16.TE
DESCUBRO
·
BUTCH
Me quedo congelado en la puerta.
El olor que sale de su cuerpo es lo más exquisito que he
olido en toda mi vida.
Y es por mí.
Vishous, el enorme vampiro con cara de mala hostia que no
demuestra ni un sólo sentimiento hacia otra persona está... enamorado de mí.
Y yo no sé qué es lo que debo hacer.
Cierro de nuevo la puerta sin hacer ruido y me voy un
poco vacilante a mi habitación. Me cambio de ropa, poniéndome un pantalón corto
de deporte, una camiseta y me dirijo al gimnasio, con los ojos todavía como platos
y la respiración agitada.
Ahora comprendo muchas cosas.
Ya sé por qué se fue la otra noche, y sé por qué no
quiere decírmelo.
No es fácil para alguien como él reconocer todo esto.
Creo que antes de hacerlo se volaría la tapa de los sesos. Aunque yo tengo el
firme propósito de que lo haga sin que sufra el menor daño. ¿Cómo? ni puta
idea. Ya se me ocurrirá algo.
Intento recordar las palabras que me dijo Phury. Creo que
me dijo que un macho enamorado era algo muy peligroso, posesivo.
"Nada puede separar a un macho enamorado de su
hembra. Mataría por ella. Nuestra raza cuando se enamora es para siempre. Pase
lo que pase."
Recuerdo esas palabras una y otra vez y vuelvo a
preguntarme si un vampiro puede unirse a otro macho o... bueno, a un simple
humano como yo, aunque lo que he vivido hace un rato, me contesta sin dudar.
Y la respuesta es un rotundo sí.
Y ahora ¿Cómo se supone que he de reaccionar? ¿Le digo
que lo sé o me callo hasta que él se sienta cómodo con la situación y me lo
diga?
Tengo que reírme ante esa posibilidad.
Este cabeza cuadrada puede pasarse el resto de su vida
unido a mí y no soltar prenda. Como si no lo conociera.
Tuvo que sufrir cuando me secuestraron, de un modo
horrible. Algún día me enteraré de todo, aunque el hecho de que se pusiera al
cuello mi cruz y todavía no haya tenido el valor de devolvérmela ya dice
demasiado.
¿Y qué hago cuando lo haga? ¿La cojo o le digo que es
suya? si le digo eso, le confirmaría muchos de mis sentimientos hacia él y
tampoco estoy muy seguro de querer ser su compañero... por todo lo que eso
conlleva.
O sea, el sexo.
Y no el sexo que hemos tenido hasta ahora, si no, el
sexo, digamos...al completo.
Joder, me va a estallar la cabeza.
Llego al gimnasio y me vendo los nudillos acercándome al
saco de boxeo. Los guantes no te hacen sentir lo mismo al golpear el cuero.
Yo necesito sentir el dolor del impacto en mis huesos.
Llego hasta él y lo golpeo fuerte, notando como mis
músculos se endurecen al contacto.
Lo golpeo una y otra vez hasta que tengo que abrazarme a
él para recuperar el aliento.
Oigo la puerta abrirse y unos pasos que hacen retumbar el
suelo se acercan hasta donde yo estoy.
No me hace falta volver la cabeza para saber que es él.
Reconocería sus pasos entre un millón.
Yo sigo dando golpes hasta que llega hasta mí, poniéndose
enfrente y agarrando el saco que yo golpeo.
Cuando lo tengo ante mí, suelto un puñetazo en el saco, a
la altura de su cara, con toda la fuerza que tengo.
Él para el impacto del saco y sonríe de medio lado,
mirándome bajo sus negras pestañas.
-Veo que estás en plena forma, poli.
Giro los hombros para relajarlos.
-Ya.
Vuelvo a dar otro puñetazo justo en el mismo sitio. Al
lado de esa cara de sabelotodo arrogante que hace mi vida valga la pena.
-Si sigues a este ritmo, no aguantarás mucho más, poli.
Luego se separa un poco del saco y mira al suelo.
-Oye... lo que pasó hace un rato...
-No me importan tus explicaciones, V. Lo que necesito es
que me cuentes, me hables. Necesito entender, sólo entender. Si quieres que
esto vaya a algún sitio. En este momento.
-Lo siento. Yo no hablo de mis mierdas.
-Sí, eso es cierto. Jamás hablas. Tú sólo actúas. Arrasas
con todo lo que se te pone por delante, sin importarte nada, salvo tú. Llegados
a este punto creo que sólo hay una salida para esto. Vas a decirme que demonios
pasa entre nosotros y mira si seré bueno contigo que voy a darte la oportunidad
de que cierres la boca ¿Quieres saber cómo?
V asiente.
-Ilumíname, irlandés.
Miro hacia atrás, al ring de boxeo y luego me giro para
poder mirarlo de frente, con una sonrisa de hijoputa en la boca. El sigue mi
mirada y sonríe también.
-¿Una pelea? A ver, déjame pensar. Quieres pelearte
conmigo y si ganas, abro la boca pero si gano yo...
Me río negando con la cabeza.
-No, no, no... Eso estaría chupado para ti. Un sólo golpe
y me arrancarías la cabeza. No...
-¿Entonces?
