de su corazón y la otra va hasta su nuca, enredando su pelo negro entre mis dedos.

No muevo mi agarre en su nuca mientras con la otra mano que tengo en el corazón voy bajando poco a poco hasta la cintura de sus pantalones.

La respiración se me acelera tanto como a él, porque soy consciente de lo que estoy a punto de hacer.

Voy a acariciarle... la polla a otro tío.

Mi mano comienza a temblar pero tiene un destino y juro por Dios que no voy a desviarme.

Bajo por el hueso de cadera y me voy adentrando hasta donde está la base de su polla. Cuando toco ese lugar entre sus piernas por encima de la ropa y  gime en voz bien alta sin poder evitarlo y sin dejar de mirarme. Gotas de sudor comienzan a aparecer en su sien mientras a mí me va a dar algo cuando comienzo a subir despacio y puedo notar de primera mano lo ancho, largo y duro que es.

Me muero por besarle ahora mismo pero ni muerto voy a dejar que se pierda este contacto visual que tenemos.

Comienzo a pasar mi mano vacilante por su polla arriba y abajo, acariciándole con mi palma por encima del cuero y juro por Dios que noto como crece contra mi mano. Todavía más de lo que estaba.

En un arranque de valor me dirijo a sus botones y logro abrir el primero. Sigo con el siguiente, metiendo un poco las puntas de mis dedos por debajo y me sorprendo a mí mismo queriendo tocarlo, pero una manaza me agarra la muñeca y me inmoviliza.

En este momento me da exactamente igual que me rompa todos los huesos del cuerpo.

Mi voz demuestra, sin poder evitarlo, la frustración que siento en este jodido momento.

-Esta vez no vas a poder pararme, lo sabes, ¿Verdad?

Su agarre en mi muñeca se vuelve aún más fuerte.

-No me importa lo que me hagas. Si me rompes esa muñeca aún me quedará otra.

V no se mueve, no respira. Sólo me mira fijamente, sin parpadear,

-Lo sé, V.

Esas palabras tocan algún resorte dentro de él, pues tuerce algo el gesto, frunciendo el ceño.

-Qué es lo que sabes.

Fuerzo la mano todo lo que puedo para volver a ponerla donde estaba, pero sólo soy capaz de tocarlo con la punta de mis dedos.

-Sé que soy yo. Te has vinculado a mí. Estás... enamorado de mí.

Silencio.

Hasta el aire se ha quedado congelado a nuestro alrededor. Su mano resbala lentamente de mi muñeca hasta quedar al lado de su cuerpo, sin fuerza.

No se mueve, no dice nada y eso me cabrea como el demonio.

Le empujo con fuerza con las manos abiertas sobre su pecho y le grito.

-¡Háblame! ¡Ten los cojones de admitirlo!

Nada.

No es capaz de hacer absolutamente nada.

Si él no habla, entonces lo haré yo.

Pondré en palabras todo lo que flota a nuestro alrededor.

Le agarro aún más fuerte del pelo de su nuca, cerrando con fuerza mi mano.

-Me quieres, no puedes negarlo. Cuando entré de nuevo en la guarida pude oler tu marcaje saturando el aire. ¡Por eso te fuiste la otra noche! me dejaste solo porque no eras capaz de aguantar más tú marcaje dentro de tu cuerpo. Por eso te volviste loco cuando te preparé el desayuno. Porque así es como actúa un macho vinculado. Soy policía, ¿recuerdas? sé atar cabos muy bien y no eres tan bueno ocultando lo que sientes por mí. Lo que sientes desde el momento en que nuestras miradas se cruzaron cuando estabas medio muerto en ese callejón. Me has querido desde ese primer momento y por mucho que lo intentas, no puedes remediarlo, pero te faltan agallas para confesarlo.

Vuelvo a darle otro empujón y da dos pasos hacia atrás hasta quedarse contra las cuerdas del ring.

Le agarro con las dos manos la cara, obligándole a que me mire y bajo mi tono mi voz.

-Crees que no te merezco. Crees que esa mierda que te marcaron muchos años antes de que yo naciera, todavía significan algo, pero no es así. Ya no significan nada. Sólo son líneas y dibujos antiguos. Éste... - murmuro mientras la punta de mis dedos roza su sien tatuada - Éste ya no eres tú... por mucho que quieras esconderte detrás de ellas.

