sábado, 30 de junio de 2012

CAPITULO 4. TE ESPIO


4.TE ESPIO

·         VISHOUS

Miro al policía y algo dentro de mí se rompe cuando dice que está solo, que no tiene a nadie.

Su tono es triste, desolado.

Tiene la mirada baja y los hombros encogidos, como si le diera vergüenza haber admitido eso. Si yo fuera una persona normal intentaría animarlo, o consolarlo, o la mierda que sea que haga la gente normal cuando ve a alguien hundido en su propia miseria.

Pero no lo soy.

No tengo ni puta idea de lo que tengo que hacer, así que no hago nada.

Me quedo parado delante de él mirándolo, intentando descifrar el enigma que es este hombre para mí, todo lo que puede llegar a importarme si su camino sigue pegado al mío.

Tras unos minutos, ambos en silencio, sin movernos, me decido a hablar.

-Deberías ducharte y cambiar esa camiseta. Está llena de sangre.

El policía se mira las manos ensangrentadas y asiente despacio levantándose.

-Te traeré una de las mías para que puedas cambiarte. Siéntete como en tu propia casa.

Salgo de la habitación y me dirijo a la mía.

Abro el armario y cojo una de mis camisetas negras de manga corta y me dirijo de vuelta a la suya. Su ropa está a los pies de la cama, menos la camiseta que está arrugada en el suelo. Dejo la mía con el resto de su ropa y recojo la que está en el suelo mientras oigo el agua correr en el baño.

La puerta está entreabierta y cierro los ojos con fuerza mientras estrujo su camiseta entre mis manos.

No debo mirar, no puedo mirar.

Si me queda algo de decencia, no debería hacerlo, pero mientras estoy discutiendo conmigo mismo, mis piernas ya se dirigen solas a su destino.

Bueno, al fin y al cabo ¿Cuándo he tenido yo decencia para que me quede algo de ella? Me digo mientras llego a la puerta.

Con dos dedos empujo un poco más la puerta.

Y allí está. Bajo el chorro de humeante agua.

Mis ojos recorren milímetro a milímetro el cuerpo del policía.

Está con la cabeza echada hacia atrás con el agua cayéndole en la cara, mientras sus manos recorren lentamente su torso lentamente, sin prisas. La espuma acaricia su cuerpo mientras una de sus manos desciende desde el pecho hasta el ombligo y luego más abajo, recorriendo el rastro de vello que une el ombligo con su entrepierna.

Sus movimientos son lentos mientras va pasando sus manos por todo el cuerpo. Levanta el brazo hasta la pequeña estantería que hay a un lado de la ducha, pone un poco de champú en su mano y lo extiende por su pelo aplastado por el agua. El rastro de sangre que tenía en las manos y el pecho, tiñe algo la espuma que se escurre por su cuerpo hasta desaparecer por el desagüe.

Dios, ¿se puede ser más enfermizo de lo que yo estoy siendo ahora? Puede ser, pues mi mente ya está regalándome imágenes de los dos bajo ese chorro.

No debo pensar esas cosas, no debo hacerme ilusiones sobre él y a la vez tengo miedo de que lo único que buscara cuando quise que lo trajeran conmigo fuera sólo deseo; un deseo por alguien que nunca conseguiré tener, porque soy basura, maligno, un ser destrozado que sólo puede pasar su existencia solo, sin nadie a su lado.

Se da la vuelta para que el chorro le pegue directamente en la espalda mientras pasa sus manos por la cara y suelta un débil gemido al echar la cabeza hacia atrás para quitarse la espuma del pelo. Al girarse me muestra una bella vista de su cuerpo. Su polla cae ancha y larga entre sus piernas, sus pectorales bien definidos, sus anchos hombros moviéndose para descargar tensión... y en ese momento mis colmillos comienzan a alargarse.