Doy un paso hacia él y me agarro del saco del boxeo,
mirándole divertido.
-Si yo consigo alcanzarte de un puñetazo, hablarás como
una cotorra. Si no... Tú ganas. Puedes cerrar el pico hasta que se te pudran
los dientes.
Suelta una carcajada mientras estira la mano hacia mí
para darnos un apretón. Yo llevo la mía a su encuentro para cerrar el trato
pero en el último momento la echo hacia atrás.
-Pero nada de desaparecer, ni ninguno de esos truquitos
de vampiros que te guardas en la manga, ¿De acuerdo?
- De acuerdo.
Y entonces nuestras manos se unen para cerrar el trato.
Caminamos hasta el ring y comienzo a moverme a su
alrededor. Él sigue mirándome divertido y eso me cabrea como la mierda.
Está seguro de su victoria, el muy mamón, y dado lo bien
que me esquiva, creo que no ha sido tan buena idea esto. Al fin y al cabo el es
un guerrero y yo sólo soy un simple expoli, pero soy rápido y sé que puedo
vencerle.
Los golpes se suceden uno tras otro y lo único que toco
es aire.
La madre que lo parió, estoy reventado de todo el
esfuerzo físico y no he logrado siquiera rozarle.
-¿Qué, poli? ¿Ya te has cansado? yo sin embargo podría
seguir así todo el día. Es divertido de cojones verte lanzar golpes al aire.
Cómo me cabrea eso.
Las gotas de sudor bajan por mi cara y tengo la camiseta
pegada al cuerpo. Me la quito y la tiro en un rincón, intentando cogerle de
sorpresa pero el muy cabrón está concentrado y sólo necesita esquivarme echando
la cabeza hacia atrás.
Tras unos diez golpes sin sentido más, me paro,
intentando coger aire.
El pone sus manos en las caderas y ladea la cabeza.
-¿Te rindes? vas a acabar deshidratado si sigues así.
Le enseño mi dedo corazón bien estirado y él se ríe.
-Este es mi chico.
¡Ah!..., es cierto... soy su chico... me he equivocado de
pleno en mi estrategia. Ahora verás lo que es capaz de hacer tu chico cuando se
empeña en algo.
-Todavía estoy de pie ¿No? ahorra saliva, pajarito. Vas a
necesitarla.
Me acerco un paso más hacia él y me seco el sudor de la
frente con mi antebrazo. Sacudo mi cabeza y las gotas de sudor que me mojan el
pelo salen volando. Mi mano izquierda baja despacio por mi cuello hasta mi
corazón que late a toda máquina y su mirada se fija en mi mano. Voy bajándola
poco a poco hasta llegar a mi ombligo y su respiración se va volviendo cada vez
más profunda sin que pueda dejar de mirarme. Veo como sus pupilas comienzan a dilatarse
y sé que lo he cazado.
Ya eres mío, cabrón.
Dejo que mi mano siga resbalando por encima de la tela
del pantalón y me acaricio con descuido el paquete, como si me lo estuviera
colocando. Su mirada comienza a brillar sin poder separarla en ningún momento
de mi entrepierna y en ese momento hecho mi brazo derecho hacia atrás y le pego
un puñetazo en plena cara que hace que tenga que dar un par de pasos para
lograr mantener el equilibrio.
La carcajada que sale de mi garganta mientras, con los
brazos estirados hacia el techo, voy dando saltos alrededor de él, me hacen
sentir de puta madre.
-Já, lo logré. Mírame, vampiro. Ni lo has visto venir,
capullo.
Se lleva una mano hasta la nariz y luego se la mira. La
sangre que queda pegada en ella, no le hace ni puta gracia.
-Has hecho trampa - me dice en un gruñido.
-De eso nada. He ganado limpiamente. Si te has distraído
es cosa tuya.
Se queda parado, mirándome, y a mí, la risa se me va
muriendo poco a poco hasta quedarme serio.
Le miro hasta quedarme junto a él.
-Ahora quiero que cierres las puertas. No quiero que
nadie nos moleste. Vamos a hablar aquí y ahora. Un trato es un trato.
Tarda unos segundos en hacerlo y al oír el ruido de las
puertas cerrándose, un escalofrío me sube por la espalda.
Estamos los dos frente a frente, mirándonos sin
pestañear.
-¿Prometes que serás sincero conmigo?
Aparta su mirada de mí y se pasa una mano por el pelo,
apartándolo de la cara. Pero no responde.
-¿Lo serás Vishous? quiero que me respondas.
-Sí... en la medida que pueda, seré sincero.
Asiento una vez con la cabeza y me tiro a ello de cabeza.
-Quiero que me expliques qué coño pasó en la cocina. ¿Por
qué te pusiste así?
Apoya sus manos en las caderas y desvía la mirada hasta
el suelo.
-Nuestras costumbres son distintas a las vuestras. Para
nosotros que alguien... cercano a ti, prepare con sus propias manos comida y te
invite a probarla es algo muy íntimo. Para los machos vinculados es un honor
poder dar de comer de su propia mano a su compañera. Cuando entré en la cocina
y te vi, preparando comida para los dos, me hiciste sentir... No sé. Nadie en
toda mi vida había hecho algo así por mí y creo que no supe reaccionar de una
manera demasiado civilizada.
