3.TE TEMO
BUTCH
No sé cuánto tiempo llevo sentado en la cama.
Mi cabeza no deja
de darle vueltas a todo lo que me está pasando.
Parece que estoy metido en una película de serie B, pero
la parte racional de mi cabeza se niega a aceptarlo. Todo esto de colmillos, ojos
brillantes y demás, debe tener alguna explicación lógica, es eso, o estoy
siendo víctima de la mayor broma de la historia.
Oigo la puerta abrirse pero ni siquiera voy a volver la
cabeza para ver quién es. La verdad es que me importa una mierda.
Este estado de ánimo no es corriente en mí.
La verdad es que debería estar peleando con uñas y
dientes por salir de aquí pero no encuentro fuerzas para hacerlo. Empiezo a
pensar que mi mente y mi cuerpo se han aliado contra mí, como si supieran que
esto es el final de mi historia y se negaran a seguir peleando.
La puerta se cierra y el sonido hace que me gire hacia
ella.
Y ahí está.
El hombre tatuado.
¿Cómo puede ser posible que ayer estuviera medio muerto y
sólo unas horas después esté ahí plantado, como si nada hubiera pasado, delante
de mí?
Mis ojos vuelven a quedar trabados en los suyos.
Sí, definitivamente son algo Divino. Fuera de este mundo.
Le miro el ancho pecho y mis manos se hormiguean al
recordar el tacto de su piel caliente, mientras su sangre corría entre mis
dedos.
Mis ojos abandonan al momento el pecho del hombre pero
por más que lo intento, no consigo separarlos de su mirada.
Y ahí estoy otra vez pegado.
Su aspecto es de lo más oscuro y la perilla hace que su
apariencia sea todavía más letal.
Pero, ¿por qué siento que hay algo en él que tira de mí?
Me siento incómodo con su presencia y no logro saber por
qué me pasa esto. Necesito alejarme de él; necesito borrar de mi mente todo lo
que ha ocurrido; necesito... no verle nunca más.
Él también está incómodo. Lo noto. Su pose es forzada y
sus labios están apretados en una fina línea. Tal vez no sepa aún qué va a
hacer conmigo.
Tras un momento habla. Su voz es grave, baja. La clase de
voz que debe tener un hombre como él.
Todo en él te dice " apártate de mi camino, soy
peligroso", pero aquí estoy yo, frente a él y no pienso arrugarme. Por
cierto... creo que me ha preguntado algo y no tengo ni puta idea de lo que fue.
Al momento repite la pregunta. Quiere saber mi nombre.
Vale, aunque ya no lleve placa por estar suspendido, sigo
siendo policía, así que toma mi nombre completo con un postre de advertencia.
-Soy el detective de homicidios Bryan O’Neill y tú y tu
pandilla de raros, os habéis metido en un lío de cojones.
Joder, que bien me he quedado.
Da un paso hacia mí y el muy cabrón se mofa de lo que
acabo de decirle.
mecagoenlaputa... me está hinchando ya los cojones.
Le echo en cara el hecho de que intenté salvarle y que me
lo haya pagado secuestrándome, además de que nadie me ha agradecido lo que hice.
Al muy cabrón le hace gracia que crea que me ha secuestrado,
pero si no es así ¿Qué coño hago aquí?
Se queda callado y mis ojos vuelan a encontrarse con los
suyos.
Están brillando de un modo que si ahora mismo se acabara
el mundo, no sería capaz de apartar la mirada.
Como si supiera lo que estoy pensando, me pregunta con
esa voz profunda qué es lo que pensé cuando le vi.
Oh, vale tío, si piensas por un momento que voy a
confesarte que cada vez que te miro, es como si un ángel estuviera ante mí, vas
listo.
Mierda, noto como el sonrojo en mi cara va creciendo y
maldigo cada uno de mis antepasados irlandeses. Acabo mirando el suelo
fijamente, esperando que no lo note, por Dios.
Como no le contesto, me pregunta por los colmillos que
lució su amigo. Bueno, esto ya es demasiado. Si piensa que voy a empezar a
creer en mierdas de películas, es que el disparo le ha reventado algo más que
el pecho.
