sábado, 30 de junio de 2012

CAPITULO 2. TE HABLO


2.TE HABLO

·         VISHOUS

Me despierto dolorido.

Parece que una manada de búfalos haya estado bailando claquet encima de mi cuerpo.

Al abrir los ojos, la luz del fluorescente me quema las retinas y los cierro antes de intentarlo de nuevo. El olor a medicamentos que llega a mi nariz me dice que estoy en la clínica de Havers.

Intento incorporarme pero el dolor que tengo en el pecho me dice que no es buena idea. Giro mi cabeza hacia un lado y veo a Rhage despatarrado durmiendo sentado en una silla. Los acontecimientos de la noche anterior están difusos en mi memoria. Sólo recuerdo el sonido atronador del disparo y un fuerte dolor en el pecho partiéndome por la mitad. Vuelvo a cerrar los ojos y de mi boca sale un gemido de dolor. En ese momento Rhage se despierta y soltando un bostezo de buitre afónico se levanta y se para a mi lado. Su mano aterriza en mi hombro.

- ¿Cómo te encuentras, hermano?

Mi voz sale algo pastosa.

-Estoy hecho papilla.

-No me extraña. Has estado durante tres horas metido en el quirófano. Faltaron cinco centímetros para que la bala diera de lleno en el corazón. Havers dice que hasta mañana no podrás salir de aquí. Quiere tenerte en observación durante algunas horas más.

Meneo la cabeza asintiendo. La verdad es que estoy tan hecho polvo que unas horas de descanso no me vendrían nada mal.

-Ningún problema. No tengo ninguna cita importante en mi agenda.

Rhage me mira durante un momento algo confuso. Después se encoge de hombros.

-Vale tío, como tú digas. Voy a buscar un café a la máquina. ¿Quieres algo?

Le digo que no con la cabeza y al marcharse me quedo mirando el techo. Intento recordar algo de la pasada noche mientras en mi estómago se va formando un nido de víboras que me dice que algo no está bien.

Me concentro todo lo que puedo y lo sucedido ayer va pasando por mi cabeza como diapositivas.

El disparo.

El dolor de mi pecho.

Mi cuerpo cayendo al suelo mientras algo parecido al miedo sube por mi espina dorsal. Phury gritando como un poseso por el móvil mientras me tapona la herida y Rhage... Rhage está haciendo algo que no me gusta, algo que hace que el nido de víboras se mueva en mi estómago a mayor velocidad, pero, ¿qué es...?

De repente todo vuelve a mi memoria como un fogonazo.

Siento la calidez de una mano encima de mi herida, la punta de unos dedos que me acarician el rostro mientras me apartan el pelo de la cara y esa voz ronca vuelve a mí al recordarlo.

El humano.

El humano que estaba intentando salvar mi vida.

Lo último que recuerdo de él es que estaba intentando respirar mientras el capullo de Rhage intentaba asfixiarlo. Aunque lo que definitivamente hace que me incorpore de la cama como un resorte, son las palabras que salieron de mi boca antes de desmayarme.

-Me cago en la puta...

Ahora no quiero pensar demasiado en el significado de esas palabras. Lo que sí quiero es volver a verlo.

Vamos, como que ahora mismo.

Intento sacar mis piernas de debajo de las mantas pero parece que el mínimo movimiento repercute en la herida. Después de respirar dos bocanadas de aire lo consigo al fin e intento deslizar mis pies hasta el suelo. En ese momento entra Rhage con un café en la mano que casi se le cae al intentar detenerme.

-Joder tío, ¿A dónde se supone que vas? - me planta la manaza en el hombro intentando pararme mientras hace malabares para dejar el café en el suelo.

- Acércame mi ropa. Me largo de aquí.

- Pero ¿No habíamos quedado en que el matasanos quería tenerte controlado unas horas más?

-Pues que controle a su puta madre, yo me largo.

Rhage me mira alucinado durante un momento y luego le sale una socarrona sonrisa.

-Vaya... ¿Acaso te has acordado de alguna cita con alguien... especial?

Le miro un momento a los ojos y me dan ganas de partirle la cara.

Se ha dado cuenta de que me he acordado de él. Por eso no le cuadraba el hecho de que no me importara quedarme aquí.

Me paso una mano por la cara y decido mirar las baldosas del suelo.

-Dónde está.

-¿Dónde está quién?