Bueno, la siguiente pregunta me la ha dejado a punto de
caramelo.
-Dime, ¿Qué es un macho vinculado? ¿Uno que está casado?
Suspira fuerte. No sabe cómo salir del lío en que se ha
metido.
-No. No es que esté casado. Cuando sientes que estás...
unido a alguien, tu cuerpo libera un olor con el marcas a tu... oye - me dice
pasando su mano enguantada por su pelo - todo esto es mejor si hablas con otro.
De verdad que no me siento cómodo con todo esto. ¿Por qué no le preguntas a
Rhage? Él está vinculado y te responderá mejor que yo.
Me acerco otro paso a él y casi quedamos pegados.
-Quiero que seas tú quien me lo diga. Tú me trajiste y tú
vas a enseñarme. Sigue.
Su mirada queda fija en mi boca y continúa, aunque sé que
cada palabra que dice, le cuesta un mundo pronunciarla.
-A ver... cuando te enamoras de alguien, tu cuerpo emana
un olor único por cada poro de tu piel y ese olor queda pegado a la piel de esa
persona para que el resto de los vampiros sepan que tiene pareja. Cualquiera
que te huela, sabe que tienes un compañero. Y cada vez que están juntos ese
olor se renueva haciéndolos como si fuesen una sola persona.
No se ha dado cuenta, pero en medio del discurso, se ha
dirigido directamente a mí. "Cualquiera que TE huela sabe que TIENES un
compañero".
El subconsciente te ha delatado, amigo.
Venga. Vamos a dar otra vuelta más al tornillo.
-¿Tú te has vinculado alguna vez?
Su semblante cambia completamente. La máscara ha vuelto y
en este momento me doy cuenta de que nunca sería capaz de confesar su marcaje
hacia mí y por alguna razón, me duele.
Respira profundo y al final tiene los cojones de
contestar.
Su voz baja hasta casi no oírle.
-Sí...
-¿Y marcaste a esa persona con tu olor para que supiera
que estabais unidos?
Su mano roza la mía con las puntas de los dedos.
-Intento con todas mis fuerzas no obligarlo a eso. Nadie
se merece tener como compañero a alguien como yo.
-Lo intentas. O sea, en presente. Te está pasando ahora,
mientras hablamos.
Él no responde. Ni falta que hace.
-Responde, V. ¿Estás vinculado?
-¿Y qué importa si lo estoy?
Me paso la mano por la cara, nervioso y cabreado. Todo
bien mezclado.
-Pero, ¿Cómo que qué importa si lo estás? ¿Tú te oyes?
-Si estoy o no estoy, eso sólo es asunto mío y de nadie
más. Eso poco importa. Teniendo en cuenta quién soy, lo mejor para esa persona
es que no lo sepa. Nunca.
Mi voz se eleva. Cansado ya de esta farsa.
-¿Por qué? ¿Quién te da derecho a decidir por otra
persona? ¿Qué es eso tan malo que tienes dentro que te impide ponerte frente a
la persona a la que amas y decirle lo que sientes?
Entonces su falsa y fingida calma desaparece. Me agarra
fuerte por la nuca, pegándome a él. Su voz sigue siendo un susurro ronco cuando
habla de nuevo.
-Porque estoy maldito. ¿Ves estos tatuajes? - Dice
mientras se pasa un dedo por la sien - ¿Recuerdas lo que te dije que
significaban? Los tengo por todo el puto cuerpo. Todo el mundo los ve y saben
el significado. Se dan la vuelta y rezan a la virgen haciendo chorradas contra
el mal de ojo. Soy un cabrón, lo admito. Soy el mayor hijo de puta que hay
sobre la tierra pero jamás dejaría que nadie viviese en sus propias carnes, la
vergüenza de pertenecer a Vishous, hijo del Sanguinario.
Me suelta de golpe, dándose la espalda y yo me quedo sin
palabras.
Por un momento estoy tentado a ir a su lado e intentar
consolarlo, pero sé que me arrancará la cabeza si lo hago.
Así que lo que hago es acercarme a su espalda en silencio
y preguntar lo que me da más miedo.
-¿Por qué no me dejas tocarte?
Suelta un suspiro de cansancio y me contesta sin
volverse.
-Claro que dejo que me toques.
-Eso es mentira. La única vez que he podido tocarte fue
cuando estabas en la sala de curas, recuperándote.
Se gira de nuevo hacia mí y yo alargo una mano hasta
posarla en su corazón por encima de su camiseta. Dejo mi palma ahí, sintiendo
el latido fuerte de su corazón sin que nuestras miradas se hayan desviado la
una de la otra ni un milímetro.
Entonces comienzo a deslizar la mano hasta el borde de la
camiseta y tiro de ella hacia arriba mientras le rozo con mis nudillos aún
vendados.
-Quítatela.
Permanece unos segundos sin moverse pero al rato consigo
que lo haga.
La deja apretada en su puño y yo deslizo ambas manos a
sus costados. Una queda posada nuevamente en su pecho, justo encima de su
corazón y la otra va hasta su nuca, enredando su pelo negro entre mis dedos.