Agacha la cabeza mientras un gemido sale de su garganta.

Roto, con una gran amargura.

El vampiro que tengo ante mí, con la apariencia de depredador sin alma, está destrozado por dentro.

Tras unos minutos de permanecer así, con mis manos cogiendo su cara escondida, se atreve a hablar.

-Tú no sabes nada de mi vida, policía. Crees que puedes llegar, entrar en ella como un huracán y sanar heridas que llevan abiertas demasiado tiempo. Puedes intentar consolarme. Puedes intentar quererme... pero nunca podrás curarme. No sólo mi cuerpo está muerto desde hace demasiado tiempo. Mi alma también lo está y no voy a permitir arrastrarte conmigo.

Levanta poco a poco su cara hasta quedar frente a la mía y sus ojos brillantes, están apagados, sin vida.

-No soy lo que mereces. Mi padre marcó mi cuerpo de tantas maneras que no seré capaz en los años que me quedan por vivir, de olvidarme de nada. Ni de uno sólo de sus golpes, que aún me duelen, ni de uno solo de sus desprecios, que todavía me angustian, y de ni una sola de sus torturas... que aún llevo marcadas en mi piel. No sólo me marcó con tinta para que el resto de mi gente, a la que protejo con mi vida, me repudiara, sino que intentó... castrarme para que no fuese capaz de dejar un solo rastro de mi existencia tras de mí. Por eso por muchas ganas que tenga mi cuerpo de marcarte, jamás, ¿Me oyes? jamás dejaré que lo haga y por eso no quiero que me toques. Porque me duele cada vez que lo haces. Me duele tan dentro de mí porque jamás he dejado a nadie que lo hiciera y no sé si seré capaz de permitir que tú lo hagas.

Dios... Dios mío bendito.

Ven a mí y hazme ver cómo puedo reaccionar a todo esto sin derrumbarme.

Yo siempre creí que mi vida había sido miserable, pero sólo un pequeño retazo de la vida de este vampiro me hace sentir humilde por haberme quejado tanto por ello.

La ira que comienza a acumularse dentro de mí sólo busca un objetivo.

El sanguinario.

Si me entero de que el hijoputa de su padre aún sigue con vida, iré a buscarlo donde quiera que esté y con mis propias manos le arrancaré las entrañas de su cuerpo. Porque el macho que tengo ante mí no se merece nada de lo que le hicieron.

Ahora me siento tan culpable por haberle obligado a sacar toda su mierda... le he hecho volver a revivir cada segundo de dolor de su vida pasada, seguramente cuando era sólo un niño, porque el macho que tengo ante mí, no reaccionaría de esa manera con sólo contarlo.

La única manera que tengo en estos momentos de mostrar mis sentimientos es abrazándolo contra mí.

Y es eso lo que hago.

Le aprieto de tal manera contra mi pecho que temo dejarle sin respiración.

Él no me devuelve el abrazo en ningún momento, solo se queda tieso con los brazos colgando pero no me enfado por ello.

Seguramente es el primer abrazo que le dan en lo que lleva de vida.

-Siento de veras haberte puesto entre la espada y la pared. No debí obligarte a decirme nada.

El posa la punta de sus dedos en mis hombros y me aleja.

Se aclara la voz antes de hablar y su tono es ronco, bajo.

-Deberías cambiarte. Los demás nos deben estar esperando para salir.

Se da la vuelta y sin más desaparece por la puerta.

VISHOUS

Intento controlar mi cuerpo para que mis pasos sean seguros, como lo han sido toda mi vida pero me está resultando una tarea bien difícil.

Cada pocos pasos cojo grandes bocanadas de aire para intentar tranquilizarme algo.

No es posible que sea realidad lo que ha pasado ahí dentro. No puede ser que haya sacado de dentro la mayoría de mierda que tengo dentro de mí y el poli no haya salido corriendo, aunque creo que le ha faltado poco.

Lo sabe todo.

Mis sentimientos.

Mi olor de marcaje.

Todo.

Y ahora conoce también parte de mi miserable vida. La que casi nadie conoce y lo peor, las cicatrices que han quedado por ello.

No entiendo cómo fui capaz de soltarle todo de carrerilla, sin pestañear.

Tal vez mi intención era alejarlo completamente de mí, que supiera con qué clase de tipo quería jugarse su futuro y su alma.

Y lo que más me ha llegado a dentro es el abrazo que me dio después de contárselo todo.

Maldito irlandés que consigue con cada acción meterse más y más dentro de mí, volviéndome loco.

Eso resulta divertido porque cuando quiso alejarse y no demostrar sus sentimientos hice todo lo posible porque saltara y los aceptara y cuando por fin lo hace, vuelvo a ser yo el que se aleja.

Porque necesita esa proximidad que yo evito. Porque la necesidad de sexo es completamente distinta para los dos. Él busca roces, caricias, sentimientos, explorar mi cuerpo y yo busco combustión espontánea. Sexo con letras mayúsculas.

Llego a la guarida y termino de armarme despacio.

Cojo la cazadora de cuero y cerrando nuevamente la puerta me dirijo a la entrada, donde todos están ya preparados para salir.

Butch aparece a lo alto de las escaleras al poco rato.

Nuestras miradas se cruzan y quedan clavadas la una en la otra como siempre desde que lo conocí.

Las parejas ya están formadas y nos toca patrullar juntos.

Wrath sabe lo que hace y no tiene ganas de que le ladre así que ya nos deja en paz.

Llegamos hasta el Escalade y conduzco tranquilo hasta llegar al río, en silencio.

Es lo bueno de tener esa conexión con otra persona, que te deja estar juntos sin tener que llenar incómodos silencios.

Dejo el coche aparcado debajo del puente y veo que Butch está algo nervioso, o avergonzado.

-¿Qué te pasa? ¿No te gusta el sitio?

Se encoje de hombros mientras sale del coche.

-Aparca donde quieras, a mí me da igual.

Da un portazo y camina unos pasos, mirando el río. El agua que lo lleva se ve negra con la noche, salvo por el reflejo de las farolas que la iluminan cada ciertos metros.

Su mirada queda fija en esa agua y le oigo susurrar en un tono tan bajo, que sé que habla para sí mismo.

-Dios... parece que ha pasado un siglo y sin embargo...

A saber qué ha querido decir. Me pongo a su lado y desvía su mirada a la mía.

Sus ojos tienen un brillo especial y después de unos momentos, suspira y comienza a caminar río abajo, con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones.

Yo me lo quedo mirando mientras se aleja hasta que su voz de nuevo llega a mis oídos.

-¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche? - me dice sin darse la vuelta.

Sonrío y le sigo río abajo. A unos pasos de distancia.

Al llegar al final de la calle de pronto se queda parado durante unos segundos y girando hacia la derecha echa a correr como un poseído.

-¿Pero, qué...?

Tardo unos segundos en reaccionar y luego corro tras él calle abajo.

Cuando llego a la esquina donde se ha perdido, me quedo helado.

Me quedo parado con el corazón de la misma manera, mientras veo la escena que se desarrolla ante mis ojos.

Tres restrictores se hayan a sólo unos metros del poli. Tienen una posición relajada ante él mientras el poli camina despacio hacia ellos.

Mi mente se bloquea ante lo que ven mis ojos mientras repite una y otra vez "no, no, tú no, poli... tú no..."

Agudizo el oído lo más que puedo para captar sus palabras.

El más alto le habla al poli directamente.

-¿Eres el nuevo recluta? porque no te has presentado esta noche...

Butch se encoje de hombros y se detiene al llegar hasta ellos.

-Deberías echar de vez en cuando un vistazo a tu espalda. Tienes a uno de los hermanos detrás de ti.

Butch se gira hacia mí y yo no puedo conseguir llevar algo de aire a mis pulmones. Todavía mirándome, comienza a caminar hasta ponerse detrás de ellos.

Las palabras que dice hacen que se hiele el alma.

-Bueno, habrá que remediar eso de algún modo ¿No?

El mundo se acaba de desmoronar a mí alrededor. Todo ante mí está borroso. Todo salvo su mirada fija en la mía y yo no puedo dejar de repetir las mismas palabras en mi cabeza.

" Poli... por favor... no me obligues a acabar contigo".

BUTCH

No sé qué me ha pasado.