Me doy miedo a mí mismo y tengo que alejarme unos pasos. Cierro los ojos al instante y me apoyo en la pared, al lado de la puerta. Mis colmillos se han alargado completamente y mi mano está resplandeciendo bajo el guante al igual que mis ojos, que deben alumbrar como unos faros con las antiniebla puestas. Debo irme de aquí e intentar calmarme antes de volver a hablar con él.

Me alejo a grandes zancadas hasta salir de allí y llegar a mi habitación.

Mis manos tiemblan descontroladas y al bajar la vista, me doy cuenta de que todavía sigo con su camiseta en mis manos.

Por un momento me siento tentado a tirarla pero nooo... mi mente enferma me dice que la guarde como el tesoro que es, o que puede llegar a ser para mí. Levanto la almohada y la coloco debajo, pasando mis manos sobre ella para quitarle las arrugas.

El ruido de la ducha ha cesado y no necesito tener rayos X para saber qué está haciendo; seguro que en este momento se está secando la piel brillante por el agua, despacio, del mismo modo en que se estaba duchando; pasando suavemente la toalla por su pecho, su vientre, su polla.

Me tiro del pelo de las sienes con fuerza a ver si así se me escapan todas y cada una de las escenas que pasan por mi cabeza. Soy un maldito bastardo por haber hecho lo que hice.

A partir de ahora tendré que separarme un poco de él.

Por su bien y el mío.

Salgo del cuarto y me siento en el sofá, encendiendo la tele.

En la pantalla aparece el último partido de los Sox que tenía grabado. Esto me vendrá de perlas para distraerme.

El tiempo pasa y el policía no sale del cuarto, por un momento estoy tentado a llamarle para que me acompañe pero la descarto al momento. Seguramente no se encuentra cómodo a mi lado y no puedo culparle por ello, así que, si prefiere quedarse en su cuarto, no voy a ser yo el que le obligue a salir.

Como si me leyera el pensamiento, al segundo sale de la habitación, vestido con la camiseta que le dejé.

 Le queda algo amplia y se nota que está un poco cohibido. Está con las manos en los bolsillos de los vaqueros y con la mirada baja, se acerca despacio hasta donde estoy.

-Gracias... por la camiseta - dice acariciando el frente con una mano sin levantar del todo la vista hacia mí.

-De nada Bryan. Es lo mínimo que podía hacer.

Se rasca la cabeza y noto cómo empieza a sonrojarse.

-Oye... mi nombre es Bryan pero... sólo mi madre me llama así. Para todos los demás soy Butch así que... bueno... llámame Butch ¿Vale?

Sonrío asintiendo con la cabeza.

-De acuerdo Butch. Por cierto, ahora me doy cuenta de que yo no te he dicho mi nombre. Por si te interesa es Vishous, pero todo el mundo me llama sólo V.

Él también sonríe y su cabeza señala hacia el televisor.

-Vaya maquinón que tienes ahí. Alta tecnología. No hay mejor manera de ver a los Sox.

Asiento orgulloso porque le guste.

-¿Eres fan de los Sox?

-¿Bromeas? soy nacido y criado en el sur. He sido aficionado desde que tengo uso de razón.

Le miro sonriendo mientras golpeo el asiento libre que hay junto a mí.

-Pues siéntate y disfruta ¿Te apetece algo de beber? esto se ve mucho mejor con un vaso en la mano.

El poli se sienta a mi lado, casi encima del brazo del sofá, intentando que haya algo de espacio entre él y yo.

-Bueno, si me ofreces un trago de Lag, no te diría que no, aunque si te soy sincero, me comería un jabalí de acompañamiento. Estoy muerto de hambre.

-Aquí no tengo de esa mierda que bebes, pero lo soluciono con una llamada ¿Lo del jabalí iba en serio o te vale otra cosa?

Suelta una risotada y se remueve el pelo húmedo.

-Cualquier cosa que tengas me vendrá bien.