Le digo con voz cabreada que me deje salir de esta casa
de locos y él muy serio, me planta que sé demasiado. ¿Demasiado? No sé una puta
mierda de ellos, pero estando o no en el cuerpo de policía, nadie me va a
prohibir que los investigue. Para acabar de rematar, la traicionera de mi
lengua deja salir en tono un poco dolido que yo sólo quería salvarle el culo y
aunque este tío no debe dar las gracias por nada, me sorprende
agradeciéndomelo. Esto significa más para mí, de lo que puedo manejar. No
entiendo cómo puede alegrarme que alguien que ni siquiera conozco; que
probablemente se dedique a asuntos turbios, me alegre el día por darse cuenta
de lo que hice por él.
El tío sigue hablando y me dice que me he metido en medio
de algo que no puedo manejar y me hace gracia. ¿Qué cree que soy? ¿Un puto
novato? No le tengo miedo a nada ni a nadie. Vuelvo a taladrarle la cabeza con
lo mismo que he dicho desde que ha entrado y se le calienta la cabeza. Empieza
a largar por esa boca y va a resultar que voy a ser yo el que le tenga que dar
las gracias por seguir vivo.
Anda ya, capullo.
Vuelvo a mirarle, esta vez con un aire cínico y me dice
que me hará otro truco.
Genial, cena más espectáculo.
Y de repente el tío desaparece ante mí.
Suelto un grito ahogado, porque ahora mismo no consigo
llevar ni una pizca de aire a mis pulmones. ¿Qué mierda... pero, qué mierda ha
pasado?
Comienzo a caminar nerviosamente por la habitación y
llego a la puerta.
Intento salir de aquí tirando de ella con todas mis
fuerzas, pero es inútil.
Me paso las manos por el pelo y el terror que siento
ahora mismo me está dejando las pelotas del tamaño de avellanas.
Esto no puede ser, joder.
Voy hasta las ventanas pero tienen unas persianas como de
acero. ¿A qué coño se dedican estos tíos? o mejor dicho ¿Qué son?
El corazón me golpea el pecho, hasta puedo oírlo
rebotando en mis oídos de lo rápido que va.
Me dirijo al baño pero allí tampoco hay ninguna salida.
Bien, Butch, es hora de que te pongas a gritar como una
nena y a golpear la puerta hasta que la eches abajo. Salgo del baño y me dirijo
hacia la puerta, estrellándome contra ella con todo el peso de mi cuerpo pero
es sólida como una pared de ladrillos. Y ahora ¿Qué?
Sigo golpeándola hasta que el hombro me manda un
calambrazo de dolor. Pero no voy a resignarme. Cambio de lado y sigo golpeando.
-Si sigues así, terminarás rompiéndote algo, poli.
Me giro despacio y el hombre tatuado está a mi espalda.
El muy hijo de puta está fumando tan tranquilo. Estrello
mi cuerpo contra la puerta. No hay demasiado entre él y yo, y el humo de lo que
está fumando me llega de lleno a los pulmones. ¿Pero qué coño está fumando?
joder, huele a chocolate.
Dios, me estoy volviendo loco, esto tiene que ser una
pesadilla. Seguro que ahora me despierto y...
-Cálmate Bryan. Deja de hacer el imbécil y hablaremos.
Me sigue echando el humo de ese cigarro a la cara y cada
vez que inhalo, el nerviosismo va desapareciendo. Esto debe ser una droga
porque no es normal que mi cuerpo se relaje así, teniendo en cuenta que hace un
momento me estaba dando un ataque al corazón.
Se acerca un poco más y me tiende una mano para cogerme
del brazo pero ni muerto voy a dejar que este capullo me toque. Me alejo de él
antes de que me toque con una sacudida y me dirijo hacia la cama. Tengo que
sentarme porque en dos segundos mis piernas van a dejar de sostenerme.
La relajación que ahora siento es total. Miro al suelo y,
mi respiración hace un momento desbocada, ahora es de lo más regular.
El hombre empieza a caminar hacia mí y se detiene justo
enfrente.
Me pregunta si quiero hablar y ahora mismo no se me
ocurre ninguna razón para decir que no.
Pero no le respondo, sigo mirando al suelo. Si quiere
hablar, que empiece él.
VISHOUS
Tengo que darme una palmadita en el hombro por mi genial
idea de aparecerme fumando un rojo, porque a este tío está a punto de darle un
infarto.