No muevo mi agarre en su nuca mientras con la otra mano
que tengo en el corazón voy bajando poco a poco hasta la cintura de sus
pantalones.
La respiración se me acelera tanto como a él, porque soy
consciente de lo que estoy a punto de hacer.
Voy a acariciarle... la polla a otro tío.
Mi mano comienza a temblar pero tiene un destino y juro
por Dios que no voy a desviarme.
Bajo por el hueso de cadera y me voy adentrando hasta
donde está la base de su polla. Cuando toco ese lugar entre sus piernas por
encima de la ropa y gime en voz bien
alta sin poder evitarlo y sin dejar de mirarme. Gotas de sudor comienzan a
aparecer en su sien mientras a mí me va a dar algo cuando comienzo a subir
despacio y puedo notar de primera mano lo ancho, largo y duro que es.
Me muero por besarle ahora mismo pero ni muerto voy a
dejar que se pierda este contacto visual que tenemos.
Comienzo a pasar mi mano vacilante por su polla arriba y
abajo, acariciándole con mi palma por encima del cuero y juro por Dios que noto
como crece contra mi mano. Todavía más de lo que estaba.
En un arranque de valor me dirijo a sus botones y logro
abrir el primero. Sigo con el siguiente, metiendo un poco las puntas de mis
dedos por debajo y me sorprendo a mí mismo queriendo tocarlo, pero una manaza
me agarra la muñeca y me inmoviliza.
En este momento me da exactamente igual que me rompa
todos los huesos del cuerpo.
Mi voz demuestra, sin poder evitarlo, la frustración que
siento en este jodido momento.
-Esta vez no vas a poder pararme, lo sabes, ¿Verdad?
Su agarre en mi muñeca se vuelve aún más fuerte.
-No me importa lo que me hagas. Si me rompes esa muñeca
aún me quedará otra.
V no se mueve, no respira. Sólo me mira fijamente, sin
parpadear,
-Lo sé, V.
Esas palabras tocan algún resorte dentro de él, pues
tuerce algo el gesto, frunciendo el ceño.
-Qué es lo que sabes.
Fuerzo la mano todo lo que puedo para volver a ponerla
donde estaba, pero sólo soy capaz de tocarlo con la punta de mis dedos.
-Sé que soy yo. Te has vinculado a mí. Estás... enamorado
de mí.
Silencio.
Hasta el aire se ha quedado congelado a nuestro
alrededor. Su mano resbala lentamente de mi muñeca hasta quedar al lado de su
cuerpo, sin fuerza.
No se mueve, no dice nada y eso me cabrea como el demonio.
Le empujo con fuerza con las manos abiertas sobre su
pecho y le grito.
-¡Háblame! ¡Ten los cojones de admitirlo!
Nada.
No es capaz de hacer absolutamente nada.
Si él no habla, entonces lo haré yo.
Pondré en palabras todo lo que flota a nuestro alrededor.
Le agarro aún más fuerte del pelo de su nuca, cerrando
con fuerza mi mano.
-Me quieres, no puedes negarlo. Cuando entré de nuevo en
la guarida pude oler tu marcaje saturando el aire. ¡Por eso te fuiste la otra
noche! me dejaste solo porque no eras capaz de aguantar más tú marcaje dentro
de tu cuerpo. Por eso te volviste loco cuando te preparé el desayuno. Porque
así es como actúa un macho vinculado. Soy policía, ¿recuerdas? sé atar cabos
muy bien y no eres tan bueno ocultando lo que sientes por mí. Lo que sientes
desde el momento en que nuestras miradas se cruzaron cuando estabas medio
muerto en ese callejón. Me has querido desde ese primer momento y por mucho que
lo intentas, no puedes remediarlo, pero te faltan agallas para confesarlo.
Vuelvo a darle otro empujón y da dos pasos hacia atrás
hasta quedarse contra las cuerdas del ring.
Le agarro con las dos manos la cara, obligándole a que me
mire y bajo mi tono mi voz.
-Crees que no te merezco. Crees que esa mierda que te
marcaron muchos años antes de que yo naciera, todavía significan algo, pero no
es así. Ya no significan nada. Sólo son líneas y dibujos antiguos. Éste... -
murmuro mientras la punta de mis dedos roza su sien tatuada - Éste ya no eres
tú... por mucho que quieras esconderte detrás de ellas.
Agacha la cabeza mientras un gemido sale de su garganta.
Roto, con una gran amargura.
El vampiro que tengo ante mí, con la apariencia de
depredador sin alma, está destrozado por dentro.
Tras unos minutos de permanecer así, con mis manos
cogiendo su cara escondida, se atreve a hablar.
-Tú no sabes nada de mi vida, policía. Crees que puedes
llegar, entrar en ella como un huracán y sanar heridas que llevan abiertas
demasiado tiempo. Puedes intentar consolarme. Puedes intentar quererme... pero
nunca podrás curarme. No sólo mi cuerpo está muerto desde hace demasiado
tiempo. Mi alma también lo está y no voy a permitir arrastrarte conmigo.
Levanta poco a poco su cara hasta quedar frente a la mía
y sus ojos brillantes, están apagados, sin vida.