BUTCH

El vampiro hace una llamada y pide comida como para una boda y dos botellas de Lagavulin para mí. Dice que se la dejen en una bandeja en la puerta y al cabo de unos minutos está todo encima de la mesa. Parece ser que esto es su rincón privado pero pertenece a una casa más grande. El tío debe estar podrido de dinero; sólo hay que fijarse en la mesa llena de ordenadores, la tele HD, los cubiertos de plata...

Dispone todo en la mesa y me sirve un trago. Me da la sensación de que disfruta colocando toda la comida para mí, como si le gustase el papel de anfitrión.

Comienzo a comer de todo y sin ninguna ceremonia porque las tripas me rujen como un león. Sólo después de un rato me doy cuenta de que él no está comiendo, sigue mirando el partido en silencio aunque no puede evitar echarme una mirada de vez en cuando con aprobación.

-¿Tú no comes?

Niega con la cabeza mientras le da un trago al vaso de vodka que tiene en la mano.

-Es todo para ti.

-Vaya, gracias... pero tú comes ¿Verdad? quiero decir... comida.

-Sí, lo hago, aunque no es lo único de mi dieta - tuerce un poco la boca en una sonrisa un poco falsa - la complemento con cosas más sabrosas.

Me quedo quieto con un trozo de pizza a medio camino de mi boca.

-¿Te refieres a la sangre? es decir ¿Matas humanos para alimentarte?

Se queda serio y por un segundo sus ojos van hacia mi cuello, pero aparta la vista enseguida.

-Sólo nos alimentamos de nuestras mujeres. La sangre humana no me gusta. Es demasiado débil para que me interese.

Muy bien.

Claro.

Bien.

En pocas palabras ha dicho que mi sangre no es lo suficiente buena para él. ¿Y eso por qué maldita sea, me cabrea como el demonio?

Dejo la pizza otra vez en el plato.

-Entonces... ¿Tienes esposa?

-¡Por la Virgen, no! me refiero a que nos alimentamos de mujeres de nuestra especie ¿Acaso tengo pinta de macho enamorado?

Paseo la vista por su cara y luego por la habitación.

La mitad de la sala está ocupada por una mesa de futbolín, con vasos medio vacíos en los bordes, hay un montón de libros y sports illustrated tiradas por todos lados, el cenicero que tiene al lado de los ordenadores rebosa colillas.

Todo muy masculino.

-No, creo que no tienes a nadie que te mangonee.

Se ríe y al hacerlo me da una panorámica perfecta de sus colmillos, ahora retraídos. Sigue con los ojos pegados a la tele y aprovecho ese momento para mirarle con más detenimiento. Sus facciones están ahora relajadas, sus labios no están apretados y al mirarlo veo que es un tío bastante apuesto.

¡Oh, bueno! ¿De veras he dicho esa palabra?

 ¿Apuesto?

 Sigo mirando su perfil duro, sus ojos ahora concentrados en el partido y los extraños símbolos que lo enmarcan, su perilla con los labios ligeramente abiertos mientras toma un trago y el movimiento de su nuez al tragar. Intento por todos los medios centrarme en el partido pero lo veo francamente imposible y todas las preguntas que antes no quisieron salir, se agolpan ahora en mi garganta ¿Cuánto vivirán? ¿Tendrán poderes ocultos?

-Si quieres preguntarme algo, hazlo, no te cortes .- me dice sin apartar los ojos del partido.

-¿Cada cuánto tiempo tenéis que... alimentaros?

-Cada ocho semanas más o menos, depende del nivel de tensión y de la actividad que tengamos.

-Pero los colmillos no sólo se os alargan cuando tenéis hambre ¿Verdad? - le digo recordando la panorámica que me ha ofrecido hace un rato, cuando le hice daño al tocar su herida.

-También se alargan cuando me pongo agresivo… o cachondo.

De pronto un olor inunda la sala, como a especias, el olor más maravilloso que he olido en mi vida y a la vez que inhalo fuerte, una única palabra aparece en mi mente.

Sexo.

