6. TE ASUSTO
·
VISHOUS
No tardo nada en volver a la mansión.
El Escalade parece volar entre las calles de cadwell por
la urgencia que siento por ver a Warth y explicárselo todo. Mi cuerpo está
eufórico al igual que mi mente.
Sé porqué estoy sintiendo todo esto. Es por él, porque ha
elegido quedarse a mi lado.
Llego a la mansión, dejo el coche aparcado fuera y entro
en el gran recibidor a grandes zancadas, encaminándome derecho al despacho del
rey.
Golpeo la puerta y espero a que me responda.
-Pasa.
Entro en el despacho y el rey está sentado en esa
horrible horterada color azul celeste.
Está serio, mirándome a través de sus gafas negras, con
el largo pelo cayéndole por los hombros.
Me quedo mirándole, esperando que diga la primera
palabra.
-Cómo estás V.
Su tono es demasiado relajado y eso no acaba de gustarme.
-Estoy bien, gracias. La herida...
-Dime una cosa V, ¿Dirías que tengo cara de imbécil? - me
dice sin esperar si quiera que termine la frase y algo me dice que esto no
tiene buena pinta.
-No sé a qué refieres, Wrath
Se levanta y planta las manazas en el escritorio con tal
fuerza que no lo rompe de milagro.
-Lo digo porque si pensabais que podíais meter un humano
en la casa y tenerlo en el pit sin que yo me enterara, es que en verdad creéis
que, además de cara de imbécil, soy gilipollas.
Me quedo parado intentando descubrir cuál de los dos
capullos me ha dejado con el culo al aire.
- Si estás pensando que Rhage o Phury han cantado, no es
así. Sólo estaba esperando que vinieras tú primero a dar la cara para luego
llamar a esos dos capullos. Ahora habla.
Se vuelve a sentar en el butacón y yo me quedo de pie,
intentando encontrar las palabras adecuadas para empezar.
-Cuando me dispararon me encontraba solo, el humano vino
a salvarme y al tocarme sentí algo dentro de mí que me obligó a traerlo
conmigo.
Wrath no mueve ni un músculo, pero su pose de
tranquilidad, es sin duda forzada a juzgar por los labios, el muy cabrón los
tiene tan apretados que en cualquier momento le estallan.
-Lo de que te folles a humanos me importa un huevo, pero
cuando los traes aquí, la cosa cambia. Estás metido en un lío de cojones.
Me jode en el alma que piense que Butch solo es alguien a
quien me quiero follar. Butch no es sólo un culo bonito.
-Si quiero follarme a alguien, hay mil lugares que
escogería antes que este nido de gallinas chismosas y lo sabes. Esto no tiene
nada que ver con sexo.
-Entonces dime por qué.
-He tenido una visión.
-Me dijiste que ya no tenías visiones.
-Con él ha sido distinto. Debe estar aquí, con nosotros.
-¿Tuviste la visión cuando él te tocó?
Niego con la cabeza.
-Fue esta noche, mientras él dormía en la habitación de
al lado.
-No importa V, por ninguna razón meteremos a un simple
humano en los temas de la Hermandad. Nunca. Jamás.
Los colmillos se me alargan del todo y se los muestro en
una mueca de agresividad.
-No es un simple humano... se llama Butch - le digo
gruñendo las palabras.
Wrath se levanta hasta quedar frente a mí cabreado como
el demonio.
-¡Joder V !- me golpea en el pecho con todas sus fuerzas
- ¿Pero tú te oyes?¿Se llama Butch? me importa una mierda ¿Entiendes? una puta
mierda.
Le devuelvo el empujón y me importa una mierda que sea el
rey, si tengo que molerle a palos, lo haré.
Wrath no se toma nada bien el empujón pero intenta meter
algo de cordura antes de que esto se nos vaya de las manos.
-No sigas por ahí, somos amigos pero recuerda que también
soy tu rey.
Le vuelvo a dar otro empujón y el muy cabrón aprovecha
para meter el brazo y darme un puñetazo a la altura del hígado.
Me tengo que doblar un momento para recuperar el aliento.
-Puedes pegarme todo lo que quieras, yo te patearé el
culo si hace falta, hasta que me escuches. Él se tiene que quedar. Sin él...
ah...perderemos la guerra. Toda la raza morirá. Créeme Wrath, lo he visto.
-¿Y se puede saber a qué se dedica ese que nos va salvar
a todos?
-Es policía.
-¿Policía? ¿Has traído a un policía en contra de su
voluntad a nuestra casa? ¡Por Dios, V!
Bueno, como parece que no hay manera de que se serene,
voy a echar un poco más de leña al fuego.