-No soy lo que mereces. Mi padre marcó mi cuerpo de
tantas maneras que no seré capaz en los años que me quedan por vivir, de
olvidarme de nada. Ni de uno sólo de sus golpes, que aún me duelen, ni de uno
solo de sus desprecios, que todavía me angustian, y de ni una sola de sus torturas...
que aún llevo marcadas en mi piel. No sólo me marcó con tinta para que el resto
de mi gente, a la que protejo con mi vida, me repudiara, sino que intentó...
castrarme para que no fuese capaz de dejar un solo rastro de mi existencia tras
de mí. Por eso por muchas ganas que tenga mi cuerpo de marcarte, jamás, ¿Me
oyes? jamás dejaré que lo haga y por eso no quiero que me toques. Porque me
duele cada vez que lo haces. Me duele tan dentro de mí porque jamás he dejado a
nadie que lo hiciera y no sé si seré capaz de permitir que tú lo hagas.
Dios... Dios mío bendito.
Ven a mí y hazme ver cómo puedo reaccionar a todo esto
sin derrumbarme.
Yo siempre creí que mi vida había sido miserable, pero
sólo un pequeño retazo de la vida de este vampiro me hace sentir humilde por
haberme quejado tanto por ello.
La ira que comienza a acumularse dentro de mí sólo busca
un objetivo.
El sanguinario.
Si me entero de que el hijoputa de su padre aún sigue con
vida, iré a buscarlo donde quiera que esté y con mis propias manos le arrancaré
las entrañas de su cuerpo. Porque el macho que tengo ante mí no se merece nada
de lo que le hicieron.
Ahora me siento tan culpable por haberle obligado a sacar
toda su mierda... le he hecho volver a revivir cada segundo de dolor de su vida
pasada, seguramente cuando era sólo un niño, porque el macho que tengo ante mí,
no reaccionaría de esa manera con sólo contarlo.
La única manera que tengo en estos momentos de mostrar
mis sentimientos es abrazándolo contra mí.
Y es eso lo que hago.
Le aprieto de tal manera contra mi pecho que temo dejarle
sin respiración.
Él no me devuelve el abrazo en ningún momento, solo se
queda tieso con los brazos colgando pero no me enfado por ello.
Seguramente es el primer abrazo que le dan en lo que
lleva de vida.
-Siento de veras haberte puesto entre la espada y la
pared. No debí obligarte a decirme nada.
El posa la punta de sus dedos en mis hombros y me aleja.
Se aclara la voz antes de hablar y su tono es ronco,
bajo.
-Deberías cambiarte. Los demás nos deben estar esperando
para salir.
Se da la vuelta y sin más desaparece por la puerta.
VISHOUS
Intento controlar mi cuerpo para que mis pasos sean
seguros, como lo han sido toda mi vida pero me está resultando una tarea bien
difícil.
Cada pocos pasos cojo grandes bocanadas de aire para
intentar tranquilizarme algo.
No es posible que sea realidad lo que ha pasado ahí
dentro. No puede ser que haya sacado de dentro la mayoría de mierda que tengo
dentro de mí y el poli no haya salido corriendo, aunque creo que le ha faltado
poco.
Lo sabe todo.
Mis sentimientos.
Mi olor de marcaje.
Todo.
Y ahora conoce también parte de mi miserable vida. La que
casi nadie conoce y lo peor, las cicatrices que han quedado por ello.
No entiendo cómo fui capaz de soltarle todo de
carrerilla, sin pestañear.
Tal vez mi intención era alejarlo completamente de mí,
que supiera con qué clase de tipo quería jugarse su futuro y su alma.
Y lo que más me ha llegado a dentro es el abrazo que me
dio después de contárselo todo.
Maldito irlandés que consigue con cada acción meterse más
y más dentro de mí, volviéndome loco.
Eso resulta divertido porque cuando quiso alejarse y no
demostrar sus sentimientos hice todo lo posible porque saltara y los aceptara y
cuando por fin lo hace, vuelvo a ser yo el que se aleja.
Porque necesita esa proximidad que yo evito. Porque la
necesidad de sexo es completamente distinta para los dos. Él busca roces,
caricias, sentimientos, explorar mi cuerpo y yo busco combustión espontánea.
Sexo con letras mayúsculas.
Llego a la guarida y termino de armarme despacio.
Cojo la cazadora de cuero y cerrando nuevamente la puerta
me dirijo a la entrada, donde todos están ya preparados para salir.
Butch aparece a lo alto de las escaleras al poco rato.
Nuestras miradas se cruzan y quedan clavadas la una en la
otra como siempre desde que lo conocí.
Las parejas ya están formadas y nos toca patrullar
juntos.
Wrath sabe lo que hace y no tiene ganas de que le ladre
así que ya nos deja en paz.
Llegamos hasta el Escalade y conduzco tranquilo hasta
llegar al río, en silencio.
Es lo bueno de tener esa conexión con otra persona, que
te deja estar juntos sin tener que llenar incómodos silencios.
Dejo el coche aparcado debajo del puente y veo que Butch
está algo nervioso, o avergonzado.
-¿Qué te pasa? ¿No te gusta el sitio?
Se encoje de hombros mientras sale del coche.
-Aparca donde quieras, a mí me da igual.
Da un portazo y camina unos pasos, mirando el río. El
agua que lo lleva se ve negra con la noche, salvo por el reflejo de las farolas
que la iluminan cada ciertos metros.
Su mirada queda fija en esa agua y le oigo susurrar en un
tono tan bajo, que sé que habla para sí mismo.
-Dios... parece que ha pasado un siglo y sin embargo...
A saber qué ha querido decir. Me pongo a su lado y desvía
su mirada a la mía.
Sus ojos tienen un brillo especial y después de unos
momentos, suspira y comienza a caminar río abajo, con las manos metidas en los
bolsillos de sus pantalones.
Yo me lo quedo mirando mientras se aleja hasta que su voz
de nuevo llega a mis oídos.
-¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche? - me dice sin
darse la vuelta.
Sonrío y le sigo río abajo. A unos pasos de distancia.
Al llegar al final de la calle de pronto se queda parado
durante unos segundos y girando hacia la derecha echa a correr como un poseído.
-¿Pero, qué...?
Tardo unos segundos en reaccionar y luego corro tras él
calle abajo.
Cuando llego a la esquina donde se ha perdido, me quedo
helado.
Me quedo parado con el corazón de la misma manera,
mientras veo la escena que se desarrolla ante mis ojos.
Tres restrictores se hayan a sólo unos metros del poli.
Tienen una posición relajada ante él mientras el poli camina despacio hacia
ellos.
Mi mente se bloquea ante lo que ven mis ojos mientras
repite una y otra vez "no, no, tú no, poli... tú no..."
Agudizo el oído lo más que puedo para captar sus
palabras.
El más alto le habla al poli directamente.
-¿Eres el nuevo recluta? porque no te has presentado esta
noche...
Butch se encoje de hombros y se detiene al llegar hasta
ellos.
-Deberías echar de vez en cuando un vistazo a tu espalda.
Tienes a uno de los hermanos detrás de ti.
Butch se gira hacia mí y yo no puedo conseguir llevar
algo de aire a mis pulmones. Todavía mirándome, comienza a caminar hasta
ponerse detrás de ellos.
Las palabras que dice hacen que se hiele el alma.
-Bueno, habrá que remediar eso de algún modo ¿No?
El mundo se acaba de desmoronar a mí alrededor. Todo ante
mí está borroso. Todo salvo su mirada fija en la mía y yo no puedo dejar de
repetir las mismas palabras en mi cabeza.
" Poli... por favor... no me obligues a acabar
contigo".
BUTCH
No sé qué me ha pasado.
De repente mientras camino algo tira de mí, de una manera
increíble y antes de darme cuenta estoy corriendo como un demente.
Al doblar la esquina veo a tres restrictores y algo
dentro de mí me obliga a ir hacia ellos.
Por las palabras que me dice el más alto, sé que piensan
que soy uno de ellos y el mareo que siento hace que se me encojan las tripas.
Mi mente decide en un microsegundo seguirles el juego y
me vuelvo cuando me hacen ver que tengo a un hermano a mi espalda. Al girarme
veo la cara de V y se me rompe el corazón al ver su expresión de dolor.
Me coloco detrás de ellos mientras V, que parece que ya
ha recobrado el funcionamiento de su cuerpo, corre hacia nosotros quitándose el
guante de su mano maldita.
Cuando ellos se ponen en formación de ataque, yo
aprovecho a atacar al que me ha hablado mientras los otros dos se van contra
Vishous.
Saco mi pipa y le disparo en la espalda. El desteñido cae
con un grito de dolor al suelo. Le doy la vuelta y me siento encima de su
vientre y le miro.
Al clavar mi mirada en la suya soy capaz de saber de
algún modo, que es un veterano, tal vez por la falta de humanidad que reflejan
sus ojos.
Algo se me mueve por dentro y de repente siento una
tremenda urgencia de... ¿De qué? joder, ni yo mismo lo sé pero inhalo con
fuerza mientras mis pulmones comienzan a llenarse en una profunda inhalación.
Mientras los ojos del restrictor me miran con pánico una
especie de humo negro se escapa de su boca y entra directamente en la mía.
Me dan arcadas por el olor dulzón pero algo dentro de mí
me obliga a seguir inhalando con fuerza la mierda de humo negro que sale de su
cuerpo.
El tipo comienza a desintegrarse delante de mis ojos,
convirtiéndose en cenizas y al acabar yo acabo tirado en el suelo, con dolores
en todo mi cuerpo y arcadas secas.
Al rato unas botas de combate se ponen en mi línea de
visión. Es Vishous.
Se arrodilla junto a mí y posa una de sus manos en mi
hombro.
-Butch... por favor, Butch...
Intento hablar pero el dolor se vuelve insoportable y
sólo me sale un gemido.
Sus manazas me agarran de la ropa y me levantan como si
no pesara más que un saco de patatas y me carga al hombro.
Camina despacio hasta llegar al coche y abre la puerta,
dejándome con cuidado en la parte trasera.
Trago saliva que no tengo y la voz me sale ronca, como si
tuviera grava en la garganta.
-V... ¿Qué acabo de hacer...?
Niega con la cabeza, con la mirada clavada en el suelo.
-No lo sé, poli. No tengo ni la más mínima idea.
Y cierra de un portazo, rodeando el coche deprisa.
Arranca y hace derrapar los neumáticos en el suelo de
tierra.
Los dolores me hacen doblarme por la mitad y V acelera
todavía más mientras intenta tranquilizarme.
-No te preocupes, poli. Yo te ayudaré... no voy a dejarte...
-Pero no sabes qué me pasa, no puedes llevarme a la
mansión. Soy... un peligro.
V desvía un momento la vista de la carretera para
mirarme.
-Cállate. No te voy a dejar solo, ¿Entiendes? Te quedarás
encerrado... conmigo.
****
Al llegar a la mansión se dirige a la entrada de la
guarida y frena justo enfrente de la puerta.
Sale y abre la puerta, ayudándome a salir. Las rodillas
me tiemblan y se pasa uno de mis brazos alrededor de su cuello mientras con el
otro me rodea la cintura.
Llegamos a la puerta y cuando estamos ya dentro, se
vuelve hacia el panel de control. Cambia la combinación de la puerta y se
dirige al que fuera mi cuarto.
Cuando entramos, ni siquiera enciende la luz. Lo único
que hace es tumbarme con cuidado encima de la cama. Me ayuda a quitarme la
cazadora y luego me sube la camiseta hasta las axilas.
La mancha que tengo en el estómago se ve más negra y
grande. V al verla, suspira y se quita el guante de su mano maldita mientras se
arrodilla a mi lado en el suelo, junto a la cama.
Se acerca con sumo cuidado y cuando posa su palma
caliente en el foco de maldad me sale un gemido de alivio que recorre todo mi
cuerpo.
Echo la cabeza aún más atrás hasta que mi cabeza queda
completamente enterrada en la almohada.
-Dios... esto es...
No sé cómo explicar la sensación que me recorre el cuerpo
mientras la luz de Vishous ilumina todo mi cuerpo.
Por alguna razón necesito tener más de ese contacto
contra mi cuerpo. Me muevo un poco hacia el centro de la cama, intentando
dejarle algo de sitio para que pueda tumbarse a mi lado.
- Espera - me dice en un susurro - ¿Por qué te alejas?
-Quiero que te tumbes a mi lado.
Su mirada brilla por un momento.
-Prefiero quedarme aquí, si no te importa. Estoy cómodo
en esta postura.
Intento que mi cara no refleje la decepción que siento al
oír sus palabras y vuelvo a recolocarme donde estaba.
El sudor que recorre mi cuerpo comienza a remitir y en un
momento de necesidad poso mi palma contra la suya. Miro como su luz baña ambas
manos y me siento unido a él de una manera como nunca me sentí hacia otra
persona.
V se aclara la garganta antes de hablar.
-Solamente contigo puedo sentir el contacto de otra
persona en la piel de esta monstruosidad sin que quede calcinado.
Cierro los ojos mientras el cosquilleo de su mano me
recorre por entero.
-Me gusta ser el único con el que puedas hacerlo.
VISHOUS
Mi mirada queda fija en su mano y sólo puedo asentir ante
sus palabras. A mí también me gusta que sólo él pueda tocarme sin peligro. Le
miro y el color apagado que tenía ha desaparecido. Sus ojos vuelven a tener ese
brillo especial de siempre y noto como comienza a relajarse. El olor dulzón ha
desaparecido de su cuerpo y vuelve a ser igual de limpio que antes.
De repente me siento tan cansado como él.
Mi cuerpo me pide algo descanso y miro hacia el lugar
vacio que hay en su cama y mi propio cuerpo lucha por quedarse tumbado allí,
junto a él. Pero no lo hago.
Me levanto poco a poco, como si el cuerpo me pesara
toneladas. Quiero tumbarme pero antes necesito saber que él está bien y que no
me necesita.
Maldita vinculación.
-¿Necesitas que te ayude en algo? ¿Estás bien? ¿Tienes
hambre?
Él me sonríe con los ojos casi cerrados. Al muy mamón
parece divertirle todo esto.
Posa un brazo encima de su cara mientras deja salir su
respiración por su boca en un silbido.
-Me muero por ducharme y limpiarme los dientes. Tengo la
sensación de estar cubierto de suciedad.
Oigo sus palabras y sólo el pensamiento de desnudarlo y
ayudarlo a ducharse hace que mi polla se endurezca dentro de mis pantalones.
-Si quieres puedo ayudarte... soy bueno en eso. Puedes
preguntar si no te fías.
Suelta una risotada aún con la cara cubierta con su
brazo. Suspira y aunque tiene la cara cubierta, el sonrojo hace su aparición.
Cuando vuelve a hablar, su voz es un ronco susurro.
-¿Me... ayudarías? ¿Entrarías en la ducha conmigo?
Vale.
Esto se pone serio porque cada vez que abre la boca y la
palabra "ducha " sale de su boca, la cabrona que tengo entre las
piernas, se hincha cada vez más y más.
Sólo pensar en poder tocar su piel mojada, sin nada de
ropa y limpiar su piel hasta que se encuentre a gusto, me hace sentir honrado y
cachondo como el infierno.