El tipo de sexo que se tiene cuando has perdido todas las inhibiciones. Un olor del todo masculino... macho. El olor sale del vampiro, sin ninguna duda y eso me hace sentirme mal conmigo mismo. Algo así como si estuviera jugando con algo muy prohibido. Sucio.

Asiento despacio intentando borrar ese olor de mi mente y lo que me hace sentir.

-Poseemos mucha más fuerza y rapidez. Te sorprendería lo rápidos que somos sin tener en cuenta que podemos desaparecer.

-bueno... lo de desaparecer ante las narices de uno, es de lo más acojonante, pero ¿rápidos? ¿Cómo de rápidos?

Estaba sentado en el sofá, lo juro, pero un aliento y me encuentro en el suelo con los brazos en cruz y al vampiro encima de mí, con sus piernas en torno a las mías, su cuerpo encima de mí, sus manos atrapando mis muñecas Y ¡zas! mis ojos se encuentran con los suyos y todo se para a mi alrededor. Sólo puedo sentir el peso de su cuerpo contra el mío, el calor que despide su piel abrasándome las muñecas mientras con la mano que no lleva el guante me acaricia muy despacio el pulso que empieza a acelerarse en ella. En mis oídos sólo oigo el latido de mi corazón y en mi cara su respiración caliente. Está cerca de mí y empieza a agacharse todavía más, hasta que noto el pelo de su perilla rozándome la oreja.

-Así de rápidos... Butch.

Vuelve a levantar la cabeza y sigue mirándome fijamente. Sus ojos brillan y yo, que hasta este momento me sentía un poco nervioso con la situación, ahora estoy a punto de un ataque de nervios.

Miro hacia abajo y mis ojos van desde mi pecho aplastado contra el suyo, hasta cada una de sus manos, apretadas contra las mías. Para hablar, necesito aclararme la garganta dos veces, porque parece que haya comido arena.

-Vale... eres rápido. Ahora... ¿Te importaría...?

Antes de poder acabar la frase, se levanta como un rayo y se pasa una mano por el pelo, apartándoselo de la cara mientras con la otra no deja de tocarse el lugar de la herida.

-Oye, me voy a dormir. Tú... puedes hacer lo que quieras. En un par de horas se pondrá el sol y necesito descansar. Esta mierda de herida me está jodiendo a base de bien.

Sin más se da media vuelta hacia su habitación, cerrando la puerta suavemente.

Me quedo mirando la puerta cerrada y al cabo, me doy cuenta de que todavía estoy tumbado en el suelo, justo como él me dejó.

VISHOUS

Cierro la puerta de mi cuarto y me apoyo en ella, ¿Qué acabo de hacer? seguramente el pobre se ha llevado un susto de mil demonios tras mi gran demostración, pero no pude evitarlo y el hecho de llevar entre pecho y espalda casi una botella entera de Goose, no ha ayudado gran cosa.

Me meto en el baño y me miro al espejo.

Mis ojos todavía brillan y sé por qué lo están haciendo. Me excité al estar encima de él. Pude sentir como su pulso se desbocó y aunque me hubiera gustado que fuera por deseo, fue por pánico.

Me saco la camiseta y la tiro al suelo, enfadado conmigo mismo por casi dejar salir a mi bestia, la bestia que le hubiera agarrado las muñecas con una sola mano mientras con la otra le arranca la camiseta para tocar esa piel prohibida y luego bajar a su cinturón, Dios, se lo hubiera abierto de un tirón arrancando el botón del pantalón mientras mi boca devora la suya a la fuerza, poseyéndolo, como me enseñaron en el campamento para luego...

Dejo salir un rugido y estampo mi frente en el espejo del baño, rompiéndolo en mil pedazos. Me vuelvo a mirar y mi reflejo aparece distorsionado ante mí, como el de un monstruo... que es lo que realmente soy.

La herida se me ha vuelto a abrir.