-Se lo conté todo. Sobre nosotros. Lo que somos, la
batalla que mantenemos contra los restrictores y dice que vendrá con nosotros.
Nos ayudará. Me lo prometió cuando se marchó.
Gira tan rápido la cabeza que muy bien ha podido romperse
el cuello.
-¡mecagoenmiputavida! ¿Donde mierda está?
-Lo dejé en la ciudad para que pudiera recoger sus cosas.
Vale, el puñetazo que me acaba de meter en la cara no me
ha roto el pómulo de milagro mientras se da la vuelta poniendo las manos en la
cabeza, sin duda por el color de cabeza que le estoy ocasionando.
-¿Le has contado ... a un puto policía... todo sobre
nosotros y has dejado que se marche sin más?
Le dejo que despotrique lo que quiera mientras me toco la
barbilla con la mano para ver si todo sigue en su sitio.
Wrath vuelve a sentarse en su trono pastel y me indica
que me siente, pero estoy mejor de pie, así que no me muevo.
-¡QUE TE SIENTES, JODER!
Poso mi culo en una de las sillas enfrente de él y espero
paciente el sermón.
-Como parece que todavía no te has dado cuenta del
alcance de tus meteduras de pata, lo voy a hacer yo. Escucha bien -me dice
mientras echa su larga melena a la espalda -has traído a un policía en contra
de su voluntad a nuestra casa. Le has contado qué somos y a que nos dedicamos.
Sabe donde vivimos -pega otro puñetazo en la mesa - y tú, mamón de mierda ¿Le
crees cuando te dice que va a dejar toda su vida atrás para unirse a nosotros?
¿En qué mundo de fantasía vives? lo más probable es que esté de camino hacia
aquí con veinte agentes más para detenerte por secuestro ¿Todavía no te has
dado cuenta de que nos has puesto a todos en peligro?
Me quedo mirando a Wrath y soy incapaz de darle una
respuesta porque ahora mismo ni siquiera me llega sangre a la cabeza. Acierto a
levantar mi mano hacia mi perilla y comienzo a acariciármela mientras niego con
la cabeza.
-No... Él vendrá... me dijo que vendría.
-Pero ¿Te dijo si vendría solo... o con compañía?.
No puedo más que farfullar porque por nada de este mundo
pude llegar a pensar en que me estaba mintiendo, pero ¿Y si es así? ¿Y si he
puesto a todos en peligro?
Wrath levanta las gafas mientras se pasa una mano por los
ojos.
-Te das cuenta de que si no regresa todo esto acabará
para ti ¿Verdad? - me susurra con algo de tristeza -tu tiempo en la Hermandad
se habrá acabado. Nunca pensé que obrarías de esta manera. Tú nunca te dejas llevar.
Asiento despacio mientras me levanto. Antes de abrir la
puerta me giro hacia él.
-Eres un buen rey, hermano, además de un buen amigo. Que
nada de lo que tengas que hacer a partir de ahora, te obligue a pensar lo
contrario.
Wrath se recuesta hacia atrás en su sillón soltando un
suspiro mientras salgo cerrando la puerta con suavidad.
Con pasos cansados llego hasta la guarida.
Wrath tiene razón. Nunca me he dejado llevar por
sentimientos, eso se lo dejo a mis hermanos enamorados.
Siempre me he mantenido al margen y he intentado que
nadie se sienta unido a mí ni lo he querido, hasta ahora. Sólo volver a pensar
en esos ojos marrones, el corazón me palpita más rápido. He metido la pata
hasta el fondo. Tropiezo una sola vez y la jodo a base de bien.
Paso al lado de su cuarto y me niego si quiera a girar la
vista para mirar la puerta. Me siento en el sofá de cuero, en el mismo sitio
donde él se sentó para ver el partido conmigo; saco el móvil y antes de darme
cuenta me veo marcando el número de teléfono que le día al poli. Empieza a
sonar pero no hay respuesta, mientras, mis manos comienzan a temblar y tengo
que coger el teléfono con ambas manos para que no se me caiga. Dejo que suene
hasta que la línea queda muerta y el rugido de desesperación que sale de mi
garganta hace que acabe tosiendo.
Seré imbécil, ¿Cómo se me pudo llegar a ocurrir que el
policía quería dejarlo todo por mí? ¿Como por la virgen se me pudo ocurrir que
algo bueno estaba entrando en mi vida? nada bueno me pasó en los tres siglos de
existencia que tengo y nada bueno tengo derecho a tener en los siete que me
quedan.