Cuando le hablo se detiene en seco e intenta alejarse de
mí.
Tampoco es que me asombre.
Es como suele reaccionar la gente cuando me ve. Le llamo
por su nombre para que se sienta algo más seguro pero creo que no ha tenido el
efecto que yo quería. Tiendo mi mano para cogerle del brazo pero pega un tirón
y se dirige hacia la cama.
Lástima.
Me hubiera gustado tocarle.
El humo rojo lo ha tranquilizado sobremanera. El olor a
miedo se ha disipado de su cuerpo y vuelve a ser tan fresco como antes, pero en
vez de mirarme a mí, se dedica a observar las baldosas del suelo.
-Creo que hemos empezado con mal pie.
Sigue mirando al suelo sin decir ni una palabra.
-Bryan...
-¿Qué eres?- me pregunta en un susurro, como si le
avergonzara la pregunta.
Venga, ten cojones y díselo.
-Sólo soy de una especie diferente a la tuya. No es para
tanto.
No logro que despegue la vista del suelo y que esos ojos
color avellana vuelvan a mirarme.
-Voy a volver a preguntártelo. Especie abarca desde
polilla a rata de cloaca.
Bueno, podría haber elegido algo más bonito a la vista.
-¡Vamos! ¿En serio quieres que te represente una escena
de película mala? Tú eres más inteligente que todo eso. Sólo tienes que sumar
dos más dos.
El poli se levanta y me enfrenta.
Pero no me mira.
O bien me está mirando la oreja o la pared que tengo detrás.
-Soy católico. Me creo lo de Dios y el diablo, pero en
serio... ¿Vampiros?, ¿Acaso te funciona alguna vez?
Vaya, no le ha costado decir la palabra.
Joder, como me gusta este tío.
La verdad es que está llevando todo este asunto con una
tranquilidad asombrosa.
Dejo escapar una risa de aprobación.
-¿Ves? Yo tenía razón. No eres para nada estúpido.
El poli se gira pasándose las manos por el pelo y
alborotándolo. Empieza a caminar por la habitación sin detenerse.
-¿Por qué me dijiste que me había metido en algo que me
supera? ¿Qué es? ¿Tráfico de órganos, de personas...?
Será capullo.
-Lo que te supera es el grupo de vampiros con el que te
has tropezado, imbécil.
Se ríe de espaldas a mí.
-Vale, voy a decirte que te creo, por no discutir más. A
ver, ¿ CUÁNDO VOY A SALIR DE AQUÍ?
Me duele algo muy dentro de mí cada vez que habla de
marcharse.
Es como si una parte de mi propio cuerpo quisiera
separarse de mí y supiera que esa falta es imprescindible para seguir adelante.
No había sentido esto por nadie en los años que llevo
arrastrándome por el mundo y no sé cómo lidiar con esto. Me he arreglado de
maravilla pero ahora es como si descubriera toda la tecnología del universo y
al segundo siguiente tuviera que regresar a la edad de piedra.
Intento hundir todo lo que estoy sintiendo en lo profundo
de mis tripas para hablar.
-No puedes irte.
-Perdona... ¿Qué mierda has dicho?
-No puedes irte. O te quedas aquí o acabas tres metros
bajo tierra. Tú decides.
El policía ya no se mueve. Sigue de espaldas a mí,
alborotándose el cabello. Asumo que es una manía que tiene cuando está
nervioso.
-¿Por qué? yo... joder, esto... esto no está pasando...
yo...
Me coloco a su espalda y resisto la tentación de tocarle
el hombro. No quiero que vuelva a apartarse de mí. Intento distraer su mente de
lo que está pasando y que el policía que lleva dentro, salga.
-¿Viste quién me disparó?
-No...- me dice con voz cada vez más cabreada- no tengo
ni puta idea de quién lo hizo, aunque mirando las pintas que llevas, tal vez
fuera alguno de tus camellos, dándote una lección. Yo qué mierda sé.
Mi voz se eleva también.
-Deberías tener algo de respeto ante el que tiene la
última palabra sobre si vives o mueres, cabrón.
Le cojo fuerte del brazo y le doy la vuelta para que me
encare y sus ojos se quedan clavados en mi boca abierta, con los colmillos
totalmente alargados.