Levanto los ojos a los suyos y el muy hijo de puta me mira como si no supiera de quién le estoy hablando. Decido seguirle el juego.

-El humano. Dónde está.

Procuro hablar despacio y que mi tono parezca calmado mientras por dentro estoy gritando a pleno pulmón.

-¿Te refieres al cabrón que te disparó y que estaba intentando desplumarte cuando te encontramos? -el rubio entrecierra los ojos sin dejar de mirarme- ¿A ti qué te parece que hemos hecho con él?

De mi garganta sale un rugido y ni yo mismo sé la razón. Los ojos del humano aparecen en mi cabeza como si estuviera parado delante de mí en este momento y entonces me doy cuenta.

Lo ha matado.

Este hijo de puta se pasó por el forro de los cojones lo que dije y acabó con él.

Lo ha matado, joder... lo ha matado.

Si de verdad creyeron que había sido él quien me disparó, no se lo han pensado ni dos segundos. Al fin y al cabo es solo un humano y es prescindible. Pero... joder... Virgen, que no sea verdad.

Dejo caer mis pies al suelo y la puta herida se resiente, la muy cabrona, pero me da igual. Alzo los brazos y mis manos van directas al cuello de Rhage apresándolo. El rubio me agarra de las muñecas intentando soltarse.

-V...V, joder.

Sigo apretándole mientras la cara del hombre agachado junto a mí, intentando salvarme la vida, se me graba en el cerebro a fuego.

-¿Quieres parar? joder, V... para ya, coño. Sólo era una broma, tío.

Aflojo un poco el agarre pero mis manos siguen en su cuello.

-¿Se puede saber qué mierda te pasa? Sólo intentaba saber si te encontrabas mejor para poder marcharte. No sabes aceptar una broma, hostia.

De un manotazo se suelta de mí. Si este memo supiera lo cerca que ha estado de que le rompiera el cuello, seguro que decidiría replantearse la definición de la palabra "broma".

-Dame la ropa.

-Oye, por lo menos deja que avise a alguien para que te echen un último vistazo y así...

-¡Que me des la puta ropa! o salgo de aquí meneando la polla hasta el coche.

Rhage se acerca a un armario que hay al lado de la puerta del baño y la saca. El muy gilipollas en vez de entregármela, me la tira a la cara.

-Toma, listo. Si eres capaz de vestirte tú sólo, prometo hacer de chófer.

Se sienta otra vez en la silla y cierra los ojos mientras echa la cabeza hacia atrás.

-Despiértame cuando acabes.

Mientras me quito la ropa de encima y la dejo a mi lado, la cabeza empieza a darme vueltas.

Vale, la demostración de macho alfa no me ha ayudado una mierda, pero al menos sé que no se han deshecho de él, aunque este mamón todavía no ha soltado prenda. Sólo de pensar que él... mejor me dejo de chorradas y me visto.

Ponerme la camiseta me produce unos dolores horribles, aunque el viaje gratis por la montaña rusa que me estoy dando sólo por agacharme para ponerme los pantalones y calzarme, tampoco se queda corto. Después de estar durante dos minutos apoyado contra la cama, intentando que todo deje de darme vueltas, me acerco al rubio y le doy en el pie con la puntera de mi bota.

-Vámonos.

Salgo delante de él y aunque hay enfermeras por los pasillos, ninguna se atreve a decirme nada por largarme. Supongo que para ellas es un alivio verme desaparecer.

Llegamos hasta el coche en silencio y me paro al lado de la puerta del copiloto.

-Dónde está.

Miro a los ojos al rubio y sé que está a punto de seguir con el jueguecito de " ¿dónde está quién?" pero al ver mi cara se le borra la sonrisa de listillo de la cara.

- Lo dejé en la habitación vacía que tienes en el pit.

La cara que pongo es el reflejo de lo que estoy pensando.

Montañas de problemas.

- ¿Qué? era el pit o tu ático y francamente, no creo que quieras que viera tu decoración. El pobre se mearía en los pantalones.

La cara no me cambia en lo más mínimo.

- No te preocupes, lo dejé k.o. y sólo Phury y yo sabemos que está allí. No te preocupes. Yo controlo.

No quiero pararme a pensar en la movida que ha organizado este... de verdad, ya no sé cómo llamarlo. Y menos en lo que tuvieron que hacer para que nadie los viera cuando lo metieron en el pit.

Nos subimos al coche y conduce por las calles de la ciudad desiertas.

- No voy a preguntarte nada ¿sabes?- me dice en tono serio.

- Me alegro.

Sigue conduciendo y me asombra que el mayor cotilla del mundo no quiera saber más.

-Bueno, tal vez sólo una cosa.

Ya me parecía a mí. Mi mirada sigue fija en la carretera.

- Quieres matarlo tú, ¿verdad?, por eso quisiste que nos lo lleváramos.

Ni afirmo ni desmiento.

En este momento no quiero hablar de él y menos con Rhage.

- Te lo digo porque hice una pequeña demostración de colmillos y mis ojos estuvieron a punto de cegarle.

Apoyo mis manos en la cara mientras suspiro.

Más mierda para el montón.

Ni siquiera sé por qué dije lo que dije. Tal vez me gustó lo que vi y no quería que volviera a perderse en el mundo, pero ahora... todo esto se está volviendo muy complicado.

Dejo caer los brazos a los lados de mi cuerpo, mientras Rhage sigue hablando sin parar.

- El tío los tiene bien puestos. Cuando despertó, se puso como un toro bravo. Incluso tuvo los cojones de enfrentarse a mí. No sé qué vas a hacer con él, pero te garantizo que te va a resultar difícil domarlo.

Una sonrisa se dibuja en mi cara.

Seguro que disfrutaría intentándolo.

BUTCH

Me despierto en una habitación y no hay nadie conmigo.

Estoy tumbado en una cama tamaño Xl y me duele la cabeza como si un camión me hubiera pasado por encima.

Me incorporo un poco para ver lo que hay a mi alrededor.

La verdad no es mucho.

Una mesilla al lado de la cama, un armario a un lado también enorme, una butaca y dos puertas cerradas. No hay que ser un genio para saber que una es el baño y la otra la salida. Tras un momento de reflexión, decido que no voy a tratar de abrir ninguna de las dos. No pienso darles la satisfacción de ver como intento escapar sin ninguna oportunidad de conseguirlo.

Me siento en la cama y al llevar mis manos a la cara, me doy cuenta de que todavía las tengo manchadas de sangre al igual que la camiseta.

Sangre del hombre tatuado.

Seguramente ha muerto.

Nadie puede perder tanta sangre y vivir para contarlo. Lo que no puedo llegar a comprender es por qué estos cabrones han decidido ¿secuestrarme?

 Me rio al pensar que si lo que buscan es un rescate, van listos.

De pronto siento unas miradas centradas en mí y me encuentro a los dos tíos de la pasada noche delante de mí por arte de magia. Ni siquiera les he oído entrar.

En la butaca hay una bandeja con comida que antes no estaba.

¿Mi última cena? Seguramente.

Dios, esto se está volviendo raro de cojones. Recuerdo al rubio mostrándome unos colmillos al estilo Drácula más flipantes que he visto en mi vida. Tendría que preguntarle dónde los ha comprado, aunque el destello azul eléctrico que desprendían sus ojos es un poco más difícil de explicar. Es como si no fueran de este mundo.

Me quedo mirándolos fijamente y ellos no se mueven, siguen con sus poses de machos y eso me cabrea. ¿Queréis jugar? bien, juguemos.

Para demostrarles que no les tengo miedo, les miro a cada uno directamente a los ojos. Luego me rasco la barbilla con gesto despreocupado.

- Decidme algo, chicos ¿Usáis todo ese cuero para excitaros mutuamente?, quiero decir ¿a los dos os van las pollas?

El rubio me pega un puñetazo en la boca y me parte el labio inferior lanzándome con tanta fuerza contra la pared que mis muelas crujen. Luego se acerca a mí y me tira del pelo hasta que mi cara queda a la altura de la suya.

-Si fuera tú, yo tendría cuidado con mi boca.

-¿Para qué preocuparme si tú ya te preocupas por ella? espera un momento ¿no querrás besarme, verdad?

Un extraño gruñido animal sale de la garganta del terminator rubio que me hace quedar mirándolo fijamente.

De pronto el del pelo "porque yo lo valgo" se pone entre los dos.

No sé qué mierda de pandilla forman, pero cada uno tiene un color de iris más imposible que el anterior, aunque los ojos de hielo del hombre tatuado sin duda son los más enigmáticos. Joder... ¿pero qué mierdas estoy pensando?

Al final logra que el rubio dé un paso atrás mientras intenta interferir entre los dos.

-Bueno, vamos a relajarnos todos un poco ¿vale Rhage? - le da unas palmaditas en el hombro y luego me mira a mí - hazte un favor y cierra la boca.

Yo quiero seguir jugando y me encojo de hombros.

- El rubito se muere por meterme mano, no puedo evitarlo. Es mi encanto animal que lo domina.

El terminator rubio se da la vuelta mientras el del pelo "pantene" pone los ojos en blanco y deja vía libre a su amigo para actuar.

Me da otro puñetazo en la mandíbula que me hace ver las estrellas y eso me hace explotar. Saco toda mi ira de dentro. Ira por estar en esta situación por intentar salvar la vida a uno de sus amigos, ira por estar fuera del cuerpo de policía sólo por no dejar que un cabrón se saliera con la suya, por estar solo en el mundo sin quererlo...

Me abalanzo contra él y aunque es mucho más grande que yo, consigo derribarlo. El tío se queda un momento parado como si no contara con ello y al estar encima de él, aprovecho para devolverle el puñetazo que me ha dado en la boca. Sin embargo, al segundo, me encuentro yo en el suelo y el rubio encima de mí, con sus manazas apretando mi cuello y el alucinado ahora soy yo.

-Pero... ¿qué coño...?

Me aprieta el cuello y sus ojos resplandecen en un azul eléctrico mientras acerca su cara a la mía.

-Tal vez encuentre a tu esposa y me la folle un par de veces.

Le miro serio, sin miedo.

-No tengo esposa.

-Entonces voy a follarme a tu novia.

-Tampoco tengo novia.

El rubio sonríe y luego pone un puchero.

-Pobrecito que nadie te quiere. Deberías comprarte un perro.

Se me escapa una risotada al darme cuenta de que es lo mismo que había pensado yo.

El rubio sigue apretando y la risa se me corta por falta de aire.

- Y si nadie te quiere ¿por qué piensas que podrías interesarme a mí?

- Sólo esperaba que te enfadaras.

Los enormes ojos azul eléctrico se estrechan. Mierda de ojos raros.

-Y ¿Por qué querías que me enfadara?

- Si yo atacaba primero, tu amiguito podría haberse enfadado. De este modo he podido devolverte el favor por intentar asfixiarme y reventarme el labio.

El rubio me mira serio y al momento suelta una risotada mirando al otro.

-Me gusta este capullo.

Se levanta de un salto, ágil como un tigre.

El tío del pelo largo me mira un momento.

-Será mejor que comas algo para recuperar fuerzas. Las vas a necesitar cuando V venga a verte.

Sin una palabra más se dan la vuelta y cierran la puerta de golpe.

Me levanto del suelo y me limpio la sangre que me corre del labio hacia el cuello y me siento en la cama.

¿Quién coño será ese puto V?

VISHOUS

Llego a la guarida y meto el código de seguridad. Tras entrar, mis ojos vuelan hasta la puerta cerrada donde está el humano. Lo mejor sería enfrentarme a él pero creo que antes me tomaré un trago.

Entro en la cocina y abro una botella. Me la acerco a los labios y le doy un par de tragos. Noto como me quema la garganta y eso me gusta. Dejo la botella en la mesa y me dirijo a la puerta cerrada.

Vamos, que no se diga, machote.

Abro la puerta y el olor del humano satura mis sentidos. A mi cabeza vuelve la misma palabra que cuando le vi la pasada noche.

Irlanda.

Está sentado en la cama y no me mira. En la butaca hay una bandeja con comida que no ha probado. Por alguna razón que desconozco me cabrea como el demonio que alguien que no sea yo, le traiga comida para que se alimente.

Tiene el labio inferior reventado, seguramente por su encontronazo con Rhage y aún hay restos de sangre en sus manos y en su camiseta.

Parte de ella es mía.

Inhalo fuerte y el olor de las dos juntas hace que se me pare el corazón mientras algo dentro de mí me dice que es lo justo.

Cierro la puerta y eso hace que se gire.

Cuando esos ojos café se encuentran con los míos, noto como la temperatura de mi cuerpo sube un par de grados. Todavía no sé qué mierda voy a decirle para conseguir que me crea y yo pueda salvar su vida, aunque lo mismo se puede aplicar a la mía si esto llega a oídos de Wrath.

Su mirada baja de mis ojos a mi pecho, aunque al momento vuelve a centrarse en mi cara.