De repente mientras camino algo tira de mí, de una manera increíble y antes de darme cuenta estoy corriendo como un demente.

Al doblar la esquina veo a tres restrictores y algo dentro de mí me obliga a ir hacia ellos.

Por las palabras que me dice el más alto, sé que piensan que soy uno de ellos y el mareo que siento hace que se me encojan las tripas.

Mi mente decide en un microsegundo seguirles el juego y me vuelvo cuando me hacen ver que tengo a un hermano a mi espalda. Al girarme veo la cara de V y se me rompe el corazón al ver su expresión de dolor.

Me coloco detrás de ellos mientras V, que parece que ya ha recobrado el funcionamiento de su cuerpo, corre hacia nosotros quitándose el guante de su mano maldita.

Cuando ellos se ponen en formación de ataque, yo aprovecho a atacar al que me ha hablado mientras los otros dos se van contra Vishous.

Saco mi pipa y le disparo en la espalda. El desteñido cae con un grito de dolor al suelo. Le doy la vuelta y me siento encima de su vientre y le miro.

Al clavar mi mirada en la suya soy capaz de saber de algún modo, que es un veterano, tal vez por la falta de humanidad que reflejan sus ojos.

Algo se me mueve por dentro y de repente siento una tremenda urgencia de... ¿De qué? joder, ni yo mismo lo sé pero inhalo con fuerza mientras mis pulmones comienzan a llenarse en una profunda inhalación.

Mientras los ojos del restrictor me miran con pánico una especie de humo negro se escapa de su boca y entra directamente en la mía.

Me dan arcadas por el olor dulzón pero algo dentro de mí me obliga a seguir inhalando con fuerza la mierda de humo negro que sale de su cuerpo.

El tipo comienza a desintegrarse delante de mis ojos, convirtiéndose en cenizas y al acabar yo acabo tirado en el suelo, con dolores en todo mi cuerpo y arcadas secas.

Al rato unas botas de combate se ponen en mi línea de visión. Es Vishous.

Se arrodilla junto a mí y posa una de sus manos en mi hombro.

-Butch... por favor, Butch...

Intento hablar pero el dolor se vuelve insoportable y sólo me sale un gemido.

Sus manazas me agarran de la ropa y me levantan como si no pesara más que un saco de patatas y me carga al hombro.

Camina despacio hasta llegar al coche y abre la puerta, dejándome con cuidado en la parte trasera.

Trago saliva que no tengo y la voz me sale ronca, como si tuviera grava en la garganta.

-V... ¿Qué acabo de hacer...?

Niega con la cabeza, con la mirada clavada en el suelo.

-No lo sé, poli. No tengo ni la más mínima idea.

Y cierra de un portazo, rodeando el coche deprisa.

Arranca y hace derrapar los neumáticos en el suelo de tierra.

Los dolores me hacen doblarme por la mitad y V acelera todavía más mientras intenta tranquilizarme.

-No te preocupes, poli. Yo te ayudaré... no voy a dejarte...

-Pero no sabes qué me pasa, no puedes llevarme a la mansión. Soy... un peligro.

V desvía un momento la vista de la carretera para mirarme.

-Cállate. No te voy a dejar solo, ¿Entiendes? Te quedarás encerrado... conmigo.

****

Al llegar a la mansión se dirige a la entrada de la guarida y frena justo enfrente de la puerta.

Sale y abre la puerta, ayudándome a salir. Las rodillas me tiemblan y se pasa uno de mis brazos alrededor de su cuello mientras con el otro me rodea la cintura.

Llegamos a la puerta y cuando estamos ya dentro, se vuelve hacia el panel de control. Cambia la combinación de la puerta y se dirige al que fuera mi cuarto.

Cuando entramos, ni siquiera enciende la luz. Lo único que hace es tumbarme con cuidado encima de la cama. Me ayuda a quitarme la cazadora y luego me sube la camiseta hasta las axilas.

La mancha que tengo en el estómago se ve más negra y grande. V al verla, suspira y se quita el guante de su mano maldita mientras se arrodilla a mi lado en el suelo, junto a la cama.

Se acerca con sumo cuidado y cuando posa su palma caliente en el foco de maldad me sale un gemido de alivio que recorre todo mi cuerpo.

Echo la cabeza aún más atrás hasta que mi cabeza queda completamente enterrada en la almohada.

-Dios... esto es...

No sé cómo explicar la sensación que me recorre el cuerpo mientras la luz de Vishous ilumina todo mi cuerpo.

Por alguna razón necesito tener más de ese contacto contra mi cuerpo. Me muevo un poco hacia el centro de la cama, intentando dejarle algo de sitio para que pueda tumbarse a mi lado.

- Espera - me dice en un susurro - ¿Por qué te alejas?

-Quiero que te tumbes a mi lado.

Su mirada brilla por un momento.

-Prefiero quedarme aquí, si no te importa. Estoy cómodo en esta postura.

Intento que mi cara no refleje la decepción que siento al oír sus palabras y vuelvo a recolocarme donde estaba.

El sudor que recorre mi cuerpo comienza a remitir y en un momento de necesidad poso mi palma contra la suya. Miro como su luz baña ambas manos y me siento unido a él de una manera como nunca me sentí hacia otra persona.

V se aclara la garganta antes de hablar.

-Solamente contigo puedo sentir el contacto de otra persona en la piel de esta monstruosidad sin que quede calcinado.

Cierro los ojos mientras el cosquilleo de su mano me recorre por entero.

-Me gusta ser el único con el que puedas hacerlo.

VISHOUS

Mi mirada queda fija en su mano y sólo puedo asentir ante sus palabras. A mí también me gusta que sólo él pueda tocarme sin peligro. Le miro y el color apagado que tenía ha desaparecido. Sus ojos vuelven a tener ese brillo especial de siempre y noto como comienza a relajarse. El olor dulzón ha desaparecido de su cuerpo y vuelve a ser igual de limpio que antes.

De repente me siento tan cansado como él.

Mi cuerpo me pide algo descanso y miro hacia el lugar vacio que hay en su cama y mi propio cuerpo lucha por quedarse tumbado allí, junto a él. Pero no lo hago.

Me levanto poco a poco, como si el cuerpo me pesara toneladas. Quiero tumbarme pero antes necesito saber que él está bien y que no me necesita.

Maldita vinculación.

-¿Necesitas que te ayude en algo? ¿Estás bien? ¿Tienes hambre?

Él me sonríe con los ojos casi cerrados. Al muy mamón parece divertirle todo esto.

Posa un brazo encima de su cara mientras deja salir su respiración por su boca en un silbido.

-Me muero por ducharme y limpiarme los dientes. Tengo la sensación de estar cubierto de suciedad.

Oigo sus palabras y sólo el pensamiento de desnudarlo y ayudarlo a ducharse hace que mi polla se endurezca dentro de mis pantalones.

-Si quieres puedo ayudarte... soy bueno en eso. Puedes preguntar si no te fías.

Suelta una risotada aún con la cara cubierta con su brazo. Suspira y aunque tiene la cara cubierta, el sonrojo hace su aparición.

Cuando vuelve a hablar, su voz es un ronco susurro.

-¿Me... ayudarías? ¿Entrarías en la ducha conmigo?

Vale.

Esto se pone serio porque cada vez que abre la boca y la palabra "ducha " sale de su boca, la cabrona que tengo entre las piernas, se hincha cada vez más y más.

Sólo pensar en poder tocar su piel mojada, sin nada de ropa y limpiar su piel hasta que se encuentre a gusto, me hace sentir honrado y cachondo como el infierno.

Se incorpora en la cama y sin dejar de mirarme se quita la camiseta, tirándola al suelo. Luego se sienta en el borde de la cama y yo sin dudar me arrodillo frente a él para ayudarlo a descalzarse.

Él me mira serio mientras lo hago y cuando termino, se apoya en uno de mis hombros para intentar incorporarse.

No puedo decidir si lo hace a posta o no, pero si yo estoy arrodillado ante él, el hecho de que él se levante, deja a su entrepierna a la altura justa de mi cara.

Y la sorpresa que me llevo al comprobar que el bulto que se aprecia es un poco más notorio de lo normal, hace que quiera subirme por las paredes.

Le miro desde mi posición y me levanto.

-¿Quieres que... te ayude a desnudarte?

Vale.

He dicho la frase entera y sólo he tenido que parar una sola vez a tragar saliva.

-Creo que puedo yo.

Se desabrocha el pantalón y cada vez que suelta un botón, el ruido estalla en mis oídos, pero no quiero desviar mi mirada de sus ojos.

Algo me dice que no sería apropiado.

Se agacha para sacarse los pantalones y los bóxers y cuando está completamente desnudo, el rubor vuelve a aparecer en sus mejillas.

-Si no quieres hacerlo, no pasa nada. Me siento mucho mejor y... ¡auh!

Le fallan las rodillas y le cojo por la cintura al instante.

-Déjame tan solo llevarte hasta allí. Luego puedes ducharte tu solo si te ves con fuerza.

Vamos caminando hasta el baño. Al llegar a la ducha, abro el grifo y meto mi mano bajo el chorro para comprobar la temperatura.

-Ahora está bien. Puedes entrar.

Se mete bajo el chorro de agua y yo le miro desde el otro lado del cristal.

-Si ves que te quedas sin fuerzas, avísame y estaré contigo en un segundo.

Asiente despacio mientras el agua se desliza por todo su cuerpo, empapando también su pelo castaño.

Me recuerda cuando le espié como un puto pervertido, pero ahora estoy frente a él y siento que no se siente para nada incómodo por esto.

Se llena la boca de agua para luego tirarla mientras sus manos recorren cada centímetro de piel y mis ojos siguen el mismo camino.

Cuando cierra el grifo y me pide una toalla. Tiene que repetírmelo, pues yo ya ni oigo, ni siento, ni padezco.

Todas mis terminaciones nerviosas se hayan concentradas en las palmas de mis manos, que gritan por tocarle.

Para que salga de mi estupor, me chisca con las puntas de sus dedos en la cara.

Me mira y me sonríe.

-¿Podrás acercarme una toalla? si no estás muy ocupado comiéndome con los ojos.

Le gruño intentando quitarle algo de hierro al asunto y veo como se seca, para luego ajustársela alrededor de la cintura.

A continuación se limpia los dientes con fuerza un par de veces.

Cuando acaba el ritual lo vuelvo a llevar hasta la cama y le siento allí. Abro el armario y le sale un silbido de admiración.

-¡Guau! ¿Y toda esa ropa?

Me encojo de hombros mientras saco un pijama negro de satén.

-Fritz llenó todo el armario con ropa de tu talla. Espero que te guste esta mierda cara.

Mirando esos ojos que se han quedado abiertos como platos, me respondo que sí. Que le ha encantado.

-¿Cómo lo hizo? ¿Tú se lo pediste?

-Yo sólo le dije que te consiguiera algo más de ropa. El estilo es todo mérito de Fritz.

Por fin aparta la mirada del armario y la centra en mis ojos.

-Pues, gracias, hombre. Creí que moriría con mis viejos tejanos puestos.

Me doy la vuelta mientras él se viste.

-Intenta dormir algo. Siento que no puedas ir a tu habitación. De momento estarás aquí, hasta que sepamos algo.

Cierro la puerta y me dirijo a mi cuarto.

Nada más entrar me saco los pantalones y los dejo tirados al lado de la puerta, pues la maldita erección que tengo está a punto de explotar y me está doliendo de cojones.

Camino y me tumbo en la cama, cubriéndome con las mantas e intentando decidir si duermo, para quitar este inmenso cansancio que me puede, si me pongo a investigar aún más esos malditos ordenadores que conseguimos o si... comienzo con mi maratón de pajas bestiales con el único protagonista de ellas en la habitación de al lado.

Cuando los ojos se me comienzan a cerrar como cepos, la puerta de mi cuarto se abre y la luz del salón recorta la silueta del poli en la puerta.

Se queda parado y yo sólo puedo ver su sombra.

-No puedo dormir - me dice con voz ronca - me he dado cuenta de que la única manera en que no tengo pesadillas, es cuando tú estás a mi lado.

Me incorporo en la cama, un poco atontado.

-¿Quieres que te acompañe mientras duermes? puedo dormir en la butaca.

Veo como niega con su cabeza mientras sus manos se dirigen al frente de su pijama.

- No. Lo que quiero es dormir a tu lado. Sólo necesito sentirte conmigo. Sólo eso.

Y cierra la puerta a su espalda caminando lentamente hacia mí mientras se desnuda.

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