De los puntos abiertos salen puntos de sangre que se van haciendo más grandes hasta que forman pequeñas lágrimas que acarician mi pecho, despacio. Si sigo haciendo el gilipollas, esta maldita herida no cerrará en la vida, además se está enrojeciendo alrededor como si empezara a infectarse, pero me importa una mierda. Ahora no tengo ganas de ponerme a desinfectar y coser de nuevo: ya sanará sola, la muy puta. Salgo del baño notando como el corte que me he hecho en la frente también está sangrando y baja por el perfil de mi rostro despacio.

Me acuesto en la cama, mientras espero que el tiempo pase hasta que anochezca. Intento no quedarme dormido pero por más que lucho contra el sueño, al final me vence, o mejor dicho, la pesadilla.

"Tengo frío, mucho frío, estoy tiritando tanto que casi no puedo enfocar la vista. La negrura me envuelve por completo mientras intento tocar mi cuerpo con las manos, en una débil súplica por saber qué me está pasando. Estoy desnudo y no noto nada a mi alrededor, ni suelo, ni aire... tengo un dolor enorme, pero no es físico, es dolor de pérdida, de estar buscando a alguien que sé que ya no está... hay sangre en mis manos, sangre de Butch que se desangra entre mis brazos mientras grito con todas las fuerzas de mis pulmones, porque él no puede morir... si lo hace, la raza se extinguirá..."

Me despierto con un grito ahogado dando un bote en la cama, resoplando como un caballo. El cuerpo me tiembla como si estuviera desnudo en medio del polo norte y aunque aún me cuesta mantenerme en pie, salgo de mi habitación como un zombi.

BUTCH

Después de estar durante un rato más viendo la tele, me dirijo a mi cuarto a descansar algo.

Podría cerrar la puerta con cerrojo pero creo que si él quisiera entrar, un triste cerrojo no lo va a impedir. Me tumbo en la cama a oscuras mirando el techo sin ver nada en realidad, recordando el momento en que le tuve encima de mí, mirándome fijamente. Tuve un momento de terror, es cierto, al darme cuenta de que si quisiera matarme no le costaría ni una gota de sudor, pero lo que no me gusta es cómo me ha hecho sentir al estar encima de mí, inmovilizándome con su gran cuerpo caliente. Mierda, no puedo pensar ni en eso, ni en él, si quiero conservar la poca cordura que me queda.

De pronto oigo como gritos ahogados, que si no me equivoco, vienen de su cuarto y aunque por un momento estoy tentado a salir a ver qué pasa, un escalofrío recorre mi espina dorsal, clavándome en el sitio. A los pocos segundos, vuelve a reinar el silencio.

Me pregunto qué rayos está pasando, cuando la puerta se abre y la luz procedente del salón, recorta una enorme figura a la entrada de mi cuarto.

Es él.

V.

Da dos pasos hacia dentro y me siento en la cama de golpe y juro por Dios que si estuviera tapado con una manta, me la subiría hasta el pecho, como lo hacen las tiernas vírgenes al ver entrar al oscuro vampiro.

Sólo lleva puestos los pantalones de cuero y aunque no puedo verle la cara, sé que me está mirando, sin respirar, y yo en el momento en que le veo, no soy capaz de que mi garganta articule palabra alguna aunque sea para salvar mi vida.

Noto como toma una fuerte bocanada de aire fuerte y es como si creciera diez centímetros más. Su figura llena todo el hueco de la puerta a la vez que el olor especiado que llegó a mí en el salón, vuelve a llenar mis pulmones de nuevo y empiezo a pensar que ese perfume tiene un significado cada vez que sale de su piel dorada.

Pero… ¡Me cago en la puta! por favor, Dios, ¿podría pensar en él sin que pareciera que estoy describiendo una escena de novelucha de amor ñoña? ¡Joder, ya!

Tras unos segundos conteniendo la respiración, exhala con lentitud.

En el momento en que habla, el pelo de la nuca se me eriza.

-Nuestros destinos están unidos por siempre, humano. Estás... atado a mí.

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