Se incorpora en la cama y sin dejar de mirarme se quita
la camiseta, tirándola al suelo. Luego se sienta en el borde de la cama y yo
sin dudar me arrodillo frente a él para ayudarlo a descalzarse.
Él me mira serio mientras lo hago y cuando termino, se
apoya en uno de mis hombros para intentar incorporarse.
No puedo decidir si lo hace a posta o no, pero si yo
estoy arrodillado ante él, el hecho de que él se levante, deja a su entrepierna
a la altura justa de mi cara.
Y la sorpresa que me llevo al comprobar que el bulto que
se aprecia es un poco más notorio de lo normal, hace que quiera subirme por las
paredes.
Le miro desde mi posición y me levanto.
-¿Quieres que... te ayude a desnudarte?
Vale.
He dicho la frase entera y sólo he tenido que parar una
sola vez a tragar saliva.
-Creo que puedo yo.
Se desabrocha el pantalón y cada vez que suelta un botón,
el ruido estalla en mis oídos, pero no quiero desviar mi mirada de sus ojos.
Algo me dice que no sería apropiado.
Se agacha para sacarse los pantalones y los bóxers y
cuando está completamente desnudo, el rubor vuelve a aparecer en sus mejillas.
-Si no quieres hacerlo, no pasa nada. Me siento mucho
mejor y... ¡auh!
Le fallan las rodillas y le cojo por la cintura al
instante.
-Déjame tan solo llevarte hasta allí. Luego puedes
ducharte tu solo si te ves con fuerza.
Vamos caminando hasta el baño. Al llegar a la ducha, abro
el grifo y meto mi mano bajo el chorro para comprobar la temperatura.
-Ahora está bien. Puedes entrar.
Se mete bajo el chorro de agua y yo le miro desde el otro
lado del cristal.
-Si ves que te quedas sin fuerzas, avísame y estaré
contigo en un segundo.
Asiente despacio mientras el agua se desliza por todo su
cuerpo, empapando también su pelo castaño.
Me recuerda cuando le espié como un puto pervertido, pero
ahora estoy frente a él y siento que no se siente para nada incómodo por esto.
Se llena la boca de agua para luego tirarla mientras sus
manos recorren cada centímetro de piel y mis ojos siguen el mismo camino.
Cuando cierra el grifo y me pide una toalla. Tiene que repetírmelo,
pues yo ya ni oigo, ni siento, ni padezco.
Todas mis terminaciones nerviosas se hayan concentradas
en las palmas de mis manos, que gritan por tocarle.
Para que salga de mi estupor, me chisca con las puntas de
sus dedos en la cara.
Me mira y me sonríe.
-¿Podrás acercarme una toalla? si no estás muy ocupado
comiéndome con los ojos.
Le gruño intentando quitarle algo de hierro al asunto y
veo como se seca, para luego ajustársela alrededor de la cintura.
A continuación se limpia los dientes con fuerza un par de
veces.
Cuando acaba el ritual lo vuelvo a llevar hasta la cama y
le siento allí. Abro el armario y le sale un silbido de admiración.
-¡Guau! ¿Y toda esa ropa?
Me encojo de hombros mientras saco un pijama negro de
satén.
-Fritz llenó todo el armario con ropa de tu talla. Espero
que te guste esta mierda cara.
Mirando esos ojos que se han quedado abiertos como platos,
me respondo que sí. Que le ha encantado.
-¿Cómo lo hizo? ¿Tú se lo pediste?
-Yo sólo le dije que te consiguiera algo más de ropa. El
estilo es todo mérito de Fritz.
Por fin aparta la mirada del armario y la centra en mis
ojos.
-Pues, gracias, hombre. Creí que moriría con mis viejos
tejanos puestos.
Me doy la vuelta mientras él se viste.
-Intenta dormir algo. Siento que no puedas ir a tu
habitación. De momento estarás aquí, hasta que sepamos algo.
Cierro la puerta y me dirijo a mi cuarto.
Nada más entrar me saco los pantalones y los dejo tirados
al lado de la puerta, pues la maldita erección que tengo está a punto de
explotar y me está doliendo de cojones.
Camino y me tumbo en la cama, cubriéndome con las mantas
e intentando decidir si duermo, para quitar este inmenso cansancio que me
puede, si me pongo a investigar aún más esos malditos ordenadores que
conseguimos o si... comienzo con mi maratón de pajas bestiales con el único
protagonista de ellas en la habitación de al lado.
Cuando los ojos se me comienzan a cerrar como cepos, la
puerta de mi cuarto se abre y la luz del salón recorta la silueta del poli en
la puerta.
Se queda parado y yo sólo puedo ver su sombra.
-No puedo dormir - me dice con voz ronca - me he dado
cuenta de que la única manera en que no tengo pesadillas, es cuando tú estás a
mi lado.
Me incorporo en la cama, un poco atontado.
-¿Quieres que te acompañe mientras duermes? puedo dormir
en la butaca.
Veo como niega con su cabeza mientras sus manos se
dirigen al frente de su pijama.
- No. Lo que quiero es dormir a tu lado. Sólo necesito
sentirte conmigo. Sólo eso.
Y cierra la puerta a su espalda caminando lentamente
hacia mí mientras se desnuda.
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