Se levanta y me enfrenta pero no habla. Sólo se limita a permanecer frente a mí esperando que sea yo el que hable.

¿Y ahora cómo mierda empiezo?

-Cómo te llamas.

El humano sigue sin apartar su mirada de mí pero no dice nada.

-Dime tu nombre.

El humano entrecierra los ojos como si estuviera estudiando su respuesta.

- Soy el detective de homicidios Bryan O’Neil y tú y tú pandilla de raros os habéis metido en un lío de cojones.

Su voz ronca y con leve acento de Boston es como un hielo bajando suavemente por mi espalda. Toda mi piel se eriza y en este momento decido que pase lo que pase, este policía no va poder librarse de mí.

Me acerco un paso a él.

-Así que eres policía. Vaya, vaya... con la ley hemos topado.

El policía empieza a cabrearse en serio y cada vez le resulta más difícil conservar esa fachada de calma.

- Mira capullo, no tengo ni idea de por qué habéis decidido secuestrarme. Lo único que hice fue intentar salvar tu culo. Por cierto, si me lo querías agradecer, un simple "gracias" hubiera bastado.

Me río en su cara al pensar que está secuestrado.

-¿Y por qué crees que alguien como yo querría secuestrar a alguien como tú?

- No tengo ni idea pero si no es así, me gustaría que me dijeras por qué estoy aquí.

Lo miro un momento y acerco mi cara a la suya. Me está mirando fijamente y sé que mis ojos están brillando como diamantes en un escaparate. Mi voz baja un par de tonos.

- Dime qué pensaste cuando viste mis ojos.

El policía baja la mirada y podría jurar que se está ruborizando, pero no me responde.

-Entonces dime que te pareció mi amigo. El de los colmillos.

-Me parece que hacéis unos trucos geniales. Tenéis que decirme dónde compráis todas esas chorradas. Este año me gustaría triunfar en la fiesta de Halloween.- su voz se vuelve más ruda, como si ya no aguantara tanta chorrada junta

- déjame marchar ahora mismo.

- No puedo. Sabes demasiado.

- ¿Qué mierda dices? no sé una mierda de vosotros pero te juro que no pararé hasta veros entre rejas.

Mi carcajada hace que el policía pierda el control de sí mismo y se enfrenta a mí. Me agarra por la camiseta justo donde tengo la herida y mis colmillos saltan de mis encías mientras siseo de puro dolor. Al verme, se aleja de mí hasta que tropieza con la pared.

- No sé qué coño pretendéis con esos trucos baratos, pero como te acerques a mí, te juro que te mato. Ahora te digo por última vez que me dejes ir - se queda callado un momento y baja la mirada - lo único que intentaba era salvarte la vida.

Las últimas palabras me llegan muy adentro y noto como si un puñal me atravesara el corazón.

-Te doy las gracias por ello - le digo con un hilo de voz- pero al hacerlo te has metido en algo que te supera, policía.

Una sonrisa de medio lado aparece en su cara.

- Eso, si no te importa, prefiero decidirlo yo. Pero me cuentes lo que me cuentes, no puedo olvidar el hecho de que me habéis secuestrado.

Bueno, ya se me están hinchando los cojones con tanto secuestro y tanto déjame marchar, así que dejo que mi mala hostia salga de dentro.

- Mira, capullo - le digo acercándome a él - no te he secuestrado , joder, pero algo tenía que hacer para que mi hermano te dejara con vida. Esto no estaba para nada dentro de mi agenda y créeme si te digo que para mí, hubiera sido más fácil que te hubiera borrado del mapa. Pero no se lo permití, porque tú intentaste salvar mi vida, así que déjate ya de chorradas.

Mis ojos siguen brillando y el policía no puede apartar su mirada de ellos.

Bien. Eso me gusta.

Pero si quiero hablar con él en serio tendré que explicarle por las buenas o por las malas a quién se está enfrentando.

En un segundo decido que va a ser por las malas.

Llevo una mano al pecho, justo encima de la herida que me está jodiendo a base de bien gracias al detective. Espero que pueda hacer lo que estoy pensando, aunque esté herido.

Venga V, alucínalo del todo.

- Así que todo esto te parece un truco ¿verdad?

El policía vuelve a no contestarme. Sólo se queda mirándome como un pasmarote.

-Pues bien, voy a hacer otro truco y cuando te calmes, me dices qué te ha parecido.

Y sin más me desmaterializo delante de sus narices.

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