Ahora me siento de lo más tonto recordando la sonrisa que
se me puso cuando me dijo que sí, que vendría aquí a seguir con su vida. Suelto
el teléfono y la mesa del futbolín acaba pagando la rabia que siento en estos
momentos liándome a patadas con ella y cuando acabo, me lío a puñetazos contra
la pared hasta dejar mis nudillos en carne viva. Me dejo caer contra la pared
intentando que algo de aire llegue otra vez a mis pulmones hasta quedar sentado
en el suelo.
Mi padre debió haber acabado el trabajo, debió haberme
borrado de este mundo. Me hubiera hecho un favor, el muy hijo de puta. A mí y a
todos los que están a mi alrededor.
BUTCH
Llego a mi apartamento y enciendo las luces.
El aire frío de la noche ha conseguido despejarme algo la
cabeza.
Ahora que estoy más relajado, las dudas vuelven a
taladrarme la cabeza y el hecho de dejar toda mi vida atrás me da miedo. Un
miedo del todo justificado y me siento tentado a no hacerlo, a seguir aquí,
como siempre. No sé que me paso en aquel momento para decirle que sí, pues
ahora estoy arrepentido y no sé cómo salir airoso de todo esto. Lo bueno es que
V no sabe donde vivo y si me lo propongo, no le va a resultar fácil dar
conmigo, aunque si pudo entrar en el ordenador central de la policía y
descubrir el problema en el que estoy metido, no le resultará difícil averiguar
mi dirección, si no la sabe ya.
Todo lo que dijo era cierto.
Mi vida como detective ha pasado a mejor vida y ese
trabajo era lo que me hacía seguir adelante. ¿Y qué me queda sin eso? como
dijo, guardia de seguridad o ponerme a trabajar por mi cuenta, aunque lo de
vigilar a maridos y esposas infieles no me atrae en lo más mínimo.
Suspiro y me dirijo a mi habitación.
Abro el armario y saco una tabla que está suelta en el
suelo. De allí saco una pequeña caja con lo único de valor que tengo en este
mundo.
Una gruesa cadena de oro de la que cuelga un medallón en
forma de cruz. La miro entre mis dedos y recuerdo el día que llegó hasta mí.
Mi madre me la dio el día que decidí marcharme de su
casa. Estaba envuelta en un pañuelo con los dibujos ya gastados. Me tomó la
mano y lo puso en ella, cerrándome los dedos en un puño alrededor de ella.
"esto te
pertenece, hijo mío, llévalo siempre contigo. Tal vez haga que recuperes el
rumbo y vuelvas al camino"
Nunca me la puse.
Tal vez por eso nunca me sentí digno y me volqué en
encontrar una razón para vivir una vida decente en el fondo de una botella de
whisky.
En el salón comienza a sonar una melodía que no conozco.
Agarro la cazadora de encima del sofá y rebusco en los bolsillos.
Es V.
Me está llamando.
Su nombre permanece iluminado en la pantalla del teléfono
pero no estoy preparado todavía para contestar.
-Lo siento, amigo. Necesito unos minutos más.
Lo dejo en el brazo del sofá mientras sigue sonando
insistente hasta que queda mudo.
Dejo el medallón al lado del teléfono y saco del armario
una vieja bolsa de lona. La dejo en el suelo y me siento en la cama mirándola
detenidamente. A ver si ella me dice qué debo hacer.
Nada.
La muy cabrona no
tiene nada que decir.
Me tumbo en la cama y cierro los ojos.
La cara de V aparece en mi mente como si estuviera ante
mí. El pelo negro cayéndole por la cara, esa boca de labios gruesos deja de ver
una pequeña sonrisa de medio lado y esos ojos... los ojos del ángel que me
miraron desde el sucio suelo de una acera mugrienta. ¿Qué rayos me hacen sentir
por dentro esos ojos de hielo?
Me levanto de sopetón restregándome la cara con las
manos. Tengo que dejar de pensar en él de ese modo. Es un vampiro,sí, pero tan
macho como yo y pensar de esa forma en él no es adecuado. Ni normal.
Llego a la cocina y cojo un block que tengo en el cajón
de la cocina. Dejo una nota escrita para José demasiado escueta. En ella le
comento que voy a pasar un tiempo en Boston hasta que las aguas se calmen y que
le llamaré cuando esté un poco mejor.
Dejo la nota encima de la mesa, pues me apuesto un huevo
a que en un par de días vendrá a husmear por aquí al no poder localizarme.
Creerá que me va a encontrar en la cama muerto por un coma etílico o algo
parecido pero no puedo marcharme así sin más y dejarlo sin ni siquiera un
"hasta luego".
Luego saco de uno de mis zapatos un fajo de billetes que
tengo para emergencias y salgo para dejar pagado mi apartamento por seis meses
más. Al casero se le dibujan en las retinas el símbolo del dólar y después de
comentarle lo de mi viaje, me desea suerte sin dejar de mirar los dólares que
le he dado.
De vuelta otra vez a mi apartamento, me doy cuenta de que
ya he tomado una decisión sin apenas darme cuenta, así que recojo el medallón y
me lo pongo con cuidado al pecho. La cruz suelta destellos dorados al ponérmela
y decido que es una señal que me manda Dios, diciéndome que es mi destino y que
Él lo acepta.
Meto mi ropa en la bolsa y lo poco que tengo que merece
la pena que me lleve. Sólo alguna fotografía y poco más. La cierro y al hacerlo
me doy cuenta de que mi equipaje es demasiado ligero, pero esta vida tampoco me
ha dado mucho; espero que la nueva me llene algo más que la antigua.
Me siento en el sofá y le echo una mirada al móvil,
respirando una bocanada fuerte, lo cojo y marco el uno.
Estoy llamando a mi destino. Espero que conteste rápido.
VISHOUS
Tengo que levantarme del suelo pero por más que pienso no
encuentro una buena razón para hacerlo.
Tal vez abrazarme a una botella de Goose me haga sentir
mejor. Me encojo de hombros mientras pienso que no pierdo nada por probar a ver
qué pasa.
Llamar a una de mis sumisas está descartado de momento
pues no conseguiría empalmarme aunque me la estuvieran chupando de seguido
durante horas. Parece que esa parte de mí se ha desconectado del resto de mi
cuerpo, salvo mientras estuve encima del policía, apretando sus muñecas e
inmovilizando su cuerpo, entonces sí que la chispa de mi excitación estuvo a
punto de ser notable.
O cuando me preguntó por mis colmillos y mi alimentación.
Por un segundo mis colmillos me ardieron en las encías
sólo con pensar en hundirlos en su cuello y meter su sangre dentro de mí. El
olor de mi excitación se hizo tan fuerte que sé que pudo olerla por cómo se
llenó los pulmones con ella y vaya si me gustó que lo hiciera, que algo de mí,
aunque fuera sólo mi olor penetrara en el cuerpo de Butch, quedándose ahí,
debajo de su piel.
En esos momentos me sentí vivo y ahora vuelvo a estar
muerto por dentro, como siempre.
Más me vale dejar de pensar y meterme entre pecho y
espalda la mayor cantidad de alcohol que pueda para no pensar más, por lo menos
en unas horas.
Me dirijo a la cocina y agarro una botella del armario,
el vaso está descartado de momento pues necesito varios tragos seguidos que me
quemen la garganta.
Al posar mi culo de vuelta en el sofá mi teléfono
comienza a sonar.
Mi corazón se acelera dentro de mi pecho, se me cae la
botella que rebota en el suelo sin romperse de milagro y miro la pantalla,
viendo allí su nombre.
Descuelgo y me quedo esperando a que él comience a
hablar.
Su voz hace que se me caliente la sangre de las venas.
-¿Hola? V ¿Estás ahí?
Inspiro para tratar de calmarme antes de hablar.
-Sí, soy yo.
-Oye...
Tiene que aclararse la voz un par de veces, se nota que
está nervioso.
-Oye, si estás libre ¿Podrías venir a buscarme?
El corazón se me acaba de salir por la boca y se escapa
dando tumbos por el salón y ahora soy yo el que tiene que aclararse la
garganta.
-¿No te has arrepentido, policía?
Se oye un largo suspiro al otro lado de la línea.
-No... Creo que no, oye ¿Dónde estás? no te oigo nada
bien, hay como interferencias.
Mi mano es la que hace ese efecto pero ahora no es buen
momento para explicaciones.
-Será que la línea no está bien ¿Dónde te recojo?
-En el mismo sitio donde me dejaste, me vale.
-¿Qué pasa, necesitas otro paseo para despejarte aún más?
-Sí, algo así.
-Te recojo en diez minutos más o menos.
-De acuerdo.
Sin más cuelga el teléfono y yo me quedo mirando la
pantalla hasta que se apaga. Así que quiere venir, bueno, es eso, o me está
tendiendo una trampa.
Sacudo la cabeza maldiciendo a Wrath por meterme historias
en la cabeza, pero sí que se le notaba nervioso y serio.
Bueno la mejor manera de saberlo supongo que será acudir
a la cita, me digo mentalmente mientras cojo las llaves del Escalade para ir a
buscarlo.
Sin darme cuenta mis pasos se aceleran a medida que la
distancia con él se acorta.
En unos minutos volverá a estar aquí, conmigo y ahora ni
el mismo infierno conseguirá separarme de él.
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