-Dios... de verdad... eres...
-Sí, joder, lo soy ¿Podemos dejar este tema y avanzar?
Por un instante su mano se eleva hacia mi boca pero a
mitad de camino, vuelve a dejarla caer. Entonces su genio sale a la superficie.
-¡Lo siento mucho, su ilustrísima figura del lado oscuro!
siento haberme quedado de piedra al descubrir que algo que siempre pensé que
era un mito, ahora es realidad.
Me gusta este tipo.
Otro estaría sollozando por su vida, pero él no. Se pone
gallito y tiene los santísimos huevos de ponerse en plan capullo conmigo.
Mis colmillos vuelven poco a poco a su lugar y él sigue
atontado mirándolos.
-¿Por qué dices que no puedo irme?- murmura sin dejar de
mirar mi boca. ¿Acaso crees que alguien me creería si contara todo esto?
Me encojo de hombros mientras sigo fumando el rojo.
-Simplemente he de averiguar si mis palabras tienen algún
significado.
-¿Qué palabras?
-Las que hicieron que mis hermanos te trajeran aquí y no
te mataran.
El tipo vuelve a pasearse por la habitación.
-¿En serio no sabes quién te disparó? ¿No recuerdas nada?
Niego con la cabeza.
-Lo único que recuerdo de esa noche fue... que te vi,
poli. Sólo te vi.
Se para en seco y vuelve su cara hacia donde estoy, pero sin
mirarme a los ojos. Se le nota algo contrariado con mis palabras, pero no dice
nada. Supongo que no le hará daño saber algo más de mí.
-Tengo visiones. Bueno, al menos las tenía.
-¿Perdona?
- Las visiones me muestran el futuro y normalmente tiene
un mensaje oculto. Sólo necesito saber si estás aquí por alguna razón o
simplemente fue... no sé, de veras, ya no sé nada.
-¿Y si resulta que no es así? ¿Si no formo parte de
alguna de tus visiones? - se rasca la cabeza mientras masculla algo como "
no me puedo creer que esté teniendo esta conversación"
- Si no es así - le miro serio - digamos que descansarás
de todo esto.
- Y cuando dices "esto" te refieres a mi vida ¿verdad?
- Tal vez, aunque no tiene que ser así.
BUTCH
Esto es para mear y no echar gota.
Aquí estoy yo.
Un hombre normal, con una vida de mierda, vale, pero
normal al fin y al cabo, discutiendo con un... vampiro, sí, vampiro, con todas
las letras, sobre visiones y de cómo puede terminar mi vida de un momento a
otro y la verdad es que no siento miedo, ni angustia. Decido que mi vida se ha
vuelto tan vacía que cualquier cosa hace que pueda volver a sentirme otra vez
valorado, tenido en cuenta. Claro, hasta que este tío decida que se ha
equivocado y me encuentren muerto en una esquina.
Mi logro más sobresaliente es no haberle vuelto a mirar a
los ojos, porque, honradamente, cada vez que me cruzo con ellos mi mente se
bloquea.
¡Bravo Butch, un tanto por tus cojones!
Decido que voy a seguir con este juego durante un rato
más y en el momento en que pueda, me largo por patas de aquí y adiós, muy
buenas.
Una voz en mi cabeza me dice que no es buena idea y sé
que no es mi conciencia, si no, su voz dentro de mí.
-¿Cómo mierdas haces eso?, lo hiciste en el callejón y
ahora lo has vuelto a hacer
¿No lees las mentes verdad?
”Porque si de
verdad lo haces y has escuchado lo que pensé sobre mirarte a los ojos, prefiero
que me mates ya mismo”
Me dice con voz seria que mi cara es tan transparente que
no necesita hacerlo. O sea, eso quiere decir que puede ¿No?
-De acuerdo, de momento haré lo que me dices, porque no
tengo otra cosa que hacer, pero esto no será definitivo.
Me pregunta si tengo familia o a alguien en mi vida y por
un momento estoy tentado a decirle que sí pero antes de que me dé cuenta, mi
lengua responde por sí misma.
-No tengo a nadie. Estoy solo.
Y que Dios me asista si eso no ha sonado deprimente